La enviada es una novela escrita por el británico Bernard Taylor en 1975 y publicada un año después. También es la primera novela de Taylor y quizás la más exitosa, a pesar de que ha seguido escribiendo y publicando hasta hace unos años. Todo sea dicho, a un ritmo bastante pausado, sobre todo si lo comparamos con Stephen King, que va a varias novelas por año. Junto con King, Taylor forma parte de ese boom de escritores de terror de los setenta. En el caso de esta novela, Taylor todavía es deudor de libros como La semilla del diablo / El bebé de Rosemary y El exorcista.
La enviada narra la historia de un matrimonio con cuatro hijos que viven en un pequeño pueblo inglés. Alejados de la gran ciudad, llevan una vida apacible y hogareña. Él es ilustrador, además de éxito, y ella, después de abandonar su carrera de actriz al dejar Londres, escribe y publica relatos también con éxito. Ambos son felices juntos y se dedican al trabajo que les apasiona y a criar a sus hijos a los cuales adoran. Un día van de excursión a un lago donde ella, Kate, entabla conversación con una joven embarazada. De regreso a casa, reciben la visita de esta extraña mujer, a la que acaban invitando a cenar. Cuando por firn parece que se va a marchar a su casa, se pone de parto. El teléfono está desconectado, así que hay que salir en busca de un médico. Esto da igual porque a su regreso ya ha dado a luz a una niña. Por la mañana, la mujer desaparece dejando abandonada a su hija. El matrimonio, después de avisar a la policía y de acoger a la bebé en su casa, la acaba adoptando, dando comienzo así a todos su problemas. Uno a uno, todos sus hijos acabarán muriendo en misteriosos accidentes.
Pese a que el misterio no es tal, pues desde el principio queda claro quién es la responsable de las misteriosas muertes de los hijos del matrimonio, Taylor se las apaña para construir una atmósfera que se va enrareciendo por momentos. La muerte de un hijo puede ser un accidente, la muerte de dos una desgracia, pero ya tres comienza a ser sospechoso. No sólo se refleja cómo les afecta a ellos como matrimonio perder a tres hijos, sino que también se refleja en la pequeña comunidad en la que viven. De las muestras de cariño y solidaridad con las primeras muertes se pasa al rechazo y la hostilidad, lo que fuerza a la pareja a abandonar el pueblo en el que viven e instalarse en Londres con sus dos hijas. Recordamos que empezaron con cuatro, tres niños y una niña, a la que hay que añadir a un segunda niña, la hija de la mujer desconocida a la que adoptan. Es en Londres, con el matrimonio destrozado por la pérdida de tres de sus hijos, cuando comienzan los problemas entre ellos. Él es la voz de la razón, que quiere abandonar a su hija adoptada a la que responsabiliza de la muerte de sus otros hijos, y ella es el corazón, la madre, el instinto, incapaz de reconocer la amenaza. Esta parte, como la propia relación que existe entre ellos, ha envejecido tirando a mal, pero hay que recordar que la novela fue escrita hace casi cincuenta años.
De Bernard Taylor no hay mucho traducido al castellano salvo esta La enviada, y aprovechando el tirón de ésta, Macabro amor, su segunda novela. Ambas fueron publicadas por Pomaire, editorial que también nos trajo Carrie de King, Tiburón de Benchley y Holocausto de Marasco, tres clásicos setenteros. Aunque la copia que leí es una editada por Círculo de Lectores un año después. En cualquier caso, misma traducción. En un Re-Read de Salamanca, junto a otros libros, me salió por dos euros. De Taylor tengo ganas de leer The Reaping, que hasta que lo editó otra vez Valancourt gracias al Paperbacks from Hell de Hendrix, era muy difícil hacerse con una copia asequible. La versión cinematográfica de 1980, titulada en castellano ¡O una maldición del infierno!, mejor evitarla. Expediente 39, La huérfana y La enviada del mal son versiones libres de este subgénero de niño/a que sale rana y que empezó a finales de los sesenta. El culmen es Este chico es un demonio.
Taylor, B. (1978). La enviada. Círculo de Lectores.
Minotauro es una novela de misterio y terror escrita por John Farris y publicada en 1985. A pesar de lo que la portada pueda sugerir, Minotauro es más un thriller que una novela de terror, aunque tiene algunos elementos de ésta. La obra de John Farris no es muy conocida en España. Empezó a publicar novelas de misterio a mediados de la década de los cincuenta, y su obra apenas ha sido traducida al castellano. Algunas cosas como Minotauro las publicó Vidorama, también Martínez Roca y Ágata tradujeron a Farris y lo último fue a cargo de La Factoría de Ideas a principios de los dos mil. Así que como las expectativas siempre son algo muy importante a la hora de acercarse a una obra, estad advertidas: Minotauro no es una novela de terror.
En los primeros capítulos de Minotauro se nos describe el asesinato de distintos científicos en diferentes partes del mundo por una entidad conocida como Minotauro, que es la que da título a la novela. Las primeras páginas del libro incluye una lista de personajes que, la verdad sea dicha, no es necesario consultar en ningún momento. Sí que desfilan unos cuantos personajes por la novela, pero los protagonistas sólo son unos pocos. Dividida en tres partes, la primera es la más larga y se hace un poco farragosa hasta que termina de colocar las piezas necesarias de la trama, luego ésta avanza que da gusto y la novela se lee en un suspiro.
Tras los primeros capítulos donde Minotauro asesina a varios científicos, poco a poco vamos conociendo a los dos bandos enfrentados en esta novela y el trasfondo que hay detrás de estas muertes. Minotauro mata a aquellas personas, sobre todo científicos, que poseen cierta información y ciertos materiales: hay una variedad de semilla, descubierta hace poco, que es capaz de acabar con todas las cosechas del mundo y provocar una hambruna fatal. También se ha descubierto otra semilla capaz de resistir esta nueva plaga. La posesión de estas semillas y del conocimiento que hay detrás de ellas es motivo para que Minotauro y la entidad o persona que hay detrás de él acabe asesinando. Toda esta trama se mezcla con varias subtramas: la de las luchas internas dentro de la familia de multimillonarios de origen griego que controla, entre cosas, parte del negocio de la producción de semillas, y luego están las distintas subtramas sobre venganzas que se acaban mezclando en un todo al final de la novela. Quizás, mucho pollo para tan poco arroz, ya que acaba alargando demasiado una trama que es lo suficientemente interesante por sí misma como para necesitar de estos añadidos que poco aportan.
