Maniac Cop (1988) es una película de terror de bajo presupuesto dirigida por William Lustig, escrita por Laary Coen y protagonizada por Tom Atkins, Bruce Campbell y Robert Z'Dar. La película llega ya cuando el cine de terror comercial iniciaba su declive, especialmente el subgénero del slasher. El policía maníaco imita a los asesinos sobrenaturales de sagas como Viernes 13 y Halloween. Esta Maniac Cop gozó—y goza todavía— de un estatus de culto, a lo que contribuyeron factores como el guionista, Larry Coen, y el reparto. A Tom Atkins lo hemos visto en pequeños papeles en La niebla (1980) y Rescate en Nueva York (1981), además de como protagonista en Halloween III (1982); qué decir de Bruce Campbell y la saga Posesión infernal. Luego está Larry Cohen, que además de guionista ha dirigido pelis de culto como The Stuff (1985) y La ambulancia (1990).
En Maniac Cop un asesino vestido como policía anda suelto por las calles de Nueva York. Las autoridades intentan en un primer momento obviar la posibilidad de que el asesino sea realmente uno de los suyos, un policía. McCrae, personaje interpretado por Atkins, es el encargado de investigar los asesinatos. Aquí Cohen se marca un Psicosis, haciendo de McCrae el protagonista de la película hasta el tercio final, donde el personaje de Campbell, el agente Jack Forrest, que hasta entonces sólo era un falso culpable, retoma la investigación de los asesinatos.
Camarero, hay un Sam Raimi en mi película
Uno de los aciertos de la película es la de presentar a este asesino sobrenatural siempre entre sombras, envuelto en misterio. Se desvela su identidad y parte de su pasado, pero poca cosa: todo es funcional a la trama de la película. Durante gran parte de la película sólo vemos su figura ataviada con el uniforme de policía, pero no su cara, que intuimos desfigurada como sus manos. El uso de guantes blancos es un guiño a los gialli italianos de los setenta. El ocultar casi siempre su rostro bajo sombras cumple la función de convertirlo en un ente sobrenatural y aterrador.
Maniac Cop fue un fracaso en cines, pero se convirtió en un éxito de videoclub. Gracias a esa segunda vida en VHS llegó Maniac Cop 2 (1990). Más o menos el grueso del equipo de la primera película es el responsable de la secuela, con Lustig dirigiendo y Cohen en el guion.
Si en la primera película Bruce Campbell pasaba de secundario a protagonista, en Maniac Cop 2 todo apunta a que va a ser protagonista desde el principio. Otro engaño más de Cohen y Lustig, que se ventilan al personaje que interpreta Campbell en el primer tercio de la película, centrándose en la nueva pareja protagonista de esta entrega: Robert Davie y Claudia Christian. Davie interpreta al detective Sean McKinney, con su sombrero, gabardina y cigarro colgado del labio, y Christian da vida a la psicóloga policial Susan Riley. Juntos se encargarán de investigar y de dar caza a los dos asesinos que están aterrorizando Nueva York: el policía maníaco y el asesino de bailarinas.
Como en la primera película, acierta en mezclar el slasher con el terror urbano, tan en boga a finales de los setenta y durante los ochenta. El deterioro de los servicios públicos y de las condiciones materiales en las ciudades estadounidenses llevó a que estas vivieran auténticas olas de criminalidad. Cordell, el policía maníaco, es un producto típico de esta época, víctima y a su vez victimario. En esta secuela su presencia y caracterización es más monstruosa, también es un agente activo, que le lleva a aliarse con otro asesino en serie. La película contó con un presupuesto mayor a su predecesora, luce en todo mejor, y se gasta ese extra de dinero en más y mejores escenas de acción. Hasta cierto punto, recuerda a títulos de acción del cine de Honk Kong: entorno urbano muy violento.
Cuando te atragantas con un polvorón en navidad
La parte negativa de la película es la de mostrar al monstruo: Cordell se pasó la primera película entre sombras, a través de las cuales a penas atisbamos su rostro desfigurado. En la secuela Cordell sale de esas sombras mostrando un rostro cadavérico y desfigurado. Igual sucede con llevar la película más hacia el terreno de la acción. Cordell se olvida por momentos de su porra-cuchillo para dominar las armas de fuego, convertido en un monstruo sobrenatural prácticamente invencible. Las víctimas sólo sobreviven porque, por algún motivo, Cordell prefiere dejarlas vivir. Otro cambio respecto a Cordell es el referente a su pasado. En la primera es un policía condenado por su brutalidad. Eficiente pero molesto para los de arriba cuando esa brutalidad llega a los medios. En esta secuela Cordell es un policía ejemplar que es condenado y encerrado por investigar los chanchullos de los de arriba.
Con Maniac Cop 2 ya estaríamos, ¿no? Pues en eso una nueva compañía adquirió los derechos de la saga y llegó Maniac Cop 3: Badge of Silence (1992), lanzada directamente en vídeo sin pasar por las salas de cine. Larry Cohen escribió un guion que no gustó demasiado a los directivos de la compañía, que tampoco quisieron pagarle el dinero que pedía por una reescritura, así que acabó saliendo del proyecto. William Lustig tampoco andaba muy contento con el proyecto, que acabó abandonando antes de finalizar y firmó con pseudónimo. Joel Soisson tuvo que acabar de dirigir la película, que tampoco firmó con su nombre. Lustig dejó el proyecto cuando se dieron cuenta de que tenían poco más de cincuenta minutos de película y había que escribir y dirigir nuevas escenas, de lo que se ocupó Soisson. También fueron un poco perros y aprovecharon metraje de las anteriores películas, dando como resultado una película hecha de insertos bastante mal integrados con lo ya rodado.
