'Nazareth Hill' de Ramsey Campbell: la casa araña

Ramsey Campbell es un escritor británico de terror que empezó su carrera literaria en los años sesenta publicando en la mítica Arkham House. Pese a que su trayectoria ocupa varias décadas, el grueso de su obra y por lo que es reconocido se concentra en los años ochenta. Ha sido frecuente ver los libros de Campbell traducidos al castellano, primero por Martínez Roca y luego por La Factoría de Ideas. No tan conocido como Clive Barker, su nombre ha sido una constante en las estanterías de terror junto a otros apellidos ilustres del género como John Farris, T. E. D. Klein, Peter Straub, Dean R. Koontz, Brian Lumley, Richard Laymon, Charles L. Grant, Jack Ketchum y Stephen King.

Campbell empezó su carrera literaria escribiendo pastiches lovecraftianos. Unos relatos bastante logrados al mezclar esa imaginería de Lovecraft con los escenarios y el folclore de la Inglaterra rural, casi siempre del norte. Que los habitantes del norte de Inglaterra son mitad humanos, mitad profundos, no tiene discusión. Y pese a la larga carrera de Campbell, sobre todo escribiendo novelas, sigue siendo recordado por estos relatos. Es verdad que se han adaptado algunas de sus historias a la gran pantalla, pero ninguna con la fuerza suficiente como para convertir alguna de sus novelas en un gran fenómeno. Porque es lo que le falta a este autor, esa gran obra. Nazareth Hill no es la excepción.

Nazareth Hill es una historia de casas encantadas cuya protagonista es Amy, una joven adolescente de casi dieciséis años que se muda junto a su padre viudo a un apartamento en el edificio de Nazarill. Cuando tenía ocho años, Amy tuvo una experiencia traumática en Nazarill, entonces un edificio abandonado, donde creyó ver una criatura monstruosa antes de ser rescatada por sus padres. Su padre también tiene miedo de la casa, pero lo oculta y trata de enfrentarse a él utilizando a Amy. Sea como sea, años después los dos olvidarán ese incidente y entrarán a vivir en un apartamento del renovado edificio. Pronto se suceden los incidentes en el edificio y Amy comienza una investigación sobre el pasado del edificio y del lugar, que antes fueron oficinas, hospital psiquiátrico, monasterio y colina donde las brujas celebraban sus aquelarres.

Es fácil identificar una de las grandes influencias de esta novela, que no es otra que El resplandor de King. La casa como ente viviente, como lugar maldito que posee y/o influye en las personas. Y no sólo eso, el estilo de King también está presente en ese retrato que hace Campbell de una pequeña ciudad del norte de Inglaterra, sofocante, asfixiante para Amy, que busca la libertad. Y el fanatismo religioso, representado por un padre beato y meapilas que quiere expulsar al demonio de su hija. En este querer ser como King se concentran los grandes fallos de la novela. La historia se vuelve redundante, dando muchas vueltas sobre sí misma, con unos personajes, especialmente el padre de Amy, Oswald, que sufren unas transformaciones de comportamiento inexplicables, y con un juego entre locura y realidad que nunca termina de funcionar. Como tampoco termina de funcionar la conexión entre la historia narrada y el pasado del lugar. 

Nazarith Hill es una novela a ratos entretenida, a ratos un pelín soporífera, que narra la historia de una adolescente, Amy, que quiere volar libre pero que ve como todos quieren cortar sus alas. Su padre, el acoso de uno de sus pretendientes, sus compañeras de clase, las maestras, incluso su novio Rob. Amy se ve atrapada en un lugar maldito, sin su madre, sin amigos y sin nadie que la pueda rescatar. Dramón mezclado con terror de casas encantadas que no termina de funcionar del todo. Y mira que la historia apunta maneras, con un dueño de una inmobiliaria vendiendo apartamentos a sabiendas de la historia del lugar, como en Poltergeist, una adolescente rebelde y un pasado que incluye hospital psiquiátrico y brujas, pero no carbura.

R. Campbell (2001). Nazareth Hill. La Factoría de Ideas.



'Kill the Dead' de Tanith Lee: en busca de la ciudad de los muertos

Kill the Dead es una novela de fantasía de la escritora británica Tanith Lee. Publicada en 1980, es otra de las tantas novelas que Lee escribía como churros. Se suele señalar que es un poco diferente en estilo a lo que nos tiene habituados, sobre todo por el tema de la prosa, no tan florida, y sin apenas contenido sexual. Pero yo creo que no. Lee lo decía en algunas entrevistas, que al escribir para un público infantil y/o adolescente, se cortaba un poco. Kill the Dead tiene la parte de leyendas y mitos que tanto le gustaba a la autora, pero narrativamente utiliza un lenguaje más sencillo. Es fácil ver que esta Kill the Dead estaba destinada al público adolescente. 


Kill the Dead narra la historia de tres personajes: Parl Dro, un cazafantasmas, Myal Lemayal, músico y pícaro, y Ciddy Soban, el fantasma de una bruja muerta. Ambientada en un mundo de fantasía indeterminado, con tintes medievales, los tres personajes, de una u otra manera, sienten la compulsión de buscar la ciudad de Ghyste Mortua, la ciudad de los muertos. La novela comienza con Dro llegando a una aldea para exorcizar a unos fantasmas. Uno de ellos es la hermana de Ciddy, que consigue escapar de Dro. A Dro se le une Myal, que quiere conseguir la fama y el dinero escribiendo una canción sobre Ghyste Mortua. Con pequeñas gotas aquí y allá, conocemos más sobre la historia de los personajes y sobre la profesión de Dro. Como una especie de Carnacki, Kill the Dead es una fantasía medieval en la que Dro es el asesino de muertos, el que les da el descanso eterno. Lo que une a los fantasmas a este mundo es un vínculo material, que puede ser cualquier cosa que les perteneciera cuando estaban vivos. La transformación/destrucción de ese vínculo "mata" al fantasma. 