El estilo de John Farris es directo, más propio del realismo sucio y del hard-boiled más pulp de Black Mask que de la novela de terror ochentera. También es muy explícito, tanto en escenas violentas como de alto contenido sexual, y sobre todo es muy cinematográfico, muy visual. Se parece más a una película de terror de los ochenta o a un libro de Bukowski que a cualquier bestseller de terror de la época. Pese a un inicio algo atropellado en el que cuesta situarnos un poco en la trama y al exceso de subtramas que sólo contribuyen a embarullar aún más la historia, Minotauro es un libro que engancha casi desde el comienzo y que es difícil de soltar. También, por volver un poco al cine, Farris bebe mucho del giallo italiano, con esos giros locos que te dejan patidifuso, aunque no tardamos mucho en averiguar quiénes son los que están detrás de los asesinatos ni sus motivos. El evitar sus planes es lo que mantiene vivo el interés de la novela.
En castellano es fácil conseguir una copia por pocos euros de este Minotauro de John Farris. Lo mejor es optar por un ejemplar de los que publicó Vidorama en tapa blanda. Para todo lo que ha escrito John Farris no hay mucho traducido al castellano, pero esta novela es fácil de encontrar. Minotauro es una novela muy entretenida a la que quizá le hubiera venido bien un buen recorte antes de publicarla. Partiendo de unas bases bastante trilladas que recuerdan a los techno-thrillers de Michael Crichton, con una trama que alude a experimentos y modificaciones genéticas, Farris es capaz de llevárselo a su terreno para acabar ofreciendo una novela muy resultona. También tiene su aquel que una novela publicada en 1985 nos hable del negocio y los intereses detrás del comercio de semillas, sobre todo después de lo que estamos viviendo en este 2022. Leer literatura fantástica no sirve para prevenir ningún desastre, salvo el de perder la poca cordura que nos queda, pero al menos sí que sirve para que ciertas cosas no nos pillen por sorpresa. Y para decir: ya os lo dije.
La iniciación es una película dirigida por Larry Stewart, escrita por Charles Pratt Jr. y protagonizada por Daphne Zuniga, que fue estrenada en 1984. Es la última y la más conocida película de este director, que empezó siendo actor para luego dedicarse a escribir guiones y dirigir. En su haber está dirigir capítulos de La mujer biónica y de Spiderman en los setenta, entre otras muchas series de televisión en las que participó. Su única incursión en los cines fue esta La iniciación, una película que hace no mucho fue incluida en el catálogo de Amazon Prime y de la que se estrenó un muy olvidable remake en 2020.
La iniciación narra la historia de Kelly, una joven universitaria que padece pesadillas recurrentes en las que un hombre ataca a sus padres y acaba envuelto en llamas. Está empezando la universidad y se aloja en una residencia femenina. Allí busca encajar junto a sus compañeras de habitación para unirse a una sororidad, pero antes deberán pasar por varias pruebas. En la universidad conocerá a Peter, un profesor adjunto que se interesará por su caso e intentará averiguar la verdad detrás de esa pesadilla recurrente, además de convertirse en el interés romántico de Kelly. Paralelamente a esto, tiene lugar una fuga en un manicomio, que despertará el terror en los padres de Kelly. La joven no sólo padece de pesadillas, sino que tampoco recuerda nada antes de los nueve años. Se supone que sufrió una caída y la amnesia se deriva de ese accidente.
La iniciación es un slasher ochentero que introduce algunos elementos de giallo italiano. A nivel de realización a veces abusa demasiado de la cámara subjetiva, pero es bastante resultona. También es un acierto que el último tramo de la película tenga lugar en un centro comercial de noche, en el que se cuelan Kelly y sus compañeras como parte de una novatada para ser admitidas en la sororidad. La parte de giallo tiene más que ver con detalles como que se muestren las manos de asesino con guantes en cada asesinato y con el guion. No llega al nivel de locura de algunos giallo famosos pero hay un par de giro muy locos que no por verlos venir sorprenden menos. Y por supuesto hay tetas, culos y vello púbico, porque esto son los ochenta.
Como sucede con muchas de las películas que publica Arrow en Blu-ray,la edición de una copia con calidad decente ha rescatado La iniciación del olvido. Es la primera y última película dirigida por un director cuasi desconocido, que de no ser por intérpretes como Vera Miles, Clu Gulager y Daphne Zuniga, tendría aún menos atractivo. Y pese a no ser una película especialmente brillante, sí es lo suficientemente entretenida para una tarde de fin de semana. Como con Maligno de James Wan, dame veneno que quiero morir.
Jack Williamson es uno de los escritores más afamados de la edad de oro de la ciencia ficción estadounidense. Comenzó su carrera profesional a finales de los años veinte, cuando empezó a publicar relatos en revistas pulp, escribiendo prácticamente hasta su muerte a mediados de los dos mil. Jack Williamson fue sobre todo un escritor de ciencia ficción, que gracias a las revistas dedicadas al género fantástico, pudo dedicarse a la escritura. En una carrera que abarca cerca de ocho décadas, escribió un poco de todo.
Más tenebroso de lo que piensas, uno de los títulos con los que se tradujo esta novela de Williamson, tiene elementos de fantasía, terror, aventura y ciencia ficción. Una mezcla de géneros nada rara, por otra parte, en la ficción pulp. En Más tenebroso de lo que piensas se narra una historia de magia, brujería y licantropía. El veterano profesor Mondrick regresa a casa junto a tres de sus ayudantes después de pasar los últimos años en una excavación en un lugar perdido de Asia. En mitad de su rueda de prensa, cuando se dispone a revelar una terrible verdad, cae muerto. Will Barbee, periodista y antiguo discípulo de Mondrick, que fue apartado de sus investigaciones sin aparente motivo, conoce a una mujer, también periodista, en este evento: April Bell. Su instinto, que nunca le falla, le dice que April tiene algo que ver con lo sucedido a Mondrick. Pronto se establecen dos bandos, uno encabezado por la viuda y los discípulos de Mondrick y otro por una asociación desconocida, que luchan por eliminarse entre sí.