El motivo de Maniac Cop siempre fue el de un crossover de Frankenstein con The French Connection. Es la historia de Cordell, un policía brutal y eficaz que acaba juzgado y condenado cuando descubre las conexiones entre el hampa y sus jefes. Asesinado en prisión por los que ayudó a encarcelar, vuelve a la vida convertido en ese Frankenstein urbano que siembra el terror en Nueva York. La idea de Cohen para esta tercera entrega era la de buscarle una novia a este Frankenstein moderno. Para ello, Cordell, muerto y enterrado con honores en la anterior entrega, es resucitado por un brujo vudú. ¿Por qué? Porque patatas. Ahora Cordell, que asesinó a su novia en la primera película, quiere una chati. La afortunada es una policía apodada maniac Katie, que es herida en un tiroteo y acaba en en estado vegetativo en el hospital.
No dejan de aparecer Raimis en mi televisor
La película se sostiene gracias a Robert Davie, que vuelve a interpretar al detective Sean McKinney. Como nota curiosa, aparece Robert Forster con un pequeño papel. No hay datos sobre presupuestos ni ganancias, pero Maniac Cop 3 destila falta de dinero por todos lados, sobre todo comparada con la anterior y sus grandes escenas de acción; toda la pasta se va en las escenas finales, con un Cordell ardiendo persiguiendo con su coche la ambulancia donde va McKinney. También pierde parte de ese encanto urbano que tenía, el de un Frankenstein policía suelto por la ciudad de Nueva York, introduciendo un tema como el de la manipulación mediática un poco porque sí.
Con tanta madera podemos hacer una hoguera
La franquicia Maniac Cop (1988-92) no es tan bien conocida y famosa como otras sagas de terror de los ochenta, sobre todo si hablamos de las secuelas. Parte de un concepto interesante, el del policía Frankenstein, a veces no muy bien ejecutado. En cualquier caso, se aleja de los slashers típicos de los ochenta, aunque cuente con su propio monstruo particular. Afortunadamente, Maniac Cop se ha salvado, por el momento, de un remake o reboot. Lo que nunca cambia es la máxima de «mucha policía, poca diversión».
But I will come for you in the evening, ragged and bleeding
La evidencia (2013) es una película dirigida por Olatunde Osunsanmi y protagonizada por el de True Blood Stephen Moyer y la de Silent Hill Radha Mitchell. En La cuarta fase (2009) Osunsanmi ya tenía alguna cosa peculiar, como ese estilo a la hora de dirigir tan videoclipero, con mucho paneo y la cámara espídica moviéndose todo el rato. También usaba la pantalla partida con imágenes supuestamente reales, que no terminaba de cuajar. En La evidencia Osunsanmi mezcla ese estilo videoclipero con metraje encontrado, creando un contraste que tampoco termina de funcionar del todo.
Reese y Burquez, los detectives interpretados por Moyer y Mitchell, son los encargados de investigar las grabaciones encontradas en la escena del crimen en mitad del desierto. En esas imágenes se puede ver a los pasajeros de un autobús y a un asesino, con la cara oculta, que los tortura y asesina. Una mezcla entre slasher y thriller que acaba tirando más por lo segundo, bebiendo de clásicos de los noventa como Seven o El silencio de los corderos. La evidencia tiene un girito final con regusto a Kojima, porque esta película, por cómo está dirigida, por la estética y la fotografía, parece un videojuego.
Los olvidados de Phoenix (2017), o su más molón título en inglés, Phoenix Forgotten, es una película dirigida por Justin Barber y escrita por T. S. Nowlin. Esta es una de las peli que podrían formar parte de algún volumen de Alerta OVNI. La película se basa en un incidente, el del avistamientos de luces en Phoenix, Arizona, atribuidas a naves alienígenas que tuvieron lugar en 1997.
En Los olvidados de Phoenix, tres adolescentes que son testigos de esas luces y comienzan a grabar un documental sobre este avistamiento desaparecen en el desierto. La hermana pequeña de uno de ellos, veinte años después comienza a grabar otro documental sobre las luces y la desaparición de su hermano mayor y sus dos amigos. Consigue recuperar una segunda cámara con la que su hermano estaba grabando el documental, recuperando las imágenes finales de su desaparición en el desierto.
La película es puros noventa, como un capítulo de Expediente X. Aparece un tropo no muy habitual que es el de los anasazi, pueblo indígena norteamericano, sobre el origen de las luces. Que Oren Peli se gastara cinco millones en la mierda de Área 51 y Los olvidados de Phoenix no costase ni tres millones es para colgarlo de una farola.
Como en el caso de la película anterior, The Poughkeepsie Tapes (2007) suena mucho mejor que su título en castellano, Recuerdos perversos. The Poughkeepsie Tapes es una película dirigida por John Erick Dowdle y escrita por Dowdle y su hermano Drew. Los hermanos Dowdle están detrás del remake de Rec (2007), Quarentine (2008), y de As Above so Below (2014), ambas metrajes encontrados. Además, John dirigió la ya olvidada y algo maltratada en su momento Devil (2010), con Drew como productor ejecutivo. Iba a formar parte de una trilogía de terror urbano producida por Shyamalan que se quedó en agua de borrajas.
The Poughkeepsie Tapes toma la forma de falso documental sustentado por la aparición de unas supuestas cintas sobre asesinatos grabadas por un asesino en serie. Un asesino en serie cuya característica es que siempre va dos pasos por delante de la policía. Trata temas bastante jodidos, como la violación de menores. Donde acierta la película es en no mostrar algunos de los temas abiertamente, dejándolos a la imaginación de espectador. Frente a otras películas de la época como Saw y Hostel, The Poughkeepsie Tapes no se regodea en el gore: sugiere más que muestra.
