'La niebla': historias alrededor de la hoguera

 La niebla, estrenada en 1980, iniciaba la década prodigiosa de John Carpenter. Aunque con altibajos en cuanto a taquilla, con algún fracaso en su haber, las películas de esta década se encuentran entre lo mejor de su producción cinematográfica. Carpenter, tras un debut algo flojo en 1974, enseguida se recuperó con Asalto a la comisaría del distrito 13 y La noche de Halloween. Parece increíble que en tan pocos años se sucedieran La niebla, 1997: Rescate en Nueva York, La cosa, Christine, Starman, Golpe en la pequeña China, El príncipe de las tinieblas y Están vivos.
Antonio Bay es un pequeño pueblo costero que se prepara para celebrar el centenario de su fundación. Hace cien años, unos marineros engañados por la luz de una hoguera, naufragaron y se ahogaron en Antonio Bay. La leyenda dice que cuando vuelva la niebla, volverán los fantasmas de los marineros ahogados para vengarse. Y la niebla vuelve, acercándose desde el mar poco a poco al pueblo. Dentro de esa niebla, manejándola, están los fantasmas del pasado.

Suceden cosas extrañas los días antes del centenario, la tripulación de un pequeño pesquero es asesinada en extrañas circunstancias. Conforme se acerque el día, la niebla se acerca más y más, hasta que cubre todo el pueblo y aísla a los personajes, que no pueden escapar de ella y de sus fantasmas. Las tramas que al principio parecían inconexas, se entrelazan y convergen en un final coherente, algo no tan habitual en el género. 
Aunque con pocos recursos, Carpenter hace de la necesidad virtud. Al igual Spielberg se las tuvo que ingeniar en Tiburón, Carpenter hace lo mismo en La niebla, obtando por suplir la falta de recursos materiales con ingenio. No es necesario mostrar para asustar, basta con una buena historia y la banda sonora adecuada.  Insinuando, creando una atmósfera desasosegante, Carpenter logra una de las mejores películas de fantasmas jamás rodada. El principio de La niebla se inicia con un anciano contando a unos niños una historia de fantasmas alrededor de una hoguera. No hay mejor metáfora para describir esta película.

'Luther': breve e intensa cuarta temporada

Creada por Neil Cross y emitida por la BBC, Luther empezó siendo algo más que una mera serie policial. A pesar de las cortas temporadas a las que nos tienen habituados las series británicas, la apretada agenda de Idris Elba, protagonista absoluto de Luther, ha hecho que desde su estreno en 2010, los capítulos nos lleguen con cuetagotas. Hemos tenido que esperar casi dos años y medio, hasta diciembre de 2015, para ver el regreso de Luther a nuestras pantallas.

John Luther es un policía con unas excelentes habilidades deductivas, pero también es una persona con mucho carácter y con un pasado oscuro marcado por varios hechos macabros, lo que hace que siempre esté en la cuerda floja, de abismo en abismo. En esta cuarta temporada se nos presenta aun Luther que, literalmente, vive en una casa al lado de un precipicio, marcado por los traumas de su pasado reciente, heridas que siguen sin cicatrizar.

Son dos los acontecimientos que ponen a Luther otra vez en marcha: la muerte de su amiga Alice Cooper y el asesino en serie que anda suelto por Londres. Vuelve a la policía para resolver el asesinato de Alice y para parar al asesino en serie. En el camino de Luther se cuzan un capo mafioso al que secuestra equivocadamente y un viejo caso de su pasado sin aparente conexión con ninguna de las tramas actuales.
Los dos capítulos, en una serie ya de por sí de temporadas cortas, ha obligado a hacer muchas elipsis, precipitando algunas tramas, embarullando otras y dejando sin respuesta unas cuantas preguntas. Es el unico punto negativo, aunque no menor, de esta cuarta temporada, el intentar abarcar más de lo que dan de sí dos capítulos de una hora. A pesar de lo cual, esta temporada ha sido un regalo para los seguidores de la serie, que nos quedamos a la espera de que los astros se alieneen de nuevo. ¡Idris Elba, ponte el abrigo de Luther otra vez!

'Expediente X': una temporada para fans

En pleno revival de los noventa, volvía a nuestras pantallas una de las series más míticas de la cultura popular de aquella década. Había mucha expectación por ver la nueva temporada de Expediente X, Mulder y Scully regresaban aunque nunca se habían ido del todo. Sus nueve temporadas, en las que hubo de todo, más las dos películas, habían mantenido la llama encendida.

Esta nueva temporada de seis capítulos ha sido un regalo para los fans. Y recalco lo de fans. Quizá por ello alguien que no haya visto la serie y se acerque a ella por primera vez tal vez se haya sorprendido por encontrar otras cosas. La idea que ha calado sobre la serie, incluso cuando estaba en antena, es que iba sobre conspiraciones de alienígenas y monstruos, obviando que en las primeras temporadas, de conspiración no había mucho. Los capítulos conocidos como 'el monstruo de la semana', en los que jugaban con los referentes del género, o aquellos paródicos llenos de referencias a la propia serie, también formaban parte de Expediente X
Mulder y Scully vuelven al FBI para destapar otra conspiración, que no deja de ser una actualización de la conspiración de los noventa. El plan del Sindicato con los alienígenas fue desbaratado, al menos en parte. Su agenda la utiliza otro grupo encabezado por 'el fumador' para sus propios fines: acabar con la mayoría de la población humana y volver a empezar una nueva civilización, algo que sólo podrán hacer unos cuantos elegidos. Un virus ha sido inoculado a toda la población utilizando la vacuna contra la viruela. Este virus desactiva el sistema inmunitario, haciendo a las personas vulnerables a cualquier enfermedad. Sólo aquellos que también hayan sido inoculados con ADN alienígena están a salvo. 
Los monstruos de la semana y la comedia alocada, incluso el terrorismo islamista, han tenido su espacio en esta temporada, con un tema de fondo siempre presenta: las heridas de Mulder y Scully. Tuvieron que dar a su hijo en adopción para salvarlo, y eso ha hecho mella en ellos. En esta temporada esto se convierte en un factor clave por dos razones: la primera es el efecto que tiene que los propios personajes, incapaz de superar el trauma. La segunda es su relación, que se desvela alfinal, con la trama principal de la conspiración. En su ADN está la posibilidad de salvar a la humanidad. Es previsible, si la serie tiene continuidad, que se centren en la búsqueda de su hijo.
El fallo de la temporada, y bastante grande , ha sido intentar resumir todo lo que era la serie en apenas seis episodios. Anunciada como serie evento, tendría que haber aprovechado el formato con una historia más cerrada. Como ejemplo Children of Earth, la tercera temporada de Torchwood, el spin-off de Doctor Who. Expediente X, que contaba con temporadas de veintitantos capítulos, no se puede resumir en seis. La trama de la conspiración se queda un poco coja y hubiese necesitado de más desarrollo. Esto es muy evidente en el último capítulo, donde intentan comrpimir al máximo para que quepa todo. 
El cliffhanger final con el que acaba la temporada y las recientes declaraciones de Chris Carter dejan abierta la puerta a otra nueva temporada de Expediente X. David Duchovny y Gillian Anderson también están por la labor, y pese a la caída en audiencias respecto al primer episodio de la temporada, Fox también parece satisfecha con el resultado. Sólo queda por aclara cuándo. La verdad sigue estando ahí fuera.



