El año llega a su fin en occidente y suele tocar hacer balance y propósitos nuevos. Como especie ahí seguimos: la pandemia parecía que se acababa hasta que llegó Ómicron, el grupo tributo, y seguimos haciendo méritos para alegría de Ligotti, que si un meteorito no lo remedia, será el último humano sobre la faz de la Tierra. A nivel personal 2021 ha sido el año de asentarse y quién sabe si echar raíces en este país cuyo mayor demérito es estar lleno de ingleses. Bueno, y la cerveza caliente. Ni olvido ni perdón por la cerveza caliente. También es el año de la resurrección de este blog que, quién sabe si fue por un sueño inspirado por los Antiguos, acabó con el nombre premonitorio de La isla de las bufandas. Igualmente ha sido el año de leer, leer mucho, hábito que tras los primeros dos años por estas tierras brumosas había perdido. Y por casualidad, porque en mis lecturas no hay mucho de premeditado y sí bastante de dejarse llevar, ha sido un año de leer bien. Mucho y bien. Así que no me quejo. Y allá voy con un pequeño repaso al año, sobre todo de lecturas, pero también de pelis, series, música y algún videojuego.

                                                            LIBROS

  • La novela que más me ha gustado: Nuestra parte de noche. Tiene todo o casi todo lo que me puede gustar en una novela, más allá de que sea de un género o de otro. ¡Pero si hasta Bowie se hace un cameo! Y es de estos libros que después de leídos, te persiguen. Y confieso que he vuelto a escuchar Florence and the machine y Suede por culpa de él. Y de ella, la autora. Grande Mariana Enríquez. 

    Mariana Enríquez preparándose para cantar una jota
  • Casi ex aequo pero no: Mandíbula, de Mónica Ojeda. Es una novela pero tiene pasajes que podrían formar parte de cualquier manual de literatura. Que deberían formar parte de los manuales de literatura. Y todo escrito con un estilo único, que recuerda más a la poesía que a la prosa. Y que funciona, porque sigo temiendo al dios blanco. El amor empieza con un mordisco...

  • Compartiendo el 'casi' de Mónica Ojeda, El elixir negro de Elizabeth Engstrom. La historia de una adicción y de la búsqueda de una identidad, el viaje del cazador, vampiros, sangre... ¿De dónde ha salido esta mujer? Pues eso me sigo preguntando yo.

  • Menciones especiales: El nervio óptico de María Gainza, porque con este libro que me regaló mi hermano empezó todo. Qué vas a hacer con el resto de tu vida de Laura Ferrero, Temporada de huracanes de Fernanda Melchor, Kentukis de Samanta Schweblin, Los elementales de Michael McDowell, Chicas muertas de Selva Almada, Desierto sonoro de Valeria Luiselli, Matemos al tío de Rohan O'Grady, La juguetería mágica de Angela Carter, El cocinero de Harry Kressing y Sabella de Tanith Lee.

  • Relecturas: Never Let Me Go de Kazuo Ishiguro. A ver si se anima a sacar otro libro ambientado en ese universo que, no sé por qué, me recuerda al de la peli Hijos de los hombres.



  • Ex aequo sin el 'casi': Nido de pesadillas de Lisa Tuttle, porque los terrores cotidianos y la manera de narrarlos de esta mujer me van a perseguir toda la vida. El otro ex aequo es para El señor de la noche de Tanith Lee, porque como pasa con Terry Pratchett, el universo Tanith Lee es casi infinito.



  • Libro de no ficción: El infinito en un junco de Irene Vallejo. Porque habla de libros y del libro, porque demuestra una pasión inmensa, porque es una recomendación de mi padre y porque como nos enseñó Umberto eco, mejor integrados que apocalípticos.