Tanith Lee diciéndote con la mirada que le pidas otro patxarán


De lo leído hasta ahora de Tanith Lee identifico tres estilos: uno de prosa muy colorida, que recrea muy bien atmósferas, con un toque decadente y oriental, otro mucho más alegórico y simbólico, con personajes a penas esbozados y una historia mínima, y este más convencional, donde existe un desarrollo narrativo de la historia y de los personajes. Y eso a pesar de una novela bastante breve, de menos de doscientas páginas. Pero en Kill the Dead hay un planteamiento, un nudo y un desenlace. Quizás influyera que los personajes de Dro y Myal están basados en los personajes de la serie de ciencia ficción Blake's 7, de la que Tanith Lee fue guionista. De lo que no se desprende Lee en Kill the Dead es de su lirismo y de cierto halo gótico. Al final su estilo está ahí, aunque adaptado a una audiencia diferente en cada caso. También es increíble la cantidad de temas que trata para ser una novela corta y en apariencia tan ligera: amor, muerte, relaciones familiares, odio... Y hay espacio para la brujería, el tarot, los poderes psíquicos, un pueblo fantasma... Y hay un subtexto incestuoso que pasa bastante desapercibido pero que ahí está. 


Aviso a navegantes sobre Kill the Dead: no es una continuación de Sabella. Sabella es una novela de ciencia ficción gótica con contenido erótico y de terror sobre una vampira espacial. En aquella reseña que escribí hablaba de mis ganas de leer su continuación, Kill the Dead. No tienen nada que ver. Publicadas ambas en 1980, varias páginas web las agrupan juntas. Esto, me temo, tiene que ver con otra cosa: estas dos novelas se publicaron juntas bajo el título de Sometimes,  After Sunset. Decisión extrañísima porque por estilo y tono se parecen como un huevo a una castaña. Y porque no van dirigidas al mismo público, pero así es el extraño mundo editorial del género. Kill the Dead me ha gustado muchísimo, pero mi cara leyendo las primeras páginas era un poema porque no entendía nada. Otra vez más, la importancia de las expectativas. Si no has leído a Tanith Lee y te manejas con el inglés, Kill the Dead puede ser una buena primera toma de contacto con su obra. No voy a repetir lo injusto que es que la obra de Lee no se traduzca al castellano. Lo que tampoco me explico es que nadie haya pensado nunca en utilizar una de sus historias para desarrollar un videojuego. O una seri de televisión.


Lee, T. (1991). Kill the Dead. Legend paperbacks.





Terror nuclear: VOLUMEN 1

El miedo a la destrucción nuclear surge en la ficción cuando sólo es una posibilidad teórica, como demuestra muy bien el checo Karel Capek en su novela La krakatita, publicada en 1922. La I Guerra mundial fue un ensayo de todos los horrores por venir antes desconocidos y que la II Guerra Mundial confirmó: los campos de concentración como mejor y mayor expresión de la modernidad. Unas fábricas de muerte altamente eficientes. También nos dejó algo que se intuía décadas antes pero que se convirtió en una obsesión durante la Guerra Fría: el terror nuclear. La destrucción de Hiroshima y Nagasaki trajo consigo la posibilidad de la aniquilación total y absoluta del mundo y todos los seres vivos que lo habitan.


La hora final es una película dirigida por Stanley Kramer, protagonizada por Gregory Peck y Ava Gardner, con unos secundarios de lujo como Fred Astaire y Anthony Perkins, y escrita por John Paxton. Estrenada en 1959, está basada en la novela del mismo título escrita por el angloaustraliano Nevil Shute, publicada un par de años antes. En La hora final los últimos supervivientes de una guerra nuclear viven en Australia esperando que la nube y los vientos nucleares arrasen este país y acaben con ellos. Hay una historia de amor entre el personaje interpretado por Peck, un capitán estadounidense de submarino y Gardner, pero sobre todo el tono es de resignación y a veces incredulidad. El personaje de Perkins es un joven teniente de la marina australiana que vive con su mujer y con su hijo recién nacido, sabiendo ambos que no hay futuro para ese bebé. De hecho la opción del gobierno para aliviar sufrimientos a la población es la eutanasia a través de una pastilla. Película desoladora y bella al mismo tiempo con un Fred Astaire que fuma como fuman los hombres de verdad, sin quitarse el cigarro de la boca y con naturalidad. Si no te mata la radiación, te mata el cáncer, porque madre mía lo que se fuma en esta película. Stanley Kramer dirigiría otro peliculón más en su carrera, ¿Vencedores o vencidos?

Si La hora final es la versión anglosajona de Hiroshima mon amour de Alan Resnais, con ese toque nostálgico de belle epoque, Punto límite inaugura una nueva época, la de los convulsos años sesenta. Estrenada en 1964, tan solo dos años después de la crisis de los misiles de Cuba que tuvo al mundo al borde de la guerra nuclear, se centra en las posibles consecuencias de un malentendido y en lo fácil que sería desencadenar una guerra de este tipo. 

Dirigida por Sidney Lumet, está protagonizada por Dan O'Harlihy, Walter Mathau  y Henry Fonda. O'Harlihy interpreta el papel de militar racional que quiere evitar a toda costa una guerra, Mathau el de científico sin escrúpulos que aboga por la guerra nuclear apelando a los fríos números, y Fonda es el (mejor) presidente de EEUU. Está basada en una novela de Eugene Burdick y Harvey Wheeler.

