Boom 2022: laberintos, señoras victorianas y películas de terror italianas

Otro año se acaba en occidente y toca hacer balance y lista de propósitos nueva. O no. Si 2021 fue el año de pa' vernos matao, 2022, que tampoco empezó mucho mejor, ha sido el año de, como decía el sabio, ¡Al loro! Que no estamos tan mal. Guerra, crisis, cambio climático, inflación... pero como Brian cuando está crucificado, toca silbar y cantar Always Look on the Bright Side of Life. A nivel personal ha sido un año de crecer profesionalmente, esa expresión que tanta rabia me da y que oculta otra realidad: más responsabilidades y un dinero que nunca las acompaña. Así que lección aprendida: cuando te ofrezcan un ascenso, pide un dinosaurio. Si en 2021 leí mucho, este 2022 tampoco me he quedado atrás. Han caído en mis manos un montón de libros, sobre todo de señoras victorianas, a las que he leído con premeditación y alevosía este 2022. También he jugado muchos videojuegos. Pero sobre todo, 2022 ha sido el año del cine de terror. Así que sin más preámbulos, vamos al lío.

LIBROS

  • La novela que más me ha gustado: Piranesi, de Susanna Clarke. Su anterior novela, Jonathan Strange y el señor Norrell no me gustó, e iba con las expectativas bajas. La idea de un laberinto con forma de casa que contiene todo un mundo, la magia como conocimiento perdido y la fantasía mezclada con ciencia ficción de Piranesi me han atrapado. Y como el año pasado con Nuestra parte de noche, he dado mucho la turra con el libro. Susanna, me debes unas cervezas.
Susanna Clarke molando fuerte

  •  Premios mejor novela casi ex aequo pero no: El interregno de Marte en Aries de Alexander Lernet-Holenia y la irrealidad que impregna El maestro del juicio final de Leo Perutz son buenos ejemplos del género fantástico europeo de principios del siglo veinte. Demuestran, como Cortázar y Borges, que la frontera entre lo fantástico y lo real es una delgada línea, a veces borrosa, y que el horror está en lo más cotidiano.


  • Relecturas: Este año les ha tocado el turno de relectura a Oscar Wilde y su El retrato de Dorian Gray y a H. G. Wells, del que he releído El hombre invisible, La guerra de los mundos, La isla del doctor Moreau y La máquina del tiempo. También ha habido hueco para El país de las últimas cosas de Paul Auster.

  • Libro de relatos que más me ha gustado: Ella dijo destruye de Nadia Bulkin. Terror periférico y ciencia ficción venidos de Indonesia. Amor eterno a La Biblioteca de Carfax por publicarlo y a mi hermano por regalármelo. Una de esas mezclas de social con horror que tanto me gustan y tan bien funcionan en otras autoras como Lisa Tuttle y Mariana Enriquez. 

  •  Premios mejor libro de relatos casi ex aequo pero no: Comparten este casi premio dos libros publicados por Valancourt Books y que de momento no tienen traducción al castellano. The Dead Hours of Night de Lisa Tuttle y Nightmare Flowers de Elizabeth Engstrom. Yo no sé qué tiene Tuttle que sus relatos te persiguen, como Objects in Dream May Be Closer Than They Appear.



PELÍCULAS


Si 2021 fue un año peliculero, lo de este año no tiene nombre. O sí: terror. Prácticamente no he salido de ahí, como bien atestigua mi perfil de Letterbox y mi disco duro de 4 tb lleno de películas de terror. Ha habido tiempo para el grano setentero, la nostalgia ochentera, clásicos de los sesenta y películas actuales. 




  • Joyitas modernas poco conocidas: Head Count (2018) de Elle Callahan, Host (2020) de Rob Savage y Pyewacket de Adam MacDonald.


SERIES



2022 ha sido un año poco seriéfilo donde lo que más he visto ha sido series que ya seguía de antes. Algunas como Evil han bajado un poco el listón en su tercera temporada, pero sobre todo 2022 ha sido la despedida de The Expanse

  • Mi favorita del año: Después de su cancelación y posterior rescate por Amazon, The Expanse ha dado para seis temporadas que a mí me han sabido a poco. Algo que he intentado remediar leyéndome los libros (creo que me he quedado por el quinto o sexto) y los cómics, pero no es lo mismo. Increíble el viaje con la Rocinante que tantas similitudes tiene con la Battlestar Galactica de 2003.

  • Miscelánea: Vi la última temporada de Stranger Things. Como todas: ni tan buena como dicen algunos ni tan mala como dicen otros. También caí en las redes de Los anillos de poder y de La casa del dragón, aunque esta última ni la terminé de ver. Como con Dexter, que todavía está el último capítulo pendiente.

  • Mención especial: Blooklyn Nine-Nine. Ocho temporadas y 153 episodios. Cuando no sé qué ver y me apetece desconectar, nunca falla: siempre me saca una sonrisa. 

TEBEOS



Como el año pasado, no he leído muchos cómics. Alguna serie que tengo por acabar, como Nailbiter, algún Astérix, un par de Junji Ito y poco más.

  • Mi tebeo favorito del año: The Nice House on the Lake. Como el año pasado con Something is Killing the Children, mi favorito de este año también es de James Tynion IV. Es una serie todavía en curso. Yo he podido leer el primer volumen, que recoge los seis primeros números; está prevista la publicación de un segundo volumen en marzo de 2023. El tebeo narra la historia de un grupo de personajes que tienen en común lo mismo: son amigos de Walter. Este misterioso personaje los reúne en una casa bajo un falso pretexto. Habrá que ver cómo sigue la serie. Me recuerda muchísimo a Perdidos, con esas cosas locas que tenía la serie en sus comienzos y que luego nunca supieron rematar, y a los mangas de Naoki Urasawa, que les pasaba otro cuarto de lo mismo. De momento, tanto Something is Killing the Children como  The Nice House on the Lake me parecen dos grandes series que merece la pena seguir. Habrá que ver que no acaben desbarrando mucho.

  • Mención especial: Venus in the Blindspot de Junji Ito.

VIDEOJUEGOS


Este año sí que le he dado al vicio bastante. Me ha dado tiempo a jugar unos cuantos juegos. Le he metido bien de horas al Age of Empires 2 Definitive Edition, rejugué unas cuantas aventuras gráficas y me metí de lleno en las novelas visuales.

