La maldición de los Bishop, título con el que se estrenó en España Let's Scare Jessica to Death, es una película de terror ditigida por John D. Hancock. Cuenta con guion del propio Hancock y de Lee Kalcheim, además de atribuir a Sheridan Le Fanu el origen de la historia. Junto a Muerte de un jugador, estrenada un par de años después y que cuenta con un jovencísimo De Niro en su reparto, son de las pocas películas conocidas Hancock, un director con una carrera muy modesta y pocos títulos.

Esta La maldición de los Bishop es un buen ejemplo del cine de guerrilla estadounidense de esa época. Desde La noche de los muertos vivientes de Romero, muchos cineastas se lanzaron a la aventura de rodar películas de bajo presupuesto y muchas compañías y estudios cinematográficos se embarcaron en la tarea seleccionar la película que triunfase y les diese un alto rendimiento económico a cambio de una inversión irrisoria. Se estima que La maldición de los Bishop costó unos 250.000 dólares, cifra similar a los 325.000 de Halloween en el año 78 o los 300.000 de la Phantasm de Coscarelli un año después; o los poco más de 100.000 dólares que se gastó Romero en  La noche de los muertos vivientes, por ofrecer un poco más de contexto. Todo este tipo de producciones comparten características como pocas localizaciones, un reparto desconocido e incluso a veces amateur, pocos o ningún efecto y realizaciones en su mayoría bastante torpes. Muy en la línea de lo que se hacía en otros países. Lucio Fulci siempre trabajó con presupuestos irrisorios para rodar sus películas. 

Edward Hopper estaría contento


La maldición de los Bishop es una película de terror psicológico, al menos en sus dos terceras partes de metraje. Narra la historia de un matrimonio, Duncan y Jessica, que junto a un amigo, Woody, dejan Nueva York para empezar una nueva vida como agricultores en una granja recién adquirida por Duncan con sus últimos ahorros. Jessica ha pasado seis meses en el hospital debido a un brote psicótico, y ahora que parece curada, deciden cambiar los aires convulsos de la gran ciudad por la tranquilidad del campo. A la llegada a su nuevo hogar descubren a una ocupa, Emily, a la que invitan a quedarse con ellos. Porque esta película se estrenó en 1971 y refleja el mundo hippie y sus sueños rotos. Duncan es un afamado músico de una filarmónica que decide irse a cultivar patatas al campo. Como Woody, su amigo. O la nueva chica del grupo, Emily, que deja la universidad varias veces para vagabundear de un sitio a otro. Viven en una casa sin luz eléctrica, se bañan en el río y venden parte del mobiliario para poder comer hasta que la cosecha esté lista. Son tan pintorescos que hacen la mudanza de Nueva York a esta granja en un coche fúnebre, porque es la opción más barata. Pero lejos de idealizar esta vida, La maldición de los Bishop nos muestra la resaca posterior a la gran fiesta, un sueño roto semilla del desencanto posterior. La revolución conservadora que se está incubando es producto del fracaso de los sesenta, es su reverso oscuro.

Empezar y acabar con un mismo plano está al alcance de pocos


La película tiene un ritmo pausado y a veces contemplativo: los efectos de sonido, sobre todo del viento, los paisajes de la granja y el lago, la niebla... Juega también con la idea de realidad y sueño. O en este caso más concreto, realidad o locura. Jessica sigue escuchando voces en su cabeza. A veces son susurros de personas desconocidas y otras veces son sus propios pensamientos. Para eso se utiliza el recurso de la voz en off. Jessica nunca está del todo segura de si las cosas que ve son reales o no. Un poco como sucedía con los protagonistas de Imágenes (1972) y Amenaza en la sombra (1972), que parecen perder la cordura. Jessica es una mujer frágil, rota y dependiente incapaz de salir de su propio laberinto. Su enfermedad mental tiene un costo, material e inmaterial, en su vida. Estar enferma supone para Jessica la quiebra de su matrimonio y la quiebra económica. El fracaso de un proyecto colectivo también acarrea el fracaso personal y muchas vidas rotas por el camino. 



La maldición de los Bishop también se la puede catalogar de gótico sureño. Un gótico sureño muy libre, pero gótico sureño al fin y al cabo. El título en español alude a la familia Bishop, antigua propietaria de la granja en la que ahora viven el grupo de amigos, y también a su maldición. En 1880 se ahogó Abigail Bishop en el lago que hay junto a la granja. Aquí la película hace un batiburrillo de fantasmas, vampiras y zombis que dan como resultado una macedonia sobrenatural bastante indigesta. Se insinúa que Emily, la chica que vivía de ocupa en la casa, puede ser esa Emily Bishop. O como una especie de Carmilla, una vampira que seduce a los hombres de la casa y los acaba convirtiendo en una especie de zombis con un final que rompe con todo lo que venía siendo el tono sutil de la película. Si nos fijamos en el póster, ya nos da una idea de cómo se quería vender la película: otra de zombis. La sombra de Romero era alargada, y La maldición de los Bishop no pudo o no supo sustraerse de esta influencia. A pesar de lo cual, de un final que desmerece lo que estábamos viendo hasta ese momento, La maldición de los Bishop es una película que, si te gusta el grano gordo setentero, merece la pena ver.