'American Gangster': la guerra de las drogas
American Gangster es probablemente una de las mejores películas que el director británico Ridley Scott ha dirigido en la última década, de lo mejor de su producción filmográfica junto a Alien, el octavo pasajero, Blade Runner y Gladiator. También se trata de una película que huye de la espectacularidad del cine de Hollywood, algo que por sí no es malo y que ha caracterizado a muchas de las películas de Scott.
La película, con una estructura binaria, narra la historia del narcotraficante Frank Lucas y del policía incorruptible que le persigue, Richie Roberts. En cierto sentido, es un poco como la serie The Wire. American Gangster no es un drama con la excusa de las drogas de fondo, sino que afronta el problema de las drogas y lo presenta como algo estructural. Es el dinero que mantiene engrasado el sistema económico.
De fondo está la Guerra de Vietnam, como hilo conductor y vertebrador de la historia. Lucas es un mafioso que aprovecha la muerte de su jefe para sustituirle y convertirse en el rey de la heroína durante los años sesenta y setenta. Importa directamente la heroína del sudeste asiático y mediante sobornos logra introducirla en EEUU oculta en los féretros de los soldados muertos. Policías, políticos, jueces, ejército, periodistas... todos están en nómina, convirtiendo el problema de las drogas en algo estructural.
El final, como en el cine negro de la Gran Depresión, tiene un mensaje moralizante. A forma de epílogo o coda, se narra la redención de Lucas, que tras su caída ayuda a encerrar a buena parte de los policías corruptos de Nueva York. Aunque el final es muy made in Hollywood, no empaña para nada el resto de la película. Las buenas historias siempre funcionan bien.
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