'Los tres estigmas de Palmer Eldritch': Dios en una tableta
Decía Bioy casares en una entrevista que al final de una vida de escritura, se daba uno cuenta de que sólo había hablado de muy pocas cosas. Un tema o dos, si es uno afortunado. No deja de ser una sentencia o aforismo, pero en el caso de Philip K. Dick, es una descripción bastante adecuada que le encaja como un guante. Los tres estigmas de Palmer Eldritch es una obra paradigmática ya que en ella se recogen todas sus obsesiones elevadas al cubo del autor: drogas, religión, identidad y realidad.
En el siglo XXI la humanidad, que vive bajo un gobierno mundial de la ONU, ha colonizado los planetas habitables en el Sistema Solar. También existen terapias genéticas que les ayudan a convirtirse en humanos evolucionados. A veces esta terapia tiene justo el efecto contrario, devolviendo al sujeto a un estado evolutivo previo. Como en ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, la vida en la Tierra es un infierno, pero la vida en las colonias no es mucho mejor, por lo que la ONU busca 'voluntarios forzosos' como colonos. Para sobrevivir, los colonos hacen uso de una droga que los lleva a recrear una especie de Matrix. La droga está controlada por una multinacional que tiene el monopolio hasta que vuelve Palmer Eldritch de una expedición a Próxima Centauri con otra droga capaz de hacerles la competencia. La multinacional manda a Barney Mayerson, un precog, a impedir que esto suceda, pero Mayerson se ve atrapado en las redes de Eldritch, que promete, como un nuevo dios, la inmortalidad a aquellos que prueben su droga.
Dick plantea un texto ambiguo (para muchos una ida de olla) donde no sabemos qué creer porque los distintos planos de realidad que nos presenta se superponen y se mezclan, sin llegar a saber qué plano es real y cuál simple delirio. También podría suceder que todos existan a la vez o que no exista ninguno. Toda esta reflexión sobre la realidad nos lleva a hacer un análisis de las acciones de los personajes que parte de la ambigüedad: no sabemos si en realidad son ellos o son una recreación de Palmer Eldritch. ¿Será todo una pesadilla genérica del protagonista inducida por Eldritch? No podemos dar nada por sentado, todo es posible. En toda esta confusión, Philip K. Dick nos conduce a su terreno; ni Anne Hawthorne puede sobrevivir sin drogas, ni Barney Mayerson puede sobrevivir sin religión. Es aquí donde está la clave de la novela: el hombre debe de llenar el vacío espiritual con algo, aunque sea un monstruo, un dios en forma de tableta.
El futuro que dibuja Dick está lleno de elementos que por sí solos darían para otra novela cada uno. Las terapias genéticas, la Tierra desolada, el poder de las multinacionales, la transubstanciación que provoca la droga, individuos que ven el futuro (precog), la alienacion y el consumismo en el mundo moderno... Los tres estigmas de Palmer Eldritch es todo un compendio de las obsesiones de Dick, un batiburrillo algo disperso para crear una novela compleja y densa, con tantas capas como la multiplicidad de realidades que describe.
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