'Cazafantasmas': el 'remake'

Lo de los remakes no es un fenómeno actual, ya se daban en los comienzos del cine. Lo que sí es una moda actual es la de hacer remakes de películas de los ochenta y noventa con un componente general muy importante. En este sentido, la película original dirigida por Ivan Reitman y protagonizada por Bill Murray, Dan Aykroyd y Sigurney Weaver es uno de los iconos reconocibles de la cultura popular de aquella época. Como E. T., el extraterrestre, La princesa prometida, Los goonies...

Salvo pequeños matices, como que las protagonistas sean mujeres, el Cazafantasmas de este nuevo siglo es un remake en toda regla. Como la última de Parque Jurásico o la nueva de Independence Day. Algunas de ellas se venden como una continuación de la saga, pero no dejan de seruna reinterpretación, más acertada o menos, con más nostalgia o menos, de las películas originales. Este suele ser el principal fallo y su única virtud: son incapaces de despegarse del material original y de plantear algo nuevo, pero a la vez evocan sentimientos de nostalgia en el espectador más mayor.

El remake de Cazafantasmas no se desvía un ápice de la película original: la formación del equipo, la investigación de lo paranormal, el malvado que amenaza la ciudad... Si no hubiera sido por la muerte de Harold Bloom, uno de los actores del reparto original, esta película bien pudiera haberse tratado de la tan ansiada por algunos tercera parte de la saga y no una suerte de reboot con otras protagonistas. Porque aunque en esta nueva película los hechos ocurridos en las dos anteriores no existen, sí hay bastantes guiños a la saga original.

Pese a todos los fallos que arrastra el remake, incapaz de volar con sus propias alas, Cazafantasmas acierta con el nuevo equipo protagonista, que muestra mucha química entre ellas. Como en Paque Jurásico, que se habla de una nueva entrega donde ya no habrá más parque temático ni más islas lenas de dinosaurios, quizás este sea el primer paso para otro tipo de planteamientos.

'Estrella roja': Marte socialista

Aleksandr Bogdánov fue un médico, filósofo, escritor y revolucionario ruso autor de una de las primeras novelas de lo que se ha venido a denominar proto-steampunk. Situada gran parte de la acción en el planeta Marte, Estrella Roja se une a esa obsesión con Marte existente dentro del géreno de la ciencia ficción desde finales del siglo XIX. Fue otro escritor socialista, H. G. Wells, el que situó en Marte a los invasores de La guerra de los mundos. Unos años después llegaría la saga de Burroughs ambientada en Marte. Otro ruso, Tolstoi, escribiría en 1922 Aelita, con la civilización marciana de fondo.

Lo que sorprende de Estrella Roja y de su ciencia ficción especulativa es su temprana publicación en 1908. Parece una obra mucho más actual de lo que realmente es. Los rasgos steampunk son completamente involuntarios, fruto del momento en el que fue escrita. Marte siempre ha dado mucho juego para situar utopías y distopías. Sólo hay que recordar clásicos como Crónicas marcianas, Tiempo de Marte, Las arenas de Marte... Todos los escritores clásicos de ciencia ficción han pasado por ahí: Ray Bradbury, Philip K. Dick, Arthur C. Clarck, Isaac Asimov... Hasta otros más recientes como Kim Stanley Robinson y su trilogía sobre Marte,

Es este poder que tiene Marte para construir metáforas el que aprovecharía Bogdánov en su novela. El protagonista es Leonid, un revolucionario ruso seleccionado por los marcianos para ejercer de embajador humano en su planeta. El viaje interplanetario y la sociedad marciana son los puntos fuertes del libro. Marte es una utopía socialista, el Estado ha muerto y los marcianos llevan disfrutando del socialismo varios siglos. No es casual que la obra esté escrita en 1908, momento de reacción después del fracaso de la Revolución rusa de 1905. Muchos de los debates presentes en la novela, de actualidad en el momento de su publicación, están desfasados y se nos escapan. Por ello Estrella roja es también una novela política, y no ha envejecido nada.

El cine en 3D, la importancia de la energía nuclear, las videollamadas, las naves espaciales... como en el mejor Julio Verne, Bogdánov se adelanta a su tiempo y acierta en algunas de sus predicciones. También apuntaría a otros temas, como la igualdad y el feminismo, la falta de recursos y la superpoblación. Quizás no la mejor obra para iniciarse en la ciencia ficción, Estrella Roja plantea muchos temas que a día de hoy siguen de actualidad.

