Parece que los remakes en el cine son cosa de ahora, pero viene de lejos. La invasión de los ultracuerpos es ejemplo de ello. Estrenada en 1978, es el remake de un clásico dentro del género: La invasión de los ladrones de cuerpos, dirigida por Don Siegel en 1956. Basadas ambas en la novela de Jack Finney, no han sido las únicas películas que se han fijado en la obra de Finney. Casi cada década tiene una reinterpretación de su novela. La clave seguramente esté en las múltiples lecturas que ofrece la obra, siendo posible interpretarla de una manera y de la contraria, riqueza esta que han aprovechado muchos directores de cine.

La película se inicia con la imagen de unos organismos que viajan a través del espacio hasta llegar a nuestro planeta. Caen con la lluvia y se desarrollan como plantas, capaces de replicar cuerpos humanos que sustituyan a sus originales humanos. Se trata de una invasión en toda regla, silenciosa pero eficaz. 

La alegoría va variendo según  el remake, pudiendo significar una cosa u otra. En esta versión la crítica política pierde terreno en favor del terror puro y duro, aunque está clara la alusión a la alienación que suponen las grandes ciudades. La ciudad como espacio hostil. Las réplicas que sustituyen a los humanos son seres despersonalizados, sin sentimientos, todos muy parecidos unos a otros por esa falta de empatía y de ego.

La película dirigida por Philip Kaufman cuenta con un reparto de rostros conocidos: Donald Sutherland, Leonard Nimoy y un entonces desconocido Jeff Goldblum. Es uno de los motivos, además de su impecable factura técnica, por los que ha resistido tan bien el paso del tiempo. Además se permite el guiño de incluir al protagonista de la película de Don Siegel, Kevin McCarthy, y al propio Don Siegel haciendo unos cameos.

Los protagonistas son perseguidos por infectados que quieren sumarlos a la masa despersonalizada de la que forman parte. Esa lucha por la propia individualidad, les lleva a la paranoia y la desconfianza. La invasión de los ultracuerpos es una cinta capital dentro del género del terror, redefiniendo los miedos de una nueva generación y su imaginario colectivo.