'Twin Mirror' (2020) y 'Harmony: The Fall of Reverie' (2023): la narrativa como arte

Si Sierra y Lucas Arts utilizaron el puzzle narrativo en los ochenta y noventa como el recurso con el que elaborar sus aventuras gráficas, evolución de las aventuras conversacionales, la francesa Don't Nod ha sublimado todavía más este gusto por la narrativa. Todavía siguen existiendo aventuras gráficas point and click de las de toda la vida. Quizá la nostalgia juegue un factor importante en este hecho. Pero también hay nuevas formas narrativas: las aventuras de Telltale puede que sean las más conocidas, pero desde hace unos años, especialmente con su Life is Strange (2015), Don't Nod se ha colado en esa lista de desarrolladores que tienen como su punto fuerte la narración. Además, lejos de repetir fórmula, siempre tienen proyectos que intentan innovar o renovar mecánicas, aunque a veces no acierten del todo.


Twin Mirror es quizás el juego de Don't Nod más maltratado. No es un triple A ni una gran producción y tampoco tiene una historia como la de Life is Strange. Esa categoría de juego menor de la compañía ha hecho que muchos jugadores no le diesen una oportunidad a un juego, que sin cambiar mucho la fórmula hasta la fecha, es bastante disfrutable.

La historia comienza con la vuelta del periodista Sam Higgs a Basswood, el pueblo donde creció, para el funeral de su mejor amigo, también periodista. Sam huyó de Basswood cuando un artículo suyo sobre las deficiencias en seguridad de la mina, principalmente fuente de empleo del pueblo, conllevaron el cierre de la misma. Dividida en episodios, jugaremos como Sam Higgs. A través de una narrativa interactiva, tendremos que desvelar a través de las diferentes opciones de diálogo el misterio tras la muerte de su mejor amigo. También se nos permitirá interactuar con el entorno para recabar pistas y usando lo que Don't Nod nombró como "palacio mental", reconstruir lo sucedido en nuestra cabeza. Un poco al estilo de Detroit Become Human pero con menos opciones. Es precisamente esta mecánica, la del palacio mental, la que en determinados momentos de juego no termina de funcionar del todo y hace trastabillar una narrativa que por momentos es muy fluida. Y eso, en un juego corto como Twin Mirror, resalta bastante. La duración, corta, juega a su favor, así como una narrativa adulta de la que podremos obtener varios finales y ninguno satisfactorio. Comparada con Twin Peaks, por aquello de lo del pequeño pueblo, a mí me recuerda más al realismo de The Wire, eso que llaman slice of life.


Harmony: The Fall of Riverie es el reverso de Twin Mirror: nuevas mecánicas y una interactividad con la narración mucho más profunda, así como su rejugabilidad. Narra la historia de Polly, una joven que regresa a casa en busca de su madre desaparecida. Pronto descubrirá que ella es el oráculo de otro mundo llamado Ensueño en el que viven entidades como Caos, Gloria, Vínculo, Poder, Verdad y Felicidad, que inspiran a la humanidad y a nuestro universo, llamado Efímero. Ambientada en una pequeña isla ficticia del Mediterráneo y en un futuro cercano donde una gran corporación controla la isla, tendremos que desentrañar el misterio de estos dos mundos y el papel de Polly en el futuro devenir de los acontecimientos.

Aparentemente una novela visual, Harmony: The Fall of Riverie es mucho más. Tendremos que jugar escena a escena, eligiendo distintos nodos y bifurcaciones de la narración: a veces elegir un camino hará que otros se cierren y otras podremos cambiar de opinión. Además, Polly es un oráculo, así que dependiendo de las decisiones que tomemos, también podremos ver el final de esos caminos con nuestra habilidad para predecir el futuro. La cosa se complica, ya que puede que elijamos un final que nos satisfaga, pero el camino hacia ese final tendrá unas consecuencias que quizás no sean las esperadas. Intentar hacer feliz a alguien puede que rompa nuestro vínculo con otros, así como apostar por la verdad puede debilitar nuestro poder. Con cada decisión tendremos la posibilidad de acumular cristales de las distintas entidades que habitan Ensueño, que nos servirán para desbloquear caminos. Y la falta de ellos nos cerrará la posibilidad de conocer otras ramificaciones de la historia.

Harmony: The Fall of Reverie es un viaje por grandes temas como la familia, la amistad y la soledad que seguro que no dejan indiferente a nadie. Comenzaremos jugando el tutorial y casi sin darnos cuenta nos veremos inmersos en una historia de una amplitud enorme. Diferente a cualquier juego, el experimento de Don't Nod les sale bien, aunque también con sus cosas. Ese tener que jugar escena a escena, pensar en nuestro camino, calcular las posibles consecuencias y resultados de nuestras decisiones, pueden hacerse cuesta arriba para algunos jugodores. Para mí ha sido la experiencia más intensa jugando a un videojuego en mucho tiempo. Don't Nod bien podría haber comenzado el juego con un "Aquellos que entren aquí, no perdáis la esperanza pero esperad un buen zarandeo". La ficción, en todos los terrenos, se ha movido hacia lo fantástico e individual con un gran calado de la desesperanza y falta de futuro, pero desde hace unos años y como respuesta, también aparecen la ternura, lo colectivo y la esperanza.




'Killer Frequency' (2023) y 'Draugen' (2019): videojuegos de misterio y de dar un paseo

Killer Frequency (2023) es un videojuego de terror y misterio publicado y desarrollado por la británica Team17. Como videojuego es una mezcla entre aventura conversacional en primera persona, en la que tendremos que leer mucho texto y seleccionar las respuestas adecuadas, con toques de walking simulator, en los que tendremos que deambular por el escenario en busca de pistas.

Somos Forrest Nash, un locutor de radio venido a menos de la pequeña emisora local de Gallows Creek, la KFAM. Junto a Peggy, nuestra técnica de sonido, tendremos que salvar al mayor número de personas del asesino del silbido. El juego comienza con una llamada de la teleoperadora de la policía local, que nos informa que el sheriff ha sido asesinado y que se dirige al pueblo más cercano en busca de ayuda. A partir de entonces, todas las llamadas a la policía serán desviadas a nuestra emisora y tendremos que intentar salvar a todas las víctimas de la ola de crímenes que se desata esa noche. 

