El título de película, Time Lapse, juega con el nombre de una conocida técnica fotográfica, y ya nos anticipa de qué va a tratar. Es la primera película que escribe y dirige Bradley King y se inscribe dentro del saco al que van a parar muchas películas: cine independiente. Y la verdad es que no le hace justicia, porque Time Lapse no deja de ser ciencia ficción de serie B sin grandes pretensiones.

Time Lapse es la historia de unos amigos que descubren que están siendo fotografiados por su vecino. Pero su vecino no es cualquiera, es un científico que ha inventado una máquina fotográfica que hace fotos del futuro. Y aquí hay que hacer un gran esfuerzo: o tomas los hechos tal cual o la suspensión de la incredulidad se va al carajo y sales de la película.

Una vez descubierta esta máquina, estos amigos deciden utilizarla para hacer apuestas. Una foto al día que nos muestra el día siguiente, ¿para qué vale una máquina del tiempo si no? Y claro, las cosas se ponen feas, porque no pueden hacer múltiples apuestas en cantidades bajas, tienen que hacer pocas y en grandes cantidades, y todas pasando por el mismo corredor de apuestas, que es un mafioso. No sé, algo podría salir mal. Es en este momento cuando la película entra en barrena y se pierde en disquisiciones un poco pregrinas y manidas: no se juega con el tiempo. Y nos prepara para lo que será el giro final. Es lo malo de este tipo de películas, que están construidas para que el giro final nos sorprenda y justifiquen toda la trama hasta ese momento. Y es lo que le sucede a Time Lapse, que se lo juega todo a una carta final y le sale mal.