'Robinson Crusoe': la soledad y la amistad vistas por Luis Buñuel

Robinson Crusoe es una de las películas más atípicas dentro de la filmografía del genio aragonés Luis Buñuel. Perteneciente a su etapa mexicana, es la primera de sus películas rodada en color. Esta adaptación de la novela de Daniel Defoe se aleja del surrealismo (aunque está presente) de muchas de sus obras y la hace homologable a cualquier producción de Hollywood de la época. Dan O'Herlihy, protagonista de la cinta, fue nominado como mejor actor en los premios Óscar.
La dificultad de adaptar la obra de Defoe estriba en la falta de interacciones de Robinson con otros personajes. Buñuel opta por la voz en off para hacernos partícipes de los pensamientos de Robinson, ya que si no, parecería casi una película muda. Además, la introducción del gato y sobre todo la del perro ofrecen otra posibilidad de interactuar a Robinson. Esta primera parte de la película se centra en la soledad y angustia de Robinson. Para la segunda parte, la historia avanza mediante una elipsis temporal situándonos en la parte más interesante de la novela, cuando conoce a Jueves, ya que es la que ofrece mejores posibilidades narrativas. Aquí se explora la relación de Robinson, no ya consigo mismo, sino con los otros, representados sobre todo por Jueves.
Buñuel opta por incluir otros temas ajenos a la novela, algunos muy en boga en la época como el fantasma freudiano del padre. Robinson desobedece a su padre y se embarca en busca de dinero y aventuras. Es ese acto de desobediencia el causante de su actual situación. La película tiene dos momentos claramente surrealistas: las visiones de Robinson cuando cae enfermo y las visiones de Robinson borracho, en las que se mezcla sueño y realidad. Es en la primera de esas visiones donde Robinson ve a su padre, lo que sirve a Buñuel para explorar la relación paternofilial entre ambos. En esa visión, el padre niega el agua a su hijo sediento en una especie de castigo por haber sido desobedecido.

No hay épica en Robinson Crusoe, muchas veces no pasa nada, como en las películas neorrealistas. La verdadera épica está en la exploración de la soledad y de la soledad que lleva a cabo Buñuel.



'Father Ted': comedia irreverente

Escrita por los irlandeses Graham Linehan y Arthur Mathews, Father Ted fue una sitcom británica emitida entre 1995 y 1998 por Channel 4. Linehan también escribiría otras dos comedias para Channel 4, las exitosas Black Books y The IT Crowd. Si en estas dos está presente el carácter irlandés a través de dos de los actores protagoniastas, Dylan Moran y Chris O'Dowd, Father Ted fue un paso más allá al contar con un reparto compuesto casi en su totalidad por actores y actrices irlandeses.
En sus tres temporadas y veinticinco episodios Father Ted narra las aventuras y desventuras de tres sacerdotes católicos en la remota isla de Craggy Island. El padre Ted Crilly, el padre Dougal McGuire y el padre Jack Hackett comparten casa junto a Mrs Doyle, su ama de llaves. Su destino en Craggy Island es un castigo por los diversos incidentes de los que fueron protagonistas en el pasado. De Ted sabemos que es un aficionado al juego, Dougal fue culpable del 'incidente de Blackrock' y Jack es un viejo verde y alcohólico.
Aunque al principio la serie parece más una sucesión de sketches sin un hilo argumental, poco a poco éste se desarrolla y los capítulos empiezan a seguir el siguiente esquema: se plantea un problema para el que Ted encuentra una solución que acaba mal.

Ted:       We were just talking about that Kurt Cobain.
Dougal:  He was from America. Imagine blowing your head off with a shotgun!
               God, how did he manage to survive that?!
Ted:        Er...he didn't. He died.
Dougal:  Oh, right.

Father Ted es uno de esos casos en los que el doblaje no es posible sin perder buena parte del sentido y significado de lo que se dobla. El acento irlandés y los localismos utilizados por el reparto son una parte más de la serie. Escuchar al padre Jack gritar «feck» o a Ted y Dougal decir de alguien que es un «eejit» le confiere a la serie ese carácter típicamente irlandés del que hace gala. Merece el esfuerzo, aunque no se domine mucho el inglés, de verla en versión original subtitulada.
Si hay una palabra que pueda definir a Father Ted seguramente sea la de irreverente. En estos tiempos de corrección política donde se persigue al que piensa diferente, resulta imposible imaginar una serie tan sarcástica y caústica como Father Ted en antena. También, como dice el propio Linehan en esta entrevista, hoy sería difícil una serie sobre tres clérigos después de conocer el escándalo de los abusos a menores protagonizados por la Iglesia católica. Aclamada por la crítica y el público, todavía sigue siendo referencia e influencia para otras comedias. Feck! Arse! Girls!