El juego tiene varios finales y es bastante rejugable. Iremos recibiendo llamadas de víctimas del asesino del silbido a las que tendremos que intentar salvar. Es recomendable, ya que el juego no está dividido en capítulos, que vayamos guardando la partida al comienzo de cada llamada, pues lo más probable es que se nos pase alguna pista o cometamos algún error, que acabará con el oyente que ha realizado la llamada muerto. El juego tiene las voces en inglés y los subtítulos en español, con lo cual no es muy difícil de seguir, aunque si nos relajamos en algún momento la cosa puede acabar mal y tendremos que volver a rejugar esa escena. 

Killer Frequency está ambientado, cómo no, en los años ochenta. Tanto la banda sonora como la ambientación tiran de esa nostalgia ochentera que parece que todo lo envuelve. Si obviamos esto y cierta parte jugable al final, que recuerda a los laberintos de las aventuras gráficas de los noventa y cuyo único propósito es alargar un poco más el juego, Killer Frequency es un juego más que disfrutable si eres fan de los slasher. Jugado del tirón no debería de durar más allá de las 5 ó 6 horas, cosa de agradecer en tiempos de mundos abiertos y partidas de cien horas.  



Draugen (2019) es un videojuego de misterio desarrollado y publicado por los noruegos de Red Thread Games. Se trata de un walking simulator, a lo Firewatch. También en primera persona, tendremos que caminar y encontrar pistas que nos ayuden a completar el puzzle de la trama. 

Ambientado en la década de los veinte del siglo pasado, nuestro personaje, Teddy, llega en barca a una pequeña isla noruega acompañado de Alice, de la que no sabemos cual es su relación con nosotros y con la que interactuaremos durante toda la aventura, en busca de su hermana Betty. Recorreremos la isla para descubrir que está vacía y que nuestros anfitriones perdieron a su hija poco antes de llegar nosotros.

Como juego, este es completamente lineal y no regujable: no hay múltiples finales ni diferentes opciones de diálogo. Nos dedicaremos a recorrer distintos puntos de la isla y a recabar pistas que nos ayuden a resolver el misterio del paradero de nuestra hermana y de los habitantes de la isla. Misterio que se ve venir de lejos y que sirve para hablar de otros temas como la pérdida, el dolor y las enfermedades mentales. Cortito, de unas tres horas, es uno de esos juegos contemplativos, pausados, melancólicos incluso, en los que no pasa gran cosa. Es un dejarse llevar. No sé si eso justifica que como juego sea bastante justito, pero para una tarde tonta, está bien perderse en una remota isla noruega.



TERROR EN ISLANDIA: 'Tilbury' (1987), 'Húsið: Trúnaðarmál' (1983) y 'Draugasaga' (1985)

Al margen de los clichés y lugares comunes, en Islandia también hay ficción más allá del thriller y la novela negra. Tilbury es una película islandesa de terror dirigida por Vidar Vikingsson. Se trata de un telefilm cuya duración no llega a la hora y con unos valores de producción bastante discretos. Donde Tilbury brilla es en la trama, los temas que propone y cómo los presenta. En un mundo saturado de ficciones casi todas parecidas como dos gotas de agua, es refrescante y atractivo disfrutar de obras como Tilbury.

La película nos sitúa en el Reikiavik del año cuarenta, con Islandia ocupada por los británicos. Un joven islandés abandona su pueblo en busca de las oportunidades que ofrece una Reikiavik ocupada. Allí se reencontrará con Gudrun, amiga de la infancia e hija del párroco local. Pero Gudrun ha cambiado y ahora se relaciona con un militar británico, Tilbury, que para colmo tiene pinta de elfo y va por ahí vomitando una sustancia verde sin que ha nadie reaccione o parezca importarle. 

Tilburi es un monstruo de leyenda. En época de escasez una mujer puede coger un hueso humano, envolverlo en lana de cordero, meterlo entre sus pechos y rociarlo con vino consagrado en misa. Así creará un monstruo que roba la leche de los vecinos y luego vomita una sustancia verde que acaba convertida en alimentos como la mantequilla. Pero todo tiene un precio. La mujer que cree a este monstruo desarrollará un pezón en una de sus pantorrillas del que se alimentará el tilburi. Si es descubierto, succionará la vida de la mujer hasta su muerte. Esta leyenda tan loca se mezcla con la ocupación británica y el temor al despertar sexual femenino. El protagonista es un joven pueblerino que se ve amenazado por el empoderamiento de Gudrun y su sexualidad. Todo esto sucede entre escenas de vómito verde y musicales, como una especie de cruce entre una película de David Lynch y otra de David Cronenberg.  


El aspersor a las siete de la mañana


Tilbury es una película muy divertida donde el horror se diluye en la comedia y cierto surrealismo. Si quieres ver a un señor bajito con unicejo, nariz de cerdo y vomitando verde, esta es tu película.

Húsið: Trúnaðarmá, también conocida como The House, es una película de terror islandesa dirigida por Egill Edvarsson. Al contrario que en Tilbury, en The House no hay comedia. En ese sentido es una película que tira más por el thriller psicológico en la línea de Polanski. Incluso en la dirección Edvarsson es bastante clásico.

The House narra la historia de una joven pareja, él músico y director de orquesta y ella maestra en una escuela de sordos. Viven en casa de la madre de ella incapaces de encontrar una alojamiento digno de ese nombre. Después de mucho buscar, consiguen alquilar una casita para ellos dos solos. La trama se centra en la historia de esa casa y cómo ésta le afecta ella, trastocando su relación sentimental. Los ecos atrapados en esa casa resuenan con fuerza en su cabeza. Hay una parte de la trama que va precisamente de desentrañar ese misterio. Vamos descubriendo cosas con la protagonista en un final que será también el suyo.

La dirección es bastante elegante, especialmente en el juego de luces y sombras, con unos movimientos de cámara que recuerdan a El resplandor en algunos momentos de cámara en mano. Aunque la historia acaba tirando por el drama y la mujer como histérica celosa The House es una película más que correcta.