The Poughkeepsie Tapes fue una película de culto y durante mucho tiempo un lost media en toda regla. Se presentó en un festival en 2007, la Metro-Goldwin Mayer la compró y la programó para estrenarse en 2008. ¿Qué pasó? Que ya anunciada en trailers y cinco días antes de su estreno la MGM canceló el estreno. Literalmente, una película anunciada para estrenarse, se metió en un cajón y nunca más se supo. Sabiendo de la temática, asesinatos grabados por un asesino en serie, se formó toda una leyenda urbana alrededor de la película. ¿De verdad era tan fuerte su contenido que el estudio decidió cancelar el lanzamiento? ¿Las cintas de los asesinatos eran reales? En 2010 se filtró una copia de la película, la única forma de verla legalmente durante años. En 2014, para sumarle aún más culto a la película, ésta estuvo disponible en una plataforma de vídeo en streaming... durante una semana. Luego volvió a desaparecer hasta el lanzamiento en DVD y Blu-ray por parte de Scream Factory en octubre de 2017.
El metraje encontrado y el falso documental han sido y son todavía una de las formas dominantes que adopta el terror actual. Es un formato más económico a la hora de producir y juega con la veracidad del relato en tiempos de la posverdad. Bien sea por una campaña de publicidad bestial como con El proyecto de la bruja de Blair o por puro azar como en The Poughkeepsie Tapes, manipular —o intentarlo— la percepción de la realidad para presentar unos hechos como ciertos sigue siendo uno de los puntos fuertes del género. Aunque para qué negarlo, todos hemos pensado alguna vez en qué hacía esa muchacha corriendo por el bosque a oscuras con una cámara de la mano.
Existen películas que son un parteaguas, hay un antes y un después de ellas. Pasó con Parque Jurásico (1993) y la revolución sobre los efectos digitales que desató. Uno de esos hijos de Parque Jurásico, la trilogía de El señor de los anillos (2001-03), volvió a desatar otra revolución similar. Una de esas películas que se quedó a medio camino fue Gladiador (2000); no llegó a aprovechar todo el potencial de los efectos digitales pero fue suficiente para marcar toda una época, devolviendo la popularidad a un género muerto y enterrado como el de espada y sandalia. Con esa película Ridley Scott puso de moda otra vez el peplum, así como suena. Combinado con la llegada de El señor de los anillos (2000) y el uso del CGI, pronto películas como Braveheart (1995) envejecieron décadas. Así llegaron a los cines El rey Arturo (2004), Troya (2004) y Alejandro Magno (2004). Y con ellas otra multitud de copias como La legión del águila (2011), Centurión (2010) o La última legión (2007), aunque en este caso bajo el influjo de otra película, la 300 (2006) de Zack Snyder.
Había que huir de la fantasía e intentar vender una película histórica, al menos en apariencia. El rey Arturo (2007) fue dirigida por Antoine Fuqua, escrita por David Franzoni —que venía de coescribir Gladiador— y estaba protagonizada por Clive Owen y la por entonces joven estrella, Keira Knightley.
La película, pese a contar con un presupuesto de 120 millones de dólares, se ve mucho más barata que Troya y Alejandro Magno, todas del mismo año. La primera contó con 185 millones de presupuesto, la segunda con 155. Son cantidades mayores, pero tampoco tan significativas para justificar lo pobre que se ve El rey Arturo. El diseño de producción no es muy allá, la fotografía tampoco luce bien, salvo, inexplicablemente, algunos primeros planos que parecen de otra película. Y tampoco hay un CGI exagerado. El rey Arturo parece una película rodada cuatro años antes, sin la influencia de El señor de los anillos. También sufrió de censura por parte de los directivos, que obligaron al director a eliminar la sangre y las escenas más violentas de la película para hacerla adecuada a una calificación PG-13. Chorradas como que la flecha que aparece clavada en la cabeza de un actor aparezca ahora clavada en el pecho. En eso se fue parte del presupuesto, no en mejorar lo que había sino en rehacerlo para que fuera apto para un público adolescente. Vas sumando cosas, y lo que debería de haber sido una película de aventuras sin más pretensiones, acabó recibiendo tan malas críticas que no acabó de funcionar muy bien en taquilla.
Daryl cazando zombis en The Walking Dead
Luego la película también tuvo sus fallos propios, no todo es culpa de unos malvados directivos y de un público analfabeto que no sabe lo que quiere. Sí, hay planos aéreos y mucha grúa al principio de la peli, que se nota que hay pasta, pero también hay un guion ridículo que intenta soplar y sorber a la vez. Quieren alejarse de la leyenda y acercarse a un supuesto personaje histórico real, pero Merlín es una especie de Saruman/Gandalf y Ginebra es representada como una Legolas femenina con arco. ¿En qué quedamos? Luego está esa problemática ideología británica: la invasión romana. Sucede lo mismo en España, que los fenicios vinieron a la península, luego los griegos, los romanos, los visigodos... pero lo de los musulmanes fue una invasión. En ese intento de hacer del rey Arturo un personaje histórico real lo acaban convirtiendo en un britón defensor de la libertad. Arturo es britón, ni invasor romano ni sajón. Le faltó hacer balconing en Mallorca.
Profesional, muy profesional
La película también ha tenido una vida posterior: no se ha convertido en un clásico de culto, ni mucho menos, pero ha dejado unos cuantos titulares. Keira Kightley denunció cómo se usó Photoshop para aumentarle los pechos en el póster oficial de la película. Cosas que sucedían hace poco más de dos décadas y que hoy nos parecen aberrantes. También está el bromance entre Hugh Dancy y Mads Mikkelsen que se anticipaba a Hannibal (2013), serie de la que serían protagonistas una década después. Y luego está el propio personaje que interpreta Mads Mikkelsen, Tristan, una suerte de Aragorn, del que no tengo pruebas pero tampoco dudas, que influyó en la creación del personaje de Daryl Dixon en The Walking Dead (2010). No hay que olvidar que Daryl no aparecía en los cómics. Tristan es un personaje así con pelo largo grasiento, mal afeitado, experto rastreador y en el tiro con arco... ¿nos suena de algo?
Troya (2004) está dirigida por Wolfgang Petersen, escrita por Daniel Benioff y protagonizada por Brad Pitt, acompañado de un reparto que incluyó grandes nombres como Eric Bana, Legolas Orlando Bloom y Brian Cox. Además, Sean Bean no muere en la película.
