'Interstellar': la epopeya de Nolan
Cada cierto tiempo el mundo del cine vuelve al género de las naves espaciales de una manera más o menos realista. Lo hizo con Gravity, la película de Cuarón estrenada en 2013, una película que sin dejar de ser entretenida el contenido no acompaña al continente, y repitió en 2014 con Nolan y su Interstellar. En este caso, y pese a las perpetuas acusaciones al cine de Nolan como pretencioso, el contenido acompaña a la magnífica factura técnica de la película.
Si 2001: Una odisea del espacio era producto de su época (recordemos que se estrenó en 1968), Interstellar también lo es. En un futuro no muy lejano, el clima de la Tierra cambia y amenaza la propia supervivencia de la humanidad, abocada a la extinción. La única esperanza es un agujero de gusano que se abre misteriosamente cerca de Saturno. El plan A consiste en explorar los mundos tras ese agujero de gusano y resolver la ecuación que permita trasladar a la humanidad hasta allí; el plan B es explorar esos mundos y colonizar un planeta habitable gracias a los embriones que llevan consigo los exploradores, dejando a la Tierra y a la humanidad morir.
La película tiene dos ejes maestros: la importancia del amor y el destino de la humanidad lejos de la Tierra. El primero, a veces un poco ñoño, es el amor paternofilial entre dos de los protagonistas, Cooper y Murphy. El segundo es la idea de que la humanidad nació en la Tierra pero no tiene por qué morir en ella. Gracias a ese primer eje Nolan consigue vender o hacer digerible el segundo eje, pura ciencia ficción dura, logrando un equilibrio que se mantendrá durantetoda la película.
Lo más flojo de la película es el epílogo final. Nolan quiere reforzar el mensaje de su película, por si alguien se ha perdido y no ha quedado claro del todo. Se agracede que no se marque un viaje lisérgico como Kubrick, pero su tono más tranquilo y calmado no está a la altura de la épica anterior. Aún con este pequeño pero, Interstellar es una epopeya increíble, la epopeya de la humanidad por cumplir su destino y ver las estrellas. Además Nolan consigue lo imposible: que me guste una película con Matt Damon como actor.
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