La llamada de la sangre / Trazos de sangre es la segunda novela del escritor estadounidense Poppy Z. Brite. Publicada en 1993, justo un año después de La música de los vampiros / El alma del vampiro, su primera novela, supuso la confirmación del autor como una de las voces referentes del terror de esa década. Lo de los títulos se debe a las traducciones, algo por desgracia habitual en publicaciones del género. Drawing Blood es su título original, traducido por La Factoría de Ideas como La Llamada de la sangre en 2005 y como Trazos de sangre por La Biblioteca de Carfax en 2018. El primer título es más literal y el segundo más sugerente, aunque no llegan a capturar todo el significado de su título original. Más allá del título, es una novela que despista y que crea falsas expectativas. En su primera novela aparecen vampiros y algunos de esos personajes vuelven a aparecer en Drawing Blood. Así que al acercarse a esta novela os puede pasar como a mí, que entre cameos de la novela anterior y el título esperaba encontrarme algún vampiro. Y ya os adelanto: ni rastro. 

Drawing Blood narra la historia de Trevor y Zack, dos jóvenes todavía casi adolescentes que huyen de su pasado y cuyas vidas acaban cruzándose en el pequeño pueblo de Missing Mile. Trevor todavía sigue traumatizado por el asesinato de su madre y su hermano a manos de su padre, un famoso dibujante de cómics underground, que posteriormente se acabaría suicidando. No es sólo el hecho en sí, ocurrido en el pueblo de Missing Mile, sino también desconocer el motivo de por qué su padre lo dejó con vida. La búsqueda de una respuesta lo llevará de nuevo a Missing Mile, a la antigua casa familiar, ahora abandonada. Zack es un joven hacker de New Orleans que huye de los agentes del gobierno. Es capaz de colarse en cualquier ordenador y de modificar las bases de datos a su antojo. En esta huida a ninguna parte acaba en Missing Mile enamorándose de Trevor, con el que comienza una relación amorosa.

Drawing Blood es una novela que tarda en arrancar y que durante la mayor parte del tiempo no pasa nada. Aún así, la manera de escribir de Poppy Z. Brite hace que tenga un punto fascinante del que es difícil desengancharse. Los protagonistas son dos jóvenes lánguidos, de belleza andrógina, enamorados de su propia juventud y sin miedo a morir. Brite deja caer algunos de sus gustos personales en la novela adelantándose unos cuantos años a algo ahora bastante habitual, casi un cliché, como son las referencias a la cultura popular. Es fácil buscar parecidos con Bajar es lo peor de Mariana Enriquez, que también bebe bastante de Menos que cero, la novela de Bret Easton Ellis. Y aunque el erotismo de Poppy Z. Brite lo han tratado de relacionar con Anne Rice por aquello de los vampiros y el sexo, su tratamiento se asemeja más al de Tanith Lee. 

Drawing Blood es Poppy Z. Brite contándonos la historia de dos jóvenes homosexuales que se conocen y se enamoran en un pequeño pueblo de Carolina del Norte, trascendiendo su propio relato y convirtiéndose en un buen retrato de la época. Como antes lo fue Menos que cero y sus numerosas copias, como Historias del Kronen, Drawing Blood es el canto de cisne de una juventud despreocupada y borracha de hedonismo. El terror, en este caso una casa encantada estilo El resplandor, está muy de pasada: tarde en aparecer y no tiene demasiada relevancia. Así que los que aquí entréis, no esperéis vampiros ni ciberpunk, pero sí el hechizo de Poppy Z. Britte.