  • Mi favorito del año: Eres Bigby Wolf, el sheriff de una pequeña comunidad de personajes de cuentos tradicionales que viven camuflados como humanos en el Nueva York de los años ochenta. Así, tenemos personajes como Bigby, que es el lobo feroz de Caperucita, Cenicienta, Blancanieves, la Bella y la Bestia... Pero el tono de la historia está bastante alejado de los cuentos clásicos. Bigby es el responsable de investigar una serie de asesinatos que destapan la corrupción presente en la pequeña comunidad de personajes de fantasía.

  • Menciones especiales: Kathy Rain, Whispers of a Machine, Unavowed y Lamplight City. Los cuatro títulos son aventuras gráficas publicadas en los últimos años, diferentes entre sí por las mecánicas que proponen, pero parecidos en cuanto al género fantástico y su tratamiento.

  • Bonus track: The Dark Pictures Anthology: House of Ashes

MÚSICA


Si 2021 fue un año de tirar más hacia los clásicos, 2022 ha sido lo contrario. Mucha música escuchada y muchos artistas y bandas nuevos descubiertos.

  • Mi disco favorito del año: Life on Earth (2022) de Hurray for the Riff Raff, la banda/proyecto detrás de la que se esconde Alynda Segarra desde 2007. Otro motivo más para ir a Nueva Orleans.

  • Destacado: We've Been Going About This All Wrong (2022) de Sharon Van Etten. Publicado en octubre, todavía no lo he esuchado lo suficiente. No sólo escribe e interpreta sino que también coproduce y graba un disco que se mueve por el mismo territorio que Nick Cave últimamente.

  • Menciones especiales: El debut de Leia Destruye con un álbum de título homónimo, Autofiction (2022) de Suede, Bremen no existe (2022) de Biznaga, que abre el disco cantando eso de "ahora que tenemos treinta y tantos/ que no nos une el amor sino el espanto" y Abril (2021) de Delaporte. ¡Qué ganas de verlos en directo!

  • Directo: Zahara. Va puto loca. No hace falta más. Coincidió mi viaje a España de marzo con su gira. Ganazas de volver a verla.

No es Estrella Galicia pero se le acerca


Y con esto y un bizcocho ya estaría. No ha sido mal año este 2022. Por otro año de cosas que nos entusiasmen. Que sean libros, películas, reencuentros o viajes es lo de menos. Que nunca nos quiten la sed. Yo, como buen inglés, lo voy a celebrar con unas pintas en un pub.

Yeah, I want to remember.
And I want to do so much more.
Yeah, I want to be much better. 
And I want to do so much more. 








'American Psycho' de Bret Easton Ellis: esto no es una salida

A Bret Easton Ellis, escritor norteamericano, le endosaron la etiqueta de enfant terrible ya desde su primera novela, Menos que cero.  Una etiqueta que se cuelga a autores generalmente jóvenes y transgresores, y que frecuentemente responde a una visión conservadora de la literatura y de la vida. Así, transgresor en literatura puede ser escribir novelas guarras como Juan Manuel de Prada; o autores del establishment convertidos en figuras públicas gracias a columnas de opinión y a su participación en medios de comunicación. Se da la paradoja de que estos autores y prescriptores literarios, siempre en contra de la cultura de la cancelación, son los primeros en cancelar obras y autores que atacan su moral conservadora. Que es un poco lo que le pasó a Bret Easton Ellis con la publicación de su tercera novela, American Psycho: le llovieron hostias a diestra y a siniestra.


Bret Easton Ellis es un escritor transgresor por ciertos temas que trata, pero sobre todo por la forma en la que los trata. Nacido en 1964, reflejó en Menos que cero la angustia existencial de la Generación X, hoy boomers y dueños del cotarro. Una novela a la que le salieron clones por todas partes, algunos muy ridículos como Historias del Kronen de José Ángel Mañas, y otros más logrados como Bajar es lo peor de Mariana Enríquez.


American Psycho, como buena novela posmoderna, es muchas cosas a la vez: es un reflejo de su época, una crítica al reaganismo y a los yuppies de los ochenta, pero también es una novela de terror que plasma muy bien la cultura pop. Unas referencias pop bien entendidas, no cómo en Stranger Things, que te arrojan nostalgia a la cara. Desde las largas descripciones del atuendo y vestimenta de los personajes, pasando por las especificaciones técnicas de aparatos electrónicos y los capítulos dedicados a artistas y cantantes como Whitney Houston o Phil Collins. Por no hablar de la cantidad de referencias a la cultura televisiva y audiovisual estadounidense de finales de los ochenta. Todo esto narrado desde el punto de vista del protagonista, Patrick Bateman, un yuppie psicópata admirador de Donald Trump, en forma de monólogo interior o flujo de conciencia. Bateman es un narrador no fiable que nos describe su día a día de fiestas, comidas, drogas y sexo, hasta que su estado mental se va deteriorando y a lo anterior hay que sumarle asesinatos, torturas y violaciones.


Ellis consigue en American Psycho que su narración vaya en crescendo: de las conversaciones insulsas y atolondradas sobre cómo combinar cinturón y zapatos pasa a narrarte asesinatos brutales casi sin que te des cuenta. Empieza con frases y aseveraciones de hechos terribles que te desconciertan como lector, para poco a poco narrar esos hechos en escenas que dejan bastante mal cuerpo y que me recordaron al Ketchum de La chica de al lado. Valorar las intenciones del autor tiene un alto componente subjetivo, pero respecto a las críticas a Ellis y al libro, que algunos tachan de machista y homófobo, creo que erran el tiro. El protagonista es un psicópata, un ser sin empatía, pero confundir personaje con autor es un error. Especialmente en esta novela, en la que el personaje no es una extensión del autor y sus ideas, sino todo lo contrario. Es la versión literaria de Están vivos, de John Carpenter, pero desde el punto de vista de uno de los extraterrestres que invade y domina la Tierra.


La influencia de American Psycho y de Ellis y su obra en la cultura popular es amplia. Nacho Vegas escogió varias frases de sus libros como títulos para sus discos, como el caso de Esto no es una salida y Desaparezca aquí. O la rima atroz de Calamaro en Enola Gay que decía aquello de "Easton Ellis y mi abuelis" y citaba a American Psycho. Aunque si hay algo inolvidable es ese viaje en talgo de casi siete horas en el que empecé a leer Lunar Park sin saber que era una novela de terror. Esa no la vi venir.


Easton Ellis, B. (2011). American Psycho. Picador.




'Man on a Swing' (1974): el ángel de los perdedores

Man on a Swing es una película dirigida por Frank Perry y protagonizada por Cliff Robertson y Joel Grey. El guion de David Zeelag Goodman, conocido por Perros de Paja y La fuga de Logan, está basado en la novela The Girl on the Volkswagen Floor de William Arthur Clark, que a su vez se inspiró en el asesinato de una joven maestra en Dayton.