La película es como ver un accidente a cámara lenta. Accidente del que todo el mundo se desentiende y culpa a Petersen. Troya fue un proyecto que ruló por los estudios y fue ofrecido a varios directores, entre ellos Terry Gilliam y Christopher Nolan, hasta que aceptó el encargo Petersen. Algo bastante común, por otra parte. La película contó con unos 185 millones de presupuesto y recaudó casi 500, convirtiéndose en un éxito de taquilla, pero obtuvo tan malas críticas que Petersen salió escaldado. Un Petersen que venía de dirigir Air Force One (1997) con Harrison Ford y La tormenta perfecta (2000) con George Clooney, ambas éxitos de taquilla.
¿Qué lastró Troya? Porque la película tenía pasta y además luce de lujo. Así como El rey Arturo se ve barata, vacía, con decorados de cartón piedra y un diseño de producción algo pobre, Troya es todo lo contrario: mucho plano aéreo, batallas de grandes multitudes, escenarios realistas, peleas bien coreografiadas... La película falla en ser la nada más insulsa. Aquí los directivos volvieron a meter mano eliminando todo rastro de violencia y sexo, además de convertir a Aquiles en un personaje de videojuego y obviar su relación con Patroclo, porque cómo va a ser gay si lo interpreta Brad Pitt. Los palos de la crítica que se llevó la peli no gustaron a algunos miembros del reparto, como Brad Pitt, que la tachó de comercial, o Peter O'Toole, que se queja de salir poco, culpando a Petersen. Luego está Orlando Bloom, que es tonto y debería de dar gracias, con lo malísimo actor que es.
Brad Pitt imitando a Enrique Bunbury en el gesto de morderse los carrillos para parecer intenso
La película cae del lado de la épica de El señor de los anillos, con héroes peleando en grandes batallas. Y la verdad es que Petersen consigue algo bien difícil, como que luzcan bien esos héroes y esas batallas a plena luz del día. Hay un trabajo importante en fotografía para recrear esa luz mediterránea. También anda por ahí metido Nigel Phelps en diseño de producción. Phelps, nombre no muy conocido, es el responsable del diseño de la Gotham de Tim Burton, por ejemplo. Las armaduras y las armas, cómo brillan y cómo lucen, son responsabilidad suya. El diseño de vestuario es cosa de Bob Ringwood, también responsable del vestuario en la Batman de Burton, además de participar en Excalibur (1981) y Dune (1984). Por eso la película se ve tan bien.
El desembarco de Normandía
Me parece injusto que cuando las críticas son malas se atice al director, como Brad Pitt diciendo «Bueno, yo sólo pasaba por aquí». Pero eso tampoco significa que Petersen, el director, no tenga responsabilidad en esas críticas. La decisión de condensar diez años de guerra en unos días es cosa suya, porque poner un cartelito que diga al espectador «2 años después en Troya» consideraba que le iba a despistar. Así que si la película es un cascarón vacío, tampoco es culpa sólo de unos directivos imbéciles.
Como película forma parte de una época, la inaugurada por la caída de las Torres Gemelas en 2001. El rey Arturo hablaba de invasiones y libertad. Troya va por el sentido contrario: una denuncia de la guerra, con el rey Agamenón representado como un rey déspota y con Aquiles como guerrero egoísta casi hasta el final. Por boca de Petersen, el presidente Bush es Agamenón y Troya el horror de la guerra de Irak. El problema es que lo visual, ese atractivo diseño de producción, se come el mensaje. El imperialismo, el sufrimiento, el horror, el uso de la fuerza para resolver conflictos... todo está en la película, pero te acabas fijando más en cómo brillan las armaduras.
Alejandro Magno (2004) está escrita y dirigida por Oliver Stone, en colaboración con Christopher Kyle y Laeta Kalogridis, y cuenta con un reparto de grandes nombres encabezado por Colin Farrell, Val Kilmer, Angelina Jolie, Anthony Hopkins y Jared Leto. Si El rey Arturo y Troya son un aprovechar la moda del momento por parte de los estudios de Hollywood, Alejandro Magno es una obra de autor. La visión personal de Oliver Stone, tan fascinado desde siempre por el poder y los grandes nombres.
En Troya Petersen no quería que el espectador se perdiera o se distrajera, por eso condensó la acción de la guerra de Troya en unos días. Oliver Stone es más de «sujétame ese cubata». La película es un constante ir y venir a través de la biografía de Alejandro: ahora te cuenta un episodio de la infancia, luego la batalla de Gaugamela, luego vuelve a la adolescencia, y así toda la película. Y funciona. Ni te acabas perdiendo ni te distraes; o igual sí te pierdes un poco, porque la película fue un fracaso de taquilla, siendo uno de los filmes de Stone en los que el estudio acabó perdiendo dinero. Las críticas se merendaron la película a cuenta de la narrativa fragmentada y de los monólogos grandilocuentes que salpican toda la película. Como El rey Arturo y Troya ha tenido distintas versiones y montajes, pero la diferencia es que en Alejandro Magno no hubo imposiciones del estudio en cuanto a sexo y violencia. Hay violencia, sexo y Alejandro es retratado tanto con hombres como con mujeres. Los distintos montajes se deben a esa visión autoral de Stone, en busca de una mayor fluidez en la narración. Así que minipunto para Stone en este apartado.
La película trata de ser rigurosa históricamente, y aunque cuenta con un apartado visual apabullante, este pasa a un segundo plano con Stone centrándose más en el desarrollo psicológico de los personajes. Porque aquí los personajes son más que un NPC, una cáscara vacía; los personajes tienen vida propia. Alejandro está caracterizado como líder ambicioso, egoísta muchas veces, mesiánico y manipulador en su relación con sus compañeros. Quizás es en lo que falla la película, en combinar estos dos elementos, la épica de lo narrado y la psicología de los personajes. Porque Oliver Stone es un puto loco. Vista en versión original, la parte del reparto que interpreta personajes macedonios usa un acento entre irlandés y raruno, en contraste con los personajes griegos, con acento británico estándar. Se supone que quería recrear a los macedonios como pueblo semibárbaro. Luego está Angelina Jolie, que dice que intentaba imitar el acento albanés. Claro que sí, cariño.
