Boom 2021: grupos tributo, resurrecciones varias y Thomas Ligotti

El año llega a su fin en occidente y suele tocar hacer balance y propósitos nuevos. Como especie ahí seguimos: la pandemia parecía que se acababa hasta que llegó Ómicron, el grupo tributo, y seguimos haciendo méritos para alegría de Ligotti, que si un meteorito no lo remedia, será el último humano sobre la faz de la Tierra. A nivel personal 2021 ha sido el año de asentarse y quién sabe si echar raíces en este país cuyo mayor demérito es estar lleno de ingleses. Bueno, y la cerveza caliente. Ni olvido ni perdón por la cerveza caliente. También es el año de la resurrección de este blog que, quién sabe si fue por un sueño inspirado por los Antiguos, acabó con el nombre premonitorio de La isla de las bufandas. Igualmente ha sido el año de leer, leer mucho, hábito que tras los primeros dos años por estas tierras brumosas había perdido. Y por casualidad, porque en mis lecturas no hay mucho de premeditado y sí bastante de dejarse llevar, ha sido un año de leer bien. Mucho y bien. Así que no me quejo. Y allá voy con un pequeño repaso al año, sobre todo de lecturas, pero también de pelis, series, música y algún videojuego.

                                                            LIBROS

  • La novela que más me ha gustado: Nuestra parte de noche. Tiene todo o casi todo lo que me puede gustar en una novela, más allá de que sea de un género o de otro. ¡Pero si hasta Bowie se hace un cameo! Y es de estos libros que después de leídos, te persiguen. Y confieso que he vuelto a escuchar Florence and the machine y Suede por culpa de él. Y de ella, la autora. Grande Mariana Enríquez. 

    Mariana Enríquez preparándose para cantar una jota
  • Casi ex aequo pero no: Mandíbula, de Mónica Ojeda. Es una novela pero tiene pasajes que podrían formar parte de cualquier manual de literatura. Que deberían formar parte de los manuales de literatura. Y todo escrito con un estilo único, que recuerda más a la poesía que a la prosa. Y que funciona, porque sigo temiendo al dios blanco. El amor empieza con un mordisco...

  • Compartiendo el 'casi' de Mónica Ojeda, El elixir negro de Elizabeth Engstrom. La historia de una adicción y de la búsqueda de una identidad, el viaje del cazador, vampiros, sangre... ¿De dónde ha salido esta mujer? Pues eso me sigo preguntando yo.

  • Menciones especiales: El nervio óptico de María Gainza, porque con este libro que me regaló mi hermano empezó todo. Qué vas a hacer con el resto de tu vida de Laura Ferrero, Temporada de huracanes de Fernanda Melchor, Kentukis de Samanta Schweblin, Los elementales de Michael McDowell, Chicas muertas de Selva Almada, Desierto sonoro de Valeria Luiselli, Matemos al tío de Rohan O'Grady, La juguetería mágica de Angela Carter, El cocinero de Harry Kressing y Sabella de Tanith Lee.

  • Relecturas: Never Let Me Go de Kazuo Ishiguro. A ver si se anima a sacar otro libro ambientado en ese universo que, no sé por qué, me recuerda al de la peli Hijos de los hombres.



  • Ex aequo sin el 'casi': Nido de pesadillas de Lisa Tuttle, porque los terrores cotidianos y la manera de narrarlos de esta mujer me van a perseguir toda la vida. El otro ex aequo es para El señor de la noche de Tanith Lee, porque como pasa con Terry Pratchett, el universo Tanith Lee es casi infinito.



  • Libro de no ficción: El infinito en un junco de Irene Vallejo. Porque habla de libros y del libro, porque demuestra una pasión inmensa, porque es una recomendación de mi padre y porque como nos enseñó Umberto eco, mejor integrados que apocalípticos.

Resurrección (musical) es lo mío y no lo de Jesucristo

                                                            PELÍCULAS



2021 ha sido un año muy peliculero para mí. Real y metafóricamente hablando. A la pandemia hay que sumarle que ha sido un año particularmente frío por estos lares, así que como Homer, que sin tele ni cerveza pierde la cabeza, y con los cines cerrados, he visto bastantes películas. Así que sin orden ni concierto, menciono algunas:

  • Ready or Not, titulada como Noche de bodas en España y estrenada en 2019, ha sido una de esas sorpresas agradables. Porque si algo no esperaba de los creadores de V/H/S era una película como Ready or Not. Comedia, acción, crítica social, su pizquita de Lovecraft y una protagonista carismática.

  • La película de los mil nombres: February a.k.a. The Blackcoat's Daughter, que en España se tradujo como La enviada del mal, es un buen ejemplo de cómo subvertir algunos códigos del género, en especial el de las posesiones, creando algo original y a la vez perturbador. El título en español, al nivel de La semilla del diablo.

  • Local Hero. O Un tipo genial en España. El one hit wonder de su director, Bill Forsyth. Una película mágica. Ambientada en un pequeño pueblo escocés a principios de los ochenta, recuerda al Cicely noventero de Doctor en Alaska. El yupi estadounidense sacado de su medio y adaptándose a otro tipo de vida. 

  • Menciones especiales: M de Fritz Lang, ¿Qué pasa con Bob? de Frank Oz, The Wicker Man de Robin Hardy (otra vez Escocia), La última cena de Stacy Title, Dune de Denis Villeneuve, Oxygen de Alexandre Aja  y The Empty Man de David Prior.

  • Revisionados: Matrix de las Wachowski, Nivel 13 de Josef Rusnak, Dark City de Alex Proyas, Días extraños de Kathryn Bigelow, House on Hounted Hill de William Malone, Curtains de Richard Ciupka y Pumpkinhead de Stan Winston. 

                                                            SERIES


Como en el caso de las películas, 2021 también ha sido un año bastante seriéfilo, aunque quizá, y salvo excepciones, sin demasiada fortuna.

  • Mis favoritas del año: El número uno indiscutible es para The Nevers, la serie creada por Joss Whedon y Philippa Goslett. Mujeres victorianas mutantes repartiendo estopa en un universo steampunk. Que sí, hay algo de dramita, que sí que tiene subtexto, pero joder, qué entretenida es. Midnight Mass / Misa de medianoche. Vale que Mike Flanagan se alarga demasiado en sus series, que le gusta recrearse en ciertos planos y que tiene tics muy reconocibles, pero Misa de medianoche es muy entretenida. Sólo un pero: el papel de reverendo carismático lo tenía que haber interpretado Nick Cave. Ahí ya hubiera conseguido la cuadratura del círculo. ¿Soy yo el único que ve una adaptación bastarda de El misterio de Salem's Lot en esta serie?

  • Menciones especiales: Nine Perfect Strangers, Day of the Dead, Dead Like Me, Ted Lasso, Dracula y Euphoria.

  • La decepción: Foundation.

                                                            TEBEOS


Confieso que no soy un gran lector de tebeos, sobre todo contemporáneos. Y que soy más de la escuela franco-belga y del tebeo europeo. Este 2021 también ha servido para remediar eso.


