Expediente X, después de más de 14 años, volvió a nuestras pantallas el pasado domingo. Poco se puede decir que no sea haya dicho ya de una serie que marcó época en la década de los noventa y que desde entonces forma parte de la cultura popular, con un montón de parodias y homenajes a sus espaldas. Estrenada en diciembre de 1993, la serie creada por Chris Carter se mantendría en antena durante nueve temporadas, hasta 2002, además de las dos películas, The X-Files: Fight the Future (1998) y The X-Files: I Want to Believe (2008) y de multitud de cómics y libros basados en la serie. En España Telecinco fue la encargada de emitir Expediente X.

La serie empezó más como prodecimental sobrenatural, con un 'monstruo de la semana' por capítulo, pero pronto acabó desarrollando un 'arco mitológico', el de la conspiración alienígena, que es por lo que más se le recuerda. Todo esto no funcionaría si no fuese por la dupla interpretativa, Mulder y Scully. La relación existente entre ellos, el juego entre un creyente y una escéptica, entre dos caracteres diferentes pero que se complementan, es lo que en gran medida sustentó la serie. Cuando David Duchovny dejó de aparecer de manera regular en la serie las dos últimas temporadas, ésta se resintió.

FOX anunció hace una año la vuelta de Expediente X en formato de miniserie de seis capítulos. No sé si ha sido el formato o las altas expectativas lo que la ha termindao perjudicando. Hasta el momento, se han emitido dos de esos seis nuevos capítulos, y las sensaciones son encontradas. Por un lado la alegría por la vuelta de la serie y por la coherencia con la que Carter trata a sus personajes, Mulder y Scully, que como en la segunda película, han seguido evolucionando. Y por otro lado la decepción con una trama, la de la conspiración, que cae más en el terreno de la parodia. Expediente X siempre ha sido una serie muy autoconsciente que se ha movido bien entre la seriedad y cierto toque de comedia, lo que serviría de inspiración e influencia para otras series como Supernatural o Fringe.
El primer episodio peca de querer contar muchas, ya desde el principio, con Mulder resumiendo en un breve monólogo las nueve temporadas de la serie, cosa que se repite durante el capítulo. Todo para decirnos que lo de la conspiración alienígena era mentira, una tapadera para ocultar la verdadera conspiración, que nada tiene que ver con seres de otros planetas. Meterse en algo tan complejo y que necesita de mucho desarrollo narrativo, creo que ha sido un error para una temporada de apenas seis capítulos. Además, el vergonzante CGI usado en la escena del alien estrellado mueve a la risa.
El segundo episodio es bastante más correcto, con la trama principal de fondo, está más centrado en mostrarnos la evolución de Mulder y Scully. El trauma sufrido todos estos años, la ausencia de William, el hijo 'perdido', está muy presente. Mulder y Scully imaginan, cada uno por su lado, cómo sería la vida con su hijo, y sienten su pérdida cuando se dan cuenta de lo que podría ser y no ha sido. Sólo les queda el recuerdo y la soledad de contemplar a su hijo en una foto. Con las heridas de Mulder y Scully en primer plano, algo que ya exploraba la segunda película, la serie sí se parece a lo que fue en sus orígenes. Veremos qué sucede en los cuatro capítulos restantes y si son capaces de enderezar el rumbo. Yo quiero creer en que lo conseguirán.