'Another earth' es una de esas películas a las que se suele enmarcar dentro del género de la ciencia ficción pero que en realidad sólo lo aprovechan como punto de partida para contar otras historias. Brit Marling, guionista y protagonista de la película, escribe un drama mezclado con algo de fantasía donde el verdadero relato de ciencia ficción empieza al final, cuando la protagonista, Rhoda Williams, se encuentra consigo misma, con su yo de un mundo paralelo.

La película narra la historia de Rhoda con un trasfondo de fantasía y ciencia ficción: aparece otro planeta Tierra igual al nuestro y con una versión de nosotros mismos habitándolo. Rhoda, brillante estudiante a la que espera un gran futuro, ve truncado su proyecto de vida cuando tiene un accidente de coche en el que mueren una madre y su hijo. A partir de ahí, entreteje su historia con otro personaje, el marido y padre al que ha arruinado la vida con su accidente; empieza su drama.

La culpa y la posibilidad de 'lavar' esa culpa tomando otras decisiones que eviten nuestros errores parece ser el verdadero tema central de la película. Si pudiéramos aconsejarnos a nosotros mismos antes de cometer un error, si pudiéramos deconstruirnos y analizarnos para cambiar lo que no nos gusta, seríamos capaces de construir otro yo diferente, un yo sin nuestros errores y con nuestros aciertos, un yo perfecto.

El hastío y la imposibilidad de ser otros es lo que lleva al bedel del instituto a buscar un descanso del mundo físico, del mundo de los sentidos, rociándose los ojos y los oídos con lejía. Para la protagonista todavía existe esperanza, todavía existe 'Otra Tierra' en la que las cosas son como deberían haber sido.

El Macguffin de otra Tierra paralela a la nuestra es sólo eso, una excusa argumental para contarnos la historia de culpa de Rhoda, su drama. Como en la novela de Ishiguro, "Nunca me abandones" (la película no la he visto), la ciencia ficción sólo sirve de punto de partida.