Tag es una de esas películas japonesas que están en la frontera entre la ida de olla más absoluta y la genialidad, y como suele pasar, se queda a medio camino. No es ni una cosa ni la otra, y por sus peculiaridades, que las tiene, no es fácil de ver. Tampoco es fácil de describir o de aconsejar, y verla sin saber lo que te puedes encontrar, puede ser una experiencia bastante desconcertante.
La película empieza con un viaje escolar en bus. Un misterioso viento sopla (estos japoneses no saben lo que es el Cierzo) llevándose la parte superior del autobus y decapitando horriblemente a sus ocupantes. La única superviviente, Mitsuko, huye despavorida de este viento y acaba llegando a su colegio, donde aparentemente no ha pasado nada y todo queda como un mal sueño. O no. 

El comienzo recuerda a otras películas como Suicide Club con un principio igual de bestia que busca descolocar al espectador, pero Tag va un poco más allá. Cuando Mitsuko regresa al colegio y es como si no hubiera pasado nada, ¿de qué va la película? ¿Realidad y sueño? Aquí se empieza a enrevesar más la película, con alusiones a otros universos paralelos a los que salta Mitsuko convertida en otra persona y planos más oníricos y metafóricos. Pero eso no será todo, pues todavía hay una vuelta de tuerca más: en realidad Mitsuko y sus amigas murieron en un accidente en 2034, pero gracias a que se recogieron muestras de ADN han sido clonadas y usadas como avatares en una especie de videojuego.

El mensaje feminista de la película está claro y deja poco lugar a equívocos. Cuando Mitsuko, obligada a mantener relaciones sexuales con un hombre, se rebela y dice "no somos vuestros juguetes, no juguéis con nosotras", la película se descubre como una gran metáfora. Las mujeres teledirigidas por lo que dice la sociedad, por lo que dicen los hombres. Si se le puede poner un pero, o varios, es lo contemplativa que se vuelve la película con el discurrir de los minutos. Cada vez más metafórica y menos narrativa, con un espectador que se pregunta qué está viendo, si una de David Lynch o de J-Horror. Pues ni una cosa ni la otra.