'Malpertuis': Jean Ray y lo fantástico

Malpertuis quizá es la obra más conocida del autor belga de terror Jean Ray. En general bastante desconocido en nuestro país, di con el autor gracias a varios blogs y a las benditas librerías de viejo, donde todavía se pueden conseguir las viejas aventuras de Harry Dickson, un remedo descarado de Sherlock Holmes, que en nuestro país publicó la editorial Júcar en la década de los setenta. Publicada en 1943, Malpertuis es heredera de Hodgson y del gótico americano, mezclando este estilo con el fantástico y, en ocasiones, el thriller. Un pastiche, en el buen sentido de la palabra, que convierte a Jean Ray en uno de los mejores autores del género.

Malpertuis juega al engaño, comenzando como una novela gótica de fantasmas y casa encantada para acabar convirtiéndose en una tragedia griega. El elemento fantástico soprende por inesperado y por original.  Malpertuis, el nombre de la casa del tío Cassave, es el espacio donde tiene lugar la fusión de esos dos elementos. El universo pagano de los dioses del olimpo se encuentra encerrado en Malpertuis, como una suerte de Olimpo infernal contemporáneo.

La herencia de Cassave es la casa de Malpertuis y una herencia que sólo será para el único habitante vivo de la casa; o matrimonio. La pérdida de libertad individual que esto supone, sobre todo para el protagonista, Jean-Jacques, generando un ambiente claustrofófico a lo largo de toda la novela. También será Jean-Jacques el héroe involuntario de esta tragedia, y como tal, acabará aplastado por su destino.

El giro fundamental de la novela es la introducción del elemento pagano que suponen los dioses griegos del Olimpo. O al menos del resto de los dioses moribundos que se han logrado salvar. De esta manera se conecta el principio de la novela, una búsqueda marítima de un objeto, con el resto de la historia, una vez que la verdad es revelada. Malpertuis es el punto en el que coinciden lo extraño y lo fantástico.


'Cuentos de los sabios de la India': una visión de oriente

Gracias a mi padre he podido leer y conocer obras que, por mí mismo, nunca me hubiese planteado acercarme a ellas. Además de su biblioteca, gracias a la cual le cogí el gusto por la ciencia ficción y la novela negra, también me ha nutrido de libros desde pequeño. Uno de los últimos es este Cuentos de los sabios de la India.

Publicado por la editorial salmantina Sígueme en 2002, sería reeditado en 2007 por Paidós, que se hizo cargo de la colección.

El problema de toda recopilación y antología de lo que sea, y Cuentos de los sabios de la India no es la excepción, es la irregularidad. Los cuentos, muchos de ellos muy breves, tienen una calidad dispar. Otro problema, en este caso específico de este libro, es la falta de una edición más rigurosa, con su prólogo y sus notas a pie de página. Cuenta tan sólo con una breve introducción y con un glosario muy básico. No se trata de hacer una tesis sobre el tema, pero sí de ofrecer información básica para el lector que se acerca por primera vez a la literatura oriental.

Pese a la irregularidad de esta recopilación y a la falta de información adicional, Cuentos de los sabios de la India cumple muy bien con el papel de acercamiento a otro tipo de literatura. No sólo se recupera la tradición oral, tan denostada en nuestros tiempos, sino otro tipo de sensibilidad y de belleza.

'El primer hombre de Roma', Colleen McCullough y la novela histórica

El primer hombre de Roma es la primera novela de la saga Roma de la aclamada escritora australiana Colleen McCullough. En el primero de los siete libros que componen la serie. En total, suman más de 5000 páginas.

McCullough recrea, gracias a una gran documentación, el ascenso de Cayo Mario, considerado como el principio del fin de la República. El siglo I a. C. es un siglo de guerras civiles y de descomposición de las instituciones romanas. Personajes como Mario, Sila o Julio César son la expresión de este nuevo signo de los tiempos.

La novela, que como digo está profusamente documentada, narra el triunfo político de Mario y el comienzo de la carrera política de Sila. Este dualismo, el jugar a los espejos con estos dos personajes, es una de los aciertos de la novela, y también una de sus fallas. Cada uno encarna a uno de los dos bandos en disputa, los optimates y los populares. El sesgo de la novela a favor unos y no de otrosd, presentando a Mario como honorable y a Sila como depravado, es claro. Son personajes con muchos matices, por eso no se entiende que en esa escala de grises haya que decantarse por uno u otro.