Alejandro Magno también tiene algo que decir de su época. Alejandro dirige sus ejércitos hacia Asia para conquistar Persia, como EEUU lo hace para invadir Irak y Afganistán. Alejandro lleva el helenismo a Asia, EEUU la democracia. A diferencia del 300 de Zack Snyder, el otro no aparece retratado como monstruo. Aunque en descargo de Snyder hay que decir que esa visión del oriental como inhumano ya estaba en el cómic de Frank Miller. No deja de ser curiosa la perspectiva que te da el tiempo para analizar el pasado.
En unos años vais a hacer burpees, a daros duchas frías y a tradear con criptomonedas
A pesar de llamar a esta entrada «La tarrina de los cedés» y de tener copia piratilla de las tres películas, llegué a ver Troya y Alejandro Magno en el cine. De esa época en la que ibas al cine sin saber qué ver y lo decidías momentos antes de comprar las entradas. El cine de Antoine Fuquanunca me ha interesado, siendo como es el director de confianza de Denzel Washington, señor que me da bastante pereza —aunque camine mejor que nadie, como bien señala Joaquín Reyes—. Por contra, el cine de Wolfgang Petersen sí me ha interesado más: ha dirigido una de mis pelis de culto favoritas de los ochenta, Enemigo mío (1985). Y luego está Oliver Stone, responsable de The Doors (1991), película para adolescentes flipaos que tocan en una banda de rock. Sí, llegué a saberme todos los diálogos de la película de memoria.
¿Qué pasa hoy 21 de noviembre de 2025? Que Repion saca disco. Vaya turra voy a dar.
Hace ya una década hablé aquí y aquí de mis pódcast favoritos. Ahí hablaba de lo amateur del formato en España, en contraste con EEUU, donde ya la década pasada había auténticos profesionales del medio. Al final lo que ha sucedido en España es que los grandes medios se metieron en el formato: el pez grande se comió al chico, una vez más. También compartía en esas entradas mi gusto por algunos podcast, que para mi sorpresa, salvo la excepción de Charrando de tebeos, todos siguen vivos y coleando; aunque ya no los escuche. Sucede un poco como lo que sucedió con los blogs, un primer momento donde estaban de moda, seguido de un bajonazo y una posterior normalización. Hoy se escuchan más podcast que hace diez años, pero la normalización del formato ha venido de los grandes medios y famosos. Casi hasta el más tonto tiene pódcast.
El mejor pódcast sobre cripipastas —curipi— en castellano, no admite discusiones. Pódcast dirigido por una sola persona, Snuff, que se dedica a locutar y comentar cripipastas. También lleva ya unos cuantos años convocando un concurso de cripipasta que él mismo se encarga de locutar y que la comunidad vota y comenta. Para mí es una cita fija todos los viernes. Cuenta con fansite y una comunidad, la normalada, que se ha expandido como el mycelium: hay grupo de fitness, de lectura, de off-topic, de videojuegos, de anime... y otros por los que es mejor no preguntar. En el grupo principal de Telegram podrás compartir experiencias curipi con otras personas y personajes recogidos de una cuneta de internet. Imperdible si te gustan los cripipasta. Eso sí, prepárate para el viaje. ¡Y cuidado con las escaleras del bosque!
Con la desaparición de Aguas Turbias, el trío quedó reducido a dúo: David y Snuff se montaron su propio chiringuito, el mejor pódcast de terror en castellano; probablemente porque sean el único, como les gusta decir. Durante años me alimenté de Aguas Turbias y su spin-off, La cola del escorpión. Con el final de esos pódcast —sniff, sniff—, llegó Estamos muertos... ¿o qué? Cada quince días analizan una película. Me gusta por la pasión y la rigurosidad que ponen, además de que es una forma guay de descubrir nuevas películas, porque salvo los programas de pago —uno al mes—, no suelen tirar por lo obvio ni la novedad. Japón, Italia, los setenta... El mejor pódcast de terror.
Si Estamos muertos.. ¿o qué? son el pódcast de cine de terror, Todo tranquilo en Dunwich es el de literatura fantástica. Érica Couto y José Luis Fortes tiran de pasión en cada programa para hablar de los libros que han leído y que recomiendan. Tampoco son un pódcast de novedades o de obviedades. Tienen cero prejuicios a la hora de abordar el género, lo cual es de agradecer. Me han descubierto decenas de lecturas y libros a los que difícilmente hubiese llegado por mí mismo. La pasión que le ponen es tan contagiosa que si te descuidas puedes acabar con una estantería llena de libros. La única pega es la regularidad, que aparecen y desaparecen varias veces a lo largo del año. Junto a Irma Pérez tienen un spin-off, Menudo barullo en Insmouth, al que no le termino de pillar el punto. Si te gusta la literatura fantástica y no tienes prejuicios, este es tu pódcast.
Lucius Shepard (1943-2014) fue un escritor de fantasía y ciencia ficción estadounidense. Tuvo una vida variopinta, viviendo en numerosos países y ejerciendo diferentes profesiones, hasta que en los ochenta comienza a escribir ficción. El cazador de jaguares es una colección de relatos influida en parte por su cobertura como periodista de la guerra civil en El Salvador y en parte por los años vividos en diversos países de América Central. Publicado originalmente en 1987 y recibiendo varios premios, en España el libro fue publicado en dos tomos por Martínez Roca en su colección Alcor: El cazador de jaguares (1990) y El hombre que pintó al dragón Griaule (1990).