Resurrección (musical) es lo mío y no lo de Jesucristo

                                                            PELÍCULAS



2021 ha sido un año muy peliculero para mí. Real y metafóricamente hablando. A la pandemia hay que sumarle que ha sido un año particularmente frío por estos lares, así que como Homer, que sin tele ni cerveza pierde la cabeza, y con los cines cerrados, he visto bastantes películas. Así que sin orden ni concierto, menciono algunas:

  • Ready or Not, titulada como Noche de bodas en España y estrenada en 2019, ha sido una de esas sorpresas agradables. Porque si algo no esperaba de los creadores de V/H/S era una película como Ready or Not. Comedia, acción, crítica social, su pizquita de Lovecraft y una protagonista carismática.

  • La película de los mil nombres: February a.k.a. The Blackcoat's Daughter, que en España se tradujo como La enviada del mal, es un buen ejemplo de cómo subvertir algunos códigos del género, en especial el de las posesiones, creando algo original y a la vez perturbador. El título en español, al nivel de La semilla del diablo.

  • Local Hero. O Un tipo genial en España. El one hit wonder de su director, Bill Forsyth. Una película mágica. Ambientada en un pequeño pueblo escocés a principios de los ochenta, recuerda al Cicely noventero de Doctor en Alaska. El yupi estadounidense sacado de su medio y adaptándose a otro tipo de vida. 

  • Menciones especiales: M de Fritz Lang, ¿Qué pasa con Bob? de Frank Oz, The Wicker Man de Robin Hardy (otra vez Escocia), La última cena de Stacy Title, Dune de Denis Villeneuve, Oxygen de Alexandre Aja  y The Empty Man de David Prior.

  • Revisionados: Matrix de las Wachowski, Nivel 13 de Josef Rusnak, Dark City de Alex Proyas, Días extraños de Kathryn Bigelow, House on Hounted Hill de William Malone, Curtains de Richard Ciupka y Pumpkinhead de Stan Winston. 

                                                            SERIES


Como en el caso de las películas, 2021 también ha sido un año bastante seriéfilo, aunque quizá, y salvo excepciones, sin demasiada fortuna.

  • Mis favoritas del año: El número uno indiscutible es para The Nevers, la serie creada por Joss Whedon y Philippa Goslett. Mujeres victorianas mutantes repartiendo estopa en un universo steampunk. Que sí, hay algo de dramita, que sí que tiene subtexto, pero joder, qué entretenida es. Midnight Mass / Misa de medianoche. Vale que Mike Flanagan se alarga demasiado en sus series, que le gusta recrearse en ciertos planos y que tiene tics muy reconocibles, pero Misa de medianoche es muy entretenida. Sólo un pero: el papel de reverendo carismático lo tenía que haber interpretado Nick Cave. Ahí ya hubiera conseguido la cuadratura del círculo. ¿Soy yo el único que ve una adaptación bastarda de El misterio de Salem's Lot en esta serie?

  • Menciones especiales: Nine Perfect Strangers, Day of the Dead, Dead Like Me, Ted Lasso, Dracula y Euphoria.

  • La decepción: Foundation.

                                                            TEBEOS


Confieso que no soy un gran lector de tebeos, sobre todo contemporáneos. Y que soy más de la escuela franco-belga y del tebeo europeo. Este 2021 también ha servido para remediar eso.


  • Mejores tebeos: Con el que mejor me lo he pasado, de largo, es Something is Killing the Children. El título, Algo está matando a los niños, resume perfectamente la trama. Y ese 'algo', como es obvio, es un mosntruo, con la característica de que sólo puede ser visto por niños. La protagonista, Erica Slaughter, una mezcla de Buffy cazavampiros y Lisbeth Salander, se dedica a cazarlos. Nailbiter ha sido otro de los tebeos que más me ha gustado. Ambientado en el pueblo de Buckaroo, cuna de asesinos en serie, se centra en uno de estos últimos, conocido como Nailbiter, y en el agente Nicholas Finch, que junto a la sheriff del pueblo, intentarán desentrañar el misterio de Buckaroo y sus asesinos en serie.

  • Menciones especiales: Wytches, Plunge, Nameless, los tres historias de un sólo tomo autoconclusivas, y Stillwater, este último todavía una serie en marcha, cuyo volumen dos se publicará en febrero de 2022.