El primer hombre de Roma es una novela complicada para el lector o lectora que se acerca por primera vez al género. No es una lectura ligera. Hay un montón de nombres y de sucesos que, si bien no has de conocer en profundidad, sí te deben sonar para no perderte. También hay que recordar que no es un tratado de historia, es una novela, y como tal, se toma las licencias que la autora cree convenientes. Una buena lectura para simultanear y/o complementar con SPQR: una historia de la antigua Roma de Mary Beard.

'X-Men: Apocalipsis', al profesor se le cae el pelo

El cine de superhéroes se ha convertido en un género en sí mismo y X-Men, por su ya larga trayectoria, es una de las sagas más explotadas de este nuevo género. La primera película, dirigida por Bryan Singer, se remonta al año 2000. Desde entonces y hasta ahora han pasado por las pantallas de cine una trilogía de X-Men, tres precuelas, varios spin-off, entre los que se incluye una trilogía sobre Logan... ¡y todavía faltan otras tres películas por estrenarse! El grado de saturación, tanto de superhéroes como de sagas concretas, es evidente.

X-Men: Apocalipsis es la cuerta película ambientada en este universo dirigida por Bryan Singer. Singer dirigió las dos primeras películas de la trilogía principal y, con ésta, dos precuelas. X-Men: Apocalipsis, por derecho propio, es la más floja de las cuatro.

Cronológicamente ambientada después de X-Men: días del futuro pasado, esta nueva incursión de Singer en el universo de los X-Men demuestra el agotamiento de la fórmula. También es cierto que el material del que se partía, y el propio villano, no daban para más. Pero una cosa es el maniqueísmo dentro del propio género y otra muy distinta la unidimensionalidad de algunos personajes. Últimamente, parece que sólo el Magneto interpretado por Fassbender tiene algún interés.

La repetición de la fórmula, después de vista tantas veces, comienza a cansar: buenos luchando contra malos con muchas peleas de por medio, mucho CGI y poco guión. O renuevan la fórmula o esto no da más de sí.


'El salto cuántico': de más a menos

El salto cuántico es la primera novela del escritor argentino Carlos Daniel Marchio. Es uno de esos libros autopublicados por el propio autor que tanto abundan últimamente. Esto no significa nada en cuanto a calidad, salvo lo ya sabido: se publican demasiados libros y es difícil separar el grano de la paja.

La novela de Marchio se queda a medio camino entre una cosa y la otra. Parte de una premisa interesante, con una buena dosis de especulación científica, pero enseguida se diluye y pierde fuerza.

En El salto cuántico la humanidad viaja a los confines del Sistema Solar. Este viaje acaba en fracaso y los astronautas son rescatados por una misteriosa civilización que les hará una serie de revelaciones.

La novela, que parecía prometer algo más en el campo de la ciencia ficción dura, se pierde en divagaciones varias. La supuesta civilización extraterrestre que rescata a los astronautas son seres humanos que abandonaron el Sistema Solar después de contaminar su planeta. Antes de hacerlo, "sembraron" la Tierra con su semilla. A lo largo de miles de años interactúan con la Tierra, a modo muchas veces de concurso de televisión, creando desastres y fomentando guerras para aumentar el interés del público.

Estas revelaciones, supuestamente impactantes para el lector, son el giro fundamental que sustenta la novela. Ya depende de cada uno, pero unos extraterrestres que se parecen a nosotros y que hablan en perfecto inglés como giro final no me sorprenden, me espantan. Unido al «continuará» del final, que te deja con cara de tonto, hace difícil no considerar esta novela como algo fallido que no termina de funcionar. Ni el "misterio" es tan grande ni merece la pena perder el tiempo para conocerlo.

'Southbound': antología de terror

De la mano de los creadores de V/H/S nos llega Southbound, una película que contiene cinco pequeñas historias conectadas entre sí. La película funciona como una antología de terror, con cinco hisotrias cruzadas interconectadas entre sí pero con distinto tono cada una. Como en todo este tipo de películas, hay historias que funcionan mejor y otras peor, pero en líneas generales no hay ninguna que desmerezca el conjunto.

Recuerda a otras series de terror como Fear Itself, pero condensando cada episodio en una pequeña historia. Lo bueno de este tipo de películas es la brevedad de cada historia. Ideas que son buenas para un corto, se ven lastradas con un desarrollo mayor. En Southbound no da tiempo a perderse en disquisiciones, cada historia es breve y va al grano de lo que quiere contar.

