Para aquellos que no hablamos esa lengua del demonio que es el alemán, la editorial Valdemar nos trajo esta magnífica edición en castellano de Lemuria, una de las obras cumbres del fantástico europeo y mundial. Junto a Meyrink y Ewers, Strobl es uno de los escritores en alemán herederos del romanticismo de ese país y representante de lo mejor que dio el género fantástico en esa Europa de entreguerras. Un género que florecía en aquellos años y que daba lo mejor de sus frutos si atendemos a las obras de escritores como Karel Capek, Leo Perutz, Ladislav Klima, Stefan Grabinski, Franz Kafka, Hanns Heinz Ewers, Gustav Meyrink o el propio Strobl. Y sin embargo, este sigue siendo uno de los grandes desconocidos. Porque si Strobl es un gran desconocido a día de hoy más allá de algunas ediciones en alemán es por su ideología nazi. Nacido en Jihlava, parte del Imperio austrohúngaro, vería cómo tras la derrota de los imperios centrales en la I Guerra Mundial su ciudad pasaría a formar parte de un nuevo país de habla no germana: Checoslovaquia. Fue uno de los fervientes defensores de la anexión de Austria a Alemania y de la incorporación de los Sudetes checoslovacos al Reich alemán. Fue este nacionalismo exacerbado, junto al antisemitismo propio de la época, lo que lo llevarían a comprometerse activamente con el régimen nacionalsocialista. Y lo que llevaría a su obra al olvido.


A Louis-Ferdinad Céline, autor francés, antisemita y colaboracionista nazi, no se le rinden homenajes de ningún tipo. Sin embargo, su obra sigue siendo una de las más leídas y traducidas del francés. Strobl, quién sabe si además de por nazi, por dedicarse al género fantástico, ha visto relegada su obra al olvido. Por eso no está demás agradecer a la editorial Valdemar la edición de este libro, con traducción y prólogo de José Rafael Hernández Arias. Quizás dentro de cincuenta años se puedan realizar homenajes de Estado a Céline, excelente autor y miserable persona, pero mientras tanto nos queda su obra. Y es lo mismo que se puede desear para Strobl. Saber quién era, ponerlo en su contexto histórico sin que tampoco este contexto sirva de excusa, y leer y conocer su obra. Porque merece mucho la pena.


Strobl haciendo cosas nazis

En Lemuria nos vamos a encontrar con uno de los representantes y herederos del romanticismo alemán  más oscuro y macabro. Violencia, destripamientos, torturas, mutilaciones... Strobl no se ahorra detalle. Destacan relatos como el que abre el libro, La cabeza, donde Strobl nos relata las desdichas de una cabeza decapitada. En el siguiente relato, El mausoleo en Pére Lachaise tenemos la particular aproximación de Strobl al vampirismo. O el satanismo y los fantasmas en La monja mala. Otro de sus más brillantes relatos es El bosque de Augustovo, donde unos soldados perdidos en el bosque encuentran una cabaña en la que refugiarse, donde licantropía y canibalismo van de la mano a partes iguales. Tal vez este gore es lo que haga de la obra de Strobl algo tan terriblemente moderno. Sólo hay que pensar en movimientos como el nuevo extremismo en el cine francés de principios de este siglo. Por eso es tan importante la obra de Strobl, uno de los eslabones más importantes del género fantástico europeo, para saber de dónde venimos. 



Cómo último apunte a tener en cuenta, Strobl fue uno de los fundadores de la primera revista dedicada a la fantasía, Der Orchideengarten. Este Jardín de las orquídeas también está injustamente olvidado, salvo una reciente edición italiana y algunas ilustraciones de las portadas que se pueden encontrar por internet, no hay nada de nada disponible para leer. Así que mientras esperamos una antología de Der Orchideengarten y la traducción de Eleagabal Kuperus al castellano, siempre podremos volver a releer este Lemuria. O si eso nos sabe a poco, tal vez podamos adentrarnos en las raíces del género y leer los Cuentos de los hermanos Grimm. Probad con Juan sin miedo si queréis fantasmas, demonios y miembros amputados. Y recordad que leer a un nazi no te convierte en uno.