Tras diez capítulos, Vikings se va de parón hasta nuevo nuevo aviso. En esta cuarta temporada History Channel ha ampliado el número de episodios a veinte, diviendo la temporada en dos partes. No es de extrañar este moviemiento por parte de la cadena, que aunque se prodiga poco en la ficción, con esta serie ha dado en el blanco, siendo un éxito de crítica y público.

Esta cuarta temporada está siendo la de transición: Ragnar ya no es el de antes, y todo a punta a que va a ceder el protagonismo a sus hijos en la segunda mitad de temporada. Ya queda poco del intrépido Ragnar que gracias a su ingenio consiguió ser rey. Todos los errores cometidos y la edad le pasan factura. También vivimos la traición definitiva de su hermano Rollo, tal como estaba profetizado. Convertido en duque, defiende París de sus compañeros vikingos. Ecbert sigue haciendo de las suyas en Inglaterra, demostrando que es el mejor conspirador de toda la serie. Cada intriga, es un triunfo. Lagertha cumple su venganza y ve como la profecía, no dar a luz a más hijos, se cumple. Bjorn sigue en inmerso en el camino del héroe.

Uno de los peros más importntes de esta temporada ha sido la coralidad y la multiplicidad de escenarios, algo normal teniendo en cuenta que esta temporada tiene el doble de capítulos que las anteriores. Ha tenido que dedicar bastante tiempo a colocar las piezas y a ampliar un universo ya de por sí bastante grande. Si antes todas las tramas tenían alguna conexión y confluían en algún punto, esto ya no es así.

Buena primera tanda de episodios de una serie que sigue creciendo en cada temporada. Aún está por ver que esta transición, la de Ragnar a sus hijos, sea un éxito. Los creadores ya han dicho que el final para ellos, sis tienen libertad creativa, es el de los hijos de Ragnar llegando a América. Todavía queda mucho trecho por recorrer.