Más tenebroso de lo que piensas se publicó por primera vez en 1948 como versión alargada de una novela corta publicada en 1940. Y se nota. En poco menos de trescientas páginas, la novela a veces da la sensación de repetirse innecesariamente y de alargar demasiado una trama que no da mucho más de sí, al menos en su desarrollo. Como punto a favor está la habilidad de Jack Williamson como escritor. Está más cerca, en cuanto a estilo, de Stephen King que, por ejemplo, de Isaac Asimov. Los protagonistas están muy bien construidos y son muy interesantes, aunque su contraparte sea más esquemática y la narración a veces encalle un poco. También tiene un sentido de lo maravilloso fascinante, con esa contraposición entre el día y la noche, entre realidad y sueño, que resulta tan atrayente.
La edición de la novela que he leído fue la publicada por Edaf en su colección Ícaro dedicada a la fantasía y la ciencia ficción, de la que todavía se pueden conseguir copias bastante baratas de segunda mano. También bastante asequible es la edición de Orbis de los ochenta, que pertenece a la colección de ciencia ficción de la editorial, la de las tapas azules, que llevó por título Más oscuro de lo que pensáis. De Williamson hay bastantes cosas publicadas en castellano, las últimas se las debemos a La Factoría de Ideas y su colección Solaris, pero no tantas como cabría esperar de un escritor con una carrera tan longeva como la suya. Este Más tenebroso de lo que piensas es fascinante, y a falta de leer Invasores de la oscuridad de Greye La Spina, mi novela favorita sobre licantropía.
Williamson, J. (1990). Más tenebroso de lo que piensas. Edaf.
El boom de la literatura de terror en los setenta trajo consigo que muchas editoriales se apuntaran a la moda del momento. En el caso de Bruguera, que en su colección Libro Amigo publicó más de trescientos títulos, entre ciencia ficción, western, misterio y terror, significó la publicación de ocho antologías de relatos de terror. Estos ocho títulos eran de su padre y de su madre, muchas veces un popurrí de traducciones de otras antologías anglosajonas, donde te podías encontrar a Dickens o a Bloch, a Poe o a Maupassant, sin un criterio claro. En esta antología editada por Kurt Singer, que ya apareció como responsable en otros tomos de esta pequeña colección, se mezclan distintas antologías: Weird Tales of the Supernatural, Kurt Singe's Gothic Horror Book y Kurt Singer's Ghost Omnibus. Y eso que sólo son cinco relatos, pero se puede apreciar un tono muy distinto entre algunos de ellos.
Muchas veces estas antologías eran lo más asequible y lo más a mano que se tenía para iniciarse en el género. Por sus páginas desfilan clásicos de la literatura como Joseph Conrad, Jack London, Charles Dickens o Edgar Allan Poe, pero también hay autores más pulp e incluso es posible descubrir algún autor o autora desconocida. Por ejemplo, en este Horror 8 es posible descubrir a Greye La Spina y a A. W. Calder. O a A. Hyatt Verrill, algo más conocido al ser incluido por Valdemar en algunas de sus antologías.
El valle de los dioses de Edmond Hamilton es un buen ejemplo de literatura pulp. Un arqueólogo descubre en un pequeño pueblo de Guatemala el mapa para hallar la legendaria ciudad maya de Xibalba. Allí se verá atrapado en una lucha entre el bien y el mal de entidades interdimensionales. El antimacasar de Greye de La Spina es un relato de misterio y vampiros con protagonista femenina. La plaga de la muerte viviente de A. Hyatt Verrill cuenta la historia de un científico en busca de la inmortalidad, que por lo que sea, la acaba liando un poco al crear seres monstruosos inmortales. Canción de muerte de A. W. Calder bien podría ser la inspiración de películas como Pontypool/Frecuencia macabra, Kairo/The Pulse o The Signal/La señal. El último relato, Zarpas de gato de Seabury Quinn, está emparentado con la fantasía urbana y los detectives de lo sobrenatural.
Horror 8 es una recopilación de cinco relatos de terror que toca distintos palos y que es muy entretenida. Como casi todos los libros de esta colección, y otros del estilo, da lo que promete: pasar un buen rato. Por ponernos un poco pejigueros diría que es una lástima que Bruguera no dedicara esta serie de libros a relatos escritos en castellano, tanto de autores más o menos consagrados como nuevos, pero entiendo que el funcionamiento y el presupuesto eran otros: traducir lo de fuera para satisfacer la demanda de este tipo de literatura. Por lo poco que cuestan y la facilidad de encontrarlos de segunda mano, es una buena opción para disfrutar de una lectura ligera. Además, también puedes descubrir alguna joya oculta o no muy conocida. Eso sí, nada más terrorífico que la portada.
El Anticipador y otros cuentos de mente es uno de esos libros de relatos que se leen fácil. A pesar del débil hilo conductor de la antología, "cuentos de mente, lecturas para el ejercicio mental", que cuente con poco más de ciento cincuenta páginas de extensión lo hace una lectura asequible y divertida. Lo mismo sucede con la selección de relatos y autores, que va desde Hawthorne a Perutz, pasando por Lord Dunsany y otros autores más desconocidos. Pese a lo aleatorio de la selección los relatos son entretenidos, no lo suficientemente conocidos en general, pero que en el peor de los casos resultan una amena lectura.
El Anticipador y otros cuentos de mente cuenta con una breve introducción y once relatos, algunos traducidos del inglés, otros del francés y el polaco... además de contar con algunas ilustraciones originales. ¿Quién es el o la antologista? Ni idea. Antes de cada relato se incluye una ilustración, una breve biografía del autor y a veces datos del traductor e ilustrador. Como curiosidad, es un libro financiado por Faes Farma, una empresa farmacéutica que fabrica entre otros medicamentos para tratar la depresión, y que parece ser el motivo que está detrás de este libro. De hecho, las últimas páginas del libro son el prospecto de uno de estos medicamentos. Al parecer la edición de estos libritos debió de ser parte de la obra social de esta empresa, cosa que además de curiosa, yo agradezco.
