Lo bueno de películas como Kill Command es que no engañan. Y digo esto en el buen sentido. Te puede gustar más o menos el argumento, puedes valorar peor o mejor el desarrollo de la trama, pero sabes que la película no pretende ser otra ni ponerse trascendental. Steven Gomez, que se estrenaba en la dirección con esta película, consigue un buen resultado en su debut: pura serie B para disfrutar.

La historia está ambientada en un futuro cercano, donde  un grupo de soldados es enviado a una isla para llevar a cabo unas maniobras con robots soldado. Una vez en la isla, los robots los aislan e intentan matarlos. Sin posibilidad de huir o de comunicarse con el exterior, deberán hacer lo posible para sobrevivir. Es cierto que lo de la rebelión de las máquinas no es una premisa muy original, pero está bien llevada en la película.

Al principio, tanto el espectador como los personajes no saben qué es lo que sucede. Evidentemenete algo va mal, pero todavía no sabemos el qué. Es una buena manera de mantener la tensión y de captar la atención del espectador. A lo largo de la trama se irá desvelando este misterio y aclarando el porqué de la presencia de estos soldados en la isla.

La película, que sí tiene elementos de ciencia ficción, acaba optando por convertirse en una película de acción, a pesar de que podía haber elegido otros caminos, como el del terror. Aún así funciona.