El tono y la ambientación también son un acierto, recordando a series míticas como Cuentos de la cripta, con ese toque pulp, o a La dimensión desconocida. Apuesta claramente por la estética de los ochenta y de los noventa dentro del género.

La unidad del conjunto se establece claramente entre la primera y la última historia, uniendo los hilos que había sueltos en las demás historias. Seguramente en lo que más flojea la película es en querer dar una respuesta coherente que, la verdad, no hacía mucha falta. La reflexión sobre la culpa, algo presente en las cinco historias, no llega a empañar el resultado pero sí a distraer. Al final lo que queda es una carretera y la noche.






Rick y Morty: Dan Harmon desatado

Rick y Morty es una serie de animación para adultos. Creada por Dan Harmon y Justin Roiland, da una vuelta de tuerca a alguno de los temas más populares dentro de la ciencia ficción. Viajes entre dimensiones, universos de bolsillo, futuros distópicos... Tampoco podía faltar, estando Harmon de por medio, el homenaje a películas y series del género. Como en Community, Harmon juega con el imaginario colectivo y la cultura popular.

Inspirada en los personajes de Regreso al futuro, Doc y Marty McFly, Rick es un científico loco que se lleva a su pusilánime nieto Morty de aventuras. Sobre todo la primera temporada tendrá como base a estos dos protagonistas, ampliando el espectro en la segunda temporada al resto de la familia Smith. El tema familiar, de fondo en la primera temporada, cada vez tomará más protagonismo.

Aunque son capítulos autoconclusivos, a medida que avance la serie ganará en serialización. El último capítulo de la temporada marca la trama del primer capítulo de la nueva temporada.

Como en Community, hay capítulos que son auténticas genialidades. Y además, no tiene el problema de temporadas muy largas, evitando esos episodios de relleno tan aburridos de Community. Rick y Morty es Dan Harmon desatado, dando rienda suelta a su imaginación y a su humor referencial. Hay espacio para crossovers tan dementes como el de Origen y Pesadilla en Elm Street Jurassic Park  El increíble hombre menguante. Toda locura es poca.

'The Last Witch Hunter': Vin Diesel marcándose un Nicolas Cage

A The Last Witch Hunter le di una oportunidad porque el director, Breck Eisner, tiene una película que me gusta mucho, The Crazies. Si no hubiera sido por eso, ni me lo hubiera planteado. Y eso que habría ganado, porque The Last Witch Hunter entra dentro de la categoría de película mala. Da igual que vayas con bajas expectativas. Es mala.

El protagonista es Kaulder, interpretado por Vin Diesel, un poderoso guerrero que logra acabar con la Reina Bruja, no sin que antes ésta le lance una maldición y lo convierta en inmortal. Así se acaba convirtiendo en garante de la paz entre humanos y gente con poderes mágicos. El planteamiento inicial entra dentro de la fantasía urbana, un género poco explotado en el cine. Y en este caso concreto, desaprovechado.

The Last Witch Hunter es sinónimo de que reparto conocido (Vin Diesel, Michael cane, Elijah Wood, Rose Leslie, Joseph Gilgun...) y CGI no son suficientes para hacer buena una película. Ni aceptable. Le falta un guión consistente, con menos agujeros y con un poco de sentido. Ya no se trata de pedir un guión brillante, pero sí de uno que garantice un entretenimiento que, por los medios de los que dispone la película, sea de calidad.

Y es que al final, para lo único que ha servido The Last Witch Hunter es para que Vin Diesel se marque un Nicolas Cage.

'La guerra interminable': el absurdo de la guerra

A Joe Haldeman y a su obra La guerra interminable se los suele comparar con otro autor y otra obra: Heinlein y Tropas del espacio. Si la obra de Heinlein aboga por el autoritarismo y el militarismo, la de Haldeman inspira un profundo pacifismo.

Haldeman, que tuvo que combatir en Vietnan, recogió parte de sus vivencias en La guerra interminable. El enemigo taurino, lejano e incomprensible, es un trasunto de los vietnamitas levantados en armas. Y el protagonista, un soldado que cada vez que regresa a la Tierra, debido a la relatividad, se siente más sólo e incomprendido, es una representación de todos aquellos veteranos que combatieron en una guerra impopular.