Debido a un error humano un grupo de aviones estadounidenses se dirigen a la URSS para lanzar un ataque nuclear sobre Moscú. Fonda, en su papel de presidente de EEUU, tratará de derribar sus propios aviones y de convencer a la URSS de que todo es un error, tratando de evitar el conflicto nuclear. O'Harlihy, que interpreta al general Black, será la voz de la sensatez entre los militares, ansiosos de entrar en guerra. Mientras que Mathau es el científico encarnación del mal, puro materialista sin empatía.

Punto límite es una de esas películas que te mantiene en tensión constante durante las casi dos horas que duta, sin dar tregua al espectador. Como curiosidad, el sueño de Black con el que se inicia la película, sobre un torero en una plaza de toros.

Siete días de mayo también se estrenó, como Punto límite, en 1964. Dirigida por el gran John Frankenheimer, está protagonizada por Burt Lancaster, Kirk Douglas, Fredric March y Ava Gardner. También, como Punto límite, está basada en una novela. El presidente Lyman ha llegado a un acuerdo con la URSS para el desarme nuclear. Esto es visto por el general Scott, interpretado por Lancaster, como una traición, e inicia un complot para dar un golpe de estado y deponer al presidente. El coronel Casey, asistente de Scott, descubre el complot y se pone en contacto con el presidente Lyman. La película narra esta partida de ajedrez entre oponentes políticos: los halcones de la guerra contra los demócratas, que disponen de siete días para desmontar el complot. Lancaster interpreta uno de sus mejores papeles, el de un general nacionalista y carismático que utiliza una retórica patriótica para ocultar su autoritarismo y su militarismo. Nada que no se pueda escuchar hoy en día, por desgracia. Douglas aquí interpreta el papel de militar patriota pero comprometido con el régimen liberal. Película también de dos horas pero que se pasan como un suspiro. Como curiosidad, la película está ambientada unos años en el futuro. Hay tecnologías como la videollamada y una especie de internet. Le da un toque retrofuturista bastante raruno, sobre todo acostumbrados como estamos al steampunk y derivados.


Estado de alarma es una coproducción angloestadounidense. Dirigida por James B. Harris, está protagonizada por Richard Widmark y Sidney Poitier. Como curiosidad, aparece un joven Donald Sutherland interpretando un pequeño papel secundario. El Bedford es un barco estadounidense con capacidad nuclear capitaneado por Eric Finlander. Finlander, interpretado por Widmark, es un capitán que dirige a sus hombres con mano de hierro. Nadie se pone enfermo en el Bedford, nadie duda de sus órdenes. Ben Munceford, interpretado por Poitier, es un fotógrafo de prensa destinado en el Bedford para un reportaje. Cuando Finlander se obsesione por hacer salir a la superficie a un submarino ruso, Munceford cuestionará al capitán. También basada en una novela, Finlander es un moderno capitán Ahab persiguiendo a la ballena blanca. La película alerta de los peligros de que acciones individuales deriven en pequeñas escaramuzas que a su vez provoquen una escalada imposible de parar que acabe con el uso de armamento nuclear. Y como en el caso de Punto límite y Siete días de mayo, la hora y cuarenta minutos que dura Estado de alarma se hace hasta corta, porque se pasa rapidísimo.


Si exceptuamos La hora final, con un ritmo más pausado y contemplativo, llama poderosamente la atención que películas dirigidas hace casi sesenta años tengan un ritmo tan trepidante. El lenguaje cinematográfico ha cambiado mucho desde entonces, pero ciertos recursos son los mismos. No hacen falta tropecientos planos ni un dinamismo exacerbado para mantener la atención del espectador. Por otro lado, en cuanto a contenido, son películas valientes, que defienden el pacifismo y el desarme nuclear y denuncian los discursos de odio. Si no fue suficiente con el revival de los ochenta, ahora además de pandemias mundiales también vuelve el terror nuclear. A mí que me conecten ya a Matrix.











Metraje encontrado y falsos documentales: VOLUMEN 6

Digging Up the Marrow es una película de Adam Green, que además de escribir y dirigir, también protagoniza interpretándose a sí mismo. Durante la producción de un documental sobre monstruos, es contactado por un hombre que dice poder demostrar que los monstruos son reales. Este personaje está interpretado por Ray Wise. Aparentemente ha descubierto una sociedad secreta de monstruos que viven bajo tierra. Él conoce una de las entradas a este inframundo. Adam Green, al principio escéptico, acabará subyugado por esta historia y querrá saber más y más para demostrar que los monstruos son reales. La película tiene un tono humorístico que ha veces se pasa de frenada y cae en la comedia involuntaria. Es como que se queda a medio camino entre ciertos toques de comedia y la parodia, sin decantarse por ninguna de las dos. Además de unos monstruos bien hechos con las cuatro perras de presupuesto, a destacar los cameos de actores y directores, entre los que cabe destacar a Don Coscarelli. Ya con eso, la peli gana un minipunto. Luego está la interpretación de Ray Wise, que haciendo de Ray Wise no hay quién lo supere y se come con patatas a Adam Green, que demuestra que lo suyo no es actuar.