  • Mejores tebeos: Con el que mejor me lo he pasado, de largo, es Something is Killing the Children. El título, Algo está matando a los niños, resume perfectamente la trama. Y ese 'algo', como es obvio, es un mosntruo, con la característica de que sólo puede ser visto por niños. La protagonista, Erica Slaughter, una mezcla de Buffy cazavampiros y Lisbeth Salander, se dedica a cazarlos. Nailbiter ha sido otro de los tebeos que más me ha gustado. Ambientado en el pueblo de Buckaroo, cuna de asesinos en serie, se centra en uno de estos últimos, conocido como Nailbiter, y en el agente Nicholas Finch, que junto a la sheriff del pueblo, intentarán desentrañar el misterio de Buckaroo y sus asesinos en serie.

  • Menciones especiales: Wytches, Plunge, Nameless, los tres historias de un sólo tomo autoconclusivas, y Stillwater, este último todavía una serie en marcha, cuyo volumen dos se publicará en febrero de 2022.

  • Menciones no tan especiales: Buffy the Vampireslayer. El nuevo reboot de Buffy empezó bien, pero se ha ido deshinchando. Yo me he quedado en el tomo 6, y ya de ahí no paso. Entretenido sin más. Lo mismo que Romina, de Junji Ito. A veces patina demasiado y parece más una parodia que otra cosa. Mira que me lo pasé bien con Shiver y Smashed, pero Romina no me ha entrado tan bien.

                                                            VIDEOJUEGOS


Aquí voy a ser más breve, porque las horas del día no dan para todo. Uno de mis géneros favoritos dentro de los videojuegos, creo que por el tipo de narrativa, es el de las aventuras gráficas. De lo poco que he jugado, han sido aventuras gráficas. 


  • Mi favorito: Lorelai. Cierra la trilogía del desarrolador y creador de videojuegos polaco Rem Michalski. Sigo creyendo que el más redondo de todos es The Cat Lady, seguido muy de cerca por Donwfall, pero este Lorelai tampoco desmerece en nada a los dos anteriores. Usando Unity como motor de juego, mejora los gráficos, aunque si por algo destacan los juegos de Michalski es por el arte gráfico, las bandas sonoras y las historias. Porque sobre todo estas últimas, es lo más cerca que ha estado Stephen King del mundo del videojuego. Y que el hecho de vivir en el norte de Inglaterra donde están ambientadas (creo que Michaslki vivió en Bolton), también le añade un plus. Lorelai, que bien como aventura gráfica deja bastante que desear, funciona como precuela de los dos juegos anteriores y cierra por todo lo alto la trilogía de Michalski.

  • Mención destacada: Whispers of a Machine, una mezcla de género negro ambientado en un universo ciberpunk. En un mundo sin inteligencias artificiales, Vera, una detective mejorada cibernéticamente, tiene que investigar unos crímenes relacionados con las tecnologías prohibidas. Creado y desarrollado por Joel Staaf Hästö, también responsable de The Samaritan Paradox y Kathy Rain, este Whispers of a Machine sólo es una mención destacada porque me comí un bug como una catedral de grande a mitad de juego que me impidió acabarlo.


                                                            MÚSICA


Foto del último jefe militar de ETA
He tenido épocas de leer menos, de ver menos cine y series, de jugar menos, pero nunca, nunca, he dejado de escuchar música. Lo que sí he dejado, por razones de espacio, ha sido la Mojo y la Uncut. Así que sin esas revistas, sólo me he nutrido del algoritmo de Spotify y de las recomendaciones de amigos. Más que novedades, 2021 ha sido una vuelta a los clásicos, a mis clásicos. Mucho Nick Cave, que en estos tiempos oscuros, y con sus últimos discos más ambientales que roqueros, encaja muy bien con el espíritu de la época. Tom Petty que no falte. Ni Steve Earle, Ryan Adams, PJ Harvey, Lucinda Williams o David Bowie. Pero si tengo que destacar algún artista, me quedo con dos que me han acompañado en mi viaje por tierras escocesas: Suede y Quique González. Sin ser muy del britpop noventero, llegué a ellos por culpa de Mariana Enríquez, que utilizó el título de una de sus canciones como nombre de uno de los capítulos de su último libro. The Blue Hour, publicado en 2018, es un recorrido por la Inglaterra rural postBrexit y aunque ya lo he mencionado antes, está en sintonía con Hijos de los hombres. Un Reino Unido en decadencia, como un crossover de la película de Cuarón con V de Vendetta de Moore. Eso por un lado, y por otro Sur en el valle de Quique González, el artista con una de las carreras más honestas del rock en castellano (hola Loquillo). Más descriptivo que narrativo en sus letras, esos valles pasiegos de Cantabria bien podrían ser un paraje del Pirineo navarro, asturiano o gallego. O un valle escocés.

La que espero sea mi última estantería


Igual me ha quedado una entrada más larga de lo previsto, pero así ha sido mi año: se ha hecho más largo de lo esperado. De los propósitos para este 2022 espero cumplir unos pocos, entre los que incluyo leer menos, tocar más el piano y poder viajar a España, que después de dos años, ya hay ganas. ¡FELIZ AÑO!








'Cuentos del ocaso' / 'Twilight Stories' de Rhoda Broughton: pesadillas antes de navidad

Rhoda Broughton fue una escritora galesa (1840-1920) que a partir de sus primeras publicaciones en la década de los sesenta disfrutó de una gran popularidad entre sus coetáneos. Como sucedía con Wilkie Collins, Mary Elizabeth Braddon y Charles Dickens, la obra de Broughton siempre estaba en imprenta, hasta que su muerte en 1920 la sumió en el olvido. De orígenes aristocráticos y sobrina política del escritor Sheridan le Fanu, muy pronto comenzó a escribir y a publicar. Además contó con el apoyo y el tutelaje de Dickens.


Lo sobrenatural gozó de una gran popularidad a partir del siglo XIX. En Inglaterra se publicaban historias sobrenaturales en los periódicos todos los días. La producción durante esos años fue ingente, más si consideramos que era una manera de conseguir unos ingresos extra para muchos escritores. En parte debido a Dickens, se establece una costumbre que llega hasta nuestros días que es la de publicar historias de terror en Navidad. Autores y autoras como Bram Stoker, Edith Nesbit, Vernon Lee y Charlotte Riddell siguieron esta tradición. No puede sorprender que este Cuentos del ocaso fuera originalmente publicado en 1873 con el título de Tales for Christmas Eve. Una edición que recogía cinco relatos publicados en los años anteriores por Broughton de temática sobrenatural. Y que se puede considerar como rara avis en la obra de Broughton, porque pese a que escribió más relatos y novelas, ninguno tiene elementos sobrenaturales. O bien no fue recogido en un libro para su posterior publicación.

Cuentos del ocaso recoge cinco relatos de la autora donde lo interesante es observar hasta qué punto subvierte los clichés del género y de género en ellos. Sólo uno, El hombre de la nariz, tiene protagonista masculino. Los otros cuatro cuentan con protagonistas femeninos de mediana edad o ancianas que no encajan en el canon de lo que se estaba escribiendo por entonces. A parte de eso, sus historias sí pueden considerarse convencionales: casas encantadas, mesmerismo, espiritismo, visiones, sueños que se hacen realidad y fantasmas que vuelven a casa para anunciar su muerte... Otra cosa a destacar es su humor. Algo que la acerca otra autora que ya traje por el blog, Charlotte Riddell. De ironía más sutil, muchas veces la utiliza para criticar aspectos que no le gustan de la sociedad que le tocó vivir.

