'La casa en el confín de la tierra': el horror cósmico de Hodgson
La muerte de William Hope Hodgson a los 40 años en la I Guerra Mundial cortó de manera trágica su carrera literaria y, de no ser por algunos célebres admiradores de su obra como Lovecraft, también lo hubiera sumido en el olvido. No muy conocido por el gran público, todavía sigue siendo un autor de culto poco conocido. En nuestro país debemos a Valdemar el haberlo rescatado del olvido con la edición de sus obras.
La casa del confín de la tierra es una narración enmarcada, es decir, un relato dentro de otro, en este caso de la narración principal, al estilo de Las mil y una noches, el Decamerón o Los cuentos de Canterbury. Igual que en el cine la técnica narrativa de metraje encontrado, intenta dar veracidad a la historia que cuenta.
La novela sienta las bases del horror cósmico y será de gran influencia para autores posteriores, sobre todo para el ya mencionado Lovecraft. Un estilo arcaizante, uso y repetición de adjetivos y temas como el viaje astral y lo inefable serán luego muy comunes en el género. Con este estilo, Hodgson genera una atmósfera opresiva, donde las sombras, la humedad y los pequeños ruidos de la vieja casa te mantienen en tensión y a la expectativa de lo que va a suceder a continuación.
La historia empieza con un prólogo, donde dos jóvenes ingleses van a Irlanda a pasar unas vacaciones acampados en el campo, pescando y vivendo en la naturaleza. En una de sus excursiones, dan con una casa en ruinas y un pozo, pero lo más importante: encuentran un manuscrito. Es este manuscrito el que contiene la narración principal, escrito en primera persona por un personaje del que nunca sabemos el nombre. Esta narración tiene dos partes claramente diferenciadas. Una, que comienza con un viaje astral de corta duración del protagonista, se centra más en lo real (el ataque de las cosas-cerdo a la casa), mientras que la otra parte, mucho más poética, trata sobre el viaje astral, esta vez sí, mucho más largo, por parte del mismo protagonista. Los dos capítulos finales son una vuelta al terror real, físico, en los que se interrumpe la narración.
La casa del confín de la tierra suele dividir a los lectores, ya que algunos aprecian la poética de la segunda parte de la historia, como es mi caso, y otros la consideran aburrida y fuera de lugar. En cualquier caso, se trate de una de las cumbres del género y merece una oportunidad.
29 de septiembre de 2016, 17:51
A mí me gustó, al menos, más que El país de la noche. Me llamó la atención que las criaturas cerdo son a Hogdson como los tentáculos a Lovecraft (en uno de los relatos de Carnacki también aparecían).
Además, las fotos del jovenzuelo Hodgson me sorprendieron un montón: todo un cachitas de gimnasio al que cualquiera imaginaría en la versión vintage de una playa de Jersey en lugar de escribiendo historias de horror cósmico.
3 de octubre de 2016, 12:36
A Hodgson me lo imagino en el cuadrilátero con Howard, dándose de hostias xD.
'La casa del confín de la tierra' tiene un poso lírico, sobre todo en la segunda parte, muy marcado. Puedo entender que haya gente a la que ese tono, con lo del viaje astral, no le guste. A mí la novela, en su conjunto, me gustó mucho.