'Madame Bovary': el Don Quijote de Flaubert
La novela narra el adulterio de Emma, la caprichosa e inocente hija de un granjero casada con un médico de pueblo. Deslumbrada por el oropel de la nobleza y el lujo, Emma es una mujer insatisfecha con el papel que le ha tocado vivir, se aburre y busca otras emociones en el adulterio. Ociosa y con mucho tiempo libre por no tener que ganarse el pan trabajando, sueña con otros mundos y otras sensaciones que, una vez alcanzados, tampoco la satisfacen, pues no dejan de ser ideales románticos alejados de la realidad.
Crítica ácida a la burguesía, Madame Bovary es un retrato de la Francia postrevolucionaria. Rompe con la moralidad burguesa al menos de dos maneras: la primera al tratar un tema como el adulterio, y la segunda por hacer protagonista del mismo a una mujer, denunciando con ello la hipocresía reinante. Insatisfecha en su papel de madre y esposa, Flaubert convierte a Emma en una heroína rebelde, a veces ridícula y banal, a veces valiente. La novela, de enorme influencia, tuvo un gran impacto impacto en otras novelas posteriores de temática similar como Anna Karenina de Tolstoi (1878), El primo Basilio de Eça de Queirós (1878) o La Regenta de Clarín (1884-85).
Para Emma sus motivaciones son "el apetito de la carne y la necesidad de dinero y las melancolías de la pasión". Como un Don Quijote decimonónico, las novelas románticas han "envenenado" la mente de Emma, que busca hacer realidad la ficción y durante mucho tiempo sólo encuentra consuelo en la lectura, que la distraen de una cotidianidad insulsa. La búsqueda de la libertad y de la felicidad acaba en tragedia para Emma, que acosada por un prestamista y abandonada por sus amantes, se quita la vida.
Flaubert nos deleita con pasajes absolutamente asombrosos, como ese en el que Rodolfo, uno de los amantes de Emma, flirtea con ella a la vez, intercalando este flirteo con un discurso de un preboste de la República que ha acudido al pueblo por los comicios. Madame Bovary es un auténtico gozo y deleite que no pasa de moda.
4 de marzo de 2016, 23:25
Me pareció un personaje al que se le va apreciando con el tiempo. Madame Bovary no es solo la mujer caprichosa, sino aquella que no acepta la realidad que le ha tocado (y que, como bien va retratando Flaubert, ni siquiera es la peor de las disponibles en la época) y se refugia en un mundo de fantasía dominado por cambios de humor y perspectiva. Cuenta los días que pasaron desde que fue invitada a una fiesta, quiere aprender italiano, tocar el piano, se aburre, quiere un bebé, después no le gusta...Casi una versión destructiva del enfoque que mantenía el Quijote.
El gran trabajo de Flaubert es que en ningún momento resulta un personaje desagradable, sino entrañable y digno de compasión.
5 de marzo de 2016, 13:38
Como personaje, Madame Bovary es a ratos insufrible y banal, pero también rebelde y apasionada. Un personaje complejo con un trágico final. Es junto con la ironía que destila cada una de sus páginas lo que más me gusta del libro. A veces se entiende clásico por aburrido, pero 'Madame Bovary' es todo lo contrario.