Rhoda leyendo lo último de Murakami

No sé quién o quiénes están a cargo de las ediciones de La Biblioteca de Carfax, pero demuestra(n) estar al tanto de lo que se publica y conocer del tema, porque a Rhoda Broughton la podemos disfrutar en castellano gracias a ellos. Y no es la única escritora victoriana recuperada del olvido por La Biblioteca de Carfax: Rosa Mulholland, Edith Nesbit, Mary Elizabeth Braddon, H. D. Everett y Amelia B. Edwards forman parte de su nómina, en un catálogo que combina muy bien el new weird contemporáneo con estas operaciones de rescate. La edición que he leído es la de Victorian Secrets, que en 2009 publicó este Twilight Stories con una introducción de Emma Liggins. Victorian Secrets, cuyo nombre no engaña, se dedica a dar a conocer obras victorianas olvidadas, sean de terror o no, y también tiene libros interesantes. Twilight Stories son cinco relatos en 82 páginas. Bien merecen la pena echarles un ojo.

Broughton, R. (2021). Cuentos del ocaso. La Biblioteca de Carfax.
Broughton, R. (2009). Twilight Stories. Victorian Secrets.



'Death's Master': la muerte según Tanith Lee

Este Death's Master es el segundo libro de la saga Tales from the Flat Earth escrito por Tanith Lee. El primero, El señor de la noche, lo traje por el blog hace no mucho y fue mi primer contacto con la saga y con la autora. También es uno de los pocos libros traducidos al castellano de la autora, en este caso gracias a la editorial Martínez Roca. Y no debió de funcionar demasiado bien porque este segundo título de la saga permanece inédito en nuestra lengua.

En El señor de la noche Tanith Lee recogía, de manera original a basa de relatos agrupados en trípticos, la historia de Azhrarn, el señor de la noche. También nos presentaba este mundo de la Tierra plana, una mezcla de influencias orientales, mitos griegos y folklore anglosajón. Death's Master, que se podría traducir como El señor de la muerte, se centra en Uhlume, otro señor de la oscuridad.

La principal diferencia respecto al original es que si bien el primero tenía la estructura de las antiguas sagas y leyendas, con distintos relatos independientes pero relacionados entre sí que nos presentaban este universo y al principal protagonista, Azhrarn, en Death's Master Tanith Lee opta por la novela, en una narración más lineal y convencional. Y Uhlume, más que protagonista, es un personaje secundario. La novela es la historia de Simmu, un humano criado por demonios que quiere declarar la guerra a la muerte. Y de su contraparte, Zhirek, compañero de infancia de Simmu e invulnerable, que no inmortal, que quiere vengarse de Simmu y de Azhrarn. A diferencia de lo que sucedía en Sabella, una novela corta de la autora donde no dejaban de pasar cosas y de acumularse nuevos temas, Death's Master opta por un estilo más contemplativo, de desarrollo lento y con una prosa que más que narrativa su principal poder reside en crear imágenes potentes, llenas de colores y simbología. Con influencias bíblicas y del antiguo oriente, es imposible no sucumbir al hechizo del jardín de las hijas doradas o la ciudad de Simmurad.

Mi rincón de Tanith 

Death's Master posee todas las características de la obra de Tanith Lee: es una fábula atroz, poética y contemplativa. En las primeras páginas conocemos la historia de la Naraseen, reina de Merth, y de la maldición de Issak. Naraseen sólo se acuesta con mujeres, pero el mago Issak quiere yacer con ella. Naraseen se resiste y acaba dando muerte a Issak, que antes de expirar, le lanza una maldición. Merth será una tierra yerma hasta que Naraseen engendre un hijo de un hombre muerto. Issak, un mago que debe sus conocimientos al trato que hizo con otro mago, el cual, atención, cada noche lo violaba y cada vez que derramaba su semen dentro de Issak, él rejuvenecía mientras Issak se marchitaba. Todo esto, como digo, en las primeras páginas. O más adelante la historia de la bruja Lylas, sirvienta de Ulhume. Tanith Lee es capaz de narrar todo esto sin recrearse en ello. No trata de querer escandalizar al lector o de polemizar. Simplemente es así, y no se le da más importancia, lo cual es un mérito de Tanith Lee. Como en el caso de Ursula K. Le Guin, que sus personajes no sean heteronormativos no tiene la mayor importancia. Sí, hay violencia y crueldad en sus libros, pero sólo como muestra de lo que es el mundo y la vida. No hay otro afán ni otras intenciones detrás.

Tanith Lee camelando

Tanith Lee fue una autora muy prolífica y entre esto y su falta de popularidad a partir de los noventa, hace que no sea fácil (con)seguir toda su obra. Sobre todo de los setenta y ochenta, hay muchas ediciones de sus libros, en distintos idiomas y que recogen varios libros en un solo tomo. Y sin página web oficial y con los derechos de su obra repartidos entre varias editoriales, la Wikipedia tampoco es una fuente de información muy fiable. Este libro, Death's Master, nunca ha sido publicado en castellano. Es posible conseguir una copia de segunda mano en inglés por muy poco dinero. En mi caso, tuve la suerte de conseguir una edición publicada por Arrow Books por un par de libras. Voy a descansar un poco de Tanith Lee para no acabar saturado, pero dentro de no mucho espero continuar con el siguiente libro de la saga, Delusion's Master

Lee, T. (1985). Death's Master. Arrow Books.




'Invasion': dramitas y alienígenas en Apple TV+

 

La verdad es que pese a gustarme mucho Expediente X las invasiones extraterrestres nunca me han llamado mucho la atención. O mejor dicho, la temática que tiene más que ver con la ufología, con sus buenas dosis de teorías de la conspiración y magufadas varias, siempre me han aburrido bastante. En ese sentido, prefiero más la tradición británica de los H. G. Wells y John Wyndham con sus peculiares invasiones extraterrestres que a Fox Mulder y Dana Scully destapando la enésima conspiración del gobierno con los hombrecillos grises. O ya puestos, prefiero las paranoias de la Guerra Fría de Campbell y Heinlein antes que otra magufada más. Y los noventa, en este sentido, fueron un buen caldo de cultivo para ese subgénero. Esta Invasion que nos trae Apple TV+ bebe más de las fuentes clásicas de la ciencia ficción que de las teorías de la conspiración noventeras. Lo cual, como punto de partida, a mí me parece más interesante.

En Invasion no llegan los extraterrestres al edificio de la ONU en Nueva York pidiendo hablar con los líderes mundiales al estilo de los lagartos de V. Tampoco hay élites secretas detrás en connivencia con la nueva raza invasora elaborando complejos planes secretos. Invasion son los primeros momentos de una invasión extraterrestre donde ni los personajes ni los espectadores sabemos muy bien qué está pasando. Se suceden distintos eventos a escala mundial, aparentemente sin conexión entre sí, hasta que ya es demasiado tarde y se hace evidente que estamos ante una invasión. Y es precisamente en este planteamientos y en los primeros compases cuando la serie está más acertada. No se muestra demasiado, se juega más a sugerir, y el hecho de que los personajes no sepan todavía a qué se están enfrentando produce un efecto de extrañeza que provoca que la serie se mueva entre el terror y la ciencia ficción.