Megan is Missing es una película de Michael Goi, director y cámara de muchas series y películas para televisión que encontró en este formato la manera de debutar en el cine. La película, que utiliza imágenes de televisión y grabaciones de una de las protagonistas, narra la historia de dos amigas, Amy y Megan, de catorce años. Amy es la chica buena, buena estudiante, todavía un poco infantil, de buena familia, y Megan es la chica mala, de familia desestructurada, activa sexualmente y muy popular. Con unos personajes tan tópicos y aparentemente llenos de clichés, Michael Goi es capaz de (re)crear un pedacito de vida de estas adolescentes. Durante una hora seguiremos a Amy y Megan, hasta que esta última desparece después de quedar con un chico que había conocido por internet. Amy cree tener información sobre ese chico, que es un pederasta y depredador sexual que utiliza internet para acechar a sus víctimas. Esto la pone en su punto de mira, y los últimos veinte minutos de la película son de este hombre haciéndole perrerías a la pobre Amy. Tampoco se muestra nada explícito o muy explícito, pero como en La chica de al lado de Jack Ketchum, casi es peor. Las críticas negativas a la película han ido sobre todo por el lado puritano, poco menos que un escándalo dar a entender que hay adolescentes sexualmente activos. Que no vean Skins o Euphoria. Aunque sólo sea por la primera hora, la película merece mucho la pena. La parte final es durilla de ver por todas las cosas que le pasan a Amy.

Howard's Mill es la más reciente de estas tres películas. Dirigida por Shannon Houchins, fue estrenada en 2021. Como en el caso de Michael Goi, Houchins, productor de muchas series, películas y documentales, elige este formato para debutar como director de cine en la que hasta ahora es su única película. Sobre la base de la realización de un documental sobre una desaparición, la historia va creciendo y creciendo. Una mujer desaparece junto a una vieja granja abandonada. La policía sospecha del marido. Un grupo de documentalistas realizan un documental para esclarecer los hechos, pero descubren una serie de desapariciones e incidentes relacionados con esa granja que se remonta mucho tiempo atrás. La película, que a nivel de realización luce muy bien y demuestra lo mucho que se puede hacer por poco dinero, a nivel argumental podría dar para cuatro películas más, cinco series y dos videojuegos. Porque hay ciencia ficción, menciones a extraterrestres, leyendas indias, secuestros, misteriosas luces, viajes en el tiempo... Me gusta especialmente cómo a nivel narrativo se hace partícipe al espectador de la investigación sobre los sucesos ocurridos en Howard's Mill. Vamos descubriendo, a la vez que los personajes, las supuestas ramificaciones de la historia.

En esta entrada no hay hilo temático que una a estas tres películas. Cada una es diferente de la otra. Digging Up the Marrow (2015) es una gamberrada de Adam Green, un director de género conocido por la saga Hatchet y una película que a mí particularmente me gustó mucho, Bajo cero. Megan is Missing (2011) podría relacionarse con Lake Mungo, por intentar mostrar esa realidad poliédrica de dos adolescentes, aunque a nivel narrativo no tenga tantas capas. Y es una película con un tramo final duro, precisamente por haber empatizado tanto con una de sus protagonistas. Si Digging Up the Marrow iba más por el lado del terror y Megan is Missing del true crime, Howard's Mill opta por, partiendo del true crime, desplazarse a la ciencia ficción. Tres películas, dos de la pasada década y una de la actual, que muestran lo vivo que sigue este subgénero.

Metraje encontrado y falsos documentales: VOLUMEN 5

The Dark Tapes es una película dirigida por Vincent J. Guastini y Michael McQuown y escrita por el propio McQuown. Guastini tiene una larga trayectoria dentro del mundo del cine en el apartado de maquillaje y efectos especiales, llegando a participar en películas como El último mohicano y Super Mario Bros, mientras que para McQuown The Dark Tapes es una de las primeras incursiones en el cine. Esta película es una antología, con cuatro segmentos que tienen en común pertenecer al género del metraje encontrado. Desde unos científicos investigando los terrores nocturnos que acaban en otra dimensión a una casa encantada con un giro final inesperado. Demonios, espíritus, seres de otra dimensión, asesinos en serie e historias de dominación y muerte se dan la mano en esta película, que por ser la primera, peca precisamente de querer meter un poco de todo. Es casi como ver varios episodios de Más allá del límite, que uno podía ser más de ciencia ficción y otro de terror. También a nivel de producción es bastante televisivo, sin nada que destaque demasiado, con cierta sensación de ir de más a menos. Tampoco hay que perder de vista su presupuesto, unos 65000 dólares. Por compararla con otra cinta parecida, podríamos hablar de V/H/S, que casi la quintuplica en presupuesto, así que hay que perdonarle ciertas cosas. Más allá de eso, una película para pasar el rato.

The Atticus Institute es una película escrita y dirigida por Chris Sparling. La película está protagonizada por William Mapother y Rya Kihlsted, en un reparto bastante televisivo donde precisamente Mapother es la cara más conocida después de haber interpretado al doctor Ethan Rom en Perdidos. El propio director también tiene una interesante carrera como guionista, habiendo escrito Buried, la película de Rodrigo Cortés con Ryan Reynolds encerrado en un ataúd. The Atticus Institute narra la historia del doctor West, que a principios de los setenta funda este instituto para investigar lo paranormal desde la ciencia. Un Walter Bishop, vamos. Telekinesis, clarividencia... lo más que consisgue, son pruebas no concluyentes. Hasta la llegada de Judith Winstead, que supera cualquier expectativa. Pronto se da cuenta de que lo que está sucediendo es demasiado, y la CIA y los militares acaban implicados en su proyecto, que intentan convertir a Judith en un arma. Pero no hay manera de controlar a la entidad que ha poseído a Judith. El gran fallo de la película es la decisión de ambientarla en los setenta. Funciona como un falso documental ambientado en la actualidad que utiliza imágenes grabadas en los setenta. Para crear esas imágenes se utiliza un filtro que simula el grano setentero muy mal. Obtar por otro género y otra ambientación le hubiesen sentado mejor a la película, que también tiene el problema de tener que utilizar actores y actrices que interpreten al reparto de jóvenes en lo setenta y de mayores en la actualidad.

