Man on a Swing es una película dirigida por Frank Perry y protagonizada por Cliff Robertson y Joel Grey. El guion de David Zeelag Goodman, conocido por Perros de Paja y La fuga de Logan, está basado en la novela The Girl on the Volkswagen Floor de William Arthur Clark, que a su vez se inspiró en el asesinato de una joven maestra en Dayton.

La película narra la historia de una investigación de asesinatos. Una joven maestra es encontrada asesinada en su coche en el aparcamiento de un centro comercial. Cliff Robertson interpreta el papel de Lee Tucker, jefe de policía encargado del caso. Durante los veinte primeros minutos Man on a Swing es un procedimental de manual. Desde la escena del asesinato hasta la morgue, acompañamos al jefe de policía en su búsqueda de pistas y vamos descubriendo más información sobre el caso, hasta que este se enfría. Ahí es cuando comienza otra película con la entrada del psíquico y adivino Frank Wills, personaje interpretado por Joel Grey. Wills demuestra tener conocimientos sobre el caso más allá de los esperados, lo que lo convierte también en principal sospechoso.

La película, que empezaba como un policiaco, se acaba convirtiendo en un thriller donde los únicos protagonistas son el jefe de policía y el adivino, desplazando la investigación del asesinato a un segundo plano. Lee quiere confiar en los poderes de Wills para resolver el caso, pero cuanto más le investiga, más dudas tiene. Aquí la película se enreda y da demasiadas vueltas sobre el mismo tema. Además, tanto la interpretación de Grey como su personaje son histriónicos hasta decir basta. Histriónicos nivel Jack Nicholson puesto hasta arriba de anfetas o Christopher Walken tres días sin dormir. Cuando Wills entra en trance se arrastra por el suelo, hace la croqueta, se golpea contra las paredes, se sube a un columpio...

Yo cuando entro en "trance" por la noche


Man on a Swing tiene cosas curiosas, como el perfil del asesino llevado a cabo por el forense del caso, cuando aún faltaban muchos años para que El silencio de los corderos popularizara las ciencias del comportamiento aplicadas a la captura de asesinos en serie. También es curioso comprobar lo tan en boga que estaban en la época las chorradas New Age y la parapsicología. Aunque lo que más llama la atención es el alcoholismo de Lee Tucker. Siempre está con una lata de cerveza de la mano, en la comisaría o en casa, pero nunca falla. Es uno de esos estadounidenses de los setenta que como Stephen King bebían cerveza en vez de agua.

La felicidad se llama Estrella Galicia

Al acercarse a Man on a Swing es importante tener en cuenta que no es tanto una película sobre una investigación de asesinato, como una película sobre dos de los personajes protagonistas de esa investigación: el jefe de policía encargado del caso y el supuesto adivino que quiere ayudar. ¿Es Frank Wills un fraude? ¿Cómo es posible que conozca detalles del asesinato que no se han hecho públicos? ¿Lee Tucker es un buen policía? Sobre estas preguntas se va construyendo la película. Si la interpretación de Joel Grey no te saca de la película, Man on a Swing resulta interesante: grano setentero y policías borrachos.