Invasion narra la historia de una invasión extraterrestre desde la perspectiva de diferentes personajes diseminados por el mundo. Cómo son las cosas para un mercenario americano en Afganistán, un matrimonio  con problemas en EEUU, un colegial británico víctima de abusos escolares y una trabajadora de la Agencia Espacial de Japón. Si el planteamiento es acertado, no lo es tanto su posterior desarrollo. Porque Invasion es una serie muy pretenciosa, que a veces carga demasiado las tintas en el drama de los personajes. Porque los personajes escogidos son gente con muchos problemas, y a veces esa mezcla de drama y ciencia ficción no acaba de casar muy bien. El mercenario no sólo quiere volver a casa, es que detrás tiene un dramón familiar de aúpa. Y así con todos. También a nivel visual, que roza un nivel excelente en cuanto a producción y ejecución, peca a veces de querer recrearse demasiado en planos para acentuar un dramatismo que no termina de funcionar.

Como suele suceder con este tipo de historias, cuando se muestra al monstruo se pasa a otra fase donde la narración pierde en ambigüedad y todo se vuelve más lineal. Si a nivel dramático la serie no consigue arrancar y dar con el tono, la trama de ciencia ficción y misterio que se abre cuando el velo se cae y descubrimos al monstruo sí parece lo suficientemente interesante. Al estilo de otras invasiones alienígenas de la ciencia ficción, no llegamos a saber del todo quiénes son ni qué pretenden los invasores, ni siquiera somos capaces, al menos de momento, de comunicarnos con ellos. Ni siquiera sabemos si las criaturas contra las que luchamos son realmente ellos o máquinas a su servicio. Al contrario de lo que sucede en Day of the Dead, Invasion es una serie que se toma muy en serio a sí misma e intenta transitar por otros géneros, y ahí es donde cojea. Pero en conjunto, es una serie muy bien hecha y lo suficientemente entretenida como para dedicarle un rato. Ya sabéis: la verdad está ahí fuera.






'Day of the Dead': zombis y risas

Si no llega otra pandemia o un meteorito que nos extinga como raza, probablemente la década de los diez sea recordada como la eclosión del género fantástico, donde el terror, la ciencia ficción y la fantasía han pasado a ser parte importante siempre lo fueron de la cultura popular. Algo así como fue el premio que le dio la National Book Foundation a Stephen King a principios de los dos mil aquí le podéis echar un ojo a la lista de premiados, que no era otra cosa que la aceptación dentro del canon literario de un autor tremendamente popular. Y esta década que empieza, que está por ver si es otra "locos años veinte" como en el siglo pasado, apunta a lo mismo.


Por seguir con la idea anterior, ¿quién nos iba a decir a los aficionados al género que un día nos íbamos a aburrir de ver/leer/escuchar cosas sobre zombis? Porque casi desde el pistoletazo de salida que supuso el estreno en 2002 de 28 días después no son zombis, son infectados, y sobre todo la serie The Walking Dead en 2010, el zombi se ha convertido en el monstruo más popular de nuestra época. Y esta Day of the Dead, inspirada en la película de Romero, es un ejemplo más. 


Lo de inspirada en George A. Romero es cierto, pero también es verdad que la manera en la que está narrada la historia no tiene nada que ver con Romero. Day of the Dead nos narra la historia de seis personajes intentando sobrevivir a las primeras veinticuatro horas de un apocalipsis zombi. La serie, que comienza con una escena del presente de esos personajes, utiliza el recurso tan popular desde Perdidos del flashback, al retrotraernos a las historias de cada uno de estos seis personajes. Y ahí radica uno de los puntos fuertes de la serie: no todo lo narrado forma parte de la misma línea temporal que creemos estar viendo. Y también es cuando se deshincha, porque cuando por fin se juntan todos los personajes y comienza una narración más lineal, acaba cayendo en lugares comunes, con los personajes dando vueltas de un lado a otro sin mucho sentido. Otra característica de la serie y signo de la época que vivimos, es su carácter metaficcional. Desde el minuto uno, la narración juega con todos los tropos del género. Esto puede gustar más o gustar menos. Y otro punto fuerte, en parte debido a lo anterior, es su humor. Porque la serie, otra cosa no, pero es extremadamente divertida. Un humor muy meta, consciente de sí mismo, que se ríe y explota situaciones y personajes mil veces vistos anteriormente. 


Han abierto un nuevo McDonald's

Si hay que comparar Day of the Dead con alguna otra serie, la elección es obvia: Z Nation. Las dos son series del canal SyFy, las dos se han estrenado en los últimos años, narrativamente comparten muchas características y las dos beben de las mismas fuentes romerescas. Sin embargo, y pese a que Day of the Dead sólo lleva una temporada, hay algunas diferencias. Day of the Dead es más atrevida narrativamente, al menos en su tramo inicial. Tampoco nada original que no se haya visto antes, si es otorgamos a ser original alguna cualidad. Y sobre todo es muy consciente de sí misma desde el principio, a veces bordeando lo ridículo, algo que a Z Nation le costó mucho más, este afinar y dar con el tono adecuado.


Si te gustan los zombis y todavía no estás empachado, Day of the Dead es una serie muy entretenida que te hará pasar un buen rato. Algo que, en los tiempos pandémicos que vivimos, es de agradecer. Como reza el dicho popular: dame zombis y llámame tonto.









'La joven ahogada' de Caitlín R. Kiernan: caer por la madriguera del conejo

Desde que empezó a publicar a finales de los noventa, el nombre de Caitlín R. Kiernan es uno de los más leídos y diría que hasta respetados de lo que se ha venido a llamar new weird fiction o nueva ficción extraña anglosajona. También le han endosado, debido a esto, la etiqueta de escritora de terror, cosa de la que la autora reniega. Y puedo entender tanto una cosa como la otra, pero las historias de Kiernan tienen, como decía Saramago, el poder de desasosegar. No es el splatter ochentero, con su gusto y regodeo en escenas violentas, no son fantasmas victorianos ni maldiciones románticas; tampoco hay espacio para el horror cósmico o el terror más contemporáneo. Las historias de Kiernan, y esta La joven ahogada no es una excepción, se mueven en ese espacio de sutileza, de sugerir más que de mostrar, los terrores cotidianos. Por buscar algunos referentes, salvando todas las distancias, la obra de Kiernan está más cercana de Angela Carter y Joyce Carol Oates que de Stephen King. 


La joven ahogada no es abiertamente una historia de terror, pero leerla es adentrarse en un viaje a la locura. Kiernan narra la historia de India Morgan Phelps, una joven esquizofrénica que cuenta en primera persona los recuerdos que tiene de sus encuentros con otra joven, Eva Cunnings. Esta joven Eva se aparece por primera vez como sirena y por segunda vez como loba. India sabe que los recuerdos que tiene de estos dos encuentros se excluyen, no pueden ser los dos verdaderos. También es consciente de su enfermedad mental, de que debe desconfiar  de ella misma, hasta el punto de que los dos encuentros con Eva que ella recuerda tan bien pueden ser falsos. O no. 