El último exorcismo es una película dirigida por Daniel Stamm y escrita por Hugh Botko y Andrew Gurland. Un pequeño equipo de documentalistas sigue al reverendo Cotton Marcus en su último exorcismo en un pequeño pueblo de Luisiana. Cotton heredó esta profesión de su padre, también pastor y dueño de una pequeña iglesia. Y lo mismo que exorcista podría haber sido agente comercial de seguros o teleoperador de Jazztel que te despierta a mitad de la siesta, porque lo suyo es vender humo. Siempre se mueve entre la estafa y una especie de terapeuta que adopta la forma de exorcista. Si tú crees que estás poseído, va a montar un teatrillo para sacarte el dinero pero también para curarte. Y eso es precisamente lo que quiere captar el documental en lo que va a ser el último exorcismo de Cotton Marcus. La película maneja muy bien cierto tono de comedia mezclado con drama y terror. Además, a nivel de guion, el giro final me pareció que aunque se podía intuir, no dejaba de ser sorprendente. Y el juego entre lo sobrenatural y la locura, que planea durante toda la película, está muy bien ejecutado. Es de largo la película que más me ha gustado de estas tres, y tiene una segunda parte que todavía no he visto.

Tanto The Dark Tapes como The Atticus Institute y The Last Exorcism tratan el mismo tema, las posesiones o supuestas posesiones demoníacas. Es verdad que en The Dark Tapes mezclado con otros temas, pero ahí está. Lo interesante es que cada una de estas tres películas lleva ese tema a un lugar diferente: seres de otras dimensiones, científicos de los setenta y la Luisiana rural.

Venimos de aquí: 








Unavowed: persiguiendo demonios por Nueva York

Unavowed es una aventura gráfica escrita, programada y desarrollada por Dave Gilbert. Del apartado gráfico se ocupa Ben Chandler en colaboración con Ivan Ulyanov. Unavowed fue publicado en 2018 por Wadget Eye, la compañía de Dave Gilbert. Es último juego de Dave Gilbert, que se prodiga poco desde que terminó la serie Blackwell en 2014 con Blackwell Epiphany. El juego también supone otra colaboración más entre Gilbert y Chandler.


Unavowed es una aventura gráfica que utiliza Adventure Game Studio como motor. Sin novedad en el frente, con un apartado gráfico en 2D a cargo de Ben Chandler que es una delicia pero que aplaza la incursión en el nuevo motor Unity y las 3D del estudio. No es que sean mejor unos gráficos en 3D que en 2D, es que permite desarrollar otro tipo de mecánicas de juego que aún están por explorar.

Unavowed, como no podía ser menos viniendo de Dave Gilbert, pertenece al género de la fantasía urbana. Gilbert, gran fan de Dresden Files, ubica la historia de Unavowed en una Nueva York que si no es la misma de Blackwell, su otra serie de aventuras gráficas, se le parece mucho. En este Nueva York alternativo existen la magia y los demonio. El juego comienza cuando nuestro personaje es exorcizado. Fuimos poseídos por un demonio durante todo un año hasta nuestro exorcismo, momento en el cual nos unimos a Unavowed, la organización secreta que nos ha rescatado y que se ocupan de los asuntos sobrenaturales de Nueva York. Pronto descubriremos que esta organización es algo mucho más grande, mundial, y que trabajamos, por así decirlo, en las oficinas de Nueva York. Nuestros compañeros serán una genio y un mago, aunque más tarde la plantilla se ampliará con otras dos nuevas incorporaciones. Al principio del juego deberemos escoger nuestro personaje. Podremos elegir su sexo y optar por una de las tres profesiones que se nos ofrecen: policía, actor/actriz, camarero/a. Nuestro objetivo en el juego será averiguar qué es lo que hizo el demonio que nos poseyó y desbaratar sus planes. Para ello deberemos investigar diferentes casos que de una u otra manera están relacionados con nosotros y con ese demonio. 

A pesar de las críticas generalmente positivas al juego hay que ponerle algunos peros. El apartado gráfico es excelente, las voces, música y sonido a la altura de lo mejor de Wadjet Eye, y la historia, si te gusta el género, está muy bien; pero como aventura gráfica flojea bastante. Algo que suele pasar con los juegos de Dave Gilbert. La novedad prometida era poder resolver los puzles con varios personajes, utilizando diferentes habilidades de estos. Eso supone, a nivel de diseño, una complejidad bastante grande y un desafío. Y Gilbert ha tirado un poco por la calle de en medio: puzles no integrados en la narrativa, como un montón de códigos que hay que resolver, o puzles muy pobres. En cada caso deberemos escoger dos acompañantes, pero si uno de estos no tiene la habilidad necesaria para resolver un puzle podremos solucionarlo agotando conversaciones y dando vueltas por los escenarios. Sólo hay que recordar El día del tentáculo y sus puzles, que además rizaban el rizo al incluir tres líneas de tiempo diferentes. En la parte final de Unavowed, cuando se nos obliga a ir sí o sí con dos de los cuatro personajes posibles, los puzles adquieren una complejidad y una profundidad que se echan de menos en el resto del juego. Es verdad que el nivel de frustración al que sometían las aventuras gráficas clásicas a los jugadores era muy grande, exagerado, y ahora totalmente intolerable, pero entre eso y darte un paseo, media un abismo. A pesar de lo cual jugaré Old Skies, el nuevo juego de Dave Gilbert anunciado para este año. Otra aventura gráfica, esta vez con viajes en el tiempo. Además de tener pendiente Strangeland, también aventura gráfica con un diseño gráfico deudor de Giger y que publicó Wadjet Eye el año pasado. Nighthawks, el RPG de vampiros que se publicará este año no me llama tanto la atención. En cualquier caso, ¿qué nos han dado Dave Gilbert y Wadjet Eye a parte de Primordia, Sharlight, Technobabylon, Gemini Rue, Resonance y Unavowed? Romani Ite Domun.