El libro comienza con El asesinato de Mr. Higginbotham, un relato de Hawthrone bastante entretenido. Continua con Un subterráneo llamado Moebius, de A. J. Deutsch, que tuve la oportunidad de leer en The Platform Edgey que me parece uno de los mejores relatos de la colección. Un tren con todos sus pasajeros desaparece del sistema para aparecer y desaparecer a su antojo. El siguiente relato es La luna ría de Leo Perutz, mi favorito de la colección. Una historia de viejas maldiciones familiares pasadas por el tamiz de Perutz. Los tres chistes infernales de Lord Dunsany y El Rubens robado de Jacques Frutelle también son algunos relatos incluidos en esta antología que me gustaron. El primero sobre tratos con el demonio y el segundo uno más clásico de detectives y misterio. También hay lugar para la ciencia ficción en La vida de los hombres de André Maurois, que no pasa de mra curiosidad. El libro concluye con Junto a las aguas de Babilonia, un relato entretenido, muy en la línea de la ficción posapocalíptica que se estilaba en los sesenta pero escrito treinta años antes, que tiene como autor a Stephen Benet.
Por un euro, lo que costaba una cerveza hace unos años, pude disfrutar de este librito, El Anticipador y otros cuentos de mente, que me tuvo entretenido las tres horas que duró un viaje de Salamanca a Segovia. Tiene el mismo regusto de esas antologías de Bruguera completamente aleatorias y locas, capaces de incluir pequeñas joyas del fantástico como auténticos bodrios. En ese sentido, este El Anticipador y otros cuentos de mente está más equilibrado: hay un poco de todo, pero siempre dentro de unos límites. Y por un euro. ¿Quién lo iba a decir de un libro financiado por una farmaceútica y publicado por una editorial que se dedica a las sopas de letras y los sudokus?
Hawthorne, N. y Otros (1993). El Anticipador y otros cuentos de mente. Zugarto.
No ha sido hasta hace unos años que se ha despertado la fiebre de recuperar del olvido a autoras del fantástico, casi todas anglosajonas. Editoriales de todo tipo, a este lado del Atlántico y al otro, como Dover Publications, Victorian Secrets, Valancourt Books, Handheld Press o la British Library, han publicado y siguen publicando antologías de relatos de estas autoras. También, de manera paralela, no sólo se publican antologías, sino que se reeditan libros de autoras que han estado fuera de imprenta más de un siglo. A su vez en España, editoriales como Valdemar, Impedimenta y La Biblioteca de Carfax entre otras, también han formado parte de este proceso de rescate de autoras editando y publicando numerosos libros.
Esta maniobra de resurrección de autoras del fantástico tiene muy pocos antecedentes previos. Hay algunos libros publicados en las décadas de los ochenta y los noventa por Virago, Penguin, Viking Press y Tor Books que recuperaban la obra de estas autoras olvidadas, y digno de mención en ese sentido es La Eva fantástica, publicado en 1989 por Siruela en su colección El ojo fantástico y editado por J. A. Molina Foix. La antología recoge sobre todo la obra de escritoras inglesas, que en esto son las reinas, pero también hay sitio para estadounidenses, irlandesas, escocesas, francesas y españolas.
La Eva fantástica es un recorrido por el género a través de la obra de autoras muchas veces desconocidas. Empezando por Mary Shelley, la antología sigue un camino cronológico hasta llegar a Patricia Highsmith. La escritura fue una forma en la que muchas mujeres se incorporaron al mundo del trabajo en busca de un sustento económico, por eso muchas de las autoras recogidas en el libro no son sólo escritoras de género. Muchas veces los relatos fantásticos sólo son una pequeña parte de su obra. Desde escritoras naturalistas como Emilia Pardo Bazán hasta otras más experimentales como Virginia Woolf, todas han contribuido a engrandecer el género fantástico. Sorprende encontrar en este volumen a autoras largo tiempo desconocidas, como Everil Worrell y Amelia Edwards. Basta con echar un ojo a los índices de cualquiera de las antologías de la época. Incluso aquellas que se centraban en autores contemporáneos, sólo se centraban en obras escritas por hombres.
Como toda antología, en La Eva fantástica hay relatos mejores y peores, además de un par o tres de ellos excelentes.El mortal inmortal de Mary Shelley, El cuento de la vieja niñera de Elizabeth Gaskell, El coche fantasma de Amelia Edwards, El órgano del titán de George Sand, De mármol, tamaño natural de Edith Nesbit y El canal de Everil Worrell son de lo mejor del libro. Por contra, Hijo del alma de Emilia Pardo Bazán, por su tono satírico, y Una casa embrujada de Virginia Woolf, por su brevedad, son los relatos que están un poco de relleno dentro del libro. De los excelentes, La sombra a la luz de la luna de Mrs. Molesworth, desconcertante y tierno. Hasta el Damas oscuras de Impedimenta, muchos de estos relatos y autoras permanecían inéditos y olvidados en lengua castellana.
La Eva fantástica es una buena antología de relatos fantásticos escritos por mujeres. Sí es verdad que al estar ordenado cronológicamente, empieza como un tiro con los relatos de las escritoras victorianas, y luego se va desinflando un poco hacia el final. Si en vez de querer meter con calzador un relato de página y media de Virginia Woolf se hubiese optado por otra escritora no tan de canon literario, como C. L. Moore, la antología habría ganado enteros. Pero en conjunto, teniendo en cuenta la fecha de su publicación y la editorial, La Eva fantástica es una joyita no muy conocida y una manera barata y accesible de acceder a la obra de unas autoras injustamente olvidadas.
Publicado por primera vez en la colección El ojo sin párpado, el libro conoció varias reediciones en formato de bolsillo, siendo la primera de ellas en 1996. La copia que me he agenciado es una segunda edición de 2001. Por poco más de diez euros se puede disfrutar de una antología a la altura de lo que se está publicando en nuestros días, perfectamente editada y traducida, y con relatos que harán las delicias de los aficionados y aficionadas al género. Eso sí, como empieces a tirar del hilo puedes acabar con una estantería nueva.
Molina Foix, J. A. (2001). La Eva Fantástica. Siruela. Ptacek, K. (1988). Women of Darkess. Tor Books. Williams, S. A., & Jones R. G. (1995). The Penguin Book of Modern Fantasy by Women. Viking Press. Dalby, R. (1992). The Virago Book of Ghost Stories. Virago Books. Ashley, M. (2020). Queens of the Abyss. British Library. Ashley, M. (2008). Ghost Stories by Women Writers. Dover Publications. Edmundson, M. (2018). Avenging Angels: Ghost Stories by Victorian Women Writers. Victorian Secrets. Edmundson, M. (2019). Women's Weird: Strange Stories by Women, 1890-1940. Handheld Press. Edmundson, M. (2020). Women´s Weird 2: More Strange Stories by Women, 1891-1937. Handheld Press. Kroger, L. (2020). The Women of Weird Tales. Valancourt Books. Kroger, L. & Anderson, M. R. (2019). Monster, She Wrote. Valancourt Books.