No sé si alguien nacido en España puede llegar a entender Latinoamérica, sospecho que sí, pero para un anglosajón es casi imposible. Como muchos relatos están ambientados en América Central, se señala que el estilo de Shepard es el "realismo mágico, como Borges". Así, con un par. Ni Shepard ni Borges son representantes del realismo mágico, por si existen dudas.
En muchos relatos el materialismo moderno choca con formas de vida más apegadas a la tierra, como el el relato de da título al libro, El cazador de jaguares.En ese relato, un cazador de jaguares retirado debe dar caza a un extraño jaguar negro para pagar las deudas de su mujer. El acreedor es el hombre más poderoso y rico de la región, que quiere acabar con el jaguar para traer la civilización, y ya de paso ganarse un dinero. Aunque generalmente ambientados en Centroamérica, también hay relatos como La noche del Bhairab blanco, cuya acción transcurre en Katmandú. Allí un veterano estadounidense, que lleva una vida hippie de meditación y drogas, deberá hacer frente a unos espíritus. Aparecerán en muchos relatos la figura del veterano como protagonista, una especie de Rambo alcoholizado con trastornos mentales y problemas de adicción. A veces, como en Los ojos de Solitario, el conflicto entre lo nuevo y lo viejo toma forma de tragedia griega. Un triángulo amoroso entre un capitán del ejército, Claudio, su mujer Amalia y el hechicero Esteban, estos dos últimos indios patuca, acabará con la muerte de Esteban y la destrucción de Claudio. También sucede en Coral negro, donde el extranjero, en este caso otro veterano de nombre Prince, es juzgado por los habitantes de una isla del Caribe. Le engañan para que fume coral negro, una droga de la que se especula que pueden ser espíritus o alienígenas. En cualquier caso, el coral negro funciona como droga capaz de conectar a todos los habitantes de la isla telepáticamente. Prince escuchará las acusaciones de los habitantes y su veredicto en su cabeza: ¿merece vivir en la isla y ser uno más de ellos? ¿O recibirá su castigo por las faltas cometidas?
El hombre que pintó al dragón Griaule (1990) fue el nombre que recibió el segundo volumen del libro publicado por Martínez Roca. Abre con el relato Delta Dulce Miel, ambientado en Noc Lihn durante la guerra de Vietnam. Randall J. es un joven soldado encargado de custodiar los cadáveres de los militares caídos. Tímido y reservado, se transforma en poeta y líder radiofónico cuando interviene en la radio militar. A través de la radio contacta con la compañía fantasma Delta Dulce Miel. ¿Son reales? ¿Se abre la magia un pequeño hueco en mitad del la guerra?Cómo habló el viento en Madaket es una especie de Los sauces de Algernon Blackwood pasado por el tamiz de Stephen King. Un escritor huye del recuerdo de su exmujer y se refugia en una isla cerca de Nantucket, Madaket. Allí descubrirá su poderes psíquicos, pues es capaz de predecir o tener una intuición sobre el futuro. Estos poderes serán la causa de que un elemental, una especie de espíritu del viento, quiera llevárselo con él y acabar con todos los habitantes de Madaket.
La obra de Shepard bebe del desencanto: los hippies de los sesenta acabaron siendo devorados por un sistema que en muchos casos los convirtió en reaccionarios. No fue el caso de Shepard, que estas últimas semanas está siendo recordado por esos escenarios de guerra en Latinoamérica, una suerte de nuevo Vietnam, que aparecen en su obra. La administración Reagan aprendió del desastre de Vietnam, por eso llevó a cabo operaciones encubierta en Centroamérica, lejos del escrutinio público. Así como hay muchos ejemplos en el cine y en la literatura de la guerra de Vietnam, todo un trauma nacional, sobre la primera y la segunda guerra de del Golfo y la guerra de Afganistán, no hay demasiado donde rascar. Las guerras de baja intensidad perpetradas por EEUU en los ochenta en América Central quedaron reservadas para filmes de acción cutrongos.
En El cazador de jaguares Shepard empieza el libro con un tono más cercano al realismo con toques de fantasía, para adentrarse completamente en lo fantástico con algunos toques de terror después. Como en Kwaidan, de Lefcadio Hearn, la prosa de Shepard siente fascinación por los mundos exóticos, pero al contrario de este, también hay una comprensión, no sólo el dejarse fascinar. Shepard debe ser de los pocos escritores estadounidenses que ha leído a Alejo Carpentier. En su obra no existe el barroquismo como en Carpentier, pero sí hay cierto preciosismo en sus imágenes: es capaz de crear arte de la fantasía y el dolor. Lucius Shepard fue uno de los grandes escritores de su generación.
Shepard, L. (1990). El cazador de jaguares. Martínez Roca.
Shepard, L. (1990). El hombre que pintó al dragón Griaule. Martínez Roca.
En el cine, los encuentros con alienígenas casi siempre han sido algo terrorífico. Sin embargo, sin caer dentro de la comedia, sí que hay algunas excepciones: Encuentros en la tercera fase (1977), E. T. el extraterrestre (1982) o Cocoon (1985), son ejemplo de un contacto pacífico con razas alienígenas. Se suele decir que el fracaso de La cosa (1982) de Carpenter se debió al éxito de E. T. el extraterrestre, ya que el público estaba más por el buenrollismo de Spielberg que por el nihilismo de Carpenter. Starman (1984) sería el intento de Carpenter de complacer al público con un extraterrestre amistoso como protagonista. No hay muchas más películas relevantes sobre contactos alienígenas pacíficos, salvo Contact (1997) y Arrival (2016), con el remake de Solaris (2002) de Soderbergh tirando más por el romance que por la ciencia ficción.
Después del éxito de Tiburón (1975), Spielberg escribió y dirigió Encuentros en la tercera fase (1977), con Richard Dreyfuss en el papel protagonista y François Truffaut de secundario. Estrenada el mismo año que La guerra de las galaxias, marca con sus efectos especiales y con el tono lo que luego sería el cine comercial de Hollywood en los ochenta.