'Picnic en Hanging Rock' de Joan Lindsey: el misterio australiano

Hace no mucho hablé de la adaptación cinematográfica de esta novela llevada a cabo por Peter Weir. Picnic en Hanging Rock, además de una estupenda película y de una de las mejores producciones que Australia ha dado al género fantástico, también es una excelente novela. Escrita por Joan Lindsay y publicada en 1967, Picnic en Hanging Rock es el culmen de la muy breve y discreta obra literaria de esta pintora, artista visual, periodista y escritora australiana. 


Picnic en Hanging Rock narra la historia de una desaparición ocurrida en el día de san Valentín del año 1900. Un internado exclusivo para señoritas organiza una excursión a Hanging Rock, un remoto paraje australiano. Los relojes se paran, las personas caen dormidas y tres alumnas y una profesora desaparecen. Días después, un joven inglés de visita por Australia, que se había cruzado con esta excursión el día de san Valentín, obsesionado por la belleza de una de las desaparecidas, Miranda, regresa a Hanging Rock y rescata a Irma, una de las desaparecidas. El problema es que Irma no recuerda absolutamente nada de lo que ha pasado. Esta amnesia, el hecho de que aparezca sin ningún rasguño ni herida, completamente limpia y sin corpiño, nunca tienen respuesta.

Es fácil de entender la fascinación que ha despertado esta novela, primero en el público australiano y anglosajón y luego en el resto de lectores. Disfrazada bajo la etiqueta de ficción histórica, la novela tiene claros tintes autobiográficos, pero Joan Lindsey va más allá y logra lo más difícil todavía: una novela donde la fantasía está a la vuelta de la esquina. Además de ser una notable novela de época, con su crítica a instituciones como este internado tan exclusivo para adolescentes de las clases pudientes, se respira una atmósfera parecida a la desarrollada por Lernet-Holenia en Marte en Aries: el relato no es del todo fantástico ni es del todo lógico. Lindsey nunca ofrece respuestas al misterio, que queda en las manos del lector. Y esta falta de una epifanía reveladora, lejos de resultar algo frustrante, se convierte en algo fascinante. ¿Qué pasó en Hanging Rock el 14 de febrero de 1900? Nunca lo sabremos, y eso es lo hermoso de esta novela.

Respecto a la adaptación cinematográfica, bastante fiel, difiere en su parte final en unos cuantos aspectos bastante secundarios. Sobre todo, la novela adopta un tono de cuento de hadas y empieza a explicar el destino de algunos de sus personajes. La película, sin llegar a un cierre abrupto, sí que deja muchas más cosas en el aire y menos sobreexplicadas. Tiene cierto tono onírico que no está en la novela. Por otra parte habría que considerar esta novela como parte de la tradición europea del fantástico. Tiene más en común con la obra de los autores europeos de entreguerras que con el fantástico anglosajón. Además aporta algo nuevo, una nueva geografía, la australiana, fascinante e hipnótica. Las llanuras polacas llenas de polvo y en las que el protagonista de Marte en Aries nunca termina de divisar al enemigo pero sí ve fantasmas, en Picnic en Hanging Rock se ven transformadas en una formación volcánica más antigua que la humanidad con un monolito negro que ejerce una extraña atracción en quien lo contempla. Eso y serpientes venenosas, hormigas, todo tipo de depredadores y un clima hostil no apto para seres humanos. Hay algo terrible en el paisaje y la geografía australianos para los europeos. Sólo puede haber algo que genere más extrañeza: una rave de Delaporte junto al monolito de Hanging Rock.

Lindsay, J. (2010). Picnic de Hanging Rock. Impedimenta.





Kathy Rain: Veronica Mars investigando en Twin Peaks

Joel Staaf Hästö es un desarrollador indie de videojuegos sueco que en 2016 presentó este Kathy Rain. Junto a Petter Ljungqvist, responsable de The Samaritan Paradox, diseñó y desarrolló Whispers of a Machine, del que hablé un poco por aquí. Kathy Rain fue su primer juego, una aventura gráfica en la mejor tradición noventera de este género de videojuegos. Forma parte de una nueva generación de desarrolladores que creció con las aventuras gráficas de Sierra y Lucas Arts de los ochenta y los noventa. El alumno destacado sigue siendo Dave Gilbert con su compañía Watget Eyes, que tan buenos juegos nos ha entregado, generalmente ajenos, más que propios. Y que ha colaborado de alguna manera con esta nueva generación de desarrolladores. Desde Francisco González hasta Remigiusz Michalski, el mundillo de las aventuras gráficas es muy pequeño. 

Kathy Rain, como Joel Staff Hästö la ha definido, es una mezcla entre Veronica Mars, Twin Peaks y Gabriel Knight. Con algo de Buffy, cazavampiros, añadiría. Ambientada a mediados de los noventa, Kathy es una estudiante de periodismo que vive en una residencia universitaria compartiendo habitación con Eileen. Es precisamente su compañera Eileen la que descubre que el abuelo de Kathy ha muerto. Kathy, que ha tenido que firmar el ingreso de su madre en un  hospital psiquiátrico y que fue abandonada por su padre, no tiene contacto con sus abuelos desde que era una niña. Espoleada por la noticia que le pasa su compañera Eileen, decide dirigirse a Conwell Springs para el funeral de su abuelo Joseph Rain. Allí descubrirá unas misteriosas luces que se aparecen en el bosque, relacionadas con varios incidentes y muertes en Conwell Springs. ¿Qué misterios se ocultan en los bosques de Conwell Springs?