La película narra la historia de una investigación de asesinatos. Una joven maestra es encontrada asesinada en su coche en el aparcamiento de un centro comercial. Cliff Robertson interpreta el papel de Lee Tucker, jefe de policía encargado del caso. Durante los veinte primeros minutos Man on a Swing es un procedimental de manual. Desde la escena del asesinato hasta la morgue, acompañamos al jefe de policía en su búsqueda de pistas y vamos descubriendo más información sobre el caso, hasta que este se enfría. Ahí es cuando comienza otra película con la entrada del psíquico y adivino Frank Wills, personaje interpretado por Joel Grey. Wills demuestra tener conocimientos sobre el caso más allá de los esperados, lo que lo convierte también en principal sospechoso.

La película, que empezaba como un policiaco, se acaba convirtiendo en un thriller donde los únicos protagonistas son el jefe de policía y el adivino, desplazando la investigación del asesinato a un segundo plano. Lee quiere confiar en los poderes de Wills para resolver el caso, pero cuanto más le investiga, más dudas tiene. Aquí la película se enreda y da demasiadas vueltas sobre el mismo tema. Además, tanto la interpretación de Grey como su personaje son histriónicos hasta decir basta. Histriónicos nivel Jack Nicholson puesto hasta arriba de anfetas o Christopher Walken tres días sin dormir. Cuando Wills entra en trance se arrastra por el suelo, hace la croqueta, se golpea contra las paredes, se sube a un columpio...

Yo cuando entro en "trance" por la noche


Man on a Swing tiene cosas curiosas, como el perfil del asesino llevado a cabo por el forense del caso, cuando aún faltaban muchos años para que El silencio de los corderos popularizara las ciencias del comportamiento aplicadas a la captura de asesinos en serie. También es curioso comprobar lo tan en boga que estaban en la época las chorradas New Age y la parapsicología. Aunque lo que más llama la atención es el alcoholismo de Lee Tucker. Siempre está con una lata de cerveza de la mano, en la comisaría o en casa, pero nunca falla. Es uno de esos estadounidenses de los setenta que como Stephen King bebían cerveza en vez de agua.

La felicidad se llama Estrella Galicia

Al acercarse a Man on a Swing es importante tener en cuenta que no es tanto una película sobre una investigación de asesinato, como una película sobre dos de los personajes protagonistas de esa investigación: el jefe de policía encargado del caso y el supuesto adivino que quiere ayudar. ¿Es Frank Wills un fraude? ¿Cómo es posible que conozca detalles del asesinato que no se han hecho públicos? ¿Lee Tucker es un buen policía? Sobre estas preguntas se va construyendo la película. Si la interpretación de Joel Grey no te saca de la película, Man on a Swing resulta interesante: grano setentero y policías borrachos.





 

'Terror ciego' (1971): Azarías matando al señorito

Terror ciego es una película británica dirigida por Richard Fleischer y protagonizada por Mia Farrow. Farrow venía de pegar el pelotazo unos años antes con La semilla del diablo y todavía le costaría otros cuantos años más salir de este tipo de papeles. Por contra, Fleischer ya era por aquel entonces un director todoterreno, cosa que seguiría demostrando a lo largo de toda su carrera: lo mismo te dirigía Conan el destructor que Cuando el destino nos alcance que Los vikingos y 20000 leguas de viaje submarino, eso por no hablar de las exploitation de El padrino y Rocky El Don ha muerto y El hombre más duro. Esta versatilidad llevó a Fleischer a tocar casi todos los géneros, esta Terror ciego es un ejemplo de su incursión en el giallo británico o thriller británico a la italiana.


Mia Farrow interpreta el papel de Sarah, una joven que se ha quedado ciega debido a un accidente y que va a pasar unos días de vacaciones a la casa señorial de sus tíos ricos. Dividida en tres actos, el primero, el de la presentación, se adentra en el pasado de Sarah, de la que conocemos su pasado antes de la ceguera, sus planes de futuro y cómo estos se ven alterados por su accidente, además de constatar que es una mujer fuerte e independiente que ha heredado el carácter de su madre. El segundo acto es de tensión. Algo le ha ocurrido a su familia y Sarah, ciega, es ajena a ello. Esa tensión está muy bien llevada, y crece y crece hasta desembocar en el tercer y último acto, quizás el más loco, que es el de la persecución.

Hay tres cosas que los ingleses han dado al mundo: la primera es la kettle, las otras dos no me acuerdo...

Terror ciego es un intento de giallo a la británica. ¿Quién vigila al vigilante? Pues no lo sabemos, pero si el cine italiano se puso a copiar cosas de aquí y de allá, los británicos decidieron que copiar al copión no debía de ser tan malo. De hecho la otra película estrenada ese mismo año por el director es El estrangulador de Rillington Place, otro giallo británico protagonizado por Richard Attenborough, Judy Geeson y John Hurt. Y si en los giallo estaba de moda el punto de vista subjetivo que nos mostraba las manos del asesino, generalmente con guantes de cuero negro, Fleischer le da una vueltita a eso y decide presentarnos a su asesino no con un subjetivo sino con un plano de sus botas, de cuero también. Aunque a veces hace trampa y nos muestra las manos para poder ver qué hace, pero la intención de buscar ese elemento distintivo que son las botas está ahí.

Botas de Chiruca modelo Texas

Ti West homenajea a Terror ciego en La casa del diablo (2009). Si en Terror ciego el personaje de Sarah deambula ciega por la casa de sus tíos sin tener ni idea de lo que sucede y de lo que se le viene encima, en La casa del diablo es Samantha la que baila despreocupada por una casa en la que está su perdición. El desconocimiento por parte de la protagonista de lo que está sucediendo es lo mejor de la película,  ya que nosotros sí sabemos lo que ha ocurrido y estamos esperando a que Sarah lo descubra. Quizás lo que viene después no es tan interesante y no está tan bien construido, resultando más formulaico. Tiene que haber un girito antes de desvelar la identidad del asesino y un falso final. Pero teniendo en cuenta el conjunto, aunque no sobresaliente, Terror ciego es una película más que entretenida con una Mia Farrow en estado de gracia. Yo siempre a favor de Azarías.






