Ryu Murakami, también conocido como el Murakami bueno, es un escritor japonés que junto a su tocayo de nombre representa una nueva literatura, más emparentada con la tradición anglosajona y occidental que con la tradición japonesa. Como en el cine, su lenguaje se adecua a la globalización en la que se subsume Japón después de la II Guerra Mundial. A pesar de no leer japonés, sólo traducciones en castellano e inglés, una primera lectura de Murakami nos sitúa en un escenario distinto al de, pongamos por ejemplo, Mishima. Hay unas formas y un lenguaje que entroncan con el realismo sucio anglosajón. Eso sí, salpicado de las particularidades japonesas y de un universo tróspido muy del país del sol naciente. Cualquiera que haya visto alguna película de Hisayasu Sato, Sion Sono o Koji Shiraishi sabe de lo que hablo.


Audición (1997) es quizás una de sus novelas más conocidas, en gran parte debido a la versión cinematográfica dirigida por Takashi Miike, otro japonés con la cabeza abollada. En ella, Aoyama, un rico viudo cuarentón, decide aprovechar su amistad con un productor de cine  para organizar una falsa audición para encontrar pareja. Cosas de no tener Tinder. Aoyama busca una mujer joven y culta. Por su puesto, que sea guapa. Así es como conoce a Asami, una joven de 24 años, misteriosa y con un halo de peligro del que todos sus conocidos le avisan. Pero Aoyama está  profundamente enamorado. Después  de una noche de sexo guarro, Asami desaparece. Sus esfuerzos por encontrarla son infructuosos, hasta que un día  Asami aparece en su casa. 


Audición podría, en apariencia, ser definida como una comedia romántica que sale muy mal. Una de estas pastelosas y tremendamente machistas  con un giro bastante inesperado, marca de la casa: psico-thriller con una  buena dosis de splatter. ¿Cómo noiba a gustarme?



En Piercing (1994) Murakami abre su novela con una escena doméstica: Masayuki contempla a su hija recién nacida en la  cuna. Lo que rompe con esta normalidad es que Masayuki sostiene en su mano un afilado picador de hielo con el que fantasea asesinarla. Algo que ya ha hecho antes. Su voz interior le urge a buscar otra víctima si quiere salvar a su hija. Así, traza un plan: pedirse unas vacaciones, irse solo a un hotel y contratar a una prostituta con la que dar rienda suelta a sus fantasías homicidas. Así es como conoce a Chiaki. Pero sus planes dan un giro cuando ésta decide autolesionarse con una navaja suiza en el baño. Por miedo a ser descubierto, la lleva al hospital y luego la acompaña a casa. Como en Audición, la trama, en este punto, da un giro inesperado.

Otro psico-thriller en el que se dan cita dos personalidades tóxicas, un romance entre dos psicópatas que se tuerce con su buena ración de splatter y sexo turbio. 

De ésta también hay versión cinematográfica, más moderna, a cargo de Nicolas Pesce, el director del fallido remake de La maldición (2020).



Sopa de miso (1997) es otra de sus novelas más conocidas. Aquí el protagonista es Kenji, un veinteañero que se dedica a organizar tours sexuales en el barrio rojo de Tokio para turistas, principalmente estadounidenses. El día antes de año nuevo es contratado por Frank para que ejerza de guía durante los próximos tres días. Mientras tanto, se suceden las noticias de mujeres brutalmente asesinadas.  Kenji empieza a sospechar que Frank no es lo que parece y que está relacionado con esos asesinatos.

La novela tiene unos aires más oníricos y surrealistas, por lo que ha sido comparada con American Psycho. Algo de eso hay, porque las fronteras de la realidad se desdibujan y Frank se convierte en una presencia casi sobrenatural, como de villano de slasher, un Freddy Krueger que amenaza con trastocar la vida de Kenji. Es capaz de hipnotizar a placer y tiene una fuerza sobrehumana, además de ser capaz de aparecer y desaparecer como la niebla.

Es un psico-thriller como las otras dos, pero esa atmósfera turbia y enrarecida sitúan a Sopa de Miso en otro lugar. 



Ryu Murakami es un autor prolífico, casi como la belga Amelie Nothomb, que también muestra una fascinación por el cuerpo y el body horror, aunque en el caso de Murakami más del lado del splatter. Además de prolífico, también es polifacético: artista de rock, director de cine y guionista... Su estilo es el del realismo sucio, pero un realismo muy turbio. Una buena manera de adentrarse en su mundo es a través de estas tres novelas. Además, son muy cortas y se leen en dos tardes. Nada mejor para adentrarse en el japón tróspido.

Murakami, Ryu (2009). Audition. Bloombury.
Murakami, Ryu (2008). Piercing. Bloombury.
Murakami, Ryu (2006). In the Miso Soup. Bloombury.