La guerra de Calibán es la segunda novela de la serie de nueve que componen la saga The Expanse. Escritas por Ty Franck y Daniel Abraham bajo el pseudónimo de S. A. Corey, La guerra de Calibán se publicó en 2012, unos años antes de que SyFy estrenara la serie de televisión. Aunque El despertar del Leviatán gano numerosos premios, entre ellos el Hugo y el Locus a mejor novela, La guerra de Calibán es una digna continuación y, hasta cierto sentido, más entretenida.
Si El despertar del Leviatán se resentía de tener que presentar un universo casi inabarcable y unos personajes desconocidos, en La guerra de Calibán, cumplidos los trámites, Abraham y Franck despliegan todas sus habilidades para contar una historia. Aquí la narración ya se acerca más a la etiqueta de space opera que le cuelgan a la saga: una nave, una tripulación y aventuras en el espacio. También dejan atrás algo que podía chirriar, la trama de serie negra protagonizada por el personaje de Miller, policía de la estación Ceres. Y eso que se hace unos buenos cameos en esta novela, pero de secundario molón y no de protagonista.
En La guerra de Calibán Franck y Abraham utilizan distintos puntos de vista, siempre en tercera persona, para narrar la historia. Así, introducen tres personajes nuevos: Prax, botánico de Ganímedes, Bobbie, una marine marciana y Avasarala, una política de la ONU, que junto a James Holden es el mejor personaje de The Expanse. Lo de utilizar distintos puntos de vista no es nada nuevo ni original, pero sí que desde Juego de Tronos se ha convertido en un recurso bastante utilizado, sobre todo cuando tienes tramas paralelas. El problema suele ser que no todas las tramas ni los personajes son igual de interesantes. En La guerra de Calibán se presentan tres nuevos personajes, de los cuales dos son carismáticos y de largo recorrido en la serie, y el otro al menos es entretenido. Y Avasarala. Introducir este personaje desde el principio en la serie de televisión fue uno de los grandes aciertos de la cadena SyFy. La señora mayor, que siempre está jurando y soltando tacos. Inteligente, pragmática, fuerte y malhablada, ocupa una posición de relativo poder dentro de la ONU que utilizará siempre para el bien común.
Pero cómo sois tan hijos de p#!@
La guerra de Calibán cierra la trama abierta por El despertar del Leviatán, configurando así una duología, pero también abriendo una puerta, literal y figurada, por la que transitará la serie en las siguientes novelas. En Ganímedes, un monstruo extermina a dos escuadrones, uno marciano y otro de la ONU, lo que da inicio a la guerra entre Marte y la Tierra y acaba con la casi total destrucción de la colonia de Ganímedes. La única superviviente de ese encuentro con el monstruo, la sargenta de artillería Bobbie Draper, será trasladada a la Tierra por las autoridades marcianas para aclarar lo ocurrido y tratar de parar la guerra. Allí entrará al servicio de Avasarala, política de la ONU, que también busca destapar la conspiración dentro de su gobierno que arrastra a la Tierra y Marte a la guerra. Mientras tanto, James Holden y su tripulación, que trabajaban para la Alianza de Planetas Exteriores, buscan a la hija desaparecida de Prax, un botánico de Ganímedes, descubriendo una trama científica, política y militar que experimenta con la protomolécula alienígena para crear armas de guerra. Y no nos podemos olvidar de Venus. Nadie sabe qué pasa en Venus. La protomolécula está construyendo estructuras en el planeta y parece reaccionar a los hechos ocurridos en Ganímedes.
El despertar de Leviatán, pese a algunos problemas, fue un buen comienzo. Es algo que se puede apreciar en la serie de televisión, cuya primera temporada tarda en arrancar. La guerra de Calibán es una digna sucesora donde están ya todos los elementos característicos de la saga: un universo oscuro y cruel, aventuras espaciales y personajes carismáticos. Porque aquí los personajes son más importantes que la historia, y si no tienes cuidado, te secuestran: puedes acabar leyéndote los nueve libros con un síndrome de Estocolmo del tamaño de la Luna. Yo de momento estoy acabando el tercer libro.
Corey, J. S. A. (2018). La guerra de Calibán. Ediciones B.
Leo Perutz fue un escritor austríaco nacido en Praga en 1882 y que usó la lengua germana como vehículo literario. Muerto en 1857, le tocó vivir el periodo de entreguerras y sus horrores, algo que marcaría profundamente su obra literaria. Gustav de Meyrink, Frank Kafka y Alexander Lernet-Holenia son otros escritores en lengua germana que comparten con Perutz el haber vivido el fin de siglo y el periodo de entreguerras europeo. Pero también, en esta tradición del fantástico europeo, se puede ampliar la nómina a Karol Capek, Stephan Grabinski, Aleksandr Beliáiev, Hanns Heinz Ewers, Karl Hans Strobl y un largo etcétera de autores.
El maestro del Juicio Final es una novela corta, publicada en 1923, donde Perutz mezcla el fantástico con el misterio. Aunque lo de las etiquetas siempre es algo problemático, más en el caso de Perutz, como se puede comprobar en este libro. La edición que yo tengo no deja lugar a dudas sobre el género en el que ubicar a la novela: policiaco. Y sí, hay misterio en la novela, pero toda ella está impregnada de la sensación que te deja un mal sueño, un gusto a irrealidad que no desaparece al despertar.
La acción está situada en Viena, en el año 1909. El barón von Yocsch es invitado a la casa del célebre actor Eugen Bischoff, con el que mantiene cierta relación de amistad. No en vano, la esposa de Bischoff, Dina, fue la amante del barón, y es la razón de sus visitas a la casa de los Bischoff. Junto al hermano de Dina, Félix, el doctor Gorski y el ingeriero Solgrub, pasarán la tarde con el matrimonio y Félix. Varios acontecimientos sobrevuelan el horizonte: el estreno de una obra de teatro que tiene como estrella a Eugen, la quiebra del banco donde tiene todo su dinero el actor, y los intentos del barón por recuperar a Dina. Eugen, que ignora por completo que ha perdido todos sus ahorros, cuenta a sus invitados una historia sobre misteriosos suicidios. Y al final de la tarde, se acaba suicidando. El maestro del Juicio Final formalmente es la investigación de este suceso: el suicidio de Eugen Bischoff.