La joven ahogada es la búsqueda de la verdad, si es que algo así es posible, de India. Una obra con mucho subtexto. Hay una reflexión sobre la memoria, que construye nuestra identidad, lo que somos, y cómo esta memoria suele estar asentada sobre mentiras que nos contamos a nosotros mismos de manera inconsciente. También sobre lo imposible que es a veces establecer una verdad absoluta y su carácter poliédrico. La joven ahogada también gira sobre el poder, o como lo llama Kiernan en el libro, el encantamiento que ejercen las historias, sean libros, discos, películas, recuerdos... A veces nos vemos atrapados por una historia, y no podemos salir de ella, como esa canción que se te mete en la cabeza y no puedes dejar de tararear. Y sobre todo, La joven ahogada es la historia narrada en primera persona de una enferma mental. Sin detalles escabrosos, sin violencia, sin elementos sobrenaturales, sólo la cordura pendiendo de un hilo, con eso construye Kiernan una novela que, mal que le pese, es terrorífica. Entre otras muchas cosas.


A parte del recurso del narrador no fiable, La joven ahogada también utiliza numerosas referencias a otras obras, que van desde poemas o novelas a cuadros y discos. Algo que ya se puede decir que es una característica de los autores y autoras contemporáneos: la influencia de la cultura pop en su obra. Todo narrado con un estilo muy peculiar. Porque si algo hay que destacar de la novela es su prosa, cómo está escrito. Hay una búsqueda del lenguaje como experiencia, de una voz propia, que se acerca más a otros géneros como la poesía que a la novela. Algo que no es muy habitual y que muy pocos escritores hacen, sobre todo bien. Uno de los pocos ejemplos que se me ocurren de esto es Mandíbula, de Mónica Ojeda, una novela donde hay mucho de Joyce Carol Oates, Angela Carter y H. P. Lovecraft, pero también de poetas como Anne Carson, Blanca Varela y Alejandra Pizarnik. La joven ahogada, como los cantos de sirena que escuchó Ulises, tiene el poder de hechizarte y de convertirse en una historia que te acompañará para siempre.


Kiernan, C. R. (2014). La joven ahogada. Valdemar.
Kiernan, C. R. (2012). The Drowning Girl. Ace Books.
Ojeda, M. (2019). Mandíbula. Candaya.





'Becky' (2020): de vacaciones matando nazis

Becky es una película dirigida por la dupla Jonathan Milot y Cary Murnion y protagonizada por Lulu Wilson y Kevin James, con Joel McHale de secundario. A Becky le ha pasado como a otras tantas películas en 2020, que tenía una fecha de estreno que hubo que retrasar por la pandemia y su natural paso por las salas de cine se vio alterado. En España se presentó en Sitges y pasó sin pena ni gloria. También es verdad que teniendo en cuenta el momento actual, donde se estrenan un montón de películas del género al año, es difícil destacar, y pequeñas joyas como Becky a veces pasan desapercibidas.


Milot y Murnion son los directores de Cooties –estrenada en España con el título de Dulces criaturas,  una película pequeña con Elijah Wood donde ya apuntaban las maneras que han acabado haciendo de Becky una película más redonda. Una Becky que es una mezcla de géneros: home invasion, acción y survival, salpicado de un poco de gore. Y bastante humor. Porque como sucedía en Destino final, al final lo gracioso son las escenas de las muertes. Y quien dice Destino final dice Saw o Pesadilla en Elm Street.


Becky es la historia de una adolescente que viaja con su padre a una casa de campo donde se van a encontrar con la nueva novia y el hijo de este. Becky, tras la muerte de su madre por cáncer, no acepta la nueva relación de su padre con esta mujer. Paralelamente a este viaje, se nos muestra la fuga de un grupo de presos nazis, que, oh casualidad, acabarán en la misma casa donde Becky y su familia están veraneando en busca de un objeto. Todo esto se nos presenta como un flashback, ya que la película empieza con Becky sometida a un interrogatorio de la policía. La película es el viaje de supervivencia de la protagonista hasta ese punto final que es la sala de interrogatorios de una comisaría.

Como Porco Rosso, mejor ser un cerdo que un fascista

Dentro de este subgénero de supervivencia, del que hemos visto joyas en los últimos años como Ready or Not, Becky brilla con luz propia. Es verdad que no tiene demasiado subtexto, por no decir ninguno, como otras películas, pero es tremendamente divertido ver a Lulu Wilson matando nazis. Porque más o menos eso mismo viene a ser la película. Como le sucedía a Maisie Williams en The Owners, las características físicas de Lulu Wilson, una actriz físicamente bajita y delgada, le añaden un punto de gracia al ver cómo se enfrenta a tiarrones nazis. Porque como nos enseñó Steven Spielberg en Indiana Jones, no hay mejor villano en el cine que los nazis. Y matarlos, en el caso de Becky, se convierte en una afición.






'Tan muertos como yo' / 'Dead Like Me': no estaba muerto, estaba de parranda

Después de la experiencia como guionista de Star Trek: Voyager, la mejor serie del universo trekkie, Bryan Fuller se estrenó como productor y creador con esta Dead Like Me. Y duró dos telediarios, porque los continuos problemas con el estudio, MGM Television, acabó con la renuncia de Fuller a los pocos episodios. La serie continuó sin él, sumando un total de veintinueve capítulos repartidos en dos temporadas y una posterior película lanzada al mercado de DVD en 2009.


Dead Like Me es la historia de Georgia, que después de morir a causa del impacto de una tapa de retrete residuo de una estación espacial, pasa a formar parte de un grupo de parcas que se dedican a la recolección de almas. El argumento de la serie ya da bastantes pistas sobre lo que podemos encontrar en ella: humor negro, dramedia y un poco de fantasía, aunque no mucha. Porque lo importante es la vida que se abre para Georgia, personaje interpretado por la actriz Ellen Muth, después de muerta. Se podría decir que estaba muerta en vida y que ahora, muerta, es cuando empieza a vivir. Y lo hace rodeada de otros personajes como ella, que se dedican a la recolección de almas. El líder y figura paterna de este grupo es Rube, interpretado por Mandy Patinkin, que les facilita unas notas con las iniciales de la persona que va a fallecer, la hora y el lugar del deceso. La teoría es que deben "tocar" a estas personas momentos antes de su muerte para que no sufran y acompañarlas en su transición al más allá, que para cada uno toma una forma diferente. La gracia del asunto está en averiguar a quién corresponden las iniciales que les ha pasado Rube en la nota y en llegar al sitio en el que tendrá lugar la muerte a tiempo.

Estoy harto de que hagan rimas con mi apellido

La fantasía, aunque presente, no es lo importante de la serie. Hay lo que hoy se llamaría lore, un trasfondo, pero que nunca se molestan en explicar en demasía más allá de la premisa y un par de pinceladas más. Algunas de estas pinceladas más importantes tienen que ver con estas parcas: su cuerpo es percibido por los vivos de manera diferente al que tenían cuando estaban vivos, y nunca, bajo ninguna circunstancia, pueden entablar contacto y confesar quienes son a nadie que conocieran de su anterior vida. Esta regla es la que más juego dará durante la serie, con Georgia tratando en varios momentos de volver a establecer un vínculo con su familia. Lo cual no deja de ser paradójico si tenemos en cuenta que cuando estaba viva pasaba olímpicamente de sus padres y su hermana pequeña.

Lo mejor de la serie es su humor negro y no tomarse demasiado en serio. Un par de años antes, en 2001, HBO estrenó Six Feet Under, una serie con una temática en apariencia similar a Dead Like Me. Pero la serie de Alan Ball siempre mantiene un tono trascendental, de estar contando las grandes verdades de la vida, mientras que Dead Like Me es más prosaica y se conforma con hacer pasar un buen rato, lo cual no es poco. Siempre que la cosa se pone muy seria, aparece el humor para relajar. Esta combinación es parecida a la que utiliza una serie actual como Ted Lasso, de buenismo bien sin pasarse de frenada.


Los títulos de crédito también son un buen resumen del tono de la serie, con esa música y esa realización que recuerdan a otra serie de Showtime estrenada un par de años después, Dexter. Y también la voz en off de la protagonista, del que Veronica Mars es buen ejemplo. Recurso al que volvería Fuller en Pushing Daisies. La voz superpuesta nos permite adentrarnos en los pensamientos de Georgia pero también funciona en el otro sentido: es Georgia rompiendo la cuarta pared y dirigiéndose directamente al espectador. Aunque no hay un arco narrativo como tal, tampoco se puede considerar una serie episódica. Los personajes, especialmente Georgia, van evolucionando y madurando en cada capítulo.

Christine Willes en Reaper

Emitida en Estados Unidos por el canal Showtime, Dead Like Me llegaría a España de la mano de Cuatro, que en esa primera época, cuando empezó a emitir, se hizo con un buen catálogo de series. Vale, fue responsable de cosas como Alerta Cobra y Anatomía de Gray, pero también de House, Entre fantasmas, Medium, Los simuladores y las últimas temporadas de Perdidos. Cuatro también ha sido el hogar de Mentes Criminales y Homeland, las otras dos series de Mandy Patinkin. Y de Humor amarillo. Nunca olvidemos Humor amarillo.


Dead Like Me no es la mejor serie del mundo, pero tampoco lo pretende en ningún momento. Su cancelación tampoco dejó demasiadas líneas abiertas, en todo caso te deja con ganas de más. La película de 2009 vino, en teoría, a remediar eso. Pero sin parte del elenco principal y adoptando otro tono, se aleja bastante de lo que sería el canon de la serie. Así que hay que conformarse con estas dos temporadas de una serie que vino y se fue sin hacer mucho ruido. Ahí sigue para el que le quiera echar un ojo. 



 

'Women of Darkness': de noche todos los gatos son caníbales

No ha sido hasta hace unos años cuando verdaderamente se ha empezado a recuperar el trabajo de autoras que por el mero hecho de ser mujeres estaban en el olvido. Si el terror, la fantasía y la ciencia ficción ya de por sí siempre han sido considerados géneros poco literarios y a los que no se les ha dado mucho bombo, ser escritora de ficción extraña ha sido el doble combo. Esto es un hecho que nos ha privado durante mucho tiempo del disfrute de la obra de muchas escritoras, completamente invisibles para el público. Recuerdo el caso de una colección ochentera que se dedicaba a publicar un relato de cada año del siglo veinte: ni una sola mujer en ninguno de sus libros. Este Women of Darkness de Kathryn Ptacek trata de solucionar este problema. 


Esta antología recoge veinte relatos escritos por mujeres. Lo cual, si tenemos en cuenta el año en que fue publicado, 1988, es todo un adelanto para la época. No se trata de ficción escrita por mujeres y para mujeres; es ficción escrita por mujeres y destinada a un público general. Hay algún ejemplo más en los noventa, como los que publicó Virago y Penguin, pero no se me ocurren muchos más libros dirigidos al gran público que sólo incluyeran mujeres. El resultado en este caso es mixto: hay un poco de todo, como no podía ser menos, pero tampoco esperes grandes sorpresas.



Women of Darkness incluye relatos de escritoras reconocidas en la época como Tanith Lee y Lisa Tuttle, pero sobre todo hay mucha desconocida. La labor editora de Ptacek va dirigida a dar a conocer a las que, salvo las excepciones mencionadas antes, eran los nuevos talentos que despuntaban.
Todo hay que decirlo, dentro de un contexto: el mundo editorial neoyorkino. El libro no es una antología de los mejores relatos de ficción extraña escritos por mujeres. Tampoco es la recopilación de lo mejor escrito por mujeres en esa época, aunque algo de eso hay. Women of Darkness vendría a ser como una de esas recopilaciones de lo mejor del año, con la peculiaridad de que sólo incluye relatos escritos por mujeres. Y como tal tipo de antología, con esa peculiaridad, hay que valorarlo. 

Soy Tanith Lee y os voy a presentar a un amigo

The Spirit Cabinet de Lisa Tuttle, con ese gusto por lo victoriano con un toque macabro, y The Devil's Rose de Tanith Lee, haciendo de la realidad algo extraño, son los relatos más destacados del libro. Pero también Little Maid Lost de Rivka Jacobs, que podría haber sido escrito por el primer Barron, o Mother Calls But I Do No Answer de Carol Orlock, con un espejo y el otro lado, son relatos que brillan con luz propia. Como la versión del vudú brasileño en Samba Sentado de Karen Haber, el ángel vengador en Sister de Wennicke Eide Cox y el magnífico y perturbador Cannibal Cats Come Out Tonight de Nancy Miller que cierra el libro. Hay suficiente material en el libro como para que merezca la pena leerlo. Es verdad que salvo Lee y Tuttle, el resto de autoras han tenido o tienen una carrera bastante discreta y, como tantos otros y otras antes, algunas se han dedicado a géneros más alimenticios como novelizaciones, fanfiction y otros géneros más generosos con el bolsillo. Así que si no esperas grandes epifanías ni revelaciones, sólo una panorámica de la ficción extraña escrita por mujeres a finales de los ochenta en Estados Unidos y un buen puñado de buenos relatos, este es tu libro.

Alguien me tiene que explicar por qué uno es más grande que otro

Un libro que, como es obvio, sólo se puede conseguir de segunda mano. También existe un Women of Darkness II al que dentro de poco le hincaré el diente. Los dos libros en tapa dura rondan, con un poco de suerte y paciencia, entre los quince y veinte euros/libras. En tapa blanda es mucho más barato. No son difíciles de encontrar. Si gustas del terror ochentero y de las antologías de relatos de la época, como los Shadows editados por Charles L. Grant nota rosa: el que fuera marido de Kathryn Ptacek, puede ser una buena idea echarle un ojo a este Women of Darkness.


Ptacek, K. (1988). Women of Darkess. Tor Books.
Williams, S. A., & Jones R. G. (1995). The Penguin Book of Modern Fantasy by Women. Viking Press.
Dalby, R. (1992). The Virago Book of Ghost Stories: The Twentieth Century. Virago Books.






'La krakatita' de Karel Capek: la ciencia y sus demonios

La krakatita, que en su edición española lleva el subtítulo de Una fantasía nuclear, es una novela de ciencia ficción del autor checo Karel Capek publicada en 1922. Aquí la fecha de publicación es o puede parecer lo más relevante. En la antología The End of the World: and Other Catastrophes (El fin del mundo y otras catástrofes) editada por Mike Ashley y publicada por la British Library, son trece los relatos sobre el fin del mundo, que abarcan desde finales del siglo XIX hasta mediados del XX, y lo curioso es ver la evolución de los miedos y las histerias colectivas a lo largo de ese lapso de tiempo. La krakatita de Karel Capek es un buen ejemplo de esto.


Decía que pudiera parecer relevante la fecha de publicación de la novela, 1922, si atendemos a uno de los temas del libro: la energía nuclear. En este caso, la que se libera en una explosión. Y aunque este hecho parezca que acerque a la novela a la paranoia de la guerra nuclear que se vivió durante la Guerra Fría, la verdad es que no deja de ser la excusa narrativa que hace que avance la trama. Capek no fue un visionario en ese sentido pero sí supo entrever y dar forma en esta novela a los miedos de su época y a los horrores que estaban a la vuelta de la esquina.


La krakatita narra la historia del ingeniero Prokop y de su gran descubrimiento, la sustancia que da título a la novela, cuyo poder destructor, capaz de eliminar ejércitos y naciones, puede cambiar el mundo. Prokop sufre un accidente en su laboratorio y en un estado febril y alucinatorio acaba revelando el secreto de la krakatita. Este es el inicio de la novela que en su desarrollo se acerca más a una farsa que a una novela de ciencia ficción. Porque si exceptuamos ese elemento ficticio que es la krakatita, no hay muchos más elementos de prospección científica. El protagonista, el ingeniero Prokop, es una suerte de Cary Grant en Con la muerte en los talones, perseguido por gobiernos y organizaciones secretas que quieren que venda el secreto de la krakatita a cambio de dinero y poder. 


La novela se mueve por terrenos que van desde El hombre que fue Jueves hasta El proceso, pasando por la novela romántica. Porque sí, Prokop es un picaflor que se va enamorando de la primera mujer a la que ve. Y es lo que acaba lastrando el resultado de la novela, que en su parte central, dedica a dar demasiadas vueltas a la relación de Prokop con una princesa. La excusa es retratar el mundo aristocrático y militar con el humor que caracteriza al autor, que no deja títere con cabeza, pero sucede como en esos found footage que siguieron la estela de El proyecto de la Bruja de Blair: personajes yendo de aquí para allá como pollos sin cabeza. El final, con la redención o no del personaje, está más emparentado con lo kafkiano y lo absurdo, poniendo el broche final a la novela con un aviso: la ciencia, como la idea de progreso, en las manos equivocadas es un arma de destrucción masiva.


Aunque no tan redonda como La guerra de las salamandras, esta La krakatita es un buen ejemplo del buen hacer del autor y un reflejo de lo que fue la literatura europea de entreguerras. En castellano lo podemos disfrutar gracias a la editorial El Olivo Azul. Por mi parte, no sé cómo será el apocalipsis que acabe con todo, pero siempre me lo imagino con Nick Cave sonando de fondo cantando eso de: 

Loverman
'Til the bitter end
While the empires burn down
Forever and ever and ever, ever, amen
I'm your loverman
So help me, baby
So help me, baby
'Cause I am what I am, what I am, what I am, what I am
I'm your loverman



Capek, K. (2010). La krakatita. El Olivo Azul.





'Companions on the Road' de Tanith Lee: el precio de mantener una promesa

Dentro de la extensísima obra de Tanith Lee, autora de numerosas novelas, sagas y relatos, esta novela corta puede considerarse como un trabajo menor. Menor pero a la vez un ejemplo interesante de fantasía juvenil, bastante distinto a lo que estamos acostumbrados. Bebe de las fuentes clásicas, de las sagas escandinavas y los ciclos anglosajones, inclinándose, por el tono, más a una suerte de fábula que a la fantasía épica. Se aleja de la fantasía de Dragones & Mazmorras tipo Dragonlance y de El señor de los anillos y derivados. Y eso a pesar de tomar prestados elementos de ambos, sobre todo de El señor de los anillos.


Al contrario de otras novelas de Tanith Lee, como Sabella, que pese a la brevedad condensaban muchos temas y tenía varios niveles de lectura, este Companions on the Road es bastante más sencillo. Lee narra la historia de tres personajes, dos soldados y un ladrón, que después del asedio de la ciudad de Avillis saquean el palacio de sus antiguos señores, robando el cáliz de Avillis. Pero sobre este objeto pesa una maldición, y estos tres personajes se verán perseguidos por tres espectros, el antiguo señor de Avillis y sus dos hijos, que buscan acabar con la vida de los ladrones. Puesto así, negro sobre blanco, no parece un argumento muy original -espectros persiguiendo a los protagonistas por culpa de un objeto mágico/maldito, ¿hola?-, pero la prosa característica de Tanith Lee y el tratamiento del tema, llevan la historia -y la elevan- hacia otro lugar. En las poco más de cien páginas de esta novela, cabe la historia de esta maldición, pero también cabe la historia del precio de mantener las promesas y de hacer lo correcto, que llevará a uno de los protagonistas a este viaje fantástico. En los tiempos que corren, no está nada mal leer historias que nos recuerden que el cinismo y la maldad no son nunca la solución, y que el reverso del egoísmo es tratar de hacer lo correcto, aunque a veces nos equivoquemos.

La profesora Tanith Lee dando clases de molar fuerte

No hay erotismo, sexo ni escenas macabras en esta novela, algo que sí es una característica en gran parte de su obra. Seguramente tenga que ver con el público al que va destinada la novela, que publicada por primera vez en 1975, no dejaba mucho margen a Tanith Lee en un mundo editorial con otros códigos. A pesar de lo breve y de lo aparentemente sencillo de la historia, también tiene otra serie de elementos que, no digo que sean originales de esta autora, pero que sí están aquí y que otros autores han desarrollado posteriormente. Una de las características de la maldición que se cierne sobre los protagonistas es que ésta llega mientras duermen, durante su sueño. Esto es algo de lo que Wes Craven sacaría mucho fruto (algunos dirían que demasiado) en su saga Pesadilla en Elm Street. Otra característica de la maldición es que los espectros te perseguen día y noche, sin descanso, como en la película It Follows: tú puedes ser más rápido que el monstruo, pero al final tienes que parar para descansar. Así que sí, Companions on the Road es una novela corta fantástica destinada al público juvenil que se aleja de los cánones del género y que, además, incorpora elementos que si bien no son terroríficos por sí mismos, en conjunto generan una sensación de extrañamiento y peligro.

Hay entre poco y nada traducido de esta autora al castellano, así que el que pueda y se atreva, puede hacerse con una copia de este libro en inglés. De las que más abundan por aquí son las destinadas al mercado británico. Yo tuve la suerte de hacer con una copia muy barata publicada por Beaver Books. La edición de los sententa incluía otra novela corta. DAW Books sigue recuperando y reeditando la obra de Tanith Lee, aunque sólo para el mercado estadounidense, así que entre el precio del libro nuevo y los gastos de envío no merece mucho la pena. En cualquier caso, a veces se tiene suerte, sólo hay que estar un poco pendiente. Por mi parte, Tanith Lee es uno de los descubrimientos de este año, y seguirá siendo mi compañera de viaje durante mucho tiempo. Ojalá se animen a traducirla al castellano.

Lee, T. (1988). Companions on the Road. Beaver Books.
Lee, T. (2018). Companions on the Road. DAW Books.



'El Pescador' de John Langan: una fisura en la realidad

A veces es difícil separar la obra del ruido que genera, especialmente en los tiempos que vivimos, donde todo tiende al blanco o al negro. Eso es un poco lo que pasa con este El pescador de John Langan. Junto con La casa de hojas de Mark Z. Danielewski, Experimental Film de Gemma Files y La joven ahogada de Caitlín R. Kiernan, El pescador forma parte de ese nuevo canon de la ficción extraña que parece que hay que leer sí o sí. Y como sucedía con las lecturas obligatorias del colegio/instituto/universidad, acaba dando bastante pereza empezar uno de estos libros. Además de que es muy difícil sustraerse de todo el ruido que generan y de las expectativas generadas, que es justo lo que sucede con El pescador.


El pescador es la segunda novela de John Langan, más conocido por otros formatos, como el relato y la novela corta. Y eso que El pescador no es un tocho como los que suele despachar, por poner un ejemplo, Stephen King. Se queda en poco más de trescientas páginas, las suficientes para narrar la historia del pescador. El estilo de John Langan se enmarca dentro del clasicismo, con ecos de Melville y Faulkner (por el que sentimos devoción). Como algún crítico clasista y bastante imbécil ha venido a llamar, su estilo es "literario". Langan forma parte de la gran tradición anglosajona de contadores de historias. Una de las cosas que más me han llamado la atención de esta novela es cómo te atrapa, cómo Langan crea una red y deja al lector/a sin otra alternativa que seguir leyendo. Como King, el otro clásico y al que no dejaré de nombrar en esta entrada, Langan te sumerge en esta historia de tintes clásicos, de tradiciones y leyendas orales con espacio para el horror cósmico de Lovecraft que tiene como escenario la América rural, la de los pequeños pueblos y comunidades. Además, si bien el estilo es más clásico, la estructura que utiliza Langan, de una narración dentro de otra narración, a su vez dentro de otra narración, en una especie de juego de matrioskas rusas, se adapta bien a la historia que quiere contar y lo acerca más a otros autores y estilos más contemporáneos. 

Alfred Kubin y el otro lado

En cuanto al contenido, El pescador es una novela de terror que narra los encuentros de distintos personajes con este mago/ser que lleva el sobrenombre que da título al libro. Distintas historias y distintos tiempos, que abarcan desde mediados del siglo XIX hasta principios del nuevo milenio. De estructura circular, el libro comienza en lo que podría ser el presente, se adentra rápidamente en el pasado, para volver en su último tramo al presente y rematar la historia. Una historia con claros tintes lovecraftianos, donde el agua y el otro lado están presentes. Un otro lado que se presenta como una fisura en la realidad que nos adentra en otro mundo terrorífico. Tampoco quiero destripar mucho más de la trama, ya que ese deseo de saber más, de seguir leyendo, me parece bastante importante en este libro. Eso sí, hay partes más interesantes que otras. La parte central y más larga, que narra el origen del problema actual al que se enfrenta el protagonista que narra la historia en primer lugar, me parece la más interesante. No así tanto el final, que sin estar mal, es más olvidable. En cualquier caso y en conjunto, El pescador es una novela sobresaliente y que al menos a mí no me ha defraudado. Además me ha dejado con ganas de más Langan. Un Langan al que siempre hay que estar agradecido por alquilarle un cuarto en su casa a Laird Barron. 

Y como sucede con el señor con parche, de Langan no hay mucho traducido al castellano, así que hay que agradecer a La Biblioteca de Carfax que tradujera este libro. Me parece que junto a otros contemporáneos como el ya mencionado Barron, Paul Tremblay, Michael Cisco, T. E. Grau, Kelly Link, Gemma Files, Ottessa Moshfegh, Caitlín R. Kiernan y un largo etcétera, John Langan es de lo más interesante que se puede leer de ficción, extraña o no, anglosajona. Yo, por mi parte, voy a sumar sus libros de relatos a mi pila de lecturas.

Langan, J. (2016). The Fisherman. Word Horde.
Langan, J. (2018). El pescador. La Biblioteca de Carfax.




'El kraken despierta' / 'The Kraken Wakes' de John Wyndham: el colapso civilizatorio

La vida de John Wyndham, nacido en 1903, transcurre en uno de los periodos históricos más violentos de la historia: dos Guerras Mundiales, una Guerra Fría, la descolonización, movimientos nacionalistas... Todo eso forma parte de su vida y acaba trasladado a su obra, especialmente a la que publicó bajo el nombre de John Wyndham después de la Segunda Guerra Mundial. Y por la que es conocido y reconocido, quedando en el olvido, más o menos merecido, todo lo publicado anteriormente. Inaugura esta etapa artística con El día de los trífidos, publicada en 1951, su obra más reconocida y la que moldea su nuevo estilo y enfoque: las invasiones, la guerra y la reconstrucción. Le seguiría este The Kraken Wakes / El kraken despierta en 1953, rápidamente traducida al español y publicada bajo el título de Kraken acecha por Edhasa en 1955.


En El kraken despierta John Wyndham narra la historia de una invasión alienígena vista desde el punto de vista de una pareja de periodistas, Mike y Phyllis Watson. Lo interesante del libro es cómo Wyndham plantea esta invasión en tres actos. El primero versa sobre distintos acontecimientos aparentemente sin relación entre sí: meteoritos rojos que caen al mar y la desaparición de barcos. La segunda parte trata sobre la incredulidad de unos y el llamamiento a la calma de los otros mientras la invasión alienígena tiene lugar. Y la tercera y última parte narra el fin del mundo conocido, el colapso civilizatorio, y nos deja atisbar el comienzo de algo. Todo esto salpicado con el humor de Wyndham, que por momentos recuerda a El hombre que fue jueves. La manipulación de los medios de comunicación, la inutilidad de los gobiernos, los intereses económicos, la estulticia de la gente son para Wyndham los elementos que impiden afrontar como se debiera esta invasión alienígena. Además, por las características de estos seres, que habitan las profundidades abisales de los mares y océanos, nunca llegamos a saber cómo son ni qué forma tienen, lo que los convierte en un enemigo invisible, difícil de combatir.

Después de tanto libro apocalíptico y posapocalíptico leído y de vivir estos años de pandemia, El kraken despierta se torna bastante realista en la descripción que hace Wyndham del colapso: se acerca más a la orquesta del Titanic tocando mientras el barco se hunde que al meteorito que arrasa con todo de Deep Impact. El colapso civilizatorio no es más que la descomplejización de sociedades altamente complejas, y en plantaer escenarios así, Wyndham es un genio. Si un petrolero gigante atravesado en mitad del canal de Suez interrumpe el comercio mundial, ¿qué pasaría si los mares y océanos dejasen de ser un lugar seguro para el ser humano? La respuesta a esta pregunta, en el libro.

Wyndham ha sido traducido al castellano y no es difícil hacerse con sus libros. Este El kraken despierta está disponible en Alianza o, en su versión más antigua como Kraken acecha, se puede conseguir una copia de segunda mano. En inglés más de lo mismo, es uno de los autores Penguin, así que hay multitud de maneras de hacerse con una copia de este libro. Yo, como parafilia, prefiero los libros de lomos naranjas (entre otros colores) que editaba Penguin, así que me hice con una copia setentera por unos peniques. En cualquier caso y por si acaso, id escogiendo arma, que vienen.

Wyndham, J. (2015). El kraken despierta. Alianza Editorial.
Wyndham, J. (1955). Kraken acecha. Edhasa.
Wyndham, J. (1970). The Kraken Wakes. Penguin.