Hijos de los hombres es una película distópica basada en el libro del mismo título de P. D. James. Dirigida por el mexicano Alfonso Cuarón, es uno de esos extraños casos en los que la adaptación supera a la obra original. También ayuda el hecho de que la novela de James no sea gran cosa. Cuarón sólo ha tenido que coger la buena materia prima que ya había y pulirla hasta sacarle brillo.

Hijos de los hombres está ambientada en un futuro cercano, el Londres de 2027, donde todas las mujeres son estériles y no nacen más niños. El ser humano, condenado a la extinción sin saber por qué, ha hecho del mundo un infierno arrasado por las guerras y la contaminación. Sólo hay una nación que todavía sigue en pie, el Reino Unido, que con un gobierno autoritario todavía es capaz de mantener el orden en sus fronteras.

Theo Faron es el protagonista, un antiguo activista que se ve envuelto en una trama por proteger a la primera mujer embarazada en años. Entre antiguos amores, terroristas y el gobierno, Theo volverá a creer en la causa del ser humano y hará todo lo posible por proteger a esa mujer y a su bebé.

Aunque no es su única función, la distopía actúa como una pequeña o gran deformación de nuestra realidad para advertirnos del futuro que nos espera si seguimos por el mismo camino. En ese sentido resulta desolador ver cómo tratan a los refugidos en la película, algo que debería ser de ciencia ficción se ha convertido en una realidad: hoy hay seres humanos que mueren en las fronteras de la Unión Europea y los gobiernos no hacen nada para evitarlo. Asusta ver con qué facilidad el ser humano se habitúa a estas cosas.