En 1976 la BBC estrenaba una serie histórica sobre el Imperio Romano, Yo, Claudio. Los aficionados al género tuvimos que esperar hasta 2005, fecha en la que la HBO, junto a la británica BBC y la italiana RAI, se animó a producir Roma, otra serie histórica sobre la antigua Roma. Dotada de un gran presupuesto, la serie contó con un total de veintidós capítulos divididos en dos temporadas. Su elevado coste y la dificultad de su producción (entre una temporada y otra pasaron casi dos años), llevó a la cancelación de la serie.

Los protagonistas de Roma eran dos legionarios de Julio César, Tito Pullo y Lucio Voreno, cada uno con caracteres muy distintos pero también complementarios que van evolucionando en cada capítulo. A través de estos personajes conocemos la historia de Roma y algunos de los hechos históricos más importantes de su tiempo, así como las luchas entre las dististas facciones por hacerse con el poder de la misma.
Roma se tomó muy en serio a sí misma, al menos durante la primera temporada, haciendo un retrato de la sociedad de la época. El gran presupuesto con el que contó también ayudó a dar verismo a una serie donde presentan una ciudad sucia y unos personajes de carne y hueso que sangran. Si la primera temporada se centraba en la Guerra Civil entre partidarios de César y partidarios de Pompeyo, la segunda reflejó el fin de la República y el nacimiento del Imperio, aunque haciendo bastantes concesiones al melodrama y al culebrón.

No fue una serie perfecta, pero sí sirvió de precursora a otras que vendrían después, tanto en el apartado técnico (sobre todo de producción) como en el tratamiento de la violencia y el sexo, hasta entonces algo casi inédito en televisión. Aunque no la única, sería Juego de Tronos la que más aprovecharía el legado de Roma. Desde la victoria de Julio César en la Galia hasta la caída de Marco Antonio y Cleopatra, Roma es una serie histórica amena y muy bien producida.