Muertos y enterrados en una película de terror dirigida por Gary Sherman y estrenada en 1981. Sherman es el responsable de películas como Subhumanos, sobre una especie de secta caníbal de seres humanos degenerados que viven en los túneles del metro de Londres, y Poltergeist III, la más floja de la saga. En muertos y enterrados aparecen algunos rostros conocidos, como Robert Englund, unos años antes de dar el salto a la fama como lagarto bueno V y como Freddy Krueger en Pesadilla en Elm Street. La mayoría del reparto son actores de televisión, como el protagonista James Farentino, que participaría después de esta película en Dinastía y venía de hacer un telefilme sobre Jesús de Nazareth. O Jack Alberton, con una larga carrera detrás que empezó en los cuarenta y que murió poco después del estreno de Muertos y enterrados.

La película se vendió con la etiqueta que aparece en el cartel: de los creadores de Alien. Dan O'Bannon y Rosald Shusett se supone que escribieron el guion, pero O'Bannon se lo atribuye todo a Shusett. Sus aportaciones no fueron incluidas en la versión final y no dio tiempo a cambiar el cartel. O no se quiso cambiar. Es algo habitual que después de un gran éxito como fue Alien alguno de los creadores quiera levantar un proyecto más personal con el respaldo del éxito anterior. Es importante tener esto en cuenta para apreciar la película, que no deja de ser un proyecto muy pequeño, de poco presupuesto y con unos medios materiales y humanos muy limitados.

Partida de dardos un sábado por la noche. Mejor futbolín.


Muertos y enterrados es una película que bien podría ser un capítulo de la clásica The Twilight Zone. En Potters Bluff, un pequeño pueblo de Nueva Inglaterra, porque a estas alturas todos sabemos que el mal, de habitar en algún sitio, habita en Nueva Inglaterra, el sheriff del lugar investiga las extrañas muertes de forasteros que estaban de paso por el pueblo. En su investigación se apoya en el director de pompas fúnebres del pueblo, el viejo Dobbs, que parece más interesado en reconstruir y maquillar cadáveres que en ayudar al sheriff. Para colmo, su esposa empieza a dar clases en la escuela sobre brujería y vudú. 

Una película con su poquito de gore


Aunque rodada en California, Sherman se ocupó de escoger los días nublados y de tormenta para rodar y que diera el pego como pequeño pueblo de la costa este. Putter Bluff, sobre todo al principio, parece un sitio como Cicely de Doctor en Alaska o incluso el Twin Peaks de Dadid Lynch. Un sitio raro con algunos personajes estrafalarios. Pero en seguida adopta otro tono más serio y menos surreal. Y ese es el principal problema de esta película. Sherman quiso dirigir una comedia de terror pero al final le obligaron a hacer algo más serio, y Muertos y enterrados se resiente: a veces parece que la película tiene un tono más ligero, pero cambia. Y cae un poco en la comedia involuntaria, con actores y actrices, sobre todo el protagonista, James Farentino, dándolo todo en escenas que son ridículas. 

La película juega al desconcierto desde el principio. Un fotógrafo está en la playa, se acerca una mujer, esta posa para él y le enseña las tetas, y cuando cree que lo tiene todo hecho, aparece una multitud con cámaras de fotos y de vídeo y lo asesina. La mayoría de estos personajes aparecen en escenas posteriores, son habitantes del pueblo. Este primer tramo es el más interesante de la película. Pasan cosas muy extrañas y estamos en el mismo punto que el sheriff que investiga el caso: no sabemos nada. Cuando como espectadores tenemos más información que el protagonista la película se vuelve un poco menos interesante, y nos prepara para un par de giros loquísimos muy en la línea de The Twilight Zone, Más allá del límite o Historias de la cripta. Buscan ser muy efectistas pero se ven venir desde lejos. En cualquier caso, no estropean la película.


Muertos y enterrados es una película no muy conocida de terror de los ochenta, dirigida por un director poco conocido y que tampoco se ha llegado a emitir en España tanto como otras películas del género. Al menos yo no recuerdo haberla visto. En poco más de hora y media ofrece terror, misterio, ciencia ficción y un poco de comedia involuntaria. Además cuenta con los efectos especiales de un entonces poco conocido Stan Winston, que luego sería responsable de ese apartado en La cosa, Terminator y Terminator 2, Aliens, Parque Jurásico, Eduardo manostijeras y una largo etcétera de películas que llevan su sello. Así que aunque sólo sea por eso, por el bueno de Stan y sus efectos, la película bien merece un visionado. Y recordad: nunca vayáis de vacaciones a Nueva Inglaterra.