El pisito con el que todos soñamos



Draugasaga (1985) es un telefim islandés de terror dirigido, como en el caso de Tilbury, por Vidar Vikingsson. La trama gira sobre un joven estudiante que trabaja como vigilante en un estudio de televisión. Dicho estudio parece encantado por la presencia del fantasma de una mujer pelirroja. El joven se dedica a vestirse de mujer con peluca pelirroja para asustar a los trabajadores. Es la parte más interesante de la trama en una película que apenas llega a la hora, esa confusión entre el protagonista haciendo el cabra y la presencia fantasmal. También es donde falla la película, porque en ningún momento como espectadores dudamos del fantasma. 

Como repetirá el director en Tilbury, hay alguna escena más onírica, pero todo más contenido. Si en Tilbury se desarrolla una historia sobre el folclore local con un lenguaje cinematográfico bastante particular, en Draugasaga todo es más convencional y aburrido. Sin embargo sí que tiene unas cuantas escenas salvables, sobre todo en el último tramo, como el fantasma caminando de espaldas y la sombra de este proyectada sobre un fondo rojo de una parada de autobus. Casi parece una concepción moderna del cine de terror que mezcla la Italia de los setenta con el el jhorror de los noventa: un villano travestido y un fantasma yurei.

A favor de las marquesinas con este nuevo estilo

Islandia no es un país en el que a priori pensemos sobre cine de terror, sin embargo sí que tienes pequeñas joyas muy disfrutables, como estas Tilbury (1987),  Húsið: Trúnaðarmál (1983) y Draugasaga (1985). Sí que ha habido un puñado de películas islandesas de terror en los últimos quince años, pero merece la pena bucear un poco más en su cine e irse a producciones pequeñas de los setenta y ochenta. Las producciones son pequeñitas y con muchas limitaciones, pero mantienen intacto el sentido de la maravilla de que te cuenten una historia desde otro sitio al que no estás acostumbrado.


 


TERROR EN LOS BALCANES vol. 1: 'Leptirica' (1973) y 'Variola Vera' (1982)

En este eterno revival en el que estamos inmersos, una suerte de bucle eterno en donde cada año vuelven los ochenta, hay nostálgicos que quieren que vuelva la URSS. Yo puestos a elegir prefiero que vuelvan Yugoslavia, el cantonalismo o Checoslovaquia. Pero como eso parece poco probable, me tengo que conformar con revisitar el cine de esos países extintos.

Leptirica (1973) es un telefilm de la televisión yugoslava y considerado como la primera película de terror producida en ese país. La película está dirigida por Djordje Kadijevic y basada en una historia del escritor y traductor Milovan Glisic. Básicamente se trata de una historia de vampiros enmarcada dentro de la tradición del folclore eslavo, como El viyi de Gógol.

En una aldea de las montañas los trabajadores del molino, necesario para lo producción de pan, aparecen asesinados por un vampiro. Nadie quiere hacerse cargo de ese trabajo. Strahinja, un joven y pobre campesino, piensa abandonar la aldea porque el padre de la mujer que ama rechaza su petición de mano. Será convencido por los hombres de la aldea para que se haga cargo del trabajo en el molino y así poder ahorrar el dinero suficiente para marcharse.

A Belén pastores, debemos marchar ya, que el rey de los reyes ha nacido ya

En poco más de una hora Leptirica presenta y desarrolla una historia basada en el folklore tradicional. El tono, pese a algunos amagos de comedia, como la representación de los granjeros y el cura borracho, es bastante tradicional y se enmarca dentro del gótico. No hay erotismo ni tetas, lo cual para tratarse de una historia de vampiros de los setenta, es todo un prodigio. La realización es modesta, como la película, sin grandes artificios. Y la criatura, que aparece al final, está bastante lograda, con esa caracterización entre hombre lobo y vampiro. En definitiva, una buena película que más allá del valor histórico es entretenida de ver. 

Variola Vera (1982) es una película dirigida por Goran Markovic. Markovic tiene una larga trayectoria en el cine con películas como Tito y yo (1992), con la que ganó el premio a mejor director en San Sebastián. También es conocido por su oposición a Milosevic y recientemente por su apoyo a las protestas estudiantiles serbias, que le ha llevado a ser apartado de la docencia en su país.

Variola Vera narra el último caso de viruela en Europa, más concretamente la cuarentena en un hospital de Belgrado y la gestión de la pandemia por parte del gobierno yugoslavo. En 1972 un peregrino albanokosovar que regresaba de La Meca se contagió de la viruela de regreso a Yugoslavia. Ingresado en un hospital de Belgrado, es atendido por unos médicos que llevaban sin ver la enfermedad más de cuarenta años.

La película comienza con un tono costumbrista de comedia: el médico follarín que va acosando a todas las enfermeras, el enfermo que se lía con una enfermera que le pega la gonorrea, el director de hospital liado con una enfermera, el bedel intentando arreglar la calefacción del hospital y fracasando en cada intento, la doctora joven que es sobrina de un alto cargo y muy pagada de sí misma... Todo esto da un giro cuando el hospital es puesto bajo cuarentena. Un poco como en La peste de Camus, ahí se va viendo la naturaleza humana de cada personaje. El director se encierra en su despacho por miedo a contagiarse, el enfermo de gonorrea se ofrece voluntario para cuidar de otros enfermos de viruela, la enfermera drogadicta se vuelve loca por no encontrar otro chute y en fin, cada persona demuestra de lo que está hecha, sin grandes heroísmos: hay que hacer lo que hay que hacer y no hay nadie más que lo haga por nosotros.

A follar, a follar, que el mundo se va a acabar

Variola Vera es una crítica de Markovic a los totalitarismos y a la manera en la que estos gestionan crisis como una pandemia. También es un canto al humanismo, ese artefacto capaz de vertebrar una época y que ahora está siendo sustituido por el malismo. Dirigida con mucha cámara en mano, tiene ese toque documental que te mete dentro de la historia en seguida. También es bastante liberal en cuanto a mostrar lo que hacen los seres humanos sin tapujos en situaciones así: existen tensiones y tiranteces, pero también un sentido del deber cívico, sin grandes estridencias y de andar por casa, que permite autoorganizarse a los confinados sin que aquello se convierta en la ley de la jungla. Por supuesto hay doctores que fuman y beben, gente que se distrae como puede leyendo novelas eróticas y jugando a las cartas y también mucho sexo. 

