'Solos': zombis árticos
Literatura sobre zombis hay mucha y, en general, de una calidad muchas veces más que dudosa. Por eso atreverse con algunos títulos con la única referencia «es que es de zombis» puede llevar a muchas decepciones. O a alguna que otra grata sorpresa. Solos, de Adam Baker, pertenece al segundo club.
Un virus que convierte a las personas en zombis asesinos acaba con la civilización. Una pequeña tripulación de una plataforma petrolífera situada en el Ártico, quiere volver a casa antes de que se les acaben los recursos. Ésta es la premisa inicial de Solos, a la que Baker le saca bastante partido. Como en La cosa o Alien, el octavo pasajero, hay un grupo de gente atrapada en un espacio cerrado en medio de un medio hostil. La tripulación de la pataforma gradualmente, conforme el virus hace estragos, acaba aislada del mundo. Los recursos de los que dispone se agotan, y no cabe esperar otro barco con nuevos recursos. Están solos y deberán sobrevivir al fin del mundo por su cuenta.
Solos pertenece a ese subgénero de infectados, zombis que son tales debido a un virus. Aunque el origen del virus que se da en la novela no llega a ser muy convincente, la manera de contagiarse sí. Los infectados desarrollan un tipo de filamentos metálicos y el más leve contacto con estos acaba en infección. Baker, que utiliza distintas perspectivas y puntos de vista durante la novela, se atreve con una de las infectadas, en lucha permanente por conservar su conciencia y no unirse al rebaño de infectados.
Uno de los aciertos de la novela es la protagonista. Baker escoge como líder a una mujer, Jane Blanc, pastora protestante que en el primer capítulo intenta suicidarse por culpa del gran complejo que tiene con su cuerpo. Luego la historia sigue los clichés de autosuperación y de convertir a una persona normal en alguien excepcional, pero el principio es original.
La novela tiene dos partes diferenciadas: la primera, sobre el progresivo aislamiento del resto del mundo y sus consecuencias, y la segunda, más floja, sobre persecuciones varias. La primera parte es claramente la más interesante, jugando con los efectos psicológicos que la soledad y el asislamiento tienen en un grupo pequeño de gente encerrado en un espacio reducido. Poco a poco la tensión va creciendo hasta que se hace insoportable. Además, está el frío, el recuerdo de un medio hostil que no perdona. La segunda parte es la que desluce un poco más la novela, ya que el thriller psicológico, hasta ese momento muy bien llevado, da paso a una novela de acción y terror. Y a pesar de transitar por caminos muy trillados, Solos consigue sorprender y, sobre todo, entretener.
1 de febrero de 2017, 12:45
Me la apunto. Hace unos diez años me quejaba de que no había novelas de zombies, y ahora que las hay a punta pala, son de las que menos leo. Probablemente porque salvo Monster island de Wellington, el resto iba por caminos muy trillados (o en el caso de Rising de Brian Keene, por el de la salvajada padre). Ahora el caso es ir tomando nota de aquellas que realmente merezcan la pena.
1 de febrero de 2017, 15:40
Me pareció una novela diferente. Que luego, como en casi todo este tipo de novelas, hay una serie de clichés en los que siempre se cae, pero el punto de partida y la protagonista llamó mi atención: una plataforma petrolífera en el Ártico y una reverenda obesa que se intenta suicidar.