La película está ambientada no en medio de un brote zombi o en los comienzos, sino en el después. La humanidad ha enfrentado la amenaza zombi y la ha superado. Todos los zombis han sido eliminados ¿Todos? No, en las Islas Canarias una mujer emprendedora, a lo Amancio Ortega, ha decidido hacer negocio montando un parque temático zombi. Si tienes dinero puedes dedicarlo a pasar un fin de semana matando zombis. Y luego te vas a la playa.

The Rezort o Generation Z, como se ha comercializado en nuestro país, recuerda a esas novelas de tesis decimonónicas donde todo está escrito para demostrar una idea. Así, en esta película, el mensaje central habla de lo que nos hace humanos. Si tratamos así a los muertos, qué no haremos con los vivos. Y lo de los vivos, en este caso concreto, tiene su aquel. La película gira alrededor de ese mensaje, pero también es verdad que funciona a otro nivel como una película de zombis al uso, igual de disfrutable.

Melanie, la protagonista de la película, es incapaz de superar el trauma de ver a sus padres convertirse en zombis. La única manera para superarlo es enfrentándose a sus miedos, enfrentarse cara a cara con los zombis, y eso sólo puede hacerlo visitando el único sitio del mundo donde todavía queda alguno: The ReZort. En este viaje le acompañará su novio, con experiencia en esto de matar zombis. Cuando las cosas se tuercen, formarán el típico grupo de supervivientes con otros personajes. Al perder el control sobre el establecimiento, se pone en marcha un protocolo para contenerlo. El grupo deberá salir de la isla antes de que sea destruida.

The Rezort o Generation Z es una película de zombis que, aparte de la diversión que ofrece, intenta ir un poquito más allá. Se ha definido esta película como una especie de Jurassic Park de zombis, y no es cierto. Funciona como película de serie B, con buenos medios y bien hecha, pero también como película con mensaje. Pan y circo, o en este caso, zombis.