Una de las imágenes más duras que verás nunca en una película

Cabría preguntarse qué nos ha dado Yugoslavia, además de unas cuantas guerras y una selección de baloncesto casi imbatible. Pues por de pronto nos ha legado Leptirica, un cuento gótico sobre el folclore local y Variola Vera, una de las mejores películas sobre la naturaleza humana y las pandemias. El cine de Europa del este cuando tenía la oportunidad de brillar lo hacía. Leptirica y Variola Vera son dos buenos ejemplos. Ojalá alguien se interesara por filmar una película sobre el último brote de cólera en España, también a principios de los setenta, que tuvo lugar en Aragón. Igual nos llevábamos las manos a la cabeza por la gestión criminal de las autoridades franquistas. 




'Dantescas: Cuentos de mujeres que descendieron a los infiernos': conversación entre vivas y muertas

A finales de la década pasada y a comienzo de esta han visto la luz la publicación de muchas antologías y estudios recuperando autoras, que bien por descuido o por negligencia, habían sido relegadas de la historia de la literatura. Esta labor ha ido acompañada de la reedición de muchas obras como La Eva fantástica, pequeños oasis en el desierto en décadas pasadas, y también de obras nuevas como esta Dantescas: Cuentos de mujeres que descendieron a los infiernos. Es de agradecer que dejen la puerta abierta a una continuación, teniendo en cuenta que este impulso por recuperar a autoras borradas del canon literario ha ido perdiendo impulso. 

Aunque se han publicado antologías del estilo y estudios académicos, al menos respecto a la publicación de esas antologías siempre suele tratarse de autoras anglosajonas. Por eso esta Dantescas es tan importante. La recopilación, a cargo de María Fernanda Ampuero, incluye doce relatos, y a excepción de Charlotte Perkins Gilman, todas pertenecen al ámbito ibérico y latinoamericano. Desde clásicas como Pardo Bazán, Dávila y Ocampo, Dantescas también se preocupa de incluir relatos de autoras contemporáneas como Colanzi, Enríquez y Ojeda. Y dos brasileñas, Clarice Linspector y Verena Cavalcante, ampliando un poco más ese ámbito latinoamericano. Por pedir, hubiese sido interesante incluir alguna autora portuguesa. 


La edición de Fera incluye el prólogo y las notas de María Fernanda Ampuero y las ilustraciones de Jules Mamone. Recuerda a lo que lleva haciendo varios años Valancourt con su serie de Monster She Wrote, editando autoras y antologías ilustradas muy cuidadas. Dantescas, además de ilustraciones, incluye un prólogo, notas y comentario final de cada relato. Tanto las notas como los comentarios no aportan gran cosa a la lectura, más allá de cierto contexto. Entre un sesudo comentario de texto académico y estas notas a vuela pluma habría sido más interesante incluir algo más de información biográfica y de la obra de las autoras. Si además las notas incluidas en los relatos no son notas a pie de página sino subrayados, notas al margen y demás elementos que distraen de la lectura, es difícil poder ignorarlas y centrarse en la lectura del texto.

Entre las cosas buenas de Dantescas está el amplio abanico de autoras que incluye. No es un catálogo o compendio, solo una antología de relatos. Y aún así consigue ofrecer un amplio panorama general. Ahí es donde chirría la inclusión de Charlote Perkins Gilman, pudiendo aprovechar ese espacio en otra autora de lengua latina. En un futuro, si Fera le da continuidad a este tipo de antologías, me gustaría leer una centrada en las pioneras, que construya un hilo hasta nuestro presente. Juana Manuela Gorriri no es una autora conocida en España, no sé si en Argentina, pero ha sido un gran descubrimiento. Y lo mismo que estaría bien una antología que recuperase a autoras como Gorriri, también sería igualmente interesante otra antología que pusiese en el foco a autoras no tan reconocidas como Verena Cavalcante. Más allá de los grandes nombres, como Mariana Enriquez, existen más autoras igual de intreresantes. La industria editorial en España, México y Argentina es muy potente y es fácil acceder a muchas autoras gracias a esa labor editorial, pero las que no están cerca de alguno de esos focos son invisibles.

Si hay algo que me guste más que leer a señoras victorianas, es leer a señoras latinoamericanas. Ojalá veamos publicadas más antologías y más autoras como estas en lengua castellana. 



'Margaux' (2016), 'Lyle' (2014) y 'The Midnight Swim' (2014): el despertar sexual, la maternidad y el duelo

Margaux (2016) es un cortometraje dirigido por los estudiantes de segundo año de Cine Rémy Barbe, Joseph Bouquin y Joséphine Darcy-Hopkins. Es esta última la que tiene una obra más que interesante, con el corto de animación Le jour où maman est devenue un monstre (2017), Nuage (2020) y Les Dents du Bonheur (2023). Tres cortometrajes en los que sobrevuela el drama, la ciencia ficción, el terror y la fantasía.

En Margaux una joven adolescente que sufre acoso escolar en el instituto descubre su sexualidad a la vez que es acechada por una criatura cada vez que se excita sexualmente. Lo de las producciones en Francia es una cosa de no creerse. ¿De dónde sacan el dinero? Porque Margaux luce realmente bien, con unos valores de producción que más quisieran muchas películas que llegan a los cines.

No hay mucho diálogo y tampoco la película te quiere llevar a ningún sitio en concreto. Margaux se vive más como una experiencia, al igual que muchas pelis del nuevo extremismo francés de finales de los noventa y principios de los dos mil. Se puede ver gratis aquí.


Lyle (2014) está dirigida por Stewart Thorndike y protagonizada por Gaby Hoffmann. En poco más de una hora se cocina un drama con toques de terror bastante interesante. Leah, que está embarazada, y June se mudan a un nuevo apartamento después de la muerte de su hija pequeña. En una distracción de Leah, su hija Lyle muere al caerse de la ventana del apartamento. 

Pero no todo es drama en la película. Al drama del duelo se le suma Karen, una vecina anciana que finge que está embarazada y que les continua mandando flores y tarjetas de condolencia por la pérdida de Lyle. Mientras progresa el embarazo, Leah comienza a observar cosas extrañas en la casa y sospecha que la responsable es su vecina Karen.