La película narra la historia de Roy Nery, un joven electricista que una noche asiste al avistamiento de unas luces en el cielo. Después de este encuentro, Nery se obsesionará completamente con esas luces, dejando de lado a familia y trabajo. Mientras, una organización franco estadounidense de Naciones Unidas estudia y trata de ocultar estos avistamientos.
En Encuentros en la tercera fase están consignados casi todos los tropos que luego veríamos repetidos mil veces en el cine y la televisión. No inventa nada pero sí populariza una forma de representarlo, como la abducción del niño de su casa, que veríamos casi calcada en Expediente X.
Cocoon (1985) es una película dirigida por Ron Howard y con un reparto de caras conocidas, como Steve Guttenberg y Brian Dennehy. Un grupo de ancianos (habría que revisar el concepto "anciano") se cuelan en una mansión cercana a su residencia para bañarse en su piscina. Descubren que la piscina es una especie de fuente de la eterna juventud, o al menos una fuente curativa que los revitaliza sin llegar a rejuvenecerlos. Detrás de esta misteriosa piscina están los poderes de unos alienígenas.
Cocoon es una película de alienígenas buenrolleros, que si bien no vienen para contactarnos, una vez que son descubiertos por un grupo de ancianos se muestran amistosos con ellos. En la película los alienígenas aparecen retratados como los lagartos de V, unos extraterrestres que ocultan su apariencia entre los humanos. Obviamente, los de Cocoon vienen con buenas intenciones. Generalmente, en el cine y la televisión los alienígenas aparecen como seres grises o como parásitos que ocupan cuerpos humanos. Esta tercera opción, la de ocultar su verdadera forma, no es tan común. En Cocoon, los capullos con forma de huevo que ocultan a los alienígenas, son lo contrario a los huevos de Alien: los capullos son, como los propios alienígenas, dadores de vida.
Los contactos con alienígenas suelen ser un hecho traumático para la persona que los sufre. A veces pueden ser más neutros, anunciando un mensaje cautelar a la humanidad, como en las Ultimátum a la Tierra (1951 y 2008), y en otros la indiferencia se junta con la imposibilidad de comunicarse entre especies, como en Solaris (1972). Sólo en contadas ocasiones la Tierra recibe visitantes con buenas intenciones. Yo me imagino el primer contacto con seres de otro mundo como en el chiste, que cuando los visitantes se ofrecen a responder cualquier pregunta, el representante de la humanidad les dice: "bueno, yo más que una pregunta tengo una reflexión". A ver quién les explica que todavía tenemos gente que piensa que la Tierra es plana. Que venga Klatuu y se los lleve a todos.
Hell House LLC (2015) es la primera película de la saga, escrita y dirigida por Stephen Cognetti. Ya hablé un poco de ella por aquí. Entre los dos mil y la década de los diez, con el abaratamiento de los costes de producción y el surgimiento de redes sociales y plataformas de streaming, muchos realizadores tuvieron su primera oportunidad de dirigir su primera película. El metraje encontrado abarata más si cabe la producción de una película.
Hell House LLC se construye como falso documental y metraje encontrado. En un recurso visto mil veces en este tipo de películas, las cintas encontradas forman parte de un documental, en un intento de darle algo más de chicha y verosimilitud a lo que nos enseñó El proyecto de la bruja de Blair. Cinco chavales jóvenes, feriantes, se preparan como cada año para preparar su atracción, una casa del terror. Escogen un hotel abandonado en el pueblo de Abaddon, cerca de Nueva York. Un hotel con su propia historia siniestra. El día de Halloween, cuando abren la atracción, se produce un incidente en el que mueren varias personas y otras desaparecen. El documental se centra en este suceso, apoyándose en el material grabado por los feriantes y las grabaciones de móvil del público que acudió a la inauguración de la atracción. Una de las virtudes de Hell House LLC es que no explica demasiado. Sara, una de las feriantes y superviviente de la catástrofe de Halloween en el Abaddon Hotel, es entrevistada por el equipo del documental, que cuando parte en su búsqueda, acaban desapareciendo dentro del hotel. Es como el girito final de la película, pero no se explica ni se le dan muchas vueltas. Hell House LLC es como Paranormal Activity pero mejor dirigida, con más dinamismo, aunque a veces cae en eso de mantener el plano y esperar a que algo aparezca o se mueva de fondo.
¿Era necesaria una secuela? Pues seguramente no, pero Hell House LLC II: The Abaddon Hotel (2018) no es una mala película. Aquí sí se dan explicaciones y hay un intento claro de construir una mitología alrededor de la primera película.
Del equipo documental de la anterior película, dos desaparecieron en el hotel. El que no entró en el hotel, Mitchell, forma parte de otro nuevo equipo que está grabando un documental, centrado ya no sólo en la tragedia del día de Halloween, sino también en la desaparición de sus dos compañeros. La película explora varias ideas muy interesantes. La primera es la de predestinación. Jackson, el cámara que desapareció en la anterior película, estaba de alguna manera marcado por el hotel desde pequeño. Esta idea de tragedia griega se mantendrá durante el resto de películas de la saga. La otra idea que explora esta película, menos original, es la del hotel como ente vivo. Es el hotel el que atrae a las personas: a veces manda mensajes, correos, vídeos o realiza llamadas.
La película se narra a través de las imágenes grabadas por los dos miembros desaparecidos en la anterior película y por el nuevo equipo documental. También aparece el falso documental, donde se discute si el documental de la anterior película es real o no, pero sólo al principio. La primera película era un documental, la segunda sólo empieza así.
Al que no quiere caldo, dale dos tazas, parece que dijo Cognetti. Hell House LLC III: Lake of Fire (2019) es la tercera película de la saga y muy probablemente la peor. Por recapitular: el día de Halloween de 2009 se lía parda y desaparecen los feriantes y varios clientes, luego desaparecen dos miembros del equipo que estaba filmando un documental sobre el hotel; un tiempo después vuelve a desaparecer otro grupo de documentalistas. Ya iba siendo hora de cerrar el chiringuito. Pues no, un rico compra el hotel para montar una especie de obra de teatro el día de Halloween, un espectáculo llamado Insomnia.