'En la boca del miedo': cuando Lovecraft susurra en tu oído

En la boca del miedo se puede definir como un intento de John Carpenter de poner imágenes a lo inefable. Estrenada en 1995, no es la primera película que se acerca al universo de Lovecraft, pues su influencia se puede rastrear en cientos de series y películas, pero sí es una de las pocas que sale bien parada de ese viaje a la locura que es acercarse a la obra de Lovecraft. El estilo descriptivo del escritor, sus personajes planos y la escasez de diálogos, no facilitan la adaptación de su obra a la gran pantalla. ¿Cómo mostrar en imágenes lo que no puede ser descrito con palabras? El horror cósmico, con su pureza, pocas veces lo hemos visto bien representado en el cine.
La película narra la historia de un investigador privado especializado en fraudes, John Trent, contratado para buscar a Sutter Cane, exitoso novelista de terror desaparecido. Su editorial quiere dar con su paradero ya que es su gran fuente de ingresos. Sam Neill, que venía del éxito de Jurassic Park, interpreta al investigador John Trent. Le acompaña en la búsqueda de Cane su editora, Linda Styles. Ambos llegan a un pueblo, Hobb's End, en el que nada es lo que parece, donde descubren a Cane y su oscuro secreto. Al principio Trent es escéptico, pero tendrá que admitir que no hay una explicación racional a lo que ocurre. No se trata de una ingeniosa campaña publicitaria de la editorial, se trata del horror mismo.
La historia mezcla realidad y ficción, confundiéndose ambas y confundiendo a los personajes, en especial a Trent, que inicia un viaje que acaba en locura. Sutter Cane se ha convertido en el dios-escritor del Romanticismo, un pequeño dios con la capacidad de hacer real todo lo que escribe. Pero no le sale gratis. Cane es el profeta de los antiguos, dioses desterrados de nuestra dimensión que le susurran para que gracias a sus escritos se difumine la línea que separa realidad y ficción, sólo así podrán volver a nuestro mundo. La clave, como le dice Cane a Trent, está en la fe. Si eres capaz de creer en algo, se hará realidad. Los antiguos necesitan creyentes.
Como viene siendo habitual en el cine de Carpenter, En la boca del miedo posee una atmósfera enrarecida de pesadilla. Hay escenas que se repiten, como el bucle de la carretera, que conduce a Trent una y otra vez al mismo punto de Hobb's End cuando intenta escapar en coche, o el hombre de la bicicleta. En La cosa los protagonistas estaban atrapados en una base científica en la Antártida, en En la boca del miedo lo están en Hobb's End. La sensación de claustrofobia va paralela al desmoronamiento de la realidad.
Así escribo entradas en el blog
El conocimiento, como en la obra de Lovecraft, conduce a la locura. Incluso aparece un libro, el último escrito por Cane, que tiene el poder del Necronomicón de Lovecraft. Si lo lees, te vuelves loco. Conforme avanza la trama, John Trent se volverá creyente acercándose al terrible conocimiento que le revela Cane: no tiene libre albedrío, es un mero títere en manos del dios-escritor. Trent intenta rebelarse contra su autor, pero no puede. Todo está ya escrito, él sólo tiene que cumplir con el papel que le han asignado. Por eso, cuando se desata el apocalipsis y escapa del psiquiátrico, entra en un cine para ver la película basada en el último libro de Cane, el que te vuelve loco.
Sin tele y sin cerveza Homer pierde la cabeza
En la boca del miedo, pese a ser estrenada a mediados de los noventa, es de estética ochentera. La narración, la historia, los efectos especiales... Quizá por eso no llegó a funcionar bien en taquilla, con un público que ya estaba a otra cosa. Es una de las películas más redondas de Carpenter, aunque no termine de rematar la faena. Con esta película cerraba Carpenter su trilogía del apocalipsis y ponía broche final a su carrera cinematográfica, que ya no volvería a brillar al mismo nivel en sus siguientes trabajos.






'Historia de cronopios y famas' de Julio Cortázar

Julio Cortázar es como los cronopios que describe: de corazón bondadoso y sensible, desordenado y tibio. Historias de cronopios y famas se publicó en 1962, un año antes de que empezara el Boom latinoamericano  con su novela Rayuela. El humor y la poesía van de la mano es este libro, que destila fina ironía en algunos de sus textos, en otros melancolía, pero que siempre tiene ganas de jugar, lo que para Cortázar era una manera de seguir viviendo. En la literatura hispanoamericana existen precedentes de este uso del lenguaje con carácter lúdico, como en Tres tristes tirgre de Guillermo Cabrera Infante o en el genial Altazor de Vicente Huidobro.
La década de los sesenta es un momento de renovación y vanguardia en la literatura, que se acerca a otras ciencias como las matemáticas. Surge la combinatoria y la línea que separa cada género se empieza a hacer difusa. Cortázar, amigo de la miscelánea, hace uso de se libertad creadora y nos obliga a mirar la realidad con otros ojos. Historias de cronopios y famas también es una invitación a vivir lo excepcional, a rebelarse contra la dictadura de la creación racional y contra el orden establecido. Para ello Cortázar busca, como decía Benedetti, "lectores cómplices", que completen y den significado a los textos, formando parte del proceso creador.

Poesía, prosa poética, relatos y microrrelatos componen las cuatro partes en las que se divide el libro. Aunque cada parte trate un tema diferente el humor ejerce de nexo de unión de todas ellas. Con este humor Cortázar reivindica el derecho a la risa, rompiendo con la literatura tradicional argentina y subvirtiendo su discurso conservador. La innovación y la rebelión están en el humor.

La poesía y el humor se dan de la mano en este libro, exigiendo de nosotros, lectores, una lectura activa que nos libertad para interpretar el texto. Si se asume lo fantástico, lo irracional, Historias de cronopios y de famas es más un texto simbólico que surrealista. 

'La cosa': el western polar de Carpenter

La cosa es una de las películas más aclamadas de su director, John Carpenter, y una de las cumbres dentro del cine de terror. Carpenter, junto a David Cronenberg y Wes Craven, pertenece a una generación de cineastas que marcó toda una época dentro del género. Los años setenta y ochenta fueron buenos años para el cine de terror, sólo basta recordar títulos como Alien: el octavo pasajero o El exorcista, y el cine de Carpenter forma parte de esta manera de entender y hacer cine. En La cosa Carpenter homenajea algunos de estos títulos, en especial la película de 1951 de Howard Hawks El enigma de otro mundo, basada en una novela de John W. Campbell, famoso editor de ciencia ficción.
¿Quién no conoce el argumento de La cosa? Los miembros de la base científica estadounidense de la Antártida descubren a un helicóptero noruego persiguiendo y disparando a un perro. El helicóptero se estrella y se produce una escaramuza entre estadounidenses y noruegos, siendo abatidos estos últimos en su intento de acabar con el perro al que perseguían. Algunos miembros de la base estadounidense se desplazan a la base noruega para investigar qué ha pasado, descubriendo que ha sido destruida y haciendo un hallazgo inédito: hallan una nave espacial enterrada en el hielo. Los noruegos desenterraron uno de los seres que escapó de esa nave, que adoptando la forma de perro, los fue matando uno a uno. Ahora esa cosa pretende escapar de mano de los estadounidenses siguiendo el mismo método.
Ven y dame un beso
Una de las características del cine de Carpenter es el gusto por crear atmósferas. Hoy día pocas películas de terror se preocupan por eso, acudiendo a trucos como la subida a tope del volumen en ciertos momentos de la película para asustar al espectador. La cosa es una película angustiosa, claustrofóbica, donde hay momentos para mostrar y momentos para sugerir. La paranoia se apodera del grupo. Es muy fácil contagiarse y convertirse en un mostruo. La 'cosa' hará lo que sea por escapar, adoptando también la forma humana de los miembros que va matando. Aislados en un ambiente hostil, no les quedará más remedio que enfrentar la amenaza. En este juego de quién es quién, Carpenter utiliza toda esa paranoia para incrementar la tensión narrativa y mantener el suspense hasta el final.
El tema central de la película es la falta de confianza que exite en el mundo. Ya no te puedes fiar de nadie, pues podría estar infectado. En la película no sólo se tienen que enfrentar al monstruo, sino que también se tienen que enfrentar entre ellos. La cosa compartió el mismo destino que Blade Runner, que pintaba un futuro oscuro y nada halagüeño. No es de extrañar que la crítica y el público prefirieran al adorable y más familiar E.T. de Spielberg. Por fortuna, el tiempo ha puesto en el lugar que merecían tanto a La cosa como a Blade Runner.  