A pesar del tema tratado, la soledad y la incomprensión, enmarcadas en una guerra interplanetaria sin fin, la obra de Haldeman no resulta tan desoladora y deprimente como 1984 o Un mundo feliz. La clave de esto está en el protagonista, un antihéroe, y el humor presente en toda la novela. 

A pesar del contexto determinado en el que está escrita la novela, como tantas obras de ciencia ficción es disfrutable más allá de ese contexto. La guerra interminable sirve comometáfora de todas esas guerras que todavía vivimos. La soledad, la incomprensión y el absurdo de la guerra siguen siendo los mismos.

'Fringe', quinta temporada

La quinta temporada de Fringe fue un epílogo de 13 episodios dirigidos al fandom de la serie. Ya se pudo vislumbrar el futuro en el que está ambientada esta temporada en un capítulo anterior. Y la serie como tal se cierra en la cuarta temporada, cuyo capítulo final podía haber servido también de final para la serie. Y en cierta manera lo es.

El argumento de esta última temporaba tiene que ver con los observadores, convertidos en villanos. Ahora son los que dominan el mundo, en una especie de gobierno autoritario de tintes fascistas, gracias a sus habilidades sobrehumanas. Peter, Astrid, Olivia y Walter son sacados del ámbar en el que llevaban conservados más de dos décadas por la Resistencia para combatir esta amenaza. Durante el primer tramo de la temporada, les acompañará Etta, la hija de Olivia y Peter, ya adulta. El macguffin de la temporada es el plan de Walter contra los observadores, que los llevará de un sitio a otro y alargará la trama demasiado, a pesar de constar sólo de 13 episodios.

El gran fallo de esta temporada es reconvertir a los observadores, parte fundamental de la mitología de la serie, en otra cosa. Y todas las implicaciones que ello conlleva: del otro universo, también parte esencial de la serie, sólo tenemos un pequeño guiño en el penúltimo episodio. La dinámica de grupo establecida en temporadas precedentes también salta por los aires. Ya no hay División Fringe, ni casos que investigar, y Nina y otros personajes de peso en la serie apenas aparecen.

Si ya en su momento no me gustó demasiado este epílogo innecesario, revisionar esta temporada final varios años después de su emisión me confirma dicho pensamiento. La serie se empezó a torcer en la cuarta temporada, con aquel borrado de la línea temporal que eliminaba a Peter de la memoria de los demás protagonistas. Y ya nunca se recuperó. Indiana Jones es una trilogía, Matrix sólo consta de una película y las temporadas de Fringe son tres.

'Demonic': el sello de James Wan

Demonic es una película que viene con el sello de "producida por James Wan". Lo que está bien para tener una buena distribución en salas y una buena publicidad en medios, quizá no está tan bien para otras cosas, como no despertar unas altas expectativas en público  crítica que luego no se ven cumplidas. Quien espere un Insidious u otro The Conjuring, se equivoca. Demonic es una película más de intriga que de terror, que salvo cuatro sustos y un final sobrenatural, poco más hay.

Cinco estudiantes son asesinados en una casa mientras hacían una sesión de espiritismo. En la misma casa, décadas antes, también habían tenido lugar unos crímenes relacionados con un ritual. Un policía y una psicóloga serán los encargados de interrogar al superviviente de la masacre y esclarecer los hechos. La película utiliza una narración en presente y otra en pasado, completando así, mediante flashbacks, la información que tienen los personajes y el espectador.

Utilizar la técnica de metraje encontrado, aunque justificada en un primer momento, se vuelve confusa e impide que la narración sea más fluida. Si no se hubiese rodado así no hubiese pasado absolutamente nada.

Toda la narración está construida para llegar a un giro final, donde la película se juega el todo por el todo. Auqnue pueda no gustar, por caer en lugares comunes y poco originales (se veía venir), sí que está bastante bien resuelto.

'Containment': la soledad contemporánea

Un día cualquiera te levantas y te das cuenta de que estás atrapado en tu propia casa. Eso es lo que le pasa al protagonista, Mark, un artista fracasado. El día que tiene la vista por la custodia de su hijo, no puede salir de casa. Tampoco puede abrir las ventanas ni llamar por teléfono. Piensa que es una broma pesada, pero pronto se da cuenta de que es otra cosa, hay algo más: se ha desatado una pandemia y él está sometido a cuarentena en su propio piso. Este es el comienzo de Containment.
No es otra película más sobre virus y pandemias, o al menos no lo pretende. No se centra en la ciencia ficción ni en el terror, sino más bien en el thriller y en un tipo de terror nada común: el miedo a lo cotidiano. En un mundo y una sociedad donde no conoces ni a tus propios vecinos, donde todo empieza y acaba en tu casa (o en internet), no hay nada tan aterrador como sentir ese aislamiento e incomunicación por primera vez.

