Murakami se ha convertido en ese amigo del intituto al que ves en raras ocasiones. Sabes cómo es, conoces su pasado y las cosas nuevas que te cuenta son una variación de las que ya conoces. No es algo necesariamente malo. Desde hace años, salgo al reencuentro de Murakami. A veces está más acertado y me gusta más, y otras está menos acertado y me gusta menos. En pequeñas dosis, sin que se haga repetitivo, me gusta acudir a su encuentro. Creo que lo mismo sucede con otros escritores contemporáneos como Paul Auster. Una vez que conoces sus obsesiones, de tanto en tanto te das el gusto de volver a ellos. Los años de peregrinación del chico sin color es la última novela publicada hasta ahora por el japonés Murakami. Aunque más contenida en ciertos aspectos, la novela de poco más de trescientas es un compendio de todas las obsesiones y temas a los que el autor nos tiene acostumbrados. En el aspecto formal se aleja de otras novelas suyas más experimentales y opta por una narración tradicional, sin grandes complicaciones.

El argumento es bastante sencillo. Tsukuru Tazaki, un hombre de 36 años, conoce a una mujer con la que mantiene relaciones íntimas y sus conversaciones con ella le llevan a investigar un suceso traumático de su pasado: descubrir por qué su grupo de amigos del instituto, cortó toda relación con él sin darle ninguna explicación. Todo esto aderezado con la típica caracterización de personajes de Murakami: Tazaki es el chico solitario y sensible, la mujer de la que se enamora es misteriosa y su grupo de amigos del instituto está formado por personas a cada cual más rara. La novela trata sobre la soledad de personajes inadaptados como Tsukuru. Él es el diferente del grupo, utilizando como metáfora de ello el que su apellido no contiene ningún color, y acaba siendo excluido. La búsqueda de respuestas a esa exclusión es el viaje interior de Tsukuru, su búsqueda de 'color' para escapar a la alienación y soledad en la que se ve inmerso.

Aunque más contenido, también aparece en la novela algo típico en otras obras de Murakami, la alteridad y la fusión de lo real y lo onírico. Tsukuru llega a dudar en algún momento sobre sus sueños, planteando que tal vez son planos de otra realidad alternativa. Y no podían faltar las alusiones a la música, una constante en toda la obra de Murakami. Como suele ser habitual, a veces se pasa de rosca y se desvía demasiado de la narración dándonos detalles y haciendo descripciones que poco o nada tienen que ver con la historia que está contando.

No se trata de la mejor novela de Murakami, pero como suele pasar en su caso, una vez que coges un libro suyo, cuesta soltarlo. Te lo lees en dos tardes y pasas a otra cosa. Me sigue asombrando su capacidad para hacer de algo tan anodino y soso como el argumento de esta obra una historia interesante que te mantiene enganchado (casi) hasta el final. Una buena novela tanto para iniciarse en el universo Murakami como para vover de visita a él.