'La cartuja de Parma': la Italia de Stendhal

La cartuja de Parma es un clásico, o como diría Italo Calvino: «es un libro que nunca termina de decir lo que tiene que decir». Ha ejercido y sigue ejerciendo una influencia particular en todo tipo de escritores. Junto con Rojo y negro, es una las novelas más conocidas del escritor francés Stendhal. Después de varios años de falta de inspiración, Stendhal escribe La cartuja de Parma en un breve arrebato creador. Fue publicada en 1839, pocos años antes de la muerte del autor, y es considerada su última gran obra. Originalmente pensada en tres tomos, las imposiciones del editor obligaron a Stendhal a recortar la historia dejándola en dos tomos, algo que se nota en la parte final, donde la acción se precipita debido a esos recortes.

La novela mezcla varios géneros y estilos, algunos contrapuestos, como el Realismo y el Romanticismo. La propia experiencia de Stendhal salpica la obra. Entre viajes y diferentes estancias, Stendhal pasó más de dieciséis años en Italia, a la que le unía un amor profundo por su historia y por sus gentes. Gran conocedor del paisaje y del paisanaje, incorporaría su propia historia a la ficción, salpicada de recuerdos y experiencias del propio Stendhal, que destaca como gran observador de su tiempo.

Stendhal narra la historia de la Italia de principios del siglo XIX, en plena reacción después de la derrota de Napoleón. Sin ser un relato preciso y exhaustivo de la realidad histórica, de la que Stendhal no se preocupaba mucho, sí es un fiel retrato de la sociedad de su tiempo. Observaciones que hoy nos parecerían verdades de Perogrullo, como señalar que el dinero es la medida de todas las cosas, entonces no eran fáciles de ver en una sociedad que, como la nuestra, estaba en pleno cambio de época. El Antiguo Régimen no terminaba de morir.

En La cartuja de Parma caben las aventuras picarescas, el romance, la crónica de sociedad y la histórica, caben el Realismo y el Romanticismo; es una obra a caballo entre dos épocas. Asesinatos, amores, envenenamientos, intrigas políticas, encarcelamientos y fugas, La cartuja de Parma es la Italia histórica, la Italia vivida y la Italia imaginada por Stendhal.

'Desafío total' (1990): la última superproducción de los artesanos

Desafío total es una de las últimas grandes producciones en usar efectos especiales analógicos. Aunque incluye alguna escena con efectos digitales, como la de los esqueletos en los rayos X, la película dirigida por Paul Verhoeven destacó por ser la última superproducción hecha por artesanos. Rob Bottin, el responsable de los efectos especiales, había trabajado con Carpenter en La niebla y La cosa, y venía de hacer Robocop con Verhoeven, que lo fichó para Desafío Total. Gracias a su labor la película consiguió un Óscar, el único que ganó. Las maquetas, el maquillaje, las marionetas, el animatronic... fue la última gran película en recurrir a estos elementos, Terminator 2 y The Abyss marcarían la supremacía del CGI y los efectos digitales.

El argumento de la película está basado en el relato del escritor de ciencia ficción Philip K. Dick Podemos recordarlo por usted al por mayor. A finales del siglo XXI, Douglas Quaid, interpretado por Arnold Schwarzenegger, es un obrero de la construcción que sueña con ir a Marte de vacaciones. Como su mujer no comparte su entusiasmo por este viaje, decide acudir a Total Recall, una compañía especializada en implantar falsos recuerdos. Las cosas no salen como espera, el implante de falsos recuerdos es un fracaso y Quaid desubrirá o creerá descubir que en realidad es Hauser, un agente secreto al que quieren eliminar. El alto grado de paranoia de Philip K. Dick es aprovechado por Verhoeven, que deja abierto a la interpretación del espectador decidir si lo que ve es una fantasía alucinada de Quaid o es real.
La película, merced a esos grandes efectos especiales, ha envejecido muy bien, dejando escenas que aún hoy día son memorables. Arnold Schwarzenegger sacándose el localizador por la nariz o quitándose la máscara, cuerpos explotando en un Marte sin atmósfera, la mutante con tres tetas, el tiroteo en las escaleras mecánicas... Además, la minuciosidad con la que están construidas las maquetas que recrean Marte permiten a Verhoeven rodar unos planos que son una auténtica genialidad. Mención especial para la banda sonora, que los futboleros recordarán por ser banda sonora de los partidos de Canal +.
Qué te ha pasado en la cara cuñaaaaaooooo
Arnold Schwarzenegger estaba en uno de los mejores momentos de su carrera, sino en el mejor. Después de Conan, Depredador y Terminator, Schwarzenegger era garantía de taquillazo. En Desafío total es el protagonista y la estrella absoluta de la película, además de meter mucha mano en la producción de la misma. En el reparto destacan una entonces semidesconocida Sharon Stone interpretando el papel de espía/mujer de Quaid, el héroe de la resitencia de V, Michael Ironside, como Richter, Ronny Cox en el papel de antagonista (otra vez)... incluso un joven Dean Norris, famoso hoy día por su papel de cuñao en Braking Bad, con un pegote mutante en la cara.

Desafío total es una película muy gamberra que difícilmente se podría volver a rodar hoy día. A caballo entre dos épocas, no sólo en lo referente a los efectos especiales, sirve de cierre de una etapa. El humor negro, el lenguaje, la violencia e incluso el gore, están presentes en la película de Verhoeven. En el remake de Len Wiseman, aunque con unos buenos efectos digitales, resulta una película bastante plana en comparación. ¡Larga vida Desafío total, la última superproducción de los artesanos!


'El Ministerio del Tiempo': ¿el destino está escrito?

