Becky es una película dirigida por la dupla Jonathan Milot y Cary Murnion y protagonizada por Lulu Wilson y Kevin James, con Joel McHale de secundario. A Becky le ha pasado como a otras tantas películas en 2020, que tenía una fecha de estreno que hubo que retrasar por la pandemia y su natural paso por las salas de cine se vio alterado. En España se presentó en Sitges y pasó sin pena ni gloria. También es verdad que teniendo en cuenta el momento actual, donde se estrenan un montón de películas del género al año, es difícil destacar, y pequeñas joyas como Becky a veces pasan desapercibidas.


Milot y Murnion son los directores de Cooties –estrenada en España con el título de Dulces criaturas,  una película pequeña con Elijah Wood donde ya apuntaban las maneras que han acabado haciendo de Becky una película más redonda. Una Becky que es una mezcla de géneros: home invasion, acción y survival, salpicado de un poco de gore. Y bastante humor. Porque como sucedía en Destino final, al final lo gracioso son las escenas de las muertes. Y quien dice Destino final dice Saw o Pesadilla en Elm Street.


Becky es la historia de una adolescente que viaja con su padre a una casa de campo donde se van a encontrar con la nueva novia y el hijo de este. Becky, tras la muerte de su madre por cáncer, no acepta la nueva relación de su padre con esta mujer. Paralelamente a este viaje, se nos muestra la fuga de un grupo de presos nazis, que, oh casualidad, acabarán en la misma casa donde Becky y su familia están veraneando en busca de un objeto. Todo esto se nos presenta como un flashback, ya que la película empieza con Becky sometida a un interrogatorio de la policía. La película es el viaje de supervivencia de la protagonista hasta ese punto final que es la sala de interrogatorios de una comisaría.

Como Porco Rosso, mejor ser un cerdo que un fascista

Dentro de este subgénero de supervivencia, del que hemos visto joyas en los últimos años como Ready or Not, Becky brilla con luz propia. Es verdad que no tiene demasiado subtexto, por no decir ninguno, como otras películas, pero es tremendamente divertido ver a Lulu Wilson matando nazis. Porque más o menos eso mismo viene a ser la película. Como le sucedía a Maisie Williams en The Owners, las características físicas de Lulu Wilson, una actriz físicamente bajita y delgada, le añaden un punto de gracia al ver cómo se enfrenta a tiarrones nazis. Porque como nos enseñó Steven Spielberg en Indiana Jones, no hay mejor villano en el cine que los nazis. Y matarlos, en el caso de Becky, se convierte en una afición.