'Polar Horrors: Strange Tales from the World’s Ends': ponte la rebequita que hace frío

Tales of the Weird es una colección de libros de la British Library basada en relatos fantásticos y de terror de escritores del siglo XIX y XX. Aunque hay unos cuantos libros dedicados a un sólo autor, dedicados a rescatar su obra, como en el caso de Mary E. Wilkins Freeman, Mary Elizabeth Braddon y Charlotte Riddell, Eleanor Scott, la mayoría de estas antologías giran alrededor de un tema: los bosques encantados, los fantasmas de niños, los científicos locos, los encuentros con la muerte, trenes y estaciones encantadas, los investigadores de lo oculto, los eventos climáticos extremos... A veces el leitmotiv de la antología es un tanto peregrino, en otros casos está mejor elegido y estructurado.

Polar Horrors: Strange Tales from the World’s Ends, editado por John Miller, recoge doce relatos que tienen en común estar ambientados en las regiones polares del planeta. Aunque arbitrario, la división del libro en dos secciones, Polo Norte y Polo Sur, es bastante acertada, así como el orden cronológico de los relatos. Esta división y este orden sirven para apreciar las semejanzas pero sobre todo las diferencias. El primer relato, The Surpassing Adventures of Allan Gordon, está escrito en 1837 y el último, Iqsinaqtutalik Piqtuq,  en 2019. También el libro cuenta, como todos los de esta colección, con una breve introducción sobre el tema a tratar. En este caso resulta muy interesante lo que escribe John Miller sobre las distintas aproximaciones al tema. Desde el Frankenstein de Mary Shelly hasta algunos relatos de Poe, las regiones polares son lugares inhóspitos, vastos desiertos blancos. Pero conforme el conocimiento científico y geográfico sobre estos lugares aumenta, esa visión de las regiones polares va cambiando. También, como gran parte de la ficción a partir del siglo XIX, se apoya en las teorías científicas en boga. Así, las regiones polares tienen clima tropical y son hogar de grandes remolinos que se adentran en la tierra hueca, además de albergar animales prehistóricos y civilizaciones perdidas. Pueden ser desiertos blancos o todo lo contrario. 

La parte dedicada al Polo Norte recoge seis relatos, tres de ellos escritos en el siglo XIX, dos en el XX y uno en el XXI. Destacan The Moonstone Mass de Harriet Prescott Stofford, donde el protagonista se enrola en una expedición al Polo Norte en busca de fama, reconocimiento y dinero, convirtiéndose en un ejemplo de la cultura materialista que comenzaba a imponerse en la época. Esta expedición acaba en fracaso. No sólo eso, su mujer muere mientras él está en el Ártico, la que era su verdadero tesoro. En The Captain of the Polestar Conan Doyle se inspira en sus experiencias como estudiante de medicina enrolado en un barco ballenero. Por ahí hace aparición la tradición escocesa naval, el personaje de capitán gruñón y malhumorado pero de buen corazón y un encuentro con lo sobrenatural.


En la segunda parte del libro dedicada al Polo Sur los seis relatos incluidos fueron publicados en la primera mitad del siglo XX. Eso hace que aunque temáticamente puedan variar, estilísticamente sean bastante parecidos. El horror colinda con la ciencia ficción y la forma de acercarse al género es muy pulp. In Amundsen's Tent, escrito por John Martin Leahy, es el mejor relato del libro. Publicado en 1928, inspiraría el famoso relato de Campbell Who Goes There?, que a su vez sería adaptado a la gran pantalla por Hawks en 1951 y por Carpenter en 1982. Un tercer equipo que compite contra Scott y Amundsen por ser los primeros en llegar al Polo Sur encuentra una tienda perteneciente, supuestamente, al noruego. Allí hallan una cabeza humana y un diario. Creatures of the Light es un relato largo escrito por la autora pulp Sophie Wenzel Ellis. Publicado en 1930, ya incluye científico loco alemán, base secreta polar y cosas nazis. De ahí a la película Iron Sky (2012) con nazis en la Luna, un paso. También me gustaron mucho Bride of the Antarctic, un relato breve de machete al machote y Ghost, historia ambientada en el siglo XXI con máquinas contagiadas de locura, un argumento muy de Expediente X.


Aunque algunos de los relatos incluidos en Polar Horrors: Strange Tales from the World’s Ends no pasan de ser una mera anécdota, en conjunto es un libro muy entretenido y que, como suele ser habitual, es fuente para descubrir nuevos autores y autoras. The Surpassing Adventures of Allan Gordon es el relato, casi novela larga, con el que abre la antología, y sin ninguna duda es el más flojo de la colección. Pero si exceptuamos este primer bache, el resto de relatos son muy disfrutables. Con esta colección, Tales of the Weird, pasa lo mismo que cuando no sabes qué peli ver y te apetece algo ligerito, que te pones una de la Hammer, una italianada o algo de Roger Corman y te solucionan la tarde. 




'Messiah of Evil' (1973): Lovecraft contra los hippies

Messiah of Evil (1973) es una película de terror dirigida por Willard Huyck y Gloria Katz. Guionistas y productores de entre otras, Indiana Jones y el templo maldito (1984), también son los responsables de Howard, un nuevo héroe (1986) y de American Graffiti (1973). Tanto Huyck como Katz eran estudiantes de cine, uno en la USC y otra en la UCLA. Una de las amistades de Huyck en la USC fue George Lucas, de ahí las colaboraciones del matrimonio en distintos proyectos de Lucas, como Star Wars (1977) y Asesinatos en la radio (1994). Esta Messiah of Evil es su primera película y la más personal, todavía muy imbuida del espíritu de la época.


A Messiah of Evil se la relaciona con un buen número de películas: El carnaval de las almas (1962), La noche de los muertos vivientes (1968), Imágenes (1972), Amenaza en la sombra (1972), Muertos y enterrados (1982), Phantasma (1979), La niebla (1980), Operación Miedo (1966), Suspiria (1977)... Es fácil encontrar los vínculos y las conexiones entre Messiah of Evil y esas películas, pero creo que si hay que buscar otra película, no que se parezca, sino que explique el momento en el que se rueda y estrena Messiah of Evil, esa es La maldición de los Bishop (1971). Ambas beben del nuevo cine de Hollywood y del cine de guerrilla, una y otra desarrollan una atmósfera de irrealidad y lo hacen con recursos similares, y las dos retratan el final del una época.


