Imágenes es una película dirigida y escrita por Robert Altman y estrenada en 1972. Altman, que venía de filmar un par de años antes MASH y tenía una carrera en ascenso, hace en esta Imágenes lo que quiere. Es un tipo que como Kubrick, trabajó distintos géneros, como western, noir, drama, comedia y musical, pero que también se interesó por la mezcla de géneros. Esta Imágenes se puede clasificar como thriller psicológico de terror, por momentos bastante desconcertante. También bastante personal, como casi todas las películas de Altman. Cuenta también con otra estrella ascendiente de la época, Vilmos Zsigmond, como director de fotografía, que trabajaría con Altman en El largo adiós y cuya carrera incluye colaboraciones con Spielberg y De Palma entre otros. Su particular estilo es muy reconocible en Imágenes, donde tanta importancia tiene esa cámara fotográfica del marido de la protagonista. Que también cuenta con una estupenda banda sonora de John Williams. Altman estaba muy interesado en hacer del sonido una experiencia más envolvente. Y la protagonista, Susannah York, está enorme.

Imágenes narra la historia de Cathryn, una mujer ya de mediana edad y de su descenso a la locura. Un descenso que más que gradual, se muestra más como una exploración de la psique de la protagonista. A Imágenes se la compara, a pesar de que Altman inició este proyecto en los sesenta, con Persona de Bergman, Repulsión de Polanski y Giulietta de los espíritus de Fellini, todas películas de mediados de los sesenta. La película se inicia con la escena de Cathryn escribiendo un cuento infantil y cómo una llamada de teléfono de una amiga interrumpe este proceso creativo. En esa llamada, se cuela una voz que le dice que su marido, ausente en una reunión de trabajo, le está engañando con otra mujer. Se repiten las llamadas hasta que Cathryn decide descolgar todos los teléfonos de la casa. Y es que todo es simbólico en esta película. Ese gesto de desconectarse del mundo también es lo que sucede con su percepción de la realidad. Como la historia infantil que está escribiendo y que nos narra su voz en off, una metáfora que persigue unicornios y que a su vez se entreteje con la realidad de Cathryn.

La cámara omnipresente en la vida de Cathryn

A lo largo de la película vamos conociendo más sobre Cathryn, sobre su pasado, sus traumas, sus anhelos y sobre todo sus miedos. La ficción se mezcla con la realidad. Los momentos de disociación que padece Cathryn están rodados de distintas maneras. En una de las escenas en las que habla con uno de sus amantes muertos, a veces vemos a este hombre y otras Atlman sólo nos muestra una silla vacía. Como el doble que persigue a Cathryn, que a veces desaparece dejando a Cathryn contestándose a sí misma. Más simbolismo podemos encontrar en el puzzle, al que le faltan piezas y que Cathryn es incapaz de terminar. La joven Susannah, hija de uno de sus antiguos amantes, la propia casa de campo y su geografía, con el valle, las montañas, el lago, la pequeña cascada, el bosque... La narración muchas veces se convierte en un relato de hadas posmoderno, con la protagonista persiguiéndose a sí misma en en un laberinto borgiano infinito.

Rodada en Irlanda los paisajes son una chulada

Además, Imágenes cuenta con una factura técnica y una realización sobresalientes. Hay picados, contrapicados, zooms in, zooms out, transiciones entre escenas memorables... Y todo está al servicio de la historia, no del lucimiento del director. Es la particular forma que tiene Altman de contar audiovisualmente el descenso de Alicia por la madriguera del conejo. Si el flujo de conciencia, la inclusión de los monólogos interiores, supuso una revolución en las manera de narrar literarias y el surgimiento del Modernismo, la manera en la que Altman narra es un intento por capturar la complejidad de la psique de una mujer enferma, con toda su complejidad y su profundidad. Igual por eso no es una película fácil de ver si estamos acostumbrados a otro tipo de narrativas, pero si entras, Imágenes es una gozada. Otro tipo de terror setentero.