  • Menciones no tan especiales: Buffy the Vampireslayer. El nuevo reboot de Buffy empezó bien, pero se ha ido deshinchando. Yo me he quedado en el tomo 6, y ya de ahí no paso. Entretenido sin más. Lo mismo que Romina, de Junji Ito. A veces patina demasiado y parece más una parodia que otra cosa. Mira que me lo pasé bien con Shiver y Smashed, pero Romina no me ha entrado tan bien.

                                                            VIDEOJUEGOS


Aquí voy a ser más breve, porque las horas del día no dan para todo. Uno de mis géneros favoritos dentro de los videojuegos, creo que por el tipo de narrativa, es el de las aventuras gráficas. De lo poco que he jugado, han sido aventuras gráficas. 


  • Mi favorito: Lorelai. Cierra la trilogía del desarrolador y creador de videojuegos polaco Rem Michalski. Sigo creyendo que el más redondo de todos es The Cat Lady, seguido muy de cerca por Donwfall, pero este Lorelai tampoco desmerece en nada a los dos anteriores. Usando Unity como motor de juego, mejora los gráficos, aunque si por algo destacan los juegos de Michalski es por el arte gráfico, las bandas sonoras y las historias. Porque sobre todo estas últimas, es lo más cerca que ha estado Stephen King del mundo del videojuego. Y que el hecho de vivir en el norte de Inglaterra donde están ambientadas (creo que Michaslki vivió en Bolton), también le añade un plus. Lorelai, que bien como aventura gráfica deja bastante que desear, funciona como precuela de los dos juegos anteriores y cierra por todo lo alto la trilogía de Michalski.

  • Mención destacada: Whispers of a Machine, una mezcla de género negro ambientado en un universo ciberpunk. En un mundo sin inteligencias artificiales, Vera, una detective mejorada cibernéticamente, tiene que investigar unos crímenes relacionados con las tecnologías prohibidas. Creado y desarrollado por Joel Staaf Hästö, también responsable de The Samaritan Paradox y Kathy Rain, este Whispers of a Machine sólo es una mención destacada porque me comí un bug como una catedral de grande a mitad de juego que me impidió acabarlo.


                                                            MÚSICA


Foto del último jefe militar de ETA
He tenido épocas de leer menos, de ver menos cine y series, de jugar menos, pero nunca, nunca, he dejado de escuchar música. Lo que sí he dejado, por razones de espacio, ha sido la Mojo y la Uncut. Así que sin esas revistas, sólo me he nutrido del algoritmo de Spotify y de las recomendaciones de amigos. Más que novedades, 2021 ha sido una vuelta a los clásicos, a mis clásicos. Mucho Nick Cave, que en estos tiempos oscuros, y con sus últimos discos más ambientales que roqueros, encaja muy bien con el espíritu de la época. Tom Petty que no falte. Ni Steve Earle, Ryan Adams, PJ Harvey, Lucinda Williams o David Bowie. Pero si tengo que destacar algún artista, me quedo con dos que me han acompañado en mi viaje por tierras escocesas: Suede y Quique González. Sin ser muy del britpop noventero, llegué a ellos por culpa de Mariana Enríquez, que utilizó el título de una de sus canciones como nombre de uno de los capítulos de su último libro. The Blue Hour, publicado en 2018, es un recorrido por la Inglaterra rural postBrexit y aunque ya lo he mencionado antes, está en sintonía con Hijos de los hombres. Un Reino Unido en decadencia, como un crossover de la película de Cuarón con V de Vendetta de Moore. Eso por un lado, y por otro Sur en el valle de Quique González, el artista con una de las carreras más honestas del rock en castellano (hola Loquillo). Más descriptivo que narrativo en sus letras, esos valles pasiegos de Cantabria bien podrían ser un paraje del Pirineo navarro, asturiano o gallego. O un valle escocés.

La que espero sea mi última estantería


Igual me ha quedado una entrada más larga de lo previsto, pero así ha sido mi año: se ha hecho más largo de lo esperado. De los propósitos para este 2022 espero cumplir unos pocos, entre los que incluyo leer menos, tocar más el piano y poder viajar a España, que después de dos años, ya hay ganas. ¡FELIZ AÑO!