Es difícil encontrar obras que te sorprendan dentro del subgénero de terror zombi, más teniendo en cuenta el auge que ha tenido en los últimos años. A pesar de la profusión de obras con la misma temática han sido pocas las que han conseguido salirse del cliché y los tópicos del género. La que más ha trascendido ha sido Guerra Mundial Z, con su estilo realista y periodístico, dándole una respetabilidad al género. No en vano se suele recomendar como «la novela de zombis para aquellos que no leen novelas de zombis». Otra obra que sobresale por encima de la media es Zombie Island, escrita por David Wellington, y que forma parte de la Trilogía Zombie. Utiliza y cae en casi todos los tópicos del género, pero lo hace una manera autoconsciente. No llega a ser una parodia, ni el hecho de su propia auntoconsciencia disculpa sus propios errores, pero sí es una obra que no engaña: ofrece lo que ofrece y nada más.

Zombie Island tiene dos tramas paralelas que convergen hacia el final de la novela. En la primera el protagonista es Delkab, un inspector de la ONU, que después del apocalipsis zombi se ve atrapado junto a su hija en Somalia. Allí será capturado por un ejército de mujeres somalíes cuya líder padece SIDA. Delkab será reclutado forzosamente con el objetivo de conseguir los medicamentos retrovirales que necesita la líder. La búsqueda de estos le llevará al cuartel general de la ONU en Nueva York, una ciudad atestada de millones de zombis. Conseguir los medicamentos no será fácil. En la segunda trama el protagonista es Gary, un médico que pierde la esperanza y decide convertirse en zombi. Eso sí, lo hace conectado a máquinas médicas que sigan suministrando sangre y oxígeno a su cerebro, de manera que cuando despierte no sea sólo una cáscara sin voluntad. Descubrirá que conservar la conciencia le abre la puerta a poder controlar a los demás zombis.

Zombie Island es una novela corta, nada que ver con algunos tochos que se han publicado, donde la trama avanza de una manera ágil. Es puro pulp. Hay colegialas somalíes con AK-47, momias egipcias, un druida y muchos, muchos zombis. Ya están tardando en hacer una película.