The Imago Sequence and Other Stories es el primer libro de Laird Barron ese señor con parche.
Aunque ya llevaba unos cuantos años publicando historias en revistas y antologías diversas, este es su debut como escritor profesional. Nueve historias que lo descubrían como uno de los mejores narradores de su generación y que aunque se mueven por distintos terrenos, tienen en común lo que se ha venido a llamar horror cósmico. Algunas tienen toques de hardboiled, otras de ciencia ficción, pero el denominador común de todas es el elemento fantástico, siempre terrorífico, que hace acto de presencia.


Como los viejos escritores pulp de principios de siglo, una fuente importante de los ingresos de Laird Barron son sus relatos, la mayoría escritos por encargo. Ocho de los nueve relatos que forman el libro fueron publicados antes en revistas y antologías. Lo que es algo llamativo, no por el hecho en sí, sino porque la sensación que uno tiene al leer el libro es la de unidad, la de un todo. The Imago Sequence and Other Stories son distintas variantes de un mismo tema. Es algo que repetiría en sus siguientes dos colecciones de relatos.


Ground Control to Major Tom


Desde Old Virginia, el primer relato, hasta The Imago Sequence, el último, los protagonistas de Barron no buscan lo oculto, simplemente se encuentran con ello. Este elemento disruptivo es el que utiliza Barron para generar una tensión narrativa que nos tiene en vilo y en el mayor de los casos nos pone los pelos de punta. Como en los relatos de Julio Cortázar, la otredad, esa otra realidad que hace acto de presencia y que amenaza nuestra realidad, es la que acaba devorando a los personajes.  


Barron siempre en mi equipo

Pese a ser un señor con parche que podría cultivar el misterio a lo Thomas Ligotti, Laird Barron se prodiga bastante en entrevistas y podcast. Si alguna vez os asomáis a esa otra vertiente suya, descubriréis a un tipo inquieto, curioso y amable, que no tiene problema en compartir un rato de su tiempo para disertar sobre cine y literatura. Y si sólo te interesa su obra, pues está bien también.  Puede gustar más o menos lo que escribe, pueden gustar más o menos sus opiniones, pero es difícil no querer a Laird Barron, excepto que seas el imbécil de T. S. Joshi, el señor del parche.