Perutz construye su historia con un narrador no fiable, el barón von Yocsch, que da a conocer los hechos pasando de un realismo riguroso a lo fantástico más irreal. Si en un principio la cosa estaba clara, es el barón el que empujó a Eugen al suicidio para reconquistar a su antigua amante Dina, empiezan a aparecer elementos fantásticos en la trama, como la alquimia y un supuesto monstruo que controla la mente de los demás y los empuja al suicidio. La Viena crepuscular de comienzos del siglo se convierte en un escenario fantasmagórico y onírico donde nada es lo que parece, donde todo es posible y la caza del monstruo responsable de los suicidios es un deber.
El maestro del Juicio Final cuenta con numerosas traducciones al castellano. La primera, de 1956, llevada a cabo por Emecé en Argentina, y la más reciente de 2017 realizada por Libros el Asteroide, que ha publicado otras novelas de Perutz en su catálogo. Tanto de segunda mano como nuevo, es un libro fácil de conseguir y asequible. Si te gusta el fantástico europeo de entreguerras, El maestro del Juicio Final es una novela que no defrauda y que, después de leída, deja ese regusto amargo. Como el despertar de un mal sueño.
Perutz, Leo (1977). El maestro del Juicio Final. Alianza Emecé. Perutz, Leo (2017). El maestro del Juicio Final. Libros el Asteroide.
Las tres caras del miedo es una película de Mario Bava estrenada en 1963. Película de segmentos, está presentada y protagonizada por Boris Karloff. Adapta libremente varias historias de Chéjov y Tolstoi. Es junto a Operación miedo la película más famosa y reconocida de esta primera etapa, al menos en lo que a horror gótico se refiere.
Las tres caras del miedo está compuesta de tres segmentos: El teléfono, El Wurdalak y La gota de agua. El teléfono está ambientada en el presente, y es la historia que más difiere de las otras dos, pues ya anticipa lo que vendría a ser el giallo y el slasher. Una mujer recibe una llamada de teléfono de un asesino (hola Wes Craven), alguien de su pasado al que traicionó entregándolo a la policía. Al final se descubre que la llamada la realizó otro personaje, también del pasado de la protagonista. Sin embargo, el asesino anda suelto, y aunque no haya realizado una llamada a la protagonista, busca su venganza. De los tres segmentos de la película, por su ambientación contemporánea y su tono, más cercano al thriller que al gótico, es el más flojo. En El Wurdalak, una especie de vampiro zombi que vuelve de entre los muertos para acechar y convertir a sus seres queridos en wurdalak, es el segmento más redondo de la película y cuenta con la mejor historia. En un páramo aislado, un viajero encuentra a una familia acechada por esta criatura. Este viajero se enamora de la hija soltera, que espera el regreso de su padre. Este, protagonizado por Karloff, volverá convertido en wurdalak y no parará hasta acabar con su familia. En La gota de agua una maquilladora de muertos robará el anillo de una condesa recién muerta y atraerá con ello una maldición que acabará con su vida. Se verá acechada por este personaje y el sonido de las gotas de agua, que anteceden a su aparición.
Cuando ves la nueva factura de la luz
Las tres caras del miedo reafirma lo que ya había mostrado Bava en otras películas: mucho zoom, muchos planos detalle, excelente fotografía y buenos afectos especiales. Especialmente en este apartado destaca el último segmento de la película, La gota de agua, que se puede ver como antecedente lejano de Ringu en cuanto a historia de una maldición y la cara que se le queda al muerto. O la excelente El wurdalak, tan deudora del expresionismo alemán, con esos juegos de sombras donde el personaje ha salido de escena pero su sombra no, que recuerda a M de Fritz Lang. O el uso del color que hace en La gota de agua, también un precedente del que tomó buena nota Dario Argento para su cine. Mario Bava es un director fundamental para entender el fantástico italiano y europeo de mediados y finales del siglo pasado, cuyas aportaciones al cine todavía siguen vigentes y siendo utilizadas mucho más de lo que pensamos.
En las academias de baile de Friburgo utilizan la misma iluminación
Las tres caras del miedo es una buena muestra del cine de Mario Bava y también una de las mejores películas de episodios de la época, que ya anticipa lo que sería unos años después las producciones de Amicus, nunca tan redondas como esta película. Por ponerle un pero, el primer episodio, El teléfono, basado en un relato de un desconocido F. G. Snyder, es el más convencional de los tres. No deja de ser una historia muy influida por Hitchcock y el cine negro, donde Bava saca petróleo de una historia desarrollada en un solo escenario y con solo tres personajes. En Las tres caras del miedo hay terror, erotismo, su pizca de thriller y un humor macabro que recuerda al de Historias de la cripta. Encima, como guardián de la cripta tenemos a Boris Karloff.
Inferno es una película de terror italiana dirigida por Dario Argento y protagonizada por Leigh McCloskey, Irene Miracle y Eleonora Giorgi. Estrenada en 1980, forma parte de la trilogía de Las tres madres, siendo la segunda de la saga después de Suspiria. Como en ésta, cuenta con guion de Argento y Daria Nicolodi, aunque esta vez Nicolodi no aparezca acreditada. Además, también tiene un pequeño papel de secundaria en la película.
Inferno se parece mucho a Suspiria en los aspectos más técnicos, como la fotografía y ese particular uso del color que hace Argento, resaltando los verdes, rojos y azules, pero se diferencia de ésta en el tono. Si Suspiria era un cuento de hadas infantil, Inferno pretende ser un cuento de hadas para adultos. En Suspiria la protagonista era Blancanieves y aquí son Hansel y Gretel. Ese tono más adulto también se traslada a otros aspectos de la película como la banda sonora. No están los Goblins y Argento detrás de la música pero sí Keith Emerson, otro músico de rock progresivo, pero sobre todo hay que destacar a Giussepe Verdi y a su ópera Nabucco. Al final, como la propia trama, que se enrevesa mucho, la banda sonora intenta mezclar conceptos que no acaban de funcionar. Además, no está tan inspirada como la de Suspiria, que tiene temas que aunque repetitivos, son bastante más memorables que los de Keith Emerson para Inferno.