Los hermanos Pablo y Javier Olivares consiguieron algo que parecía casi imposible: que nos sentásemos delante del televisor a ver una serie española. El consumo de televisión ha cambiado drásticamente y la revolución en las telecomunicaciones ha venido para quedarse. Éxitos de otros tiempos, como Médico de familia o Los Serrano, hoy lo serían menos. El Ministerio del Tiempo inaugura en nuestro país otra forma de hacer las cosas adecuada a los nuevos tiempos que vivimos. La serie perdió audiencia capítulo tras capítulo, pero lo compensó con el visionado en diferido, el 'ruido' en las redes de una incipiente comunidad fandom y unas buenas críticas. En 2011 ya se dio un paso importante con Crematorio, la serie basada en la npvela homónima del recientemente fallecido Rafael Chirbes, que tenía una producción muy cuidada. La serie, debido a su nefasta comercialización internacional, fracasó económicamente. Todo hacía augurar que sería imposible homologar nuestra ficción nacional a lo que se hacía fuera, condenados como estábamos a series familiares con capítulos de hora y media para rellenar las parrillas de las cadenas de televisión. Y así ha sido salvo honrosas excepciones, algunas protagonizadas por los hermanos Olivares. Además, la cadena que se ha atrevido a emitir esta serie es TVE, prestando el servicio público que se le presupone pero muchas veces no cumple.
Como Doctor Who, El Ministerio del Tiempo es más una serie de aventuras y fantasía que una serie de ciencia ficción. La premisa es que existe un organismo secreto, el Ministerio del Tiempo, que se dedica a impedir que nadie cambie la Historia en su propio beneficio. Para ello, organizan patrullas que vigilan unas puertas a través de las cuales se puede viajar a nuestro presente y a nuestro pasado. El elemento de ciencia ficción es evidente (¡nada menos que viajes temporales!) pero como en Doctor Who, tiene más importancia la aventura y la fantasía, además de cierto tono pedagógico que entra muy bien gracias a ese enseñar divirtiendo que ha conseguido hacer Trending Topic a unos cuantos personajes históricos. Lo que mantiene el interés del espectador en una serie como El Ministerio del Tiempo son las peripecias de la patrulla del Ministerio compuesta por Amelia Folch, una estudiante del siglo XIX, Alonso Entrerríos, soldado de los Tercios de Flandes, y Julián Martínez, enfermero del SAMUR. El choque cultural entre personas de distintas épocas da lugar a muchas situaciones cómicas, resueltas con mucho acierto. Igual de bien hiladas están todas esas referencias a la cultura popular, que incluyen hasta un cameo de Jordi Hurtado.
También tiene algunos fallos, no todo va a ser perfecto. Establecen una serie de reglas para viajar en el tiempo que tienen poca consistencia, además de saltárselas a la torera cuando les conviene (otra cosa más que les une a Doctor Who), afectando con ello a la coherencia interna del relato. Por contra, acierta mezclando a la perfección tramas episódicas con otras de largo recorrido, dejando la puerta abierta a desarrollar una mitología más compleja. En ese sentido recuerda a Fringe, que comenzó como procedimental y acabó creando todo un universo con su trama seriada. ¿El destino está escrito? Tampoco podemos olvidarnos de las fotos de un futuro pasado entre Amelia y Julián, a lo River Song en Doctor Who.

Ya era hora de que alguien en nuestro país se atreviera a hacer buena ficción. Haciendo de la necesidad virtud, El Ministerio del Tiempo es una estupenda serie de aventuras y ciencia ficción donde también tienen cabida la comedia y el drama. Y es española.

'Black Books': «el milenarismo va a llegar»

Black Books es una de esas pequeñas joyas que nos regala la televisión británica, que si bien no puede competir comercialmente con lo que se produce al otro lado del Atlántico (pocos pueden hacerlo), sí puede competir en calidad. El humor inglés que alumbró toda una tradición literaria que va desde Laurence Sterne hasta Tom Sharpe, pasando por P. G. Woodhouse y Terry Pratchett, también está presente en muchas series. SpacedLittle BritainThe IT Crowd, Father TedThe Office... la comedia británica siempre ha gozado de buena salud. Black Books, quizá, es una de las mejores.

Dylan Moran, comediante, actor y escritor, es el creador y uno de los protagonistas de esta serie. Moran interpreta el papel de Bernard Black, propietario de la pequeña librería Black Books. Black, alcohólico y de vida desordenada, contrata a un antiguo contable, Manny Bianco (un genial Bill Bailey), para que le ayude a llevar el negocio. Junto a Fran Katzenjammer, una dependienta que trabaja en la tienda de al lado, son los tres protagonistas de la serie. Los diálogos y las situaciones descacharrantes se suceden uno tras otro.





Customer: Look, there's no other way to say this, but I didn't come in here to be insulted.
Bernard: Well, I didn't ask for the job of insulting you. In another life, we could have been brothers. Running a small, quirky taverna in Sicily. Maybe we would have married the local twins instead of wasting each other's time here in this dump. But it was not to be. So hop it.


Como casi todas las series británicas, es muy corta. Los 18 capítulos distribuidos en tres temporadas saben a poco. Aunque viendo las últimas temporadas de Community o The Big Bang Theory, tal vez sea mejor una retirada a tiempo dejando el pabellón bien alto que arrastrarse durante años y dilapidar todo el crédito ganado anteriormente.

Black Books es una farsa llena de momentos delirantes cargados de surrealismo, con un Moran histriónico en el papel de librero avinagrado y con mala leche, al que le da la réplica Bill Bailey interpretando a un apocado e inocentón Manny. Probablemente, lo más parecido que se ha hecho en nuestro país es el momento antológico de Fernando Arrabal en La 2El caos más alocado y gamberro tiene nombre: Black Books.


'The Expanse': el space-noir de SyFy

Hubo un momento en el que SyFy,  la cadena que emitió Battlestar Galactica, dejó de buscar una sustituta para ésta y orientó sus productos a otros públicos. El fracaso de Caprica, Stargate Universe y Defiance llevaron a SyFy a la producción de series familiares con tintes fantásticos y de ciencia ficción como Haven y Warehouse 13, un camino que ya emprendieron antes con Eureka. Parece que por fin, y tras varios intentos fallidos, SyFy encuentra su nueva Battlestar Galactica: The Expanse. Su primera temporada consta de diez capítulos, y ya ha sido renovada para una segunda temporada.

La historia, que adapta la primera de las novelas de Daniel Abraham y Ty Franck, se sitúa doscientos años en el futuro. La humanidad ha empezado a colonizar el Sistema Solar. La Tierra está gobernada por la ONU y Marte se ha convertido en una república militarista independiente. Ambos planetas viven una nueva Guerra Fría mientras compiten por todos los recursos, pero hay un tercero en discordia: el Cinturón de Asteroides. En él viven los trabajadores explotados que proporcionan esos recursos tan valiosos a la Tierra y a Marte. Organizados en un sindicato conocido como OPA, para algunos una organización terrorista, buscan su independencia. Este es el punto de partida, muy ambicioso, de la serie.

En ese futuro se desarrollan tres tamas paralelas que poco a poco convergen en un sólo punto. Una trama se desarrolla en la Tierra, y tiene como protagonista a Chrishen Avasarala, poderosa e influyente política y diplomática de la ONU. En un interesante juego de quién es quién nos dará más información sobre las conspiraciones que tienen lugar en la Tierra. Otra trama tiene lugar en Ceres, en el Cintorón de Asteroides. Miller es un policía corrupto y fracasado de Ceres al que se le encomienda la búsqueda extraoficial de Julie Mao, la hija de un poderoso empresario terrestre. La tercera trama se centra en Jim Holden, segundo oficial de un carguero que lleva agua a Ceres y que es atacado y destruido por unas misteriosas naves invisibles, lo que aumentará las tensiones entre Marte y la Tierra. ¿Quién está detrás de todo esto? ¿Quién quiere una guerra entre Marte y la Tierra?
Puede ser difícil entrar en la historia que propone la serie, sobre todo al principio con tantos personajes, pero merece el esfuerzo. Le cuesta arrancar porque el escenario es tan complejo que primero hay que tener situadas todas las piezas sobre el tablero para que avance la trama. Aunque ya hemos visto antes historias de colonizadores vs. colonizados, de trabajadores vs. explotadores, The Expanse le da una vuelta de tuerca al género, añadiendo elementos de cine negro y una interesante trama política, que promete ser más compleja en próximas entregas. No es sólo una especie de Juego de Tronos en el espacio, como la han definido algunos, es mucho más.