El componente de crítica social es bastante importante, pero siempre en un segundo plano, complementado. No funcionaría ni como película sobre pandemias ni como película social, pero es la mezcla de las dos, en su justa medida, lo que hace de Containment una película entretenida. También ayuda la duración, poco más de una hora y diez.

Desarrollada en un espacio reducido que alimenta el ambiente de paranoia, Containment funciona muy bien como thriller, además de dejar unas cuantas reflexiones interesantes.


'The Final Girls': otra comedia de terror

The Final Girls sigue la línea de otras comedias de terror como The Cabin in the Woods y Tucker & Dale vs Evil. La diferencia con estas es el tipo de humor y el tono, mucho más blanco en The Final Girls. Le falta un poco más de mala leche, sobre todo para ser una comedia de terror sobre slashers. 

La premisa es muy sencilla: un grupo de amigos son absovidos por una pantalla de cine y acaban dentro de la película que estaban viendo, un slasher de los ochenta. Antes de que esto ocurra, la película estable un vínculo entre uno de los personajes y la película. La protagonista, Max, es hija de una actriz de slasher de los ochenta. Un par de años después de su muerte en un accidente de tráfico, se ve arrastrada por sus amigo a una convención de fans de películas de su madre. Cuando está dentro de la película, Max tiene oportunidad de interactuar con el personaje que interpreta su madre. Esto dará bastante juego durante la película.

Este cine dentro del cine permite a la pelicula hacer ciertos homenajes y tener licencia para ciertas cosas. No es una idea original, ya la hemos visto antes en La rosa púrpura del Cairo y El último gran héroe, pero aquí esa idea está bastante bien aprovechada. Es una película completamente autoconsciente de lo que es. No sólo parodia el género (Viernes 13, La noche de Halloween...), en este caso los slashers, sino que también parodia las comedias de terror.

No es la mejor de la clase pero cuenta con una buena factura técnica, un reparto solvente (Taissa Farmiga está genial) y un final lo suficientemente abierto para una secuela.

'The Young Pope': el fondo y la forma

The Young Pope es una serie coproducida por HBO, Canal+ y Sky Atlantic. Creada y dirigida por Paolo Sorrentino cuenta con un reparto de lujo, con Jude Law y Diane Keaton a la cabeza. Tiene diez episodios y ya ha sido renovada para una segunda temporada. No es la primera serie sobre un papa, pero sí la que más destaca a nivel formal. Visualmente es una serie muy cuidada.

Sorrentino narra la historia de Lenny Belardo, el primer Papa estadounidense y su particular manera de ver las cosas. Lenny, con el el nombre de Pío XIII, se convierte en un Papa fuera de su tiempo, ultraconservador, blasfemo,.. Si por juventud tenía que ser alguien dinámico, se muestra el más conservador de los conservadores, saltándose todas las convenciones establecidas hasta entonces por sus predecesores.

La trama se mueve entre dos tensiones: la del recién elegido Pío XIII, que no se ata a nada ni a nadie, y la de sus detractores, que conspiran para acabar con su papado. En este sentido la serie es correcta, sin destacar en nada ni pretender ser un dramón de telenovela como Los Borgia. Sorrentino destaca en el aspecto visual. La serie es una mezcla de lo onírico y surrealista de Twin Peaks y la recreación morbosa de Hannibal. Hay escenas en las que no pasa absolutamente nada, la trama no avanza, pero visual y estéticamente son perfectas.

The Young Pope mantiene el equilibrio entre el fondo y la forma en el primer tramo de temporada emitido hasta ahora. La segunda parte de la temporada determinará qué camino elige Sorrentino para continuar la serie.

'The Hallow': el bosque irlandés

Pese a ser un país pequeño, todos los años nos llegan de Irlanda un par de películas de terror. Grabbers, From the Dark, The Canal... Mejores o peores, todas llegan al mercado internacional. En 2015 fue el turno de The Hallow, el debut en la gran pantalla de Corin Hardy como director y guionista.

The Hallow no es original ni lo pretende. La historia comienza cuando un matrimonio joven y su bebé se instalan en una casa de un entorno rural. A pesar de las advertencias de uno de los lugareños sobre el peligro que corren en esa casa, hacen caso omiso. Poco a poco lo sobrenatural acaba haciendo aparición y amenazando sus vidas.

El folclore irlandés, lo relacionado con lo sobrenatural del bosque y sus criaturas, se desaprovecha utilizándolo sólo como trasfondo. The Hallow acaba convertida en una película de mosntruos al uso donde la mejor parte, casi siempre, es aquella en la que se dedica a sugerir y no a mostrar.

El final desmerece la tensión in crescendo que se ha ido creando. Las interpretaciones son correctas, los efectos especiales están muy logrados pero la historia no acaba de funcionar, transitando por lugares comunes sin llegar a destacar en nada.

'2010: The Year we Made Contact': la secuela diferente

Es difícil superar una de las obras cumbre de Stanley Kubrick, 2001: Una odisea del espacio, por eso Peter Hyams, director de la secuela, no lo intenta. La distancia que separa a una película de otra, más de 15 años, determina el tono y la forma que da Hyams a su película. También el tono y la forma de la novela en la que está basada, la secuela que Clarke publicó en 1982, determinan 2010: The Year we Made Contact.

La película se sitúa nueve años después de los hechos de 2001: Una odisea del espacio. Tras el fracaso de la misión Discovery, un equipo formado por estadounidenses y soviéticos parte hacia Júpiter para investigar lo sucedido y averiguar más sobre el monolito que orbita alrededor del planeta. La tripulación de la expedición tendrá que hacer frente a las tensiones existentes entre sus gobiernos y unir fuerzas para regresar sanos y salvos a la Tierra.

2010: The Year we Made Contact es más racional, menos filosófica y especulativa que 2001: Una odisea del espacio. Eso, que dio tanto juego a Kubrick en su versión cinematográfica, es el principal elemnto diferenciador entre una y otra. El momento lisérgico final de 2001: Una odisea del espacio no tiene cabida en su secuela, mucha más racional y preocupada por explicar hasta el más mínimo detalle al espectador.

Hyams, que venía de dirigir Atmósfera cero y Capricornio Uno, demostraba su buen hacer tras las cámaras con esta secuela que no pretendía competir con su antecesora. Si el principal miedo era que el público no entendiera la película, Hyams aclaraba hasta el último de los aspectos poco claros de la saga.

'Cita con Rama': una cita con Arthur C. Clarke

Arthur C. Clarke forma parte de la trinidad de escritores más destacados de la edad dorada de la ciencia ficción  junto a Isaac Asimov y Robert A. Heinlein. Luego ya vendrían otros (y otras) a quitarles el puesto, pero al principio fueron ellos. Las arenas de Marte, El fin de la infancia, o Fuentes del paraíso son algunas de sus obras destacadas, pero sobre todas estas destacan dos: 2001: Una odisea espacial y Cita con Rama. La primera publicada en 1968 y la segunda en 1972. En las décadas de los ochenta y de los noventa convertiría estas dos novelas en sagas, dos tetralogías que en algunos casos no estaban a la altura de las primeras obras.

Cita con Rama  sitúa la historia en el siglo XXII. La humanidad se ha expandido por casi todo el Sistema Solar, principalmente en la Luna, Marte, Mercurio y los satélites de Júpiter y Saturno. En el siglo XXI un meteorito impacta contra la Tierra, causando un montón de muertos. Se pone entonces en marcha un plan de vigilancia espacial para que no vuelva a suceder. Muchos años después, fruto de la casualidad y de este programa de vigilancia se descubre un objeto cilíndrico enorme al que se llama Rama. Se manda a la nave espacial Endeavour y a su tripulación explorar Rama.

Los temas que trata Arthur C. Clarke en su obra casi siempre son los mismo, Cita con Rama no es ninguna excepción. La Humanidad entra en contacto con una civilización superior. Este primer contacto está marcado por la incapacidad de comprender al otro, demasiado avanzado y demasiado inteligente para entenderlo. También desnuda las propias miserias, mostrando a una Humanidad egoísta muchas veces al borde la autodestrucción. Cuando la tripulación del Endeavour explore Rama despertará la vida en su interior, planteando aún muchos más interrogantes sobre su origen y sus habitantes.

Cita con Rama es un buen acercamiento a la obra de Arthur C. Clarke, donde tanto su estilo como el rigor científico y la fina ironía que le caracterizan están presentes. Al principio, con el preámbulo sobre la catástrofe del meteorito en Italia, puede hacerse un poco cuesta arriba, sobre todo por la intención de Clarke de darle un trasfondo y un verismo a la historia, pero el resto es muy ameno. Las secuelas, coescritas con Gentry Lee, no estarían a la altura, variando el tono y la forma de la historia original.

'La legión de los condenados': la guerra de Hassel

La legión de los condenados es uno de esos libros que por su género y temática espanta a muchos potenciales lectores. Si no te gusta o no te atrae la temática bélica y militar, como es mi caso, es normal que acabes buscando otros títulos para leer. Sin embargo, La legión de los condenados es una novela sorprendentemente ágil y entretenida, incluso para aquellos a los que no les guste mucho el género.

Dejo la polémica sobre la veracidad de lo narrado por Hassel, bastante discutido en los últimos años, y me tomo la obra como lo que es: ficción. Y como tal, puedo disfrutar de las aventuras de Sven Hassel personaje, soldado desertor condenado a trabajos forzados en un campo de concentración y luego obligado a servir como soldado en un batallón disciplinario.

Desde la peregrinación de Hassel por distintos campos de trabajos forzados hasta su inclusión en un batallón disciplinario, el personaje nos da una visión bastante descarnada de la guerra. El sinsentido de la guerra y sus consecuencias, son uno de los temas centrales de la novela. La legión de los condenados no es La montaña mágica, pero también tiene su buena parte de denuncia, como casi toda la literatura de posguerra, espantada por los horrores de la guerra.

Aunque Hassel es el protagonista absoluto de la novela, la pequeña unidad que forma con Porta, 'Pulgarcito' o 'El viejo' y su trágico final dan una dimensión más profunda a una novela de entretenimiento. Igual que Úrsula, la mujer con la que está casado y que no puede volver a ver porque será asesinada por el régimen nazi. Si Hassel se inventa todo lo que cuenta o no, es lo de menos.


'Train to Busan': la versión coreana de 'Guerra Mundial Z'

Desde que se presentó fuera de concurso en el último Festival Cannes, había leído muy buenas críticas sobre Train to Busan. Además, me picaba la curiosidad: ¿cómo será una superproducción surcoreana sobre zombis? La respuesta: está bien, no tanto como algunos aventuraban, pero resulta muy entretenida. Train to Busan no tiene nada que envidiar a una superproducción de Hollywood. No sólo en medios, sino también en el tono de la historia. Y el metraje, que se va a las dos horas y pico, seguramente uno de sus puntos débiles, alargar demasiado trama.

Seok-Woo es un fund manager o, como lo describe algún personaje, «una sanguijuela que vive de empobrecer a los demás». Divorciado y con una hija pequeña, ésta le pide como regalo de cumpleaños que la lleve con su madre a pasar el día. Al día siguiente, cumpliendo el deseo de su hija, cogen un tren en Seúl con destino Busan, donde espera la madre. Y empieza el apocalipsis zombi. Mira que hay sitios raros donde puede pillarte, pero lo del tren es original. Los pasajeros reproducen distintos roles y papeles, habituales en este tipo de películas. Salvo el protagonista, no se puede decir que ninguno tenga una evolución a lo largo de la historia. Cumplen una función y ya está.

Hace unos años se estrenaba una película surcoreana de ciencia ficción basada en un cómic francés que transcurría en un tren: Snowpiercer.
El componente de ciencia ficción encerraba una crítica social, algo inocente, sobre la situación actual. No sé que les ha dado a los surcoreanos por los trenes y el apocalipsis, pero Train to Busan también sigue la misma línea. No es sólo que el apocalipsis te pille en un tren, es el mensaje que lanza. También peca de un tramo final bastante irregular.

Aunque al principio no es así, los zombis de Train to Busan tienen bastante de espídicos, como en Guerra Mundial Z, y como en ésta, pierden su individualidad para convertirse en una masa uniforme. A veces es algo exagerado y con difícil justificación, buscando la espectacularidad y olvidando la trama.

Train to Busan es una buena película de zombis, entretenida y con buen ritmo. Si el apocalipsis fuera en España y los protagonistas tuviesen que coger un tren, no habría película. El tren llegaría tarde.