Aquella casa al lado del cementerio es la tercera y última película de la trilogía conocida como Las puertas del infierno. Dirigida por Lucio Fulci y estrenada en 1981, cuenta casi con el mismo equipo que las otras dos películas, Miedo en la ciudad de los muertos vivientes y El más allá. El guionista, una vez más, es Dardano Sacchetti en colaboración con Giorgio Mariuzzo y la protagonista es Catriona McColl. Aparece también Ania Pieroni, que venía de colaborar con Argento en Inferno y a la que veríamos un año después de esta película en Tenebrae, de nuevo con Argento. La única baja significativa en el equipo de Fulci para esta película es la de Fabio Frizzi, que es sustituido por Walter Rizzati para encargarse de la banda sonora.

Además de a la misma protagonista, las películas de la trilogía Las puertas del infierno comparten una misma atmósfera y un mismo tema: el horror cósmico lovecraftiano y la posibilidad de que se abra una puerta a otra dimensión. Esa otra dimensión puede llamarse infierno pero no tiene nada que ver con la idea judeocristiana, sino que es ese espacio de pesadilla que invade nuestra realidad cotidiana, apoderándose de ella y desplazándola hasta que ya sólo queda el horror.

Aquella casa al lado del cementerio juega con la idea del horror cósmico pero trasladándolo a otro subgénero: el de las casas encantadas. En las anteriores películas de la trilogía la casa nunca era protagonista. Es verdad que en el sótano de la casa de El más allá pasaban cosas, pero el edificio como tal no tenía el protagonismo que tiene aquí. Norman Boyle es un profesor universitario neoyorkino al que se le encarga la tarea de investigar el suicidio del doctor Peterson. Para ello, se traslada con su mujer y su hijo a un viejo caserón victoriano construido al lado de un cementerio. Boyle investiga el suicidio de su amigo y profesor Petersen, que estaba investigando la vida del doctor Freudstein, un científico del siglo diecinueve que buscaba la inmortalidad y que parece estar relacionado con las desapariciones y asesinatos que ocurren cerca de la vieja casa.

Como en toda película de terror dirigida por Fulci hay escenas bastante explícitas: cuerpos descompuestos, desmembrados y mutilados, sangre, gusanos... Todas estas escenas están unidas por un mismo hilo argumental, la investigación de Boyle sobre el suicidio de peterson y su obsesión con el doctor Freudstein, que además de científico loco, es también el primer villano icónico de Lucio Fulci. Portagonista junto a la vieja casa victoriana, el diseño del doctor Freudstein es todo un acierto de Fulci al poner cara al mal. Si no te da el presupuesto para un Cthulhu, al menos saca a un doctor Freudstein, que aunque no tenga tentáculos y cara de pulpo, también asusta lo suyo.

Bob, el hijo del matrimonio Boyle, se hace amigo de Mae, una niña que sólo él puede ver, con la que a veces mantiene una comunicación telepática. Esta subtrama, acerca a Aquella casa al lado del cementerio a las películas de explotación de El resplandor: padre de familia que se lleva a la mujer y al niño rarito a una casa encantada en la que todos acaban tarumbas y pasan cosas desagradables. Y la verdad que esta subtrama no está tan mal llevada, teniendo en cuenta que es una película de Fulci y que tampoco hay que buscarle mucha lógica a las cosas que suceden en ella. Pero simplificando mucho, Aquella casa al lado del cementerio es un cruce entre El resplandor y Herbert West que funciona bastante bien. 

Aquella casa al lado del cementerio no es la mejor película de esta trilogía improvisada de Fulci, pero sí es una película de casas encantadas con toques lovecraftianos muy disfrutable. Nunca hay que perder de vista los presupuestos con los que rodaba Fulci y el tiempo del que disponía para sus películas. Así que si se le notan las costuras a la película, sobre todo en el guion, pues haces lo mismo que cuando $u_MoReNiiTo_19 te vacila: te callas y lo asimilas. Y si te pide un cigarro y un euro, pues se los das.