Kathy Rain es una aventura gráfica con unas mecánicas de juego calcadas a las de los juegos de los noventa, pero mucho más amables. Aquí no es posible quedarse atascado, ni morir y perder la partida, como era tan habitual en los juegos de Sierra. Con un pixel art precioso, el juego está diseñado para no frustrar demasiado al jugador, o al menos para no frustrarlo como lo frustraba hace unas décadas. Hay un buen sistema de pistas y el juego no te deja avanzar sin haber completado un capítulo. Dividido en cinco días, deberás proseguir con la investigación de Kathy hasta desentrañar el misterio en el quinto día. Los puzles están muy bien integrados en la trama. A nivel argumental, además de Veronica Mars, Twin Peaks, Gabriel Knight y Buffy, cazavampiros, también hay algo de Expediente X. No desentonaría nada ver a Mulder y Scully por este juego. Si los echas de menos, siempre puedes probar Thimbleweed Park, el juego de Ron Gilbert y Gary Winnick. 

Kathy Rain tiene su parte de ejercicio de nostalgia, que actualiza un género tan popular como fue el de las aventuras gráficas a la actualidad. Su evolución han sido las películas interactivas de Telltale y los juegos con una narrativa tan cinematográfica como Red Dead Redemption. Kathy Rain es un juego que disfrutarás si te gustaban las aventuras gráficas de los noventa. Todo adaptado a los tiempos actuales: una buena historia, un buen diseño y unos puzles lo suficientemente complejos como para tenerte enganchado. Hace no mucho salió al mercado un director's cut que añadía más puzles al juego. Quizás en unos años lo juego. De momento le voy a dar otro tiento al Whispers of a Machine, que me comí un bug como una catedral a mitad de partida y no lo pude terminar.



Metraje encontrado y falsos documentales: VOLUMEN 4

Savageland es una película escrita y dirigida por Phil Guidry, Simon Herbert y David Whelan. Es su ópera prima y hasta ahora también la única película en su haber, y exceptuando a Phil Guidry, que sí tiene experiencia como guionista de series, Savageland es el único acercamiento al mundo del cine de Herbert y Whelan. Utilizando el formato documental sobre crímenes, narra la historia del único superviviente de un asesinato en masa en un pequeño pueblo de Arizona, cerca de la frontera con México. Este superviviente es un inmigrante ilegal mexicano, y más por esto que por otra cosa, es acusado de los asesinatos, enviado a prisión y sentenciado a muerte. El documental intenta reconstruir la noche en la que todo sucedió a través de las fotografías realizadas por este único superviviente, que convenientemente es fotógrafo aficionado. Las buenas críticas de la película, más allá de que esté bien realizada y sea entretenida, se deben más al tema que trata: el racismo institucional en EEUU. Estrenada en 2015, dos años antes de la llegada de Trump a la presidencia, la película falla en algo clave: el discurso social no está todo lo bien integrado que debería en la narración. Más allá de estar de acuerdo con la denuncia que hace, a veces queda la sensación de que una cosa se sobrepone a la otra. No es que no se pueda hacer una película de terror con mensaje social, es que este parece que vuela libre y los directores se olvidan de la parte del terror.
 

Gonjiam: Haunted Asylum es una película coreana dirigida por Jeong Beom-sik y escrita por el propio Jeong en colaboración con Park Sang-min. Estrenada en 2018, creo que bebe de la influencia de la canadiende Grave Encounters. Si en ésta un programa de televisión dedicado a la temática sobrenatural acaba en un hospital psiquiátrico abandonado descubriendo que de verdad existen los monstruos, en Gonjiam: Haunted Asylum son un grupo de emprendedores dedicados a lo sobrenatural los que reclutan a un pequeño grupo de personas para rodar un programa en streaming en un hospital psiquiátrico abandonado. ¿Coincidencia? También, como en Grave Encounters, tiran por el lado de la comedia y el humor. Es una película entretenida pero que ni de lejos es tan terrorífica como dicen muchas críticas. De hecho, lo más destacable de la película es que no se fuma, lo que ya nos da una pista de por dónde va la cosa. La industria cinematográfica coreana adopta el lenguaje de Hollywood a su propia idiosincrasia. Las formas son las convencionales, pero el fondo siempre es coreano, o todo lo coreano que se puede ser en un mundo globalizado. Sin embargo en Gonjiam: Haunted Asylum eso se pierde y la parte del folclore coreano está reducida a su mínima expresión. Y que no fuman. ¿Por qué no fuman?

The Tunnel es una película australiana dirigida por Carlo Ledesma y escrita por Enzo Tedeschi y Julian Harvey. La película sigue las andanzas de un grupo de periodistas liderado Natasha Warner que investiga la decisión del gobierno regional de cerrar unos túneles subterráneos. The Tunnel es un falso documental sobre esta investigación y que también utiliza el metraje grabado por estos periodistas. Algo huele a podrido en Australia, más concretamente en unos túneles subterráneos abandonados, y la periodista Natasha Warner decide investigar qué hay detrás de todo eso. Para ello, engatusa a otros compañeros y les hace creer que tiene el permiso para adentrase en esos túneles, que si están cerrados, es por algo, como descubriremos más tarde. Estrenada en 2011 y ambientada unos años antes, el estilo narrativo de The Tunnel recuerda más a los documentales de principios de los dos mil. No en vano Ledesma, el director, viene de ese mundillo. La mejor palabra para definir esta película es rutinaria. No se sale de los esquemas, es pequeñita, con poco presupuesto, y nada pretenciosa. Suele sugerir más que mostrar, y como en muchas de estas películas, hay demasiadas escenas de personajes corriendo mientras la cámara da tumbos.

