John Erick Dowdle, director de Devil y el remake de [REC], Quarantine, se encarga de dirigir esta película, con guión suyo y de su hermano Drew. Una de las primeras cosas que llama la atención es el rodaje de la misma como falso documental. A parte de la ya consabida veracidad que da a una historia esta técnica y el cambio de perspectivas (cada personaje lleva una cámara), también ayuda a que no se note la falta de medios de la película, grabando siempre con poca luz (excelente trabajo de iluminación y de fotografía). Una acertada decisión que evita mostrar (y quedar en evidencia) centrándose mucho más en la historia, además de mantener la tensión narrativa.

La histotria empieza con un preámbulo donde se explica el objetivo de Scarlett, la protagonista, que no es otro que hallar la piedra filosofal que tanto persiguiera su padre. Si en otras películas es un añadido innecesario, en ésta el preámbulo ayuda a construir mejor el personaje protagonista, conociendo sus motivaciones y el porqué hace lo que hace. La película, como tal, empieza cuando Scarlett contrata a un grupo de exploradores para iniciar la búsqueda de la piedra filosofal en las catacumbas de París.

Lo de la piedra filosofal no deja de ser una excusa, lo que importa es el viaje. Es este viaje el que prometía, al menos a priori, poca cosa; craso error. La lobreguez de los escenarios (no olvidemos que las catacumbas están llenas de millones de huesos), unido a la claustrofobia de los espacios cerrados, hacen que la tensión vaya en aumento, atrapando al espectador. Paralelamente a esto, hace aparición el elemento sobrenatural. La pesadilla se hace real.

A pesar de la referencia obvia, El proyecto de la bruja de Blair, por el escenario también recuerda a The Descent. Y aún así, no es una copia ni de una ni de otra. El viaje que propone, además de entretenido, es original. No es para darle un Oscar, pero desde luego no te vas a aburrir.