Lyle la han descrito como La semilla del diablo indie y es fácil descubrir por qué. Es de esas pelis que se cuecen a fuego lento hasta el clímax final. Muy recomendable. También se puede ver gratis en Youtube aquí


The Midnight Swim (2014) está dirigida por Sarah Adina Smith. Tres hermanas, June, Annie e Isa, se reúnen en la vieja casa familiar cuando su madre desaparece en el lago que hay cercano. El cuerpo nunca aparece y las hermanas, una vez reunidas bajo el mismo techo, tienen que resolver todo el papeleo que se deriva de ello y lidiar con sus propios sentimientos. 

June documenta esta reunión y el proceso de duelo, lo que convierte la película en un falso documental. Como suele pasar, la justificación para grabar lo que vemos a veces es un poco peregrina. Cada vez más, las tres hermanas se ven más atraídas por el lago y por el recuerdo de su madre, de la que vamos conociendo sobre cómo era. También la situación las lleva a lidiar con su intrincada relación y su pasado. 

The Midnight Swim se mueve por el territorio del drama independiente pero también sugiere que algo sobrenatural y/o extraño está sucediendo. También construye una mitología en torno a la idea de reencarnación y de la mitología de "las siete hermanas", una especie de leyenda urbana basada en las Pléyades que acaba derivando en algo parecido a una historia de fantasmas. Ese hilo sobrenatural es tenue pero está ahí: el lago, la historia de las siete hermanas, los pájaros que aparecen muertos en la casa... 

Se puede ver gratis en esta plataforma aunque sin subtítulos y en versión original.

No todo va a ser cine italiano de los setenta y directos a vídeo japoneses de los noventa. Joséphine Darcy-Hopkins, Stewart Thorndike y Sarah Andina Smith son tres directoras que se acercan al terror de maneras muy diferentes y a la vez interesantes. Un corto, un mediometraje y una película con historias sobre el despertar sexual, la maternidad y el duelo.



























'La corta noche de las muñecas de cristal' (1971) y 'Violación en el último tren de la noche' (1975) de Aldo Lado


La corta noche de las muñecas de cristal (1971) es un giallo atípico dirigido por Aldo Lado y protagonizado por los guapérrimos Jean Sorel e Ingrid Thulin. Se trata de la primera película dirigida por Lado, que como buen director italiano de la época, se curtió en la industria como guionista y director de segunda unidad hasta que consiguió sacar este proyecto adelante. La producción bien merecería un documental. Está rodada en la Praga checoslovaca de después de la invasión soviética, que acabó con el pequeño periodo de apertura. Algo que contribuye más a la atmósfera de paranoia del film.

La corta noche de las muñecas de cristal bebe del cine de Polanski. No es el típico giallo con asesino de guantes negros y asesinatos barrocos. Es un thriller psicológico y hasta cierto punto político. Jean Sorel interpreta a un periodista occidental, Gregory, que trabaja como corresponsal en Praga y está enamorado de Mira, una mujer misteriosa. La primera escena de la película es el descubrimiento del cadáver de Gregory en una plaza. Es trasladado al hospital donde es declarado muerto. Pero no está muerto, sólo paralizado e incapaz de comunicarse. Su voz en off es la que nos guía por los recuerdos que le han llevado a esa situación, un puzle al que Gregory va sumando piezas y en el que descubrimos lo ocurrido de su mano. La cuenta atrás empieza cuando se programa la autopsia de Gregory y este tiene que descubrir qué ha sucedido y cómo despertar de esa parálisis en la que está sumido.

La narrativa no lineal y ese ambiente onírico recuerda a las fantásticas Huellas de pisada en la luna (1975) de Luigi Bazzoni y Contrato de sangre (1976) de Pupi Avati. Hay sectas, conspiraciones y una atmósfera opresora con las que Gregory, el protagonista, se ve envuelto.  La crítica a las élites también está presente, con esa secta de la que forman parte y que literalmente se dedica a sacrificar jóvenes para mantenerse jóvenes y seguir gobernando. La dirección de Lado tiene toques de expresionismo, con esa representación distorsionada de la realidad, contribuyendo al surrealismo y paranoia de la película.

Violación en el último tren de la noche (1975) es una película muy distinta en tono y en forma de La corta noche de las muñecas de cristal. Dos colegialas viajan solas en tren para pasar las vacaciones de Navidad en casa de los padres de una de ellas. Allí conocerán y serás acosadas por dos delincuentes psicóticos y una ninfómana. 

Violación en el último tren de la noche es una película dura. Como Trampa para un violador (1980) de Deodatto y La chica de al lado (1989) de Jack Ketchum, Violación en el último tren de la noche es explícita en escenas de maltrato y violencia contra las mujeres, que llegan hasta un punto de crudeza tal que se hace difícil el visionado. Si en La corta noche de las muñecas de cristal el estilo de Lado era hasta cierto punto surrealista y onírico, en Violación en el último tren de la noche es realista y sucio, casi documental. Tienen en común esa visión de la juventud (venimos del fracaso del 68 y de las crisis de los setenta) como víctima y también como victimario, aunque en esta última sí hay una catarsis (venganza) final, que aporta algo de alivio al espectador.

Más allá de los grandes nombres de directores y de títulos más conocidos, hay todo un mundo por descubrir en el cine italiano de los sesenta y setenta. Aldo Lado con La corta noche de las muñecas de cristal (1971),  Violación en el último tren de la noche (1975), ¿Quién la ha visto morir? (1972) y La víctima designada (1971) es buen ejemplo de esto. Mientras tengamos cine italiano de los setenta y a Keith Richards todo irá bien. 







'La perversa señora Wardh' (1971) y 'Vicios prohibidos' (1972) de Sergio Martino: fascinación por la belleza

El gialli antes del gialli. Aunque ya existían películas con esas características desde los años sesenta, Mario Bava tiene unos cuantos ejemplos de ello, no es hasta El pájaro de las plumas de cristal (1970) de Dario Argento que se desata la locura y se institucionaliza un nuevo género popular. La cantidad de gialli producidos durante esos primeros setenta es apabullante: más de cien entre 1970 y 1974. 

La perversa señora Wardh (1971) de Sergio Martino forma parte de este boom además de ser la primera película dentro de este género del director. A ésta le seguirían La cola del escorpión (1971), Todos los colores de la oscuridad (1972), Vicios prohibidos (1972) y Torso: violencia carnal (1973). Siempre contó con Ernesto Gastaldi para los guiones. Perdido entre el cine de explotación italiano, todavía tuvo tiempo para rodar la magnífica Muerte sospechosa de una menor (1975) y la menor El asesino del cementerio etrusco (1982).
 