Alicia cayendo por la madriguera del conejo
Inferno es la historia de dos hermanos, Rosa y Mark Elliot. Rosa, que es poeta, vive en un edificio decadente de Nueva York. En una tienda de antigüedades cercana a ese edificio de apartamentos, descubre un misterioso libro titulado Las tres madres y escrito por el no menos misterioso Varelli.. Gracias a este libro descubre que está viviendo en el edificio donde se oculta la Mater Tenebrarum, una poderosa bruja. Con esta información, manda una carta a su hermano Mark, que estudia Musicología en Roma. Pero Mark pierde la carta, llegando ésta a manos de una compañera de clase, Sara. Sara descubre, demasiado tarde, que está siendo perseguida por la Mater Lacrimarum, que tiene sede en Roma. Ayudada por un vecino, acaban siendo asesinados en su apartamento. Mark descubre los cuerpos, lo que unido a una llamada de su hermana Rose que se corta, decide ir a investigar qué es lo que sucede en Nueva York. Esta es la gran diferencia respecto a Suspiria. En Suspiria el argumento no importaba demasiado, eran mucho más importante las sensaciones, a través del color y la música, que te llegaba a transmitir la película. Inferno, además de querer hacer esto, también quiere contar una historia. Su problema es que la trama da muchos saltos: de Nueva York a Roma, de Roma otra vez a Nueva York. Y tiene demasiados protagonistas. La trama resulta mucho más confusa y el tono no termina de funcionar. A veces parece más un thriller/giallo que una película fantástica.
No sé si da más miedo la tienda de antigüedades de Kazanian o la librería de Bernard Black
En Inferno hay muchas de las obsesiones y fijaciones de Dario Argento. Están las ventanas, la lluvia, los viajes en taxi, el rock progresivo, el agua, el fuego purificador final... También hay un elemento que estaba presente en Suspiria y que nunca se ha valorado lo suficiente: el esoterismo. Es lo que decía Daria Nicolodi en una entrevista: la tercera parte tiraba más de la mitología judeocristiana que de la pagana, y eso no tiene nada que ver con esta historia de Las tres madres. El elemento pagano, más anglosajón que mediterráneo, sitúa a Inferno en un lugar más interesante. También la imaginería y los símbolos son mucho más interesantes, sugerentes y poderosos, tanto visualmente como narrativamente.
Como cuento de hadas adulto Inferno no termina de funcionar. Lo que creo que sí funciona muy bien es el viaje a través del espejo. Como Alicia, el protagonista se mete en una madriguera para caer en un mundo de pesadilla. El edificio de apartamentos de Nueva York no tiene la personalidad de la academia de baile de Frigurgo, pero es un escenario laberíntico, lleno de pasajes que te llevan a otros pasajes. Como el salón sumergido que descubre Rose al principio de la película en el sótano del edificio. Adentrarse en ese edificio es adentrarse en el mundo de las pesadillas.
A Mark no le van a devolver la fianza del piso
Hay que mencionar la colaboración de Mario Bava, especialmente en cuanto a efectos especiales. También colaboró en la película su hijo Lamberto, pero es Mario el que marca las diferencias. Tanto Nicolodi como Argento se atribuyen esta colaboración con Mario Bava. La escena final con el espejo que se rompe y del que sale la Muerte, es de Mario Bava y está rodada por su hijo. Así como uno de los planos de Nueva York que bien podría ser la Gothan City de Batman. Utilizando la técnica del matte painting consigue crear un Nueva York pasado por el filtro del expresionismo alemán que ya quisiera para sí Tim Barton. Otra cosa que hay que mencionar son los problemas con la Fox, que financió la película. A Sherry Lansing, president producer de la Fox aquellos años, no le gustó nada la película. Ya desde el principio hubo problemas, como cuando obligó a Argento a realizar los casting para la película en Los Ángeles. Así se explica que Inferno fuese estrenada en EEUU en VHS y no en cines. También determinó el siguiente proyecto de Argento, que con Tenebre volvió a lo suyo, los giallo, alejándose del fantástico que tan mal sabor de boca le había dejado con Inferno.
Miedo en la ciudad de los muertos vivientes es una película del italiano Lucio Fulci, la primera de su trilogía Las puertas del infierno. Aunque lo de trilogía hay que cogerlo con pinzas: como con Edgar Wright y su trilogía del Cornetto, las películas de Fulci pueden verse independientemente unas de otras. El hilo argumental que las conecta es muy débil. Grabadas con la participación de casi el mismo equipo, con Fabio Frizzi ocupándose del aspecto sonoro, Dardano Sacchetti al guion y Catriona MacColl como actriz protagonista, Miedo en la ciudad de los muertos vivientes se estrenó en 1980, siendo la primera de esta trilogía. Antecede a El más allá y a Aquella casa al lado del cementerio.
La película arranca con una sesión de séance donde una médium tiene la visión de un cura suicidándose en el cementerio de un pequeño pueblo. Esto hace que las puertas del infierno se abran. Si no se cierran antes del día de Todos los Santos, llegará el apocalipsis. La visión causa la aparente muerte de la médium, siendo enterrada vida. Gracias a un periodista que investiga el caso, se salva del entierro prematuro y parten juntos hacia Dunwich, el pequeño pueblo de Nueva Inglaterra donde el cura se suicidó.
La película tiene algunos elementos lovecraftianos, como siempre un poco de aquí y otro poco de allá. El principal es Dunwich y Nueva Inglaterra, pero también un libro prohibido, que es este caso es El libro de Enoch. También la idea de esas puertas del infierno está más relacionada con una suerte de horror cósmico, de abrir un portal a otra dimensión, que del infierno cristiano. Hay zombis, aunque Fulci inventa una nueva categoría: están los zombis de Romero, los clásicos del vudú, los nosonzombissoninfectados de 28 días después y los zombis/aparecidos de Fulci, se que teletransportan de un lado a otro. Como el cura muerto: tiene la habilidad de aparecerse donde y cuando quiera. También tiene un superpoder: si te mira fijamente te hace sangrar por los ojos y vomitar tus propias vísceras.
