De los estrenos de SyFy para este otoño, a priori, destacaban tres: Van Helsing, Aftermath y Channel Zero. Este último había levantado algunas expectativas entre los aficionados al género de terror por su argumento, sobre todo después del éxito de Netflix Stranger Things. Vistos los tres estrenos, hay que decir que SyFy lo ha vuelto a hacer... mal. Busca unas premisas muy atractivas como punto de partida para sus series, pero ninguna se sostiene más allá del episodio piloto.

En Channel Zero se narra la historia de un programa de televisión infantil, Candle Cove, ligado a la muerte de varios niños en 1988 y a la desaparición de otro en la pequeña ciudad de Iron Hill. El programa, supuestamente, es un show de piratas emitido de manera pirata, pero hay algo más: sólo los niños son capaces de verlo, para los adultos sólo es estática (¿alguien ha mencionado Poltergeist?). Mike Painter, hermano gemelo de Eddie, el niño desaparecido, volverá a Iron Hill para intentar descubrir qué es lo que sucedió.

La historia recurre a flashbacks, mostrándonos dos líneas temporales, la actual y 1988, cuando se cometieron los crímenes. El problema es que en Channel Zero se alternan de manera errática y nunca queda claro si estás viendo una u otra, salvo por los actores. Que para el caso da igual, porque tanto los actores de una línea temporal como los de otra son bastante sosos, sin personalidad.

El mayor problema de la serie es lo mal hilvanada que está la trama, una sucesión de escenas que deberían crear en el espectador misterio y desasosiego pero que sólo consiguen aburrir. Eso unido a unos personajes descafeinados y a un protagonista que vaga de un lugar a otro sin mucho sentido. Todo puede mejorar, pero yo no lo voy a ver. ¡No te lo perdonaré jamás, SyFy! ¡Jamás!