Cena de navidad en Umbrella Corporation

Arletty llega al pueblo de Point Dune en busca de su padre, un artista que en sus últimas cartas había hablado de una enfermedad que le acechaba. Al llegar a Point Dune, Arletty se encuentra con un pueblo casi desierto en el que nadie parece conocer quién era su padre ni tampoco su paradero. En esta búsqueda conoce a un grupo de recién llegados encabezados por Thom, un hippie que dice ser un aristócrata portugués, y sus dos acompañantes, Laura y Toni, cazadores de leyendas que también buscan a su padre. Arletty se instala en la casa de su padre, a la que pronto se une el grupo encabezado por Thom. Llegados a este punto, la enfermedad que afectó al padre de Arletty se manifiesta ahora en la propia Arletty: sueños y visiones que se confunden con la realidad, con una voz en off que nos ayuda a seguir los procesos mentales de Arletty, cada vez más deteriorada psicológicamente. Es a veces esta voz en off la que despista un poco, porque no sólo escuchamos a Arletty, también a su padre. Le meten un reverb que a veces  también dejan cuando Arletty habla con otros personajes, contribuyendo a esa confusión entre realidad y sueño.


Cuando zarpa el amor

Cada vez más la atmósfera se va enrareciendo y la película acaba convertida en una pesadilla. A ello contribuyen las escenas rodadas de noche en un pueblo vacío y la cada vez más inestable salud de Arlette, que enloquece por momentos. Poco a poco, según avanza su enfermedad, vamos conociendo más de lo que le pasó a su padre y del secreto que se esconde en Point Dune. Hace cien años un extraño llegó a la costa del pueblo en una noche de luna de sangre. Cien años después, la historia se repite. Hay una secta de zombis a los que les sangran los ojos y que consumen carne humana que quieren desatar el apocalipsis. Point Dune es un pueblo muerto cuya enfermedad se extenderá al resto del mundo. Como en La boca del miedo (1994), lo irreal devora la realidad; lo que era una visita a su padre acaba convertida en una pesadilla sobre el fin del mundo.


Las luces de navidad de Vigo todavía no han llegado a Point Dune

Como bien nos enseñaba La maldición de los Bishop, los urbanitas hippies sólo causan problemas y son una plaga a exterminar. Todo lo de fuera es un organismo extraño, como lo es el padre de Arlette y la propia Arlette. Los sueños rotos de los sesenta se convierten en el cinismo de los setenta, que a su vez alimentará el reaganismo de los ochenta. Como le pasa a Toni cuando quiere dormir y no puede al ver la figura de Harvey Oswald retratada en el mural de la pared de su habitación: toca despertar del sueño. Todo esto con una buena dosis de Lovecraft, una banda sonora electrónica adelantada a su época y un final abierto por falta de presupuesto, hacen de Messiah of Evil una película de culto a reivindicar. Sólo por eso y las escenas del supermercado y la del cine, ya merece la pena verla. Messiah of Evil es lo que pasa cuando pones a dos hippies a rodar una película de terror, que les sale una película de arte y ensayo de terror atmosférico. Ah, y no hay tetas.









 

'Perros de paja' (1971): el hombre blandengue de Peckinpah

Perros de paja (1971) es una película británico-estadounidense dirigida por Sam Peckinpah, escrita por David Zelag Goodman y Peckinpah, y protagonizada por Dustin Hoffman y Susan George. Como en Deliverance (1972), Peckinpah mezcla distintos subgéneros dentro de Perros de paja: hay algo de cine de justicieros (ese mismo año se estrenó Harry el sucio), de terror rural y de home invasion, además de mucho drama.

Dustin Hoffmann interpreta a un astrofísico estadounidense, David Sumner, que se va a vivir con Amy, su mujer británica, al pueblo de ésta. La idea de los Sumners es vivir retirados en la vieja granja del padre de Amy mientras David continua con sus investigaciones, alejándose de la violencia urbana de EEUU. Lo que sucede es que Wakely, el pueblo donde está la granja y de donde es originaria Amy, no resulta tan apacible como cabría esperar.

En Perros de paja la violencia siempre está presente, al principio como ambiente opresivo y hostil, y al final como amenaza física directa. También aparece reflejado otro de los mitos preferidos de Peckinpah, que es la violencia como rito de paso. David, un personaje apocado al que su propia mujer considera un cobarde, acaba transformado a través de la violencia. El hombre civilizado urbanita que acaba abrazando las bajas pasiones y los instintos animales. No sobrevive el más apto, sólo lo hace el más fuerte. Otra de las constantes del cine de Peckinpah es el humor. Que David grite que no va a permitir la violencia en su casa mientras se está liando a mamporros es un buen ejemplo; o que proteja a un violador y pederasta después de que su mujer haya sido violada, es otro; por no hablar de que el violador de su mujer es el que quiere matar al otro violador por violador. Escenas de éstas tiene unas cuantas a lo largo de la película. Al final el protagonista no deja de ser un pequeño hombre patético que no se entera de nada y cuya única redención pasa por la violencia.

Perros de paja no termina de ser una película completamente redonda: tiene un guion confuso y algunos bajones de ritmo. Pero más allá de eso y de sus muchos méritos, está el de que resulta una película muy entretenida. Igual si me apetece ver a gente intentando entrar en una casa prefiero ponerme La noche de los muertos vivientes o Asalto a la comisaría del distrito 13, aunque como película sobre el uso de cepos en defensa propia en la mejor. Ya lo advertía Nacho Vegas cuando cantaba aquello de "se discute la capitulación mientras se aproximan carcajadas". Más allá de polémicas, Perros de paja es La gran broma final de Peckinpah. 






 invasiones casa

'The Bell in the Fog & Other Stories' de Gertrude Atherton: un yanqui en Inglaterra

Gertrude Atherton (1857-1948) fue una escritora estadounidense, protegida de Ambrose Bierce, que escribió novelas, relatos, ensayos y artículos periodísticos. En su larga vida le dio tiempo a ser sufragista, anticomunista y supremacista blanca. Nacida en una familia acomodada de California, tras la separación de sus padres acabó viviendo con su abuelo en Kentucky, donde conoció a su marido. Decepcionada por la vida matrimonial, halló en la escritura un medio de ganarse la independencia. Como tantas otras mujeres de su época y clase, la escritura profesional fue una vía de escape y de sustento económico para Atherton. Entre su numerosa producción narrativa figuran varios relatos de temática sobrenatural.

The Bell in the Fog & Other Stories reúne algunos de estos relatos que mezclan lo sobrenatural con el misterio. Emparentada con su padrino literario, Ambrose Bierce, hay que buscar sus influencias en Edith Wharton, Charlotte Perkins Gilman y Henry James. Su estilo se acerca más al terror psicológico que al de un horror explícito, que puede recordar, salvando las distancias, al que años después escribiría Daphne du Maurier. Poniéndola en contexto, otras autoras de un estilo similar son Edith Nesbit y May Sinclair. 


