'Chocky' de John Wyndham: Don Quijote en Inglaterra
John Wyndham es uno de los escritores de ciencia ficción británicos más reconocidos. Y lo es curiosamente por su década gloriosa, la de los años cincuenta. En las décadas anteriores publicó sin mucho éxito varias novelas y relatos, pero no sería hasta la aparición de El día de los trífidos en 1951 cuando su obra alcanzaría el reconocimiento. Novela no tan conocida hoy en día pero de gran influencia en otras obras, desde Saramago a Atwood pasando por el cine de Alex Garland. Repitió fórmula con El kraken despierta en 1953, quizás motivo por el que se le colgó el cartel de querer copiarse a sí mismo. En 1955 publica Las crisálidas. En 1957 ve la luz otra de sus obras más recordadas, Los cuclillos de Midwich, que cuenta con varias adaptaciones cinematográficas y televisivas. En 1960 cierra esta etapa con Dificultades con los líquenes, una novela que le da pie para hablar de feminismo y de los problemas de la ciencia si cae en malas manos. Chocky, publicada en 1968, un año antes de su muerte, puede considerarse la coda a estos años donde concentra lo mejor de su obra.
Chocky es una novela corta, muy breve. No es que John Wyndham se dedicara a escribir mamotretos, pero Chocky se lee en un suspiro. Dividida en doce capítulos narra la historia de un niño de doce años, Matthew, y su supuesta amiga invisible Chocky, con la que mantiene diálogos y diatribas que a ojos de sus padres son muy extraños. Y de la extrañeza pasan a la preocupación: ¿se está volviendo loco su hijo? Pero Wyndham no se preocupa en mantener el interés en si es real o no Chocky, ya que queda claro casi desde el principio y remarcado al final que Matthew no se está inventando nada ni está loco. Chocky es una inteligencia extraterrestre capaz de viajar a través del espacio y el tiempo y que habita en Matthew. Es a través de los ojos de Matthew como Chocky conoce nuestro mundo. Y es lo interesante de la novela. No va sobre posesiones o abducciones, sino sobre cómo vernos desde fuera. Y va de lo general, de los problemas de nuestras sociedades, con especial hincapié en un discurso protoecologista, a lo particular, cuestionando la propia estructura familiar de Matthew. Como en Dificultades con los líquenes, sorprende cierto discurso feminista, como el que hace en las primeras páginas sobre la maternidad, cuestionando cuánto tiene de biología y cuánto de presión social. También hay sobrevolando un discurso sobre la educación, algo que estaba en el ambiente de la época. Una de las últimas películas del Free Cinema inglés de los sesenta trata este tema, If...., con Malcom McDowell en uno de sus primeros papeles.
Chocky pertenece a la corriente más contemplativa de la ciencia ficción en boga por los sesenta, más introspectiva y psicológica. No hay personajes enfrentándose al apocalipsis, no hay guerras y no hay violencia ni acción como en sus otras novelas. Contemplamos nuestro mundo y nuestra sociedad desde el punto de vista de un explorador de otro planeta, pero cuya visión está contaminada por la inocencia de hacerlo a través de un niño. Damos muchas cosas por sentadas y sólo es esa inocencia e ingenuidad de contemplarlas por primera vez cuando se nos puede ocurrir cuestionarlas. El camino es el diálogo, que podríamos calificar de socrático, entre Matthew y Chocky. Chocky le hace preguntas a Matthew y este se ve obligado a responderlas, y en esa respuesta está también implícita la mirada crítica y el conocimiento. Como cuando le enseña a dibujar, actividad que en principio no se le da demasiado bien a Matthew pero que gracias a Chocky empieza a disfrutar: ahora ve las cosas de una manera diferente. Aprende a mirar, sale del mundo de las sombras para alcanzar el conocimiento.
Chocky es la novela que más se aleja de la obra de John Wyndham, donde incluso desaparece casi por completa una de sus características: su peculiar sentido del humor socarrón. Sin embargo es la novela más humana del autor, que podríamos encuadrar en la tradición literaria española con Miguel Delibes por su profundo humanismo. Si Delibes se hubiese dedicado a la fantasía, hubiese escrito este libro, uno de los más quijotescos que ha dado la literatura anglosajona. Y después de esta serie de boutades, recomendar su lectura. Afortunadamente la obra de Wyndham está accesible en castellano. Si controlas el inglés las ediciones de Penguin de lomos naranja son una chulada. Próxima parada: Las crisálidas.
Wyndham, J. (1970). Chocky. Penguin.
Wyndham, J. (2010). Chocky. Minotauro
Wyndham, J. (2010). Chocky. Minotauro
15 de septiembre de 2022, 9:03
De Wyndham me quedan Los cuclillos de Midwich para haber leído sus libros más conocidos, y Chocky es de los que más se aleja. Es muy breve, y efectivamente, apenas sucede nada más allá de los diálogos entre Chocky y Mattew, y como estos afectan a su forma de ver el mundo, y a cómo lo que va conociendo tiene que quedar en secreto.
Aunque no esté relacionado con la trama fantástica, una de las cosas que más me sorprendió fue esa referencia al principio a lo relacionado con la familia y la presión social que el narrador y su esposa sufrían, mencionando de pasada esas tandas de cuatro y cinco sobrinos que parecían hacer de menos a una familia de cuatro miembros.
17 de septiembre de 2022, 12:20
Pues terminada Las crisálidas ya puedo decir que me he leído todo lo gordo de la obra de Wyndham. Tendría que releer El día de los trífidos, que recuerdo que en su momento me gustó mucho. Pero el orden en el que he leído sus obras estos años para mí ha ido de menos a más. Tengo un libro suyo de relatos y no sé si esperar un poco o hincarle ya el diente.
Chocky tiene un aire de novela juvenil. Porque al final el foco lo pone Wyndham en el padre de Matthew, al que convierte en protagonista y testigo de estos intercambios de su hijo con Chocky, pero algo de novela iniciática también tiene.
Los cuclillos de Midwich me gustó, pero peca de querer meter muchas opiniones con calzador. En Chocky hay una crítica a la familia, la maternidad y la educación pero que en ningún momento me pareció que entorpecieran el avance de la trama, cosa que en Los cuclillos de Midwich, a mi juicio, sí pasa.
Sólo puedo decir que muy fan de Wyndham. A lo mejor va siendo hora de investigar un poco más y leer alguna de sus obras menos conocidas. Pero eso será si las señoras victorianas me dejan xD.