En La perversa señora Wardh tenemos una trama de misterio que gira en torno al personaje interpretado por Edwige Fenech, musa de Martino y dama del gialli por excelencia. Martino presenta falsos culpables, muertos que estaban de parranda, asesino de guantes negros y pistas falsas en un giallo bastante formulaico, con homenaje a la Psicosis de Hitchcock entre otros. El pasado sadomasoquista del personaje de Fenech une La perversa señora Warh con el neogótico italiano de los sesenta. Hay unos pocos asesinatos y menos gore para lo que es habitual en el género. El estilo de Martino es menos barroco pero con un sentido de la estética, narrativa, lingüística y visual mucho mayor. La escena de Fenech con su antiguo amante bajo la lluvia a cámara lenta es de una belleza avasalladora. El sentido de la maravilla, del que alguna vez he hablado en el blog, está presente en toda la película. Contribuye, y no poco, la banda sonora de Nora Orlandi.

Síndrome de Sthendal dándome muy fuerte

Vicios prohibidos (1972), cuyo título en italiano es muchísimo mejor (Tu vicio es una habitación cerrada y sólo yo tengo la llave), sería otro de los acercamientos de Martino al gialli. Gastaldi en su guion hilvana una historia que une todavía más claramente el gótico y el gialli. Está muy presente la influencia de Poe en la película, especialmente esa ironía de muchos de sus finales. También se trata de una película alejada de lo urbano, ambientada en una vieja villa aislada en el medio rural. La ciudad siempre es el afuera.

Oliveiro (Pistilli) es un escritor borracho y maltratador que vive con Floriana (Strindberg), a la que se unirá la sobrina de este, Irina (Fenech). Una serie de asesinatos de mujeres con las que Oliveiro mantiene relaciones lo ponen en el punto de mira de la policía como principal sospechoso. Mientras, mantiene una relación incestuosa con su sobrina Irina y trata de volver loca a su mujer. Los crímenes en serie y la relación entre estos tres personajes engarza de una manera perfecta. Martino explota esa ambientación y trama gótica para potenciar aún más su capacidad de crear atmósferas. La oscuridad impenetrable de la noche aísla la villa en la que viven los protagonistas de Vicios prohibidos. Unos protagonistas que espían, como nosotros, detrás de las puertas.

Sergio Martino no se dedica a ir de una escena de asesinato a otra en sus películas como si fueran sketches (hola Argento) y sus composiciones de plano tienen una belleza especial, además de una potencia narrativa que suele estar ausente en el gialli. Sus planos son complejísimos y llenos de información, con la cara de un personaje desenfocada en primer plano mientras que muestra al otro personaje, más alejado, en el reflejo de un espejo. Martino es sin duda uno de los directores más talentosos de su generación. Entre las decenas y decenas de títulos para elegir, Martino siempre es un acierto.




"Possessed" (1983) de David Lai Tai-Wai: los sinvergüenzas de Hong Kong

Lo del cine de explotación no es patrimonio italiano, también en otras latitudes dedicaron tiempo y recursos a producir títulos como esta Possessed, inspirada en la Poltergeist (1982) de Steven Spielberg Tobe Hooper. En 1988 en Hong Kong decidieron clasificar las películas por edades. Es el origen de la CAT III o categoría 3, que engloba las películas no recomendadas para menores de 18 años y con un contenido explícito de violencia y/o sexo. Esta etiqueta se ha aplicado de manera retroactiva a cintas como esta Possessed, estrenada cinco años de que se establecieran estas categorías. 


¿Qué es Possessed, más allá de la etiqueta CAT III? Pues es una película de terror de serie b que ¿bebe? demasiado de Poltergeist y que tiene unos efectos artesanales más que resultones. Dirigida por Tai-Wai, pasa por el tamiz la Poltergeist de Hooper, con un resultado en el que se mezclan terror, acción, comedia y drama. Además, el cementerio indio es sustituido por el pasado familiar y el karma: las acciones de sus antepasados tendrán consecuencias para los protagonistas.


En Possessed los protagonistas son una pareja de policías que después de una noche de juerga acaban siendo maldecidos y perseguidos por un espíritu del infierno. Hay ectoplasma, muebles que se agitan sin motivo y puertas de las que sale más luz que en la habitación de un gamer. También hay señora bajita, regordeta y con gafas que combate el ente sobrenatural. Pero como estamos en Hong Kong, la señora es una sacerdotisa/bruja taoísta que lleva a cabo rituales orientales y lleva espada. Sí, lleva espada. Son las partes melodramáticas y cómicas las que rompen un poco el ritmo de la cinta, que por otra parte, no llega a los 90 minutos y se pasa de espídica.


Venimos a exorcizar su casa

Más allá de las similitudes con Poltergeist, la película consigue reformularla y crear algo que si bien no es original (lo original tampoco es un valor en sí mismo) sí es lo suficientemente distinto. La idea de karma, de destino como lo concebían los griegos, es más que un mero macguffin y es relevante para la trama. En Poltergeist podría haber sido un cementerio indio o un campo de naranjos. El ritual, aunque visto en otras ficciones asiáticas (hola Exhuma), mola un montón. Desde luego, mejor que el rollo macabeo católico de los exorcismos. Possessed es Poltergeist a volumen 11: más sexo, más mala hostia y actores sobreactuados. ¿Síndrome de Estocolmo? Puede ser.





'La tarántula del vientre negro' (1971) de Paulo Cavara y 'Las lágrimas de Jennifer' (1972) de Giuliano Carnimeo: la zona de confort

Meterse en el mundo de los gialli es como descender por la madriguera del conejo de Alicia: es un túnel más profundo de lo esperado. La tarántula del vientre negro es una película dirigida por Paulo Cavara y protagonizada por Giancarlo Giannini. Cavara no ha sido un director muy prolífico ni tampoco se ha prodigado mucho en el género como otros de sus coetáneos. La tarántula del vientre negro es un giallo pero también tiene elementos de polizziotteschi, nada raro si tenemos en cuenta que los gialli beben, entre otras fuentes, del krimi alemán de los sesenta. Giannini es un comisario de policía que investiga unos brutales asesinatos de mujeres. Las víctimas son paralizadas con veneno de tarántula y destripadas vivas. El personaje de Giannini no es el clásico hombre rudo de los gialli, sino que es un hombre bastante inseguro y sensible que ama a su mujer. También, como las víctimas, a veces se siente impotente y paralizado para continuar con la investigación. Existe una crítica implícita al mundo de la moda y de la belleza cosmética, mundo en el que se desarrolla parte de la trama. La tarántula del vientre negro como buena producción italiana tiene su buena ración de primeros planos, planos subjetivos, reflejos en espejos y cristales, además de unos paneos bastante chulos. El ritual del asesino también es bastante ingenioso y macabro, ya que primero paraliza a sus víctimas y luego les abre el vientre. 