En The Bell in the Fog & Other Stories se incluyen diez relatos, tres abiertamente sobrenaturales y otros siete que bordean el género. Quizás su relato más famoso sea The Striding Place, el más reproducido y editado en antologías del género. Es una buena muestra de su estilo psicológico con trazos de humor. The Bell in the Fog es otro de sus relatos más conocidos. El protagonista es Orth, un artista estadounidense obsesionado con el retrato de unos niños. Descubre que la hija de sus vecinos es como la niña del retrato, lo que le lleva a averiguar la historia de los personajes retratados. En The Dead and the Countess Atherton vuelve a hacer gala de su sentido del humor. La llegada del ferrocarril a un pequeño pueblo inglés hará que los muertos se levanten de sus tumbas. En otros relatos como The Tragedy of a Snob no está presente el elemento sobrenatural y el terror hay que buscarlo en la realidad. Un joven de clase trabajadora que quiere ser como los ricos. Además del humor, otro de los tropos favoritos de Atherton es el del personaje fuera de lugar, en su caso, casi siempre es el personaje del estadounidense en Inglaterra o el protagonista desclasado de The Tragedy of a Snob.


Desgraciadamente, la obra de Atherton no ha sido traducida al castellano. Si exceptuamos algunos de sus relatos en antologías, sólo es posible acceder a su ficción en su lengua original. Wordsworth Editions editó este libro en 2006 dentro de su colección Tales of Mystery & Supernatural, que todavía es posible encontrar de segunda mano por muy pocas perras. Me parece que Atherton es una de esas autoras que encajaría a la perfección en el catálogo de La Biblioteca de carfax, así que ojalá que pronto se animen a publicarla. Mientras tanto, es posible encontrarla en Damas oscuras. Cuentos de fantasmas de escritoras victorianas (2017) de Impedimenta y en Venus en las tinieblas. Relatos de horror escritos por mujeres (2007) de Valdemar.


Atherton, G. (2006). The Bell in the Fog & Other Stories. Wordsworth Editions.




'Summerfield' (1977): cuando desaparecer no es un crimen

Summerfield es una película de terror y misterio australiana dirigida por Ken Hannam y escrita por Cliff Green. Hannam es un director que procede de la televisión, en la que desarrolló toda su carrera desde los años sesenta hasta los dos mil, y que entre el 75 y el 79 dirigió tres películas de cine, siendo la más destacada esta Summerfield. Lo mismo sucede con Green, que además de escribir esta película es responsable del guion de un clásico como Picnic en Hanging Rock (1975). Más de lo mismo sucede con el reparto encabezado por Nick Tate, John Waters y Elizabeth Alexander, procedentes del ecosistema televisivo australiano donde han desarrollado casi toda su carrera.

Simon Robinson, interpretado por Nick Tate, es el nuevo profesor de escuela de un pequeño pueblo australiano, Bannings Beach. Llega en sustitución de Peter Flynn, anterior profesor que ha desaparecido sin dejar rastro. Esta desaparición y el aparente desinterés de los habitantes del pueblo por esclarecer lo ocurrido con Peter hacen sospechar a Simon sobre lo que se oculta detrás de esta desaparición. Simon, que vive en la pensión del pueblo, se acuesta con la dueña, casada. Y a la vez, se enamora de Jenny, la madre de una de sus alumnas, Sally, a la que atropella con el coche de manera accidental. Aprovechando su convalecencia y para que no pierda muchas clases, Simon la visita en su casa, que está en la misteriosa isla de Summerfield, a la que se accede a través de un puente. En la isla viven con David, el hermano de Jenny y tío de Sally.

Aunque con muchos menos medios y recursos que Picnic en Hanging Rock, Summerfield está bien dirigida, cuenta con una muy buena fotografía, especialmente de los cielos y las playas, y tiene una más que interesante banda sonora. Además, su reparto es más que correcto, donde destacan Nick Tate y Alizabeth Alexander. Por si fuera poco, también está muy bien escrita: funciona estupendamente el mecanismo que pone en marcha el personaje de Simon al investigar la desaparición de Peter y que desembocará en la epifanía final. También está muy bien llevada la conexión entre esta desaparición y Summerfield, una isla que es un mundo en el que llevan viviendo los Abbott cinco generaciones.

Además de jabalíes asesinos, cazadores de cocodrilos y guerreros del desierto, el cine australiano también nos ha dado nuestra buena dosis de misterio y terror. En un país que es un continente, donde la naturaleza todavía es una amenaza y el clima hostil, desaparecer es fácil; y ser profesor, añado, difícil. Como en Wake in Fright (1971), puedes acabar dando clase, literalmente, en el culo del mundo; o puedes desvanecerte en una excursión como en Picnic en Hanging Rock (1975). En cualquier caso, lo más importante es tener en cuenta esto: desaparecer no es un crimen.





'Alison's Birthday' (1981): Panoramix en Australia

Alison's Birthday es una película de terror australiana dirigida y escrita por Ian Coughlan. Estrenada en 1981, combina los miedos de principios de los ochenta del satanic panic con el cine de exorcismos y posesiones inaugurado en 1968 con La semilla del diablo de Polanski.
Es fácil seguir el rastro de La profecía (1976) y La centinela (1977) en esta Alison's Birthday. El epítome de todo este cine sería el homenaje de Ti West en La casa del diablo (2009). Y sin embargo, Alison's Birthday tiene su propia personalidad.

La primera escena de la película nos presenta a Alison con dieciséis años realizando un ritual de espiritismo con dos amigas. Como no podría ser de otra manera, sale mal. Contactan con una entidad que posee a una de las amigas de Alison advirtiéndola de que tenga cuidado cuando llegue el diecinueve, matando a la otra amiga en el proceso. La siguiente escena nos presenta a una Alison a punto de cumplir los diecinueve años, trabajando en una tienda de discos y con novio. Es entonces cuando recibe una llamada de su tía Jennifer, que con la excusa de que su tío Dean está enfermo engaña a Alison para que vaya a celebrar su cumpleaños con ellos. Alison, que no ha olvidado lo que pasó en la sesión de espiritismo y que tiene sueños raros donde se ve a sí misma y a un grupo de seguidores realizando lo que parece un encantamiento, empieza a sospechar que nada es lo que parece. 

