El éxito del primer cómic de 30 Days of Night llevó al comienzo de una saga y a su adaptación cinematográfica. En los cómics, que ya suman un buen número, hay de todo. Desde un crossover con Expediente X bastante curioso a auténticas idas de olla sin sentido. En cuanto a las adapataciones cinematográficas, que no han pasado de dos, los resultados son muy dispares. La primera fue bastante entretenida, serie B bien hecha. La secuela deja bastante que desear. Tampoco ha tenido buena suerte la miniserie basada en los cómics.

La historia es una continuación de la primera película. Después de lo sucedido en Barrow, pequeño pueblo de Alaska que fue asaltado durante treinta días por un grupo de vampiros, el gobierno ha encubierto los hechos. Una de las pocas supervivientes de la catástrofe, Stella, se dedica a dar conferencias para desenmascarar la existencia de los vampiros. Esto la pondrá en el punto de mira, no sólo de los vampiros, sino también en la de un grupo que se dedica a cazarlos.

La película, que tampoco partía de un buen material original, adolece de falta de medios y de un buen guión. Y eso que uno de los creadores del cómic y guionista en la primera película, Steve Niles, también repite en la secuela. Las reglas que se establecieron en la primera película aquí no se cumplen, entre otras incoherencias, pero lo peor es que a veces cae en la autoparodia de manera inconsciente. Tampoco es que la primera película fuese una obra maestra, pero la diferencia respecto a la secuela es abismal.

30 Days of Night: Dark Days es una secuela innecesaria y una oportunidad perdida para adaptar con ciertas garantías una buena saga sobre vampiros. Eso sí, no es Crepúsculo.