Las lágrimas de Jennifer está dirigida por Giuliano Carnimeo y protagonizada por Edwige Fenegn y George Hilton. Carnimeo, como Cavara, tampoco se prodigó demasiado en el género, aunque sí tiene buena colección de comedias eróticas y westerns. Westerns protagonizados, precisamente, por George Hilton, que aunque su Sartana no llegó al nivel del Django de Franco Nero, también es un personaje muy carismático. Y qué decir de la gran Edwige Fenegn, que para mí es la Barbara Steele de los setenta. Las lágrimas de Jennifer sí es un giallo prototípico: se abofetean mujeres y el asesino está cucú. Edwige Fenegn interpreta a una modelo, Jennifer, que se muda junto a su amiga Marilyn a un apartamento donde han asesinado a las ocupantes anteriores. El asesino persigue a Jennifer, a la que por supuesto nadie cree. Además está su exnovio, líder de una secta hippie loquísima de la que también ella formó parte. Aquí es curioso observar el toque de comedia dado a los policías investigadores, con el comisario más pendiente de su colección de sellos que de resolver el caso. Aunque en las escenas de los asesinatos no se sigue un ritual como en La tarántula del vientre negro, también tienen su buena dosis de barroco visual. La peli, como buen giallo, se pierde en giros absurdos hasta descubrir al asesino. Es precisamente el primer asesinato donde Carnimeo muestra su buen hacer, además de un par de planos bastante chulos con espejos como protagonistas.


La Edwige Fenegn preparándose pa' la party

Dentro de los gialli hay mucha purria, pero me sigue pareciendo un género fascinante donde la industria cinematográfica italiana consiguió crear ese sentido de la maravilla tan ausente en nuestros días. Y generalmente con cuatro duros. A mí dadme grano gordo setentero y llamadme tonto. Nolan, aprende.





CELSIUS 232: con capas y a lo loco edición 2025

 

Llevaba varios años queriendo asistir al Celsius 232 y al fin este 2025 lo he conseguido. Para el que no lo conozca, Celsius 232 es un festival literario de terror, fantasía y ciencia ficción que se celebra en Avilés desde hace más de una década. Al menos así es como se define. Un montón de actividades que incluyen charlas, presentaciones de libros... incluso música y cine, con esas pelis que proyectaban por la noche para el que las quisiera disfrutar. Todo en un ambiente más que agradable. Gente de todo tipo y condición hablando de sus movidas y haciendo sus cosas en un entorno de respeto. Porque si algo me ha sorprendido, a mí que no me gustan demasiado las multitudes, es eso: el respeto. A lo mejor si el festival se convierte en algo mastodóntico las dinámicas de grupos cambian y el respeto se pierde, pero la sensación es que el aficionado que acude al festival es alguien apasionado por los libros y la literatura y muy respetuoso con los demás. Así que muy contento.


Los quiero todos


La edición de este año parece que ha sido la de las colas, porque lo ha reventado. Lo de Brandon Sanderson ha sido como el circo, con su carpa y la gente expectante haciendo cola. Aunque sería reduccionista decir que el festival sólo ha sido un autor, sí tengo la sensación de que ha pillado un poco a la organización por sorpresa y ha puesto la ciudad patas arriba. Y no ha sido el único, pero sí lo más vistoso: un montón de cosplayers basados en el universo de Sanderson (que alguien me explique lo de las capas esas con flecos) lo atestiguan. Ha sido interesante contemplar el fenómeno fan desde la barrera. Me levantaba a desayunar en el hotel y la mesa de al lado estaba hablando de Sanderson. Para mí, que no he leído ningún libro suyo ni tengo intención, es curioso. Y las colas. Porque yo no soy fan de Sanderson, pero J sí lo es, y alguna cola hemos hecho.


Pero el fanatismo va por barrios. Yo a Mónica Ojeda le ponía una farmacia en Gran Vía. ¡Qué bien escribe esta mujer! Y aunque sólo compré dos libros, pues todavía tengo seis cajas en casa de mis padres buscando estanterías que los adopten, fue una pasada poder estar allí con los librer@s y l@s editores. Pasar por Satori, por La biblioteca de Carfax... Cómo me gustan sus catálogos. Y también poder estar allí con los autor@s. Y no sólo hablo de firmas y presentaciones, hablo de estar paseando por Avilés al lado de Kim Newman. La próxima vez intentaré vencer a la timidez y decirle que me gustan mucho sus libros; o hacerle un El resplandor y amarrarlo a una cama para que escriba lo que yo quiero. Lo que primero salga. Kim Newman, estás avisado.

Espero acudir el próximo año, organizando las cosas un poco mejor e intentando disfrutar un poco más del del buen ambiente que se respira en el festival. E interaccionar un poco más con la gente, que no te comen. Así que empieza la cuenta atrás para volver. Prometo llevar capa. 





