Desde que empezó a publicar a finales de los noventa, el nombre de Caitlín R. Kiernan es uno de los más leídos y diría que hasta respetados de lo que se ha venido a llamar new weird fiction o nueva ficción extraña anglosajona. También le han endosado, debido a esto, la etiqueta de escritora de terror, cosa de la que la autora reniega. Y puedo entender tanto una cosa como la otra, pero las historias de Kiernan tienen, como decía Saramago, el poder de desasosegar. No es el splatter ochentero, con su gusto y regodeo en escenas violentas, no son fantasmas victorianos ni maldiciones románticas; tampoco hay espacio para el horror cósmico o el terror más contemporáneo. Las historias de Kiernan, y esta La joven ahogada no es una excepción, se mueven en ese espacio de sutileza, de sugerir más que de mostrar, los terrores cotidianos. Por buscar algunos referentes, salvando todas las distancias, la obra de Kiernan está más cercana de Angela Carter y Joyce Carol Oates que de Stephen King. 


La joven ahogada no es abiertamente una historia de terror, pero leerla es adentrarse en un viaje a la locura. Kiernan narra la historia de India Morgan Phelps, una joven esquizofrénica que cuenta en primera persona los recuerdos que tiene de sus encuentros con otra joven, Eva Cunnings. Esta joven Eva se aparece por primera vez como sirena y por segunda vez como loba. India sabe que los recuerdos que tiene de estos dos encuentros se excluyen, no pueden ser los dos verdaderos. También es consciente de su enfermedad mental, de que debe desconfiar  de ella misma, hasta el punto de que los dos encuentros con Eva que ella recuerda tan bien pueden ser falsos. O no. 


La joven ahogada es la búsqueda de la verdad, si es que algo así es posible, de India. Una obra con mucho subtexto. Hay una reflexión sobre la memoria, que construye nuestra identidad, lo que somos, y cómo esta memoria suele estar asentada sobre mentiras que nos contamos a nosotros mismos de manera inconsciente. También sobre lo imposible que es a veces establecer una verdad absoluta y su carácter poliédrico. La joven ahogada también gira sobre el poder, o como lo llama Kiernan en el libro, el encantamiento que ejercen las historias, sean libros, discos, películas, recuerdos... A veces nos vemos atrapados por una historia, y no podemos salir de ella, como esa canción que se te mete en la cabeza y no puedes dejar de tararear. Y sobre todo, La joven ahogada es la historia narrada en primera persona de una enferma mental. Sin detalles escabrosos, sin violencia, sin elementos sobrenaturales, sólo la cordura pendiendo de un hilo, con eso construye Kiernan una novela que, mal que le pese, es terrorífica. Entre otras muchas cosas.


A parte del recurso del narrador no fiable, La joven ahogada también utiliza numerosas referencias a otras obras, que van desde poemas o novelas a cuadros y discos. Algo que ya se puede decir que es una característica de los autores y autoras contemporáneos: la influencia de la cultura pop en su obra. Todo narrado con un estilo muy peculiar. Porque si algo hay que destacar de la novela es su prosa, cómo está escrito. Hay una búsqueda del lenguaje como experiencia, de una voz propia, que se acerca más a otros géneros como la poesía que a la novela. Algo que no es muy habitual y que muy pocos escritores hacen, sobre todo bien. Uno de los pocos ejemplos que se me ocurren de esto es Mandíbula, de Mónica Ojeda, una novela donde hay mucho de Joyce Carol Oates, Angela Carter y H. P. Lovecraft, pero también de poetas como Anne Carson, Blanca Varela y Alejandra Pizarnik. La joven ahogada, como los cantos de sirena que escuchó Ulises, tiene el poder de hechizarte y de convertirse en una historia que te acompañará para siempre.


Kiernan, C. R. (2014). La joven ahogada. Valdemar.
Kiernan, C. R. (2012). The Drowning Girl. Ace Books.
Ojeda, M. (2019). Mandíbula. Candaya.