El espíritu que responde 'que si quiero o que si tengo'

La película está dirigida de manera correcta por Ian Coughlan, un director que venía de la televisión. Tiene varios telefilmes en su haber, pero sobre todo dirigió y escribió muchas series de televisión. Esta Alison's Birthday sería su primera y única incursión en el cine. En el reparto, no muy extenso, destaca Joanne Samuel, que había aparecido dos años antes en Mad Max. Todos lo hacen bien, pero a parte de Joanne Samuel, no hay grandes caras conocidas para el público internacional. Con un presupuesto reducido de unos 300.000 dólares australianos, forma parte de ese boom de películas de terror y ciencia ficción que se dio en Australia entre principios de los setenta y finales de los ochenta. Algunas ideas originales, pero sobre todo mucho cine de explotación hecho con cuatro duros. Despertar en el infierno (1971), Night of Fear (1973), Los coches que devoraron París (1974), Summerfield (1977), Patrick (1978), Largo fin de semana (1978), Mad Max (1979), Harlequin (1980), Peligro: reacción en cadena (1980), El superviviente (1981), Angustia a flor de piel (1982) y Alison's Birthday (1981) son un buen ejemplo de este cine de explotación.

Makinavaja en Australia: la cartera o te pincho

Aunque Alison's Birthday tiene algunos fallos y se la venir desde lejos, en general es una película muy entretenida. Está muy bien llevado el misterio entorno al pasado de Alison, que se va desvelando a lo largo de la historia: Alison es una huérfana que a la muerte de sus padres es adoptada por sus tíos, que se encargan de criarla. También es muy interesante la trama conspiranoica alrededor de Alison: ¿qué quieren de ella? ¿por qué sus tíos se comportan de esa manera tan rara? Y por supuesto, no se puede pasar por alto que Alison's Birthday es una de esas películas que encajan en una etiqueta tan pervertida como la de folk horror. Aquí sí: viejo culto celta druídico contrapuesto al cristianismo. 

La Hammer rodando en Australia

Alison's Birthday tiene un comienzo en el que parece que va a derrapar pero se recupera. Cuando Alison regresa a la casa de sus tíos para celebrar su cumpleaños descubre una especie de Stonehenge. Lo cual no deja de ser extraño teniendo en cuenta que es la casa en la que se crio y que ese Stonehenge en miniatura no estaba allí antes. Como la aparición de su bisabuela de 103 años Thorne, de la que Alison no tenía idea de su existencia y que su tía Jennifer justifica con un "pues se te habrá olvidado". Pero lejos de aceptar estas cosas, Alison comienza a desconfiar, y la película remonta. Creo que merece mucho la pena adentrarse en Alison's Birthday y descubrir el misterio que se oculta en ese cumpleaños. Para los interesados, está disponible en Rarelust aquí. No le hagáis mucho caso al póster que aparece porque engaña. Alison's Birthday es como una película de la Hammer ambientada en la Australia de finales de los setenta que mezcla ese gótico clásico con sectas y conspiraciones. A mí lo de los druidas australianos me ha convencido.



'The Ghost Slayers: Thrilling Tales of Occult Detection': ¿a quién vas a llamar?

The Ghost Slayers: Thrilling Tales of Occult Detection es uno de los títulos publicados este año por la British Library dentro de su colección Tales of the Weird. Otro más. El responsable de la edición de esta recopilación de relatos es Mike Ashley, uno de los mejores antologistas británicos. A él le debemos libros como Darker SexTales of the Supernatural and Macabre by Victorian Women Writers (2009), The Dreaming Sex, Early Tales of Scientific Imagination by Women (2010), Unforgottable Ghost Stories by Women Writers (2008) y Queens of the Abyss: Lost Stories from the Women of the Weird (2020). Ha dirigido su propia colección de ciencia ficción dentro de la British Library y ha colaborado con un buen puñado de libros para Tales of the Weird. Lo mismo te prepara una antología sobre la obra de Mary E. Wilkins Freeman que sobre trenes y ferrocarriles fantasma.


En The Ghost Slayers Mike Ashley recopila nueve relatos que tienen como hilo conductor un mismo tipo de protagonista: el investigador de lo paranormal. Y hace lo que viene siendo habitual en sus antologías, mezclar autores conocidos con otros menos famosos y con auténticos desconocidos. Así, nos encontramos con relatos de Algernon Blackwood y William Hope Hodgson, pero también hay espacio para Bertram Atkey y Joseph Payne Brennan, en un recorrido que va de 1899 a 1963. 

The Ghost Slayers es un conjunto muy equilibrado que no defrauda y que no se hace tampoco muy pesado, como suele ocurrir con algunas antologías del género. Además de Blackwood y Hodgson, destacan los relatos de Bertran Atkey, The Valley of the Veils of Death, el más largo del libro, donde el investigador de lo oculto Mesmer Milann tiene que resolver el caso de un valle, dos muertos y un tesoro; en The Death Hound el doctor Taverner se ocupa de un caso de magia negra y de una logia malvada; mientras, en Forgotten Harbour Gordon Hillman narra las peripecias de Cranshawe en un pequeño pueblo americano que bien podría ser un capítulo de La zona desconocida o Expediente X.

Otra cosa que llama la atención de estos relatos es el nombre de sus protagonistas. Ya desde Conan Doyle sabemos de la importancia del nombre del protagonista, y los autores y autoras de esta recopilación demuestran tener bien aprendida esa lección. Por el libro desfilan John Silence, Thomas Carnacki, Flaxman Low, Mesmer Milann, Cosmo Thor, Aylmer Vance y Lucius Leffing, entre otros detectives de lo sobrenatural. Todos comparten la característica de la clarividencia, de ver lo que otros, personas normales, no podemos llegar a atisbar. Es por eso, por estas habilidades adquiridas o innatas, que se dedican a la investigación de lo oculto.

Hace unos años la British Library comenzó su colección Tales of the Weird dedicada a la ficción extraña de los siglos XIX y principios del XX, y tras más de treinta libros publicados, demuestran que todavía hay material para rato. El próximo, The Flaw in the Cristal: And Other Uncanny Stories, está dedicado a la escritora May Sinclair. Será el número treintaiséis de la colección. Por cierto, también editado por Mike Ashley. Yo voy haciendo hueco en la estantería, porque esta colección se ha convertido, por derecho propio, en una de las más interesantes sobre ficción extraña. 

Ashley, M. (2009).  The Darker Sex, Tales of the Supernatural an Macabre by Victorian Women Writers. Peter Owen.
Ashley, M. (2010). The Dreaming Sex, Early Tales of Scientific Imagination by Women. Peter Owen.
Ashley, M. (2008). Unforgottable Ghost Stories by Women Writers. Dover Publications.
Ashley, M. (2020). Queens of the Abyss: Lost Stories from the Women of the Weird. British Library.
Ashley, M. (2022). The Ghost Slayers: Thrilling Tales of Occult Detection. British Library. 
Wilkins Freeman, M. E. (2022). Shadows on the Wall: Dark Tales by Mary E. Wilkins Freeman. British Library.
Ashley, M. (2019). Menace of the Machine: The Rise of AI in Classic Science Fiction. British Library.