Tanto a nivel de lenguaje narrativo como de medios se puede ver la evolución entre The Tunnel, estrenada en 2011, y Savageland y Gonjian: Haunted Asylum, estrenadas en 2015 y 2018 respectivamente. También se puede apreciar el antes y el después de los drones en el cine. Por relativamente poco dinero puedes realizar planos aéreos que antes te costarían una pasta y descartarías. En Gonjian: Haunted Asylum le sacan el máximo partido, siguiendo la máxima de que si sacas un dron en pantalla es para usarlo, no para enseñarlo. Ya podían haber aprendido en Blair Witch.





Metraje encontrado y falsos documentales: VOLUMEN 3

The Den es una película dirigida por Zachary Donohue y coescrita  por este y Lauren Thompson. Estrenada en 2013, se trata de la única película, hasta el momento, dirigida por Donohue. En The Den una joven estudiante investiga los hábitos de los usuarios de una red social tipo Chatroullete: conexiones por cámara web con usuarios aleatorios. Como suele ser habitual en este subgénero dentro del subgénero que es el terror informático, hay una crítica nada velada a las redes sociales. La protagonista está enganchada a una vida virtual que dice estudiar. Cuando en unas de estas conexiones aleatorias presencia el asesinato de una mujer, se verá envuelta en una trama mucho más grande de lo que cree, involucrando a su pareja, familia y amigos. Alguien o algo hackea su ordenador y se hace con el control de esa vida virtual. Mientras tanto, intenta hallar la verdad tras el asesinato de la mujer que ha presenciado de manera online. Sin ayuda de la policía, que la consideran una mujer histérica, continúa investigando. El giro de la película está bastante bien, aunque sigue padeciendo el mismo problema que otras películas de este subgénero: la excusa narrativa para seguir grabando a veces es bastante pobre, pero oye, es parte del pacto narrativo.


Película británica del también británico Rob Savage. Después de la sorpresa que supuso su anterior película Host (2020), sólo hubo que esperar un año para ver esta Dashcam, dirigida por Savage y coescrita, como Host, por el propio Savage, Gemma Hurley y Jed Sheperd. Si Host generó unas críticas favorables bastante unánimes, no sucedió lo mismo con Dashcam. Y eso es debido a su protagonista, Annie Hardy, que se interpreta a sí misma en la película, en una parodia llevada al extremo. Annie se dedica a conducir en coche y a retransmitir en directo letras de rap que improvisa sobre bases musicales. El concepto conducir, improvisar rap y retransmitirlo puede parecer algo marciano, pero Annie tiene bastantes seguidores. A lo que hay que añadir que es antivacunas y muy de teorías de la conspiración, además de ser bastante políticamente incorrecta. Y ese personaje real, llevado al extremo, no cae bien. En Dashcam Annie viaja a Reino Unido para visitar a un amigo. La cosa acaba con Annie robándole el coche a su amigo tras una discusión. Su amigo, que debido a la pandemia trabaja haciendo entregas de comidas para Uber, tiene la aplicación instalada en el coche. Annie decide hacerse cargo de una entrega para descubrir que no es comida lo que tiene que transportar, es una señora mayor un tanto especial. Lo que sucede a continuación es el caos más absoluto, extremo y divertido que he visto en tiempo y que, si no has visto la película, es mejor que descubras por ti mismo/a. El propio Savage, consciente de la recepción de Dashcam, recomienda verla con los colegas y con unas cervezas. 

Lake Mungo es una película australiana dirigida y escrita por Joel Anderson y estrenada en 2008. La película, a través de un falso documental, cuenta la historia de una joven adolescente, Alice. En una excursión familiar al lago Mungo, muere ahogada. La película se centra en desentrañar el misterio de esta muerte y sobre todo en el efecto que tiene en su familia: su padre, su madre y su hermano. Juega con el elemento sobrenatural, incluso con la ciencia ficción, pero es una película sobre el duelo, la depresión y la identidad. Tras su muerte, Alice se convierte en una presencia fantasmal para su familia. Cada miembro lidia con su pérdida como buenamente puede. La madre llega a colarse en casas ajenas para ver cómo vive otra gente, en una especie de escapismo de su propia vida. El padre se centra en el trabajo, mientras su hermano se encierra en sí mismo y se dedica a la fotografía y al vídeo. También es una película valiente al hablar de la depresión, en este caso adolescente, que conduce o parece conducir a Alice a la muerte, sin que esté del todo claro qué sucedió. Y retrata muy bien lo difícil que es conocer a alguien. El novio de Alice sólo conocía una parte de ella, como sus amigas, o su madre. Después de su muerte, casi nadie parecía conocerla, no en su totalidad. Lake Mungo es un peliculón que además utiliza muy bien la narrativa del documental para contar su historia.

Después de The Den (2013) Zachary Donohue no ha dirigido más películas; lo mismo sucede con Joel Anderson, que todavía parece estar abrumado del culto que suscita su película Lake Mungo (2008). No ocurre lo mismo con Rob Savage. Después de Host llegó Dashcam, esta vez con Blumhouse Productions detrás. Y en 2023 se estrenará The Boogeyman, basada en una historia de Stephen King y producida por 20th Century Fox. Carrera ascendente la de este director inglés que tan bien maneja los códigos del género. Merece la pena leer alguna de sus entrevistas. Los subgéneros del falso documental y el metraje encontrado dan para películas y proyectos muy diferentes entre sí: The Den y su historia sobre redes sociales, Dashcam y un streaming que sale mal y el duelo y la pérdida de Lake Mungo.

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