Dirigida por Rob Savage, director de cortos, anuncios y series de televisión, Host forma parte del cine de guerrilla fantástico de Reino Unido. Si ya con diecisete años Savage se estrenó con éxito con Strings, una historia y una película muy pequeñas, en su segundo largo, Host, sigue por la misma senda: pocos personajes, actores/actrices desconocidos, historia pequeña y pocos medios. Todo para no superar la hora de duración, suficiente para que Host sea una de las experiencias más perturbadoras de los últimos tiempos.

Host es una historia de la pandemia, al menos de manera colateral. La trama de la película es una idea bastante peregrina pero muy efectiva: una séance vía videollamada de Zoom. Seis amigas, debido a las medidas de confinamiento por causa de la pandemia, se reúnen virtualmente en Zoom para llevar a cabo una sesión espiritista guiada por una médium experta. ¿Qué es lo que puede salir mal cuando alguien intenta contactar con el mundo de los espíritus? Haley es la creyente, la que acaba liando a sus amigas para con la ayuda de Seylan, su amiga médium, llevar a cabo esta sesión espiritista. Si cierran los bares y tiendas y sólo puedes salir de casa para comprar, trabajar y hacer ejercicio, las videollamadas con amigos son una manera de salir de ese confinamiento. Y en Reino Unido, una sesión espiritista es otra actividad más con la que estar entretenido. Como suele pasar en estos casos, acaban contactando con una entidad poco amistosa.

Con el avance y el abaratamiento de las nuevas tecnologías, que hace mucho más fácil y barato sacar adelante un proyecto cinematográfico, y con la expansión y consolidación de las redes sociales, la pasada década nos trajo un subgénero nuevo dentro de otro subgénero: el de las películas basadas en videollamadas de ordenador y/o teléfono móvil. Si los ochenta y sobre todo los noventa fueron la época de ese futuro imaginado de realidad virtual y ciberespacio, el nuevo milenio nos trajo una realidad más mundana y sin coches voladores: la de las redes sociales. Con el éxito de El proyecto de la bruja de Blair llegó una avalancha de películas que usaban el recurso del metraje encontrado. Alguien graba algo con una videocámara y esa es la película. El gran problema es encontrar una excusa narrativa que justifique esa decisión a la hora de filmar. En El proyecto de la bruja de Blair y Paranormal Activity encontraban la suya, y desde la pasada década surge otra nueva excusa: sí, lo habéis adivinado, las redes sociales. Un buen ejemplo de ello es Unfriended, película de 2014 que trataba sobre una llamada de Skype a la que se une alguien desconocido y empiezan a pasar cosas. 

El único TikTok que conozco

Las menciones a redes sociales como Facebook, que al principio podían parecer un reclamo para llegar a un público entonces joven, se incorporan a las narrativas populares, en este caso la audiovisual, en la medida en la que las redes sociales forman parte y están integradas en nuestras vidas. Host se aprovecha de ello y lo hace de una manera magistral. Sí, al final hay alguna escena de personajes grabándose con el móvil corriendo como pollos sin cabeza, lo que sucedía y cito una vez más en El proyecto de la bruja de Blair, pero en un mundo en el que registramos todo lo que hacemos y en el que vivimos a golpe de like, no parece algo incoherente. Savage, con un presupuesto de poco más de treinta mil euros, saca adelante un proyecto que se aprovecha de esto. Para rizar el rizo, la película surge de una broma de Savage con sus amigos que se hace viral en Twitter, una broma basada en una escena de Rec. Yo ya no sé si hay algo más posmoderno que eso.

Yendo de menos a más, las manifestaciones de esa presencia maligna poco a poco se van haciendo más evidentes y más violentas. Este proceso gradual, casi orgánico, es lo que te acaba atrapando. Encerrados en nuestras casas, el único lugar seguro, Savage ataca nuestros miedos más profundos convirtiendo el hogar en un espacio hostil. Host es una historia que surge del confinamiento y que se rueda en condiciones de confinamiento, que retrata uno de los males de nuestro tiempo, acentuado por la pandemia: la soledad. Yo me he quedado con más ganas de Rob Savage, que en 2021 estrenó Dashcam, una película también de muy bajo presupuesto, y cuyo próximo proyecto es una adaptación de Stephen King.