'La casa sperduta nel parco' (1980) y 'Minaccia d'amore' (1988): el otro Ruggero Deodato

A Ruggero Deodato siempre le perseguirá Holocausto caníbal. Es como lo que pasa con Hideo Nakata y Ringu o Tobe Hopper y La matanza de Texas. A Deodato, que empezó su carrera cinematográfica en los años sesenta del pasado siglo, le tocará desarrollar el grueso de su obra  por la que es reconocido en los años ochenta del declive italiano. Todavía es posible rascar algo más que su Holocausto caníbal, obra que más allá de su valor intrínseco, es germinal de otros subgéneros tan importantes dentro del terror como el falso documental y el metraje encontrado, además de ese ultra gore que ha creado escuela en países que están un poco gagá, como Alemania (hola, gore alemán). Como buen director italiano de esa época, la obra de Deodato incluye una gran variedad de géneros, de la comedia al peplum pasando por la copia descarada del slasher norteamericano ochentero. Es un artesano más que un autor, dedicado al cine comercial de su época, aunque es posible observar cómo en su cine permea la realidad social que le tocó vivir, algo que se puede ver claramente en La casa sperduta nel parco y Minaccia d'amore



La casa sperduta nel parco (1980) se estrena el mismo año que Holocausto caníbal y quizás por eso ha acabado en la categoría de película de culto. Esto sería clave, primero porque toda la censura y ataques que recibió por Holocausto caníbal se volcarían en su obra posterior, y segundo porque le generaría una gran frustración al impedir que sus posteriores obras brillasen por sí mismas. Tanto si Holocausto caníbal es objeto de censura como si es elevada a categoría de culto, el resto de su obra vive a la sombra de este título. El cine de explotación italiano, a parte de tener poca vergüenza (Zombi 2 (1979), La casa 3 (1988), Alien 2: Sulla Terra (1982), El último tiburón (1981)...), también suele suponer un lenguaje nuevo que va más allá de la mera copia de bajo presupuesto, ofrece otras formas, otras aproximaciones. Eso contrasta con la homogeneidad de la ficción actual, al menos en producciones de grandes presupuestos. También es algo que afectó a ese cine italiano en los ochenta. Buen ejemplo de eso es Body Count (1986) del propio Deodato, que más que adaptar el slasher americano a su lenguaje, en una suerte de traducción, se dedica a copiarlo y reproducirlo. La casa sperduta nel parco pertenece a la primera categoría, la que adapta más que copia. Inspirada en La última casa a la izquierda (1972) de Wes Craven, con la que incluso comparte actor, le da otra vueltita a la idea. Sí, hay violación y venganza, también es una peli de home invasion, pero introduce otros elementos que no estaban en la original de Craven. Muestra una violencia sexual explícita pero también los distintos roles de clase y poder existentes. Existen otras capas más allá de la violencia explícita que convierten a La casa sperduta nel parco en algo más que una simple cinta de explotación. No se trata de buenos contra malos, sino de malos contra malos, donde la hipocresía y una moral ambigua desafían lo normativo. Puedes ser víctima y victimario, disfrutar de infligir dolor o de contemplarlo e incluso observar diferencias de clase en la manera de ejercer y aplicar castigos.


Minaccia d'amore (1988) es otra película de Deodato por la que se suele pasar de puntillas. Sin tantas capas como La casa sperduta nel parco, al menos no en apariencia, introduce algo no muy común en el cine de terror de la época: la tecnofobia. Y eso que el teléfono, como la botella de JB y hombres abofeteando mujeres, es uno de los tropos del cine italiano de los setenta y ochenta. La protagonista, después de una ruptura sentimental, es acosada por una entidad sobrenatural después de llamar a una línea de corazones solitarios. Esa entidad utiliza el teléfono para perseguirla. En la ficción literaria hay multitud de ejemplos sobre el uso de las nuevas tecnologías que iban surgiendo como nuevos elementos de terror. Minaccia d'amore puede ser vista como naif en nuestro tiempo, cuando todos portamos un ordenador portátil en nuestro bolsillo y estamos sometidos a un control inimaginable unas décadas atrás. Lo que podría ser un drama simple, donde una ruptura sentimental desencadena un duelo del que la protagonista no puede salir, se convierte en algo más al ligar ese duelo a una entidad sobrenatural atrapada por su propio duelo. Es como si el dolor creara una energía negativa que nos persiguiera, literalmente. Sólo el proceso de pasar ese duelo nos libera de nuestros fantasmas, reales y metafóricos.


Contratar línea fija para comprarse un teléfono molón


Mención aparte merece el diseño de interiores y decoración, algo casi siempre cuidado en las producciones italianas. La prota de Minaccia d'amore vive en un gigantesco apartamento decorado con sillas de diseño, pecera gigante, cadena de sonido y un teléfono de Giorgio Armani muy molón con lucecita verde. Cuando lo sustituye, lo hace por un teléfono transparente con luces. Ya lo de las luces LED y los gamers venía de antes, está claro. Todo vuelve, como decía Mark Fisher. Hasta el fascismo. También el postpunk de Shego. ¡Vivan las Shego!




Boom 2024: Gorka, j-horror y señoras latinoamericanas

Otra vuelta completa alrededor del sol donde lo más destacable en este puntito azul del universo han sido una nueva guerra y la vuelta del señor de pelo naranja a la Casa Blanca. La pendiente por la que nos deslizamos se va poniendo cada vez tan cuesta arriba que ríete tú de los señores de entreguerras preocupados por el auge del fascismo hace cien años. 2024 también ha sido un año pasado por agua. En Mánchester comenzó a llover en octubre de 2023 y no paró hasta noviembre. Y Mánchester no es Macondo en época de lluvias pero se le parece, sólo que en versión posindustrial deprimida. También he podido disfrutar de la lluvia en mis vacaciones en Normandía y en mis escapadas a España. Pero oye, que tampoco estamos tan mal. He leído mi buena ración de libros, he disfrutado de mis vacaciones pasadas por agua y me he mudado sin morir en el intento. Si todo sale bien, 2025 será el año de la mudanza de vuelta a España. Salamanca, Tudela, Zaragoza, Vitoria y Bilbao son las candidatas. A ver qué tirada de dados sale.


LIBROS

  • La novela que más me ha gustado: Pues al contrario que el año pasado, en 2024 sí ha habido varias candidatas a lo mejor del año. Los escorpiones, el tocho de Sara Barquinero y uno de los fenómenos literarios del año, me ha fascinado de principio a fin. Novela dura de leer por la crudeza de muchos de sus pasajes en los que se trata cuestiones como la depresión, la ansiedad y el suicidio, también tiene sus buenas dosis de creepypasta y conspiraciones. Pasarse la vida en modo adulto no es fácil.

  • Premios mejor novela casi pero no ex aequo: Novela B de la paraguaya Mónica Bustos. Vampiros, hombre lobo, ovnis, conspiraciones... Una novela que sale casi de la nada y que no es lo suficientemente conocida. La mala educación de Alana S. Portero, que no es del género, también me ha conmