La legión de los condenados es uno de esos libros que por su género y temática espanta a muchos potenciales lectores. Si no te gusta o no te atrae la temática bélica y militar, como es mi caso, es normal que acabes buscando otros títulos para leer. Sin embargo, La legión de los condenados es una novela sorprendentemente ágil y entretenida, incluso para aquellos a los que no les guste mucho el género.

Dejo la polémica sobre la veracidad de lo narrado por Hassel, bastante discutido en los últimos años, y me tomo la obra como lo que es: ficción. Y como tal, puedo disfrutar de las aventuras de Sven Hassel personaje, soldado desertor condenado a trabajos forzados en un campo de concentración y luego obligado a servir como soldado en un batallón disciplinario.

Desde la peregrinación de Hassel por distintos campos de trabajos forzados hasta su inclusión en un batallón disciplinario, el personaje nos da una visión bastante descarnada de la guerra. El sinsentido de la guerra y sus consecuencias, son uno de los temas centrales de la novela. La legión de los condenados no es La montaña mágica, pero también tiene su buena parte de denuncia, como casi toda la literatura de posguerra, espantada por los horrores de la guerra.

Aunque Hassel es el protagonista absoluto de la novela, la pequeña unidad que forma con Porta, 'Pulgarcito' o 'El viejo' y su trágico final dan una dimensión más profunda a una novela de entretenimiento. Igual que Úrsula, la mujer con la que está casado y que no puede volver a ver porque será asesinada por el régimen nazi. Si Hassel se inventa todo lo que cuenta o no, es lo de menos.