He visto ingleses con peor cara los domingos
Como casi todo el cine de Fulci, lo suyo no son los guiones coherentes. Por falta de medios, por falta de talento y sobre todo porque lo de Fulci es otro estilo. Se apoya en lo visual, en escenas extremadamente violentas en las que no se ahorra ni un detalle, para crear terror y asco, generando una atmósfera enfermiza. Aparece un personaje con alguna tara mental y pajillero en el garaje de una casa, intentando ocultarse de la muchedumbre que lo culpa de los crímenes cometidos en el pueblo. Es descubierto por la hija del matrimonio que vive en la casa, y deciden relajarse fumándose unos porros. Aparece el padre y acaba asesinando al pajillero con un taladro, en una de las escenas más recordadas de la película. El porqué de esta escena da igual. Como da igual saber por qué se suicida el cura en primer lugar. Lo que conecta las distintas escenas de la película es ese ambiente malsano que cada vez se va haciendo más presente en el pueblo de Dunwich.
Cuando te dicen de quedar pero al final te dejan colgado
Miedo en la ciudad de los muertos vivientes no es la mejor película de Fulci, pero están presentes todos los elementos de su cine. Con un equipo muy pequeño, rodó cinco películas en poco más de dos años, incluidas las tres de la trilogía de Las puertas del infierno. No es un director de cine de guerrilla, pero se acerca bastante a esa categoría: bajísimos presupuesto, pocos medios y tiempos de rodaje escasísimos. Todo lo que dirigía tenía que hacerlo de manera rápida y eficiente, así que casi puede considerarse un milagro que fuera capaz de sacar adelante proyectos tan interesantes como este. Además cuenta con un final que aunque no tan sugestivo y onírico como el de El más allá, por lo abrupto e inesperado es de los que no se olvidan. Como volver de la guerra en el vagón de los mutilados.
Muertos y enterrados en una película de terror dirigida por Gary Sherman y estrenada en 1981. Sherman es el responsable de películas como Subhumanos, sobre una especie de secta caníbal de seres humanos degenerados que viven en los túneles del metro de Londres, y Poltergeist III, la más floja de la saga. En muertos y enterrados aparecen algunos rostros conocidos, como Robert Englund, unos años antes de dar el salto a la fama como lagarto bueno V y como Freddy Krueger en Pesadilla en Elm Street. La mayoría del reparto son actores de televisión, como el protagonista James Farentino, que participaría después de esta película en Dinastía y venía de hacer un telefilme sobre Jesús de Nazareth. O Jack Alberton, con una larga carrera detrás que empezó en los cuarenta y que murió poco después del estreno de Muertos y enterrados.
La película se vendió con la etiqueta que aparece en el cartel: de los creadores de Alien. Dan O'Bannon y Rosald Shusett se supone que escribieron el guion, pero O'Bannon se lo atribuye todo a Shusett. Sus aportaciones no fueron incluidas en la versión final y no dio tiempo a cambiar el cartel. O no se quiso cambiar. Es algo habitual que después de un gran éxito como fue Alien alguno de los creadores quiera levantar un proyecto más personal con el respaldo del éxito anterior. Es importante tener esto en cuenta para apreciar la película, que no deja de ser un proyecto muy pequeño, de poco presupuesto y con unos medios materiales y humanos muy limitados.
Partida de dardos un sábado por la noche. Mejor futbolín.
Muertos y enterrados es una película que bien podría ser un capítulo de la clásica The Twilight Zone. En Potters Bluff, un pequeño pueblo de Nueva Inglaterra, porque a estas alturas todos sabemos que el mal, de habitar en algún sitio, habita en Nueva Inglaterra, el sheriff del lugar investiga las extrañas muertes de forasteros que estaban de paso por el pueblo. En su investigación se apoya en el director de pompas fúnebres del pueblo, el viejo Dobbs, que parece más interesado en reconstruir y maquillar cadáveres que en ayudar al sheriff. Para colmo, su esposa empieza a dar clases en la escuela sobre brujería y vudú.
Una película con su poquito de gore
Aunque rodada en California, Sherman se ocupó de escoger los días nublados y de tormenta para rodar y que diera el pego como pequeño pueblo de la costa este. Putter Bluff, sobre todo al principio, parece un sitio como Cicely de Doctor en Alaska o incluso el Twin Peaks de Dadid Lynch. Un sitio raro con algunos personajes estrafalarios. Pero en seguida adopta otro tono más serio y menos surreal. Y ese es el principal problema de esta película. Sherman quiso dirigir una comedia de terror pero al final le obligaron a hacer algo más serio, y Muertos y enterrados se resiente: a veces parece que la película tiene un tono más ligero, pero cambia. Y cae un poco en la comedia involuntaria, con actores y actrices, sobre todo el protagonista, James Farentino, dándolo todo en escenas que son ridículas.
La película juega al desconcierto desde el principio. Un fotógrafo está en la playa, se acerca una mujer, esta posa para él y le enseña las tetas, y cuando cree que lo tiene todo hecho, aparece una multitud con cámaras de fotos y de vídeo y lo asesina. La mayoría de estos personajes aparecen en escenas posteriores, son habitantes del pueblo. Este primer tramo es el más interesante de la película. Pasan cosas muy extrañas y estamos en el mismo punto que el sheriff que investiga el caso: no sabemos nada. Cuando como espectadores tenemos más información que el protagonista la película se vuelve un poco menos interesante, y nos prepara para un par de giros loquísimos muy en la línea de The Twilight Zone, Más allá del límite o Historias de la cripta. Buscan ser muy efectistas pero se ven venir desde lejos. En cualquier caso, no estropean la película.
Muertos y enterrados es una película no muy conocida de terror de los ochenta, dirigida por un director poco conocido y que tampoco se ha llegado a emitir en España tanto como otras películas del género. Al menos yo no recuerdo haberla visto. En poco más de hora y media ofrece terror, misterio, ciencia ficción y un poco de comedia involuntaria. Además cuenta con los efectos especiales de un entonces poco conocido Stan Winston, que luego sería responsable de ese apartado en La cosa, Terminator y Terminator 2, Aliens, Parque Jurásico, Eduardo manostijeras y una largo etcétera de películas que llevan su sello. Así que aunque sólo sea por eso, por el bueno de Stan y sus efectos, la película bien merece un visionado. Y recordad: nunca vayáis de vacaciones a Nueva Inglaterra.
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Lector omnívoro. Como buen cronopio, estoy un poco más cerca del más allá que del más acá, entre la biblioteca de Babel y la casa de Asterión. Bibliópata.