Un día cualquiera te levantas y te das cuenta de que estás atrapado en tu propia casa. Eso es lo que le pasa al protagonista, Mark, un artista fracasado. El día que tiene la vista por la custodia de su hijo, no puede salir de casa. Tampoco puede abrir las ventanas ni llamar por teléfono. Piensa que es una broma pesada, pero pronto se da cuenta de que es otra cosa, hay algo más: se ha desatado una pandemia y él está sometido a cuarentena en su propio piso. Este es el comienzo de Containment.
No es otra película más sobre virus y pandemias, o al menos no lo pretende. No se centra en la ciencia ficción ni en el terror, sino más bien en el thriller y en un tipo de terror nada común: el miedo a lo cotidiano. En un mundo y una sociedad donde no conoces ni a tus propios vecinos, donde todo empieza y acaba en tu casa (o en internet), no hay nada tan aterrador como sentir ese aislamiento e incomunicación por primera vez.

El componente de crítica social es bastante importante, pero siempre en un segundo plano, complementado. No funcionaría ni como película sobre pandemias ni como película social, pero es la mezcla de las dos, en su justa medida, lo que hace de Containment una película entretenida. También ayuda la duración, poco más de una hora y diez.

Desarrollada en un espacio reducido que alimenta el ambiente de paranoia, Containment funciona muy bien como thriller, además de dejar unas cuantas reflexiones interesantes.