'Happy Valley': asumir las responsabilidades de nuestros actos

Happy Valley es una de esas series de las que a priori, por su argumento, no cabría esperar mucho. Nada que ver con las series high concept tan habituales hoy día, que parten de una premisa tan interesante que estamos deseando verlas en cuanto sabemos algo de ellas. Estrenada en abril de 2014, esta serie británica supuso un éxito de crítica y público para la BBC, que casi dos años después vuelve a la carga con otros seis episodios en una segunda temporada.

El punto de partida es la historia de Catherine, una sargento de policía que lidera a un pequeño equipo en un pueblo perdido de la campiña inglesa. Se producen una serie de crímenes brutales que Catherine y su equipo tienen que resolver. A primera vista, parece otra de tantas series británicas noir que ya hemos visto antes. El argumento no está lejos de las premisas de Broadchurch o Fargo. Pero es aquí donde Happy Valley se eleva por encima de la media, desplazando la trama de los crímenes a un segundo plano y centrándose en la historia de Catherine Catwood, una mujer de 47 años, divorciada y al cuidado de una hermana exdrogadicta y un nieto, que tiene dos hijos, uno está muerto y con el otro no se habla. Vamos, lo que viene siendo un drama.

El acierto está en unir el drama de Catherine con los crímenes, haciendo especial énfasis en las relaciones humanas, pero sin caer en un melodrama de película de Antena 3. Todo pivota sobre el personaje de Catherine y la necesidad de asumir las responsabilidades de nuestros actos. El reparto es otro acierto más. Sarah Lancashire, que interpreta a la sargento Catherine Cawood, está enorme, y no es la única. Siobhan Finneran lo borda interpretando a la hermana yonqui de Cawood.

Es inevitable pensar en otras pequeñas joyas que la televisión británica nos ha regalado estos años, como Line of Duty, Inside Men o The Shadow Line. Happy Valley ocupa un lugar destacado por méritos propios. Ya querrían muchas series para sí mantener la tensión a flor de piel como hace Happy Valley

'Veronica Mars': cuando Marlowe iba al instituto

Creada por Rob Thomas e interpretada por Kristen Bell, Veronica Mars fue una serie de UPN emitida entre 2004 y 2007. Las bajas audiencias llevaron a la cancelación de la serie tras la finalización de la tercera temporada. Con posterioridad, en 2013 se lanzó una campaña de micromecenazgo para producir una película, que sería estrenada en 2014. También existen un par de novelas que continuan la historia partiendo desde el punto en el que se había quedado en la tercera temporada. Xena: la princesa guerrera y Buffy, cazavampiros son dos referentes para Veronica Mars, dos series que cuentan con protagonistas femeninas fuertes e independientes, algo poco habitual.

Ambientada en la localidad ficticia de Neptune, en California, Veronica Mars es la historia de una adolescente que investiga el asesinato de su mejor amiga, que le costó el puesto de sheriff a su padre, al que ayuda en su nuevo trabajo de investigador privado. Veronica se ve obligada a estudiar y trabajar en pequeños casos mientras intenta resolver el misterio del asesinato de su amiga. La segunda temporada también plantería un gran misterio a resolver por Veronica, mientras que la tercera y última temporada optaría por una estructura diferente con varios misterios a lo largo de la temporada. Es la primera temporada, con diferencia, la que mejor mantiene el equilibrio entre los casos semanales y la trama seriada.
Uno de los target de la cadena UPN, que se fusionaría con The WB para crear el actual canal The CW, siempre ha sido el público adolescente. Por eso sus ficciones siempre incorporan tantos elementos de este género que a menudo chirrían a un público más adulto. Le pasa a The CW con Arrow o The Flash, que no se pueden comparar con las series de superhéroes de Netflix, y le pasaba a UPN entonces. Veronica Mars está en ese equilibrio entre contar una historia noir con un tono adulto y las concesiones a un público adolescente incorporando tramas románticas de instituto. No es casualidad que se suela aludir a ella como teen noir. En esto la primera temporada vuelve a ganar, consiguiendo un frágil equilibrio entre unas tramas y otras que se desmoronaría en las siguientes temporadas, con mención especial a la tercera.
Es una serie con muchos guiños y referencias a la cultura popular. Desde los famosos números de Perdidos a la compañía ficticia de alquiler de coches que utilizaban Mulder y Scully en Expediente X. Por no hablar de Philip Marlowe, el detective creado por Raymond Chandler, o de Sherlock Holmes, el inmortal personaje de Conan Doyle. Son muchas las influencias y las referencias que pasan por el tamiz de esta serie, convirtiendo a Veronica Mars en algo más que la típica serie de instituto que todos conocemos, elevándola a la categoría de serie de culto.

Sajones, vikingos y normandos: Bernard Corwell y la novela histórica

Bernard Cornwell es un escritor británico de novelas históricas. Algunas de sus sagas más conocidas y de más éxito son: Las aventuras del fusilero Sharpe, ambientadas a principios del siglo XIX en la conquista de la India y las Guerras Napoleónicas, Crónicas del señor de la guerra, una trilogía sobre la materia de Bretaña, con un desmitificado rey Arturo, Arqueros del rey, ambientada en la Guerra de los Cien Años, y una de mis favoritas, Sajones, vikingos y normandos, que narra las aventuras de un señor de la guerra en el siglo IX, en plena época de las invasiones vikingas a las Islas Británicas.

El protagonista de la saga es Uhtred, un lord sajón capturado por los daneses cuando es un niño y posteriormente adoptado por unos de ellos, Ragnar. Como sus captores, él es pagano, aunque en los reinos sajones la religión mayoritaria es el cristianismo. Esto se presenta como un problema para Uhtred, ya que aunque es sajón ha convivido mucho tiempo con los daneses, con los que además comparte religión. Los problemas que tiene Uhtred sobre su identidad, sus dudas sobre la comunidad cultural a la que pertenece serán uno de los temas centrales en las primeras novelas de la saga, siendo una constante las lealtades divididas.

A lo largo de la saga, y ya van quince volúmenes publicados, Cornwell relata las aventuras de Uhtred, que en cada libro va envejeciendo. Este es uno de los rasgos característicos de la obra de Corwell, que hace que sus personajes envejezcan como recurso narrativo para introducir distintos hechos históricos, construyendo unos personajes, protagonistas y secundarios, muy interesantes y de gran profundidad . Otro rasgo típico de Cornwell que podemos hallar en toda su obra es la crítica al fanatismo cristiano y a su jerarquía, siempre presentados como personajes mezquinos y veniales.

