Publicada en 1951, Amos de títeres es un producto de su tiempo. Forma parte del subgénero sobre invasiones silenciosas que inauguró John W. Campbell con su novela corta ¿Quién anda ahí?, más conocida por sus versiones cinematográficas El enigma de otro mundo (1951) y La cosa (1982).

En el contexto de la Guerra Fría contra la URSS, en Estados Unidos se llevó a cabo entre 1950 y 1956 una auténtica caza de brujas impulsada por el senador Joseph McCarthy contra el considerado enemigo interior comunista. Sobra decir que esta caza de brujas sirvió para eliminar cualquier tipo de oposoción, no sólo la comunista. Cualquier atisbo de disidencia se consideraba traición. Por eso las producciones culturales de esta época están marcadas por este hecho. Novelas como La invasión de los ladrones de cuerpos (1955) de Jack Finney y su adaptación cinematográfica un año después dan buena idea del estado de paranoia y psicosis que reinaba en la sociedad estadounidense durante aquellos años. Es precisamente la novela de Finney la que más semejanzas tiene con la obra de Heinlein, el enemigo interior que silenciosa y subrepticiamente se infiltra en el país, aunque difiere en el final: en la de Finney el futuro de la humanidad es incierto mientras que en la de Heinlein la humanidad triunfa. Otro referente es La guerra de los mundos, de H. G. Wells. Pero en la obra de Wells los invasores se enfrentan abiertamente a la humanidad. Heinlein prefiera la sutileza, el enemigo que te invade sin que te des cuenta.

Amos de títeres es la historia de una invasión alieníegena. Unas babosas procedentes de Titán llegan a la Tierra y empiezan a usar a los humanos como huéspedes. Ofrecen a la humanidad una vida comunal sin sufrimiento de ningún tipo. Los protagonistas, pertenecientes a una organización secreta del Gobierno de los EEUU, lucharán contrarreloj para parar esta amenaza y deshacerse de los invasores.

La novela, metáfora de la infiltración comunista en EEUU, es un paradigma de la obra de Heinlein. Libertario y anticomunista declarado, su obra adolece muchas veces de excesivamente panfletaria, donde la trama está subordinada al adoctrinamiento que Heinlein quiere llevar a cabo con sus lectores. En Amos de títeres el subtexto, las ideas políticas de Heinlein, no están por encima del texto, la invasión alienígena. Sí, los amos son parásitos sin sentimientos ni empatía, sí, las zonas infectadas son "zonas rojas", sí, las insituciones democráticas son un obstáculo... la metáfora está clara, pero es fácil abstraerse y disfrutar de la otra historia que nos propone Heinlein, una historia de aventuras, angustiosa en algunos tramos, con la ciencia ficción de telón de fondo.