¿Cuál es la excusa para justificar el formato de falso documental y metraje encontrado? Russell, el rico que compra el hotel, contrata a un equipo de periodistas para que graben un documental sobre su espectáculo Insomnia. ¿Por qué? Pues probablemente porque patatas. Hell House LLC III: Lake of Fire cae en algo habitual dentro del género que es el de sobreexplicar volviendo a mostrar las imágenes que capturan al fantasma otra vez, por si te lo has perdido. Algo que en otros cineastas como Koji Shiraishi es un recurso que funciona, aquí Cognetti es reiterativo hasta la náusea.
Hell House LLC III: Lake of Fire cierra la historia sobre el hotel. Cognetti nos viene a decir que los feriantes de la primera película, engañados por el hotel, fueron los responsables de abrir una puerta al otro lado. Russell, uno de los protagonistas de esta tercera entrega, es el elegido, nunca mejor dicho, para cerrar esa puerta. Y aquí podría haberse quedado la cosa, porque el hotel arde hasta los cimientos y tenemos escena final con los protas de la primera película yendo hacia la luz. Pero Cogneti quería más.
Cuando una saga yo no puede ir hacia delante mira hacia atrás. Hell House LLC Origins: The Carmichael Manor (2023) es la película que más me gusta de la saga. Incluso se puede ver sin haber visto las otras tres anteriores.
Con el hotel desaparecido y habiendo dado un cierre a todas las tramas abiertas en la tercera entrega, Cognetti opta por un cambio de escenario: la mansión de los Carmichael. Es una película sobre los orígenes pero ambientada en el presente, con flashbacks al pasado. Los protagonistas de Hell House LLC Origins son Margot, una especie de obsesa del true crime, que acude a la mansión de los Carmichael con su novia Rebecca y su hermano Chase.
En el año 89 Patrick y Margaret Carmichael sufrieron un accidente de tráfico en el que murió Margaret. Patrick, hermano de Margaret, incapaz de aceptar su muerte y con ganas de vengarse de los borrachos que causaron el accidente, decide traer de vuelta a su hermana muerta. Margot es invitada a pasar cuatro noches en la mansión, lo cual, obviamente, resulta ser una pésima idea.
Hell House LLC Origins expande la mitología de la primera película, explicando el origen de esa secta de satanistas a la que nunca se le ha dado mucha bola en la saga, y explicando también quién era el villano que estaba al otro lado en el Hotel Abaddon, Patrick Carmichael. Diría que las respuestas que da la película no son muy satisfactorias. Lo que de verdad mola de la película es seguir las andanzas de Margot, su novia y su hermano dentro de la mansión de los Carmichael. Tiene escenas muy bien construidas, que no son las típicas de miro a un lado, no hay nada, miro al otro, nada otra vez, vuelvo a mirar al mismo lado y OHQUÉESESO. También me gusta la idea que deja la película de sacrificio, como si Margot y los otros dos hubiesen sido una ofrenda hecha a lo que se encuentra al otro lado.
Buscando en el baúl de los recuerdo, ohhh ohhh...
Llegamos a Hell House LLC Lineage (2025), la quinta y hasta ahora última película de la saga. También la última dirigida por Cognetti, según ha dicho en alguna entrevista. Y la primera que no se graba como falso documental o metraje encontrado. También el motivo por el que me he vuelto a ver las otras cuatro películas anteriores
Hell House LLC Lineage es una película rara. Si no has seguido la saga, no te vas a enterar de anda; pero si la has visto, también. La protagonista es Vanessa, que a su vez era protagonista junto a Russell en la tercera entrega. Decisión rarísima la de traerla de vuelta de no ser por el hecho de que Stephen Cognetti es su marido. Eso ya despista bastante al personal. Por si fuera poco, el tono de la película es de dramón. El personaje de Vanessa es el de una mujer divorciada de 37 años que se ha instalado en el pueblo de Abaddon, donde ha abierto un bar. Todo completamente aleatorio. Comparte casa con una chica joven pero es propietaria de un bar. Era presentadora en un programa de televisión pero ahora vive en un pueblo donde no tiene raíces y donde sufrió el mayor trauma de su vida.
¿Qué ofrece esta Hell House LLC Lineage? Intenta conectar todo lo sucedido en la saga con la idea de que las víctimas están unidas por lazos de sangre con los causantes del accidente de coche, el que acabó con Margaret Carmichael muerta y su hermano Patrick cucú y líder de una secta. Ahí lo llevas. El mecanismo de tragedia griega llevado al extremo, donde estás condenado al nacer y la única salida es el suicidio. También juega con la idea de que el mal estaba contenido en el hotel, y que al arder este, vaga libre por el pueblo de Abaddon llevando a cabo la venganza de Patrick. Convierte a uno de los payasos, que siempre han aparecido en la saga, en una especie de Michael Myers sobrenatural.
Somos los pachachos
Son bastantes las cosas que no funcionan en Hell House LLC Lineage, pese a aciertos como presentar a Abaddon como un pueblo de los que aparecen en los libros de Stephen King y conectar todo mediante lazos de sangre. Por supuesto la película acaba con final abierto y nuevo descubrimiento: el hermano gemelo de Vanessa que nació muerto está vivo, es Mitchell, uno de los protagonistas de la segunda entrega, y su familia está conectada con el pueblo de Abaddon y los Carmichael, eso sin olvidar que el epicentro del mal ya no es ni el hotel ni la mansión, es la casa de Tully, el payaso asesino. Mira que le tenía ganas a esta película después de la cuarta entrega, pero yo me bajo aquí.
Media guerra
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*Título:* Media guerra
*Autor:* Joe Abercrombie
*Páginas:* 446
*Año de edición:* 2017
*Género:* Fantasía
*Opinión personal*
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