Aunque si por algo destaca Corwell es por alejarse de la épica, muy común en otras obras del género, que construyen personajes idealizados alejados del común de los mortales. El rigor histórico no impide que Uhtred sea un personaje que suelta tacos y sangra cuando le cortan. Con sus virtudes y defectos, no de ja de ser una persona normal. Si no fuera así, si Uhtred fuese el ideal de caballero, nos sería muy difícil empatizar con él. Hasta los supuestos antagonistas tienen más matices, evitando caer en un maniqueísmo que distingue entre buenos y malos. La obra de Cornwell, y esta saga no es una excepción, tiene matices, distintas tonalidades de gris.

The Last Kindom, la adaptación de la BBC, ha pecado de olvidarse de todos estos matices, resultando de ello unos personajes planos y aburridos y una historia sin interés. Al final se ha convertindo en un intento de subirse al carro de series como Vikings o Juego de Tronos, pero sin la enjundia y el empaque de estas, y es una lástima, porque tenían material para hacer otra cosa.

Sin ser el súmmun de la recreación histórica, las novelas se centran en un periodo poco conocido y oscuro de la historia de Gran Bretaña, el de la heptarquía anglosajona que daría lugar al reino de Inglaterra. Muchos de los personajes o hechos históricos de la época forman parte del mito y de la leyenda, siendo difícil discernir qué es cierto y qué no lo es. A pesar de lo cual, Cornwell sale airoso en el intento de recrear los orígenes de Inglaterra, un sueño que estuvo a punto de irse al traste.

'Phantasma': la serie B de Coscarelli

Phantasma es una de esas películas de ritmo lento más centradas en crear una atmósfera que en contar una historia lineal y coherente. Siempre se ha destacado su carácter onírico, la atmósfera de pesadilla y la genial banda sonora. Está dirigida por un tipo peculiar, Don Coscarelli, que en cuarenta años de carrera y sin ataduras con el cine comercial apenas ha dirigido una decena de películas. Se nota que tiene libertad absoluta para hacer lo que quiere.

El montaje y la banda sonora ayudan a crear una atmósfera enrarecida, a veces bordeando con el surrealismo. Recuerda al ambiente opresivo y desasosegante de algunos relatos de Thomas Ligotti, y se puede rastrear su influencia en series como  Twin Peaks o Buffy cazavampiros. Películas como Pesadilla en Elm Street también le deben mucho a la película de Coscarelli, sobre todo ese juego con lo onírico y la pesadilla, aunque Wes Craven opte por usarlo más como metáfora de otras cosas que como mera liberación del subconsciente e ida de olla.
El argumento de la película es muy sencillo, al menos en apariencia: Mike, un chaval huérfano de 13 años, descubre que algo raro sucede en la morgue y decide investigar. Hay un Hombre Alto, presunto trabajador de la morgue, que se lleva los cadáveres fuera de ésta. A partir de ahí se desata la locura. Mike es perseguido por este Hombre Alto y tiene que convencer a su hermano mayor, Jody, del peligro que corren. Este punto de partida, no muy alejado de otros argumentos de cualquier película de terror de serie B, se va complicando y complicando según avanza la trama, incorporando elemntos oníricos y surrealistas que le dan ese toque tan especial que tiene la película y que la diferencia de otras obras de temática similar.

Otra de las cosas por las que destaca la película es por la mezcla de géneros. Es una película de terror, de ciencia ficción, surrealista... ¡sólo faltan dinosaurios y nazis! Las tres secuelas que tuvo la película incorporaron otros elementos de estos géneros, ampliando así la mitología de la historia. Hay dedos amputados que se convierten en insectos asesinos, habitaciones con portales interdimensionales, enanos encapuchados violentos... Por no hablar de personajes inolvidables como el Hombre Alto (booooy!) y el heladero/músico Reggie, protagonista en alguna de las secuelas.
La película se resiente de algunas interpretaciones demasiado amateur. El bajo presupuesto obligó a Coscarelli a tirar de amigos y familia para algunas interpretaciones. Phantasma también tiene algunos momentos y escenas ridículas, como cuando Mike se pone en plan MacGyver y con celo, un martillo, una chincheta y una bala escapa de la habitación en la que le ha encerrado su hermano para que no le siga a la morgue. El enfrentamiento que tiene con el insecto en el que se ha convertido un dedo amputado también es bastante ridículo. Son escenas que te pueden sacar de la película.

Esferas plateadas asesinas, cadáveres usados para crear esclavos que se incuban en otra dimensión... Todo eso y más es Phantasma, que cuenta con un final muy pulp con un sorpresivo twist ending o giro final, marca de la casa en posteriores entregas.





'Los tres estigmas de Palmer Eldritch': Dios en una tableta


Decía Bioy casares en una entrevista que al final de una vida de escritura, se daba uno cuenta de que sólo había hablado de muy pocas cosas. Un tema o dos, si es uno afortunado. No deja de ser una sentencia o aforismo, pero en el caso de Philip K. Dick, es una descripción bastante adecuada que le encaja como un guante. Los tres estigmas de Palmer Eldritch es una obra paradigmática ya que en ella se recogen todas sus obsesiones elevadas al cubo del autor: drogas, religión, identidad y realidad.

En el siglo XXI la humanidad, que vive bajo un gobierno mundial de la ONU, ha colonizado los planetas habitables en el Sistema Solar. También existen terapias genéticas que les ayudan a convirtirse en humanos evolucionados. A veces esta terapia tiene justo el efecto contrario, devolviendo al sujeto a un estado evolutivo previo. Como en ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, la vida en la Tierra es un infierno, pero la vida en las colonias no es mucho mejor, por lo que la ONU busca 'voluntarios forzosos' como colonos. Para sobrevivir, los colonos hacen uso de una droga que los lleva a recrear una especie de Matrix. La droga está controlada por una multinacional que tiene el monopolio hasta que vuelve Palmer Eldritch de una expedición a Próxima Centauri con otra droga capaz de hacerles la competencia. La multinacional manda a Barney Mayerson, un precog, a impedir que esto suceda, pero Mayerson se ve atrapado en las redes de Eldritch, que promete, como un nuevo dios, la inmortalidad a aquellos que prueben su droga.

Dick plantea un texto ambiguo (para muchos una ida de olla) donde no sabemos qué creer porque los distintos planos de realidad que nos presenta se superponen y se mezclan, sin llegar a saber qué plano es real y cuál simple delirio. También podría suceder que todos existan a la vez o que no exista ninguno. Toda esta reflexión sobre la realidad nos lleva a hacer un análisis de las acciones de los personajes que parte de la ambigüedad: no sabemos si en realidad son ellos o son una recreación de Palmer Eldritch. ¿Será todo una pesadilla genérica del protagonista inducida por Eldritch? No podemos dar nada por sentado, todo es posible. En toda esta confusión, Philip K. Dick nos conduce a su terreno; ni Anne Hawthorne puede sobrevivir sin drogas, ni Barney Mayerson puede sobrevivir sin religión. Es aquí donde está la clave de la novela: el hombre debe de llenar el vacío espiritual con algo, aunque sea un monstruo, un dios en forma de tableta.