'Deliverance' (1972): "chilla como un cerdo"

Deliverance es una película dirigida por John Boorman y protagonizada por Jon Voight y Burt Raynolds. El guion corre a cargo de James Dickey, autor de la novela en la que está basada la película, con la aportación del propio Boorman en la reescritura de algunos diálogos. Es una película pequeña, con un reparto reducido en el que también figuran Ned Beatty y Ronny Cox, que con un presupuesto de apenas dos millones de dólares consiguió recaudar casi cincuenta.


Estrenada en 1972, Deliverance narra la historia de cuatro amigos que se van de excursión a los Montes Apalaches para descender el río en canoa. Lo que no saben es que su fin de semana se va a ver convertido en un infierno del que va a ser difícil escapar. El líder del grupo es Lewis, personaje interpretado por Burt Reynols. Hombre de acción de pelo en pecho, él ya era un prepper y un survivalista antes de que se pusiera de moda. Todavía faltaba un año para los Acuerdos de París que pusieran fin a la Guerra de Vietnam y para la primera crisis del petróleo, pero como muchas películas de principios de la década, en Deliverance ya se anticipa el fin del sueño hippie. Será Ed, el amigo de Lewis, apocado oficinista y hombre de ciudad el que se convierta en el verdadero antihéroe de la película. No hay Estado ni ley, la justicia no funciona, sólo hay individuos luchando por sobrevivir.


Los cuatro protagonistas de Deliverance son hombres de ciudad fuera de su medio. Incluso para Lewis, el teóricamente  más preparado para sobrevivir en territorio hostil, el reto le viene grande. Deliverance pudo estar dirigida por Sam Peckinpah, entendible por la violencia de la historia, pero Boorman realiza uno de sus mejores trabajos que hace no echar de menos la mano de Peckinpah. La película tiene varias escenas icónicas, como el duelo de banjos del principio, que sirve para señalar lo fuera de lugar que están los personajes (un niño desarrapado con su banjo hecho a mano compite tocando contra Drew y su cara guitarra), o la escena de la violación de Bobby a manos de dos habitantes de las montañas, que desatará los acontecimientos que conviertan una inocente excursión en una lucha por sobrevivir.


La importancia de Deliverance es capital para el cine de género, ya que codificó algunos tropos que dieron lugar a un subgénero hasta entonces desconocido, el del cine de supervivencia en un entorno rural. Películas como La matanza de Texas (1974), Rituals (1977), Presa Fácil (1981), Las colinas tienen ojos (1977) o Largo fin de semana (1978) no existirían sin el éxito que supuso Deliverance. El viaje de Ed, Lewis, Bobby y Drew a través del río Cahulawassee es como el viaje en barco del capitán Willar en busca del coronel Kurtz, quizás menos poético pero igual de violento.





 

'Trazos de sangre' de Poppy Z. Brite: languidez como forma de vida

La llamada de la sangre / Trazos de sangre es la segunda novela del escritor estadounidense Poppy Z. Brite. Publicada en 1993, justo un año después de La música de los vampiros / El alma del vampiro, su primera novela, supuso la confirmación del autor como una de las voces referentes del terror de esa década. Lo de los títulos se debe a las traducciones, algo por desgracia habitual en publicaciones del género. Drawing Blood es su título original, traducido por La Factoría de Ideas como La Llamada de la sangre en 2005 y como Trazos de sangre por La Biblioteca de Carfax en 2018. El primer título es más literal y el segundo más sugerente, aunque no llegan a capturar todo el significado de su título original. Más allá del título, es una novela que despista y que crea falsas expectativas. En su primera novela aparecen vampiros y algunos de esos personajes vuelven a aparecer en Drawing Blood. Así que al acercarse a esta novela os puede pasar como a mí, que entre cameos de la novela anterior y el título esperaba encontrarme algún vampiro. Y ya os adelanto: ni rastro. 

Drawing Blood narra la historia de Trevor y Zack, dos jóvenes todavía casi adolescentes que huyen de su pasado y cuyas vidas acaban cruzándose en el pequeño pueblo de Missing Mile. Trevor todavía sigue traumatizado por el asesinato de su madre y su hermano a manos de su padre, un famoso dibujante de cómics underground, que posteriormente se acabaría suicidando. No es sólo el hecho en sí, ocurrido en el pueblo de Missing Mile, sino también desconocer el motivo de por qué su padre lo dejó con vida. La búsqueda de una respuesta lo llevará de nuevo a Missing Mile, a la antigua casa familiar, ahora abandonada. Zack es un joven hacker de New Orleans que huye de los agentes del gobierno. Es capaz de colarse en cualquier ordenador y de modificar las bases de datos a su antojo. En esta huida a ninguna parte acaba en Missing Mile enamorándose de Trevor, con el que comienza una relación amorosa.

Drawing Blood es una novela que tarda en arrancar y que durante la mayor parte del tiempo no pasa nada. Aún así, la manera de escribir de Poppy Z. Brite hace que tenga un punto fascinante del que es difícil desengancharse. Los protagonistas son dos jóvenes lánguidos, de belleza andrógina, enamorados de su propia juventud y sin miedo a morir. Brite deja caer algunos de sus gustos personales en la novela adelantándose unos cuantos años a algo ahora bastante habitual, casi un cliché, como son las referencias a la cultura popular. Es fácil buscar parecidos con Bajar es lo peor de Mariana Enriquez, que también bebe bastante de Menos que cero, la novela de Bret Easton Ellis. Y aunque el erotismo de Poppy Z. Brite lo han tratado de relacionar con Anne Rice por aquello de los vampiros y el sexo, su tratamiento se asemeja más al de Tanith Lee. 

Drawing Blood es Poppy Z. Brite contándonos la historia de dos jóvenes homosexuales que se conocen y se enamoran en un pequeño pueblo de Carolina del Norte, trascendiendo su propio relato y convirtiéndose en un buen retrato de la época. Como antes lo fue Menos que cero y sus numerosas copias, como Historias del Kronen, Drawing Blood es el canto de cisne de una juventud despreocupada y borracha de hedonismo. El terror, en este caso una casa encantada estilo El resplandor, está muy de pasada: tarde en aparecer y no tiene demasiada relevancia. Así que los que aquí entréis, no esperéis vampiros ni ciberpunk, pero sí el hechizo de Poppy Z. Britte.