El futuro que dibuja Dick está lleno de elementos que por sí solos darían para otra novela cada uno. Las terapias genéticas, la Tierra desolada, el poder de las multinacionales, la transubstanciación que provoca la droga, individuos que ven el futuro (precog), la alienacion y el consumismo en el mundo moderno...  Los tres estigmas de Palmer Eldritch es todo un compendio de las obsesiones de Dick, un batiburrillo algo disperso para crear una novela compleja y densa, con tantas capas como la multiplicidad de realidades que describe.

'Los años de peregrinación del chico sin color': Haruki Murakami siendo Haruki Murakami

Murakami se ha convertido en ese amigo del intituto al que ves en raras ocasiones. Sabes cómo es, conoces su pasado y las cosas nuevas que te cuenta son una variación de las que ya conoces. No es algo necesariamente malo. Desde hace años, salgo al reencuentro de Murakami. A veces está más acertado y me gusta más, y otras está menos acertado y me gusta menos. En pequeñas dosis, sin que se haga repetitivo, me gusta acudir a su encuentro. Creo que lo mismo sucede con otros escritores contemporáneos como Paul Auster. Una vez que conoces sus obsesiones, de tanto en tanto te das el gusto de volver a ellos. Los años de peregrinación del chico sin color es la última novela publicada hasta ahora por el japonés Murakami. Aunque más contenida en ciertos aspectos, la novela de poco más de trescientas es un compendio de todas las obsesiones y temas a los que el autor nos tiene acostumbrados. En el aspecto formal se aleja de otras novelas suyas más experimentales y opta por una narración tradicional, sin grandes complicaciones.

El argumento es bastante sencillo. Tsukuru Tazaki, un hombre de 36 años, conoce a una mujer con la que mantiene relaciones íntimas y sus conversaciones con ella le llevan a investigar un suceso traumático de su pasado: descubrir por qué su grupo de amigos del instituto, cortó toda relación con él sin darle ninguna explicación. Todo esto aderezado con la típica caracterización de personajes de Murakami: Tazaki es el chico solitario y sensible, la mujer de la que se enamora es misteriosa y su grupo de amigos del instituto está formado por personas a cada cual más rara. La novela trata sobre la soledad de personajes inadaptados como Tsukuru. Él es el diferente del grupo, utilizando como metáfora de ello el que su apellido no contiene ningún color, y acaba siendo excluido. La búsqueda de respuestas a esa exclusión es el viaje interior de Tsukuru, su búsqueda de 'color' para escapar a la alienación y soledad en la que se ve inmerso.

Aunque más contenido, también aparece en la novela algo típico en otras obras de Murakami, la alteridad y la fusión de lo real y lo onírico. Tsukuru llega a dudar en algún momento sobre sus sueños, planteando que tal vez son planos de otra realidad alternativa. Y no podían faltar las alusiones a la música, una constante en toda la obra de Murakami. Como suele ser habitual, a veces se pasa de rosca y se desvía demasiado de la narración dándonos detalles y haciendo descripciones que poco o nada tienen que ver con la historia que está contando.

No se trata de la mejor novela de Murakami, pero como suele pasar en su caso, una vez que coges un libro suyo, cuesta soltarlo. Te lo lees en dos tardes y pasas a otra cosa. Me sigue asombrando su capacidad para hacer de algo tan anodino y soso como el argumento de esta obra una historia interesante que te mantiene enganchado (casi) hasta el final. Una buena novela tanto para iniciarse en el universo Murakami como para vover de visita a él.


'Maze Runner: The Scorch Trials': buscando una trilogía juvenil de éxito

The Maze Runner o El corredor del laberinto es una trilogía de literatura juvenil escrita por James Dashner. Es junto a Los juegos del hambre y Divergente una de las sagas juveniles con más éxito y más conocidas de los últimos años, y como en los casos anteriores, ha sido adaptada a la gran pantalla. También comparte con las anteriores el situar la acción en un futuro distópico y postapocalíptico donde se desenvuleven unos protagonistas adolescentes. Si Harry Potter, ambientada en un mundo donde la magia es posible, fue la saga juvenil por antonomasia de la generación anterior, la gran crisis que vivimos impone su realidad en las nuevas sagas juveniles.

Dirigida por Wes Ball, Maze Runner: The Scorch Trials es la segunda película basada en la segunda novela de título homónino de la trilogía. Como en el caso de la primera, ha sido un éxito de taquilla, recibiendo críticas dispares en la prensa. En el reparto hay algunas caras conocidas, como Kaya Scodelario (Skins), Thomas Brodie-Sangster (Doctor WhoJuego de Tronos), Giancarlo Esposito (Breaking Bad) o Aidan Gillen (The Wire, Juego de Tronos).
La película narra la historia de Thomas y sus compañeros después de escapar del laberinto. Son internados en un centro, donde se los somete a distintas pruebas y exámenes físicos. Pero claro, como suele ocurrir en estos casos, no todo es lo que parece. Advertido por otro joven, Aris, Thomas descubre que no han escapado de WCKD (o CRUEL en español), sino que han caído en sus manos, y deciden escapar. Con esta fuga buscan huir de WCKD y descubrir a los rebeldes que se ocultan en las montañas. Como en Los juegos del hambre o Divergente, lo de unirse a la rebelión también es un elemento presente en la película.
Maze Runner: The Scorch Trials es un pastiche (en el buen sentido) del género, mezclando los zombis/infectados de Guerra Mundial Z y Resident Evil con el desierto y las bandas que aparecían en Mad Max. También tiene cabida El planeta de los simios, con esos paisajes de ciudades olvidadas. Casi todo lo que hayas visto o leído sobre futuros distópicos tiene cabida en esta película. Es verdad que hay cosas a las que es mejor no buscarle la lógica o el sentido, porque suceden porque sí (el escape de la base de WCKD en la primera parte es un buen ejemplo), pero la mezcla de tópicos y situaciones del género no les queda del todo mal. El punto negativo es el papel de la mujer, reducido a mera cuota. En la película tienen que aparecer un negro, un asiático, un hispano... y una mujer. En los libros se explica que WCKD forma dos clases de grupos entre los adolescentes inmunes: los formados por todo hombres y una mujer y los formados por todo mujeres y un hombre. Aún así y con todo, el resto de personajes femeninos, no sólo los de su grupo (Teresa), están subordinados al protagonista, Thomas.

Quizá un punto por debajo de otras adaptaciones, la película da lo que promete, que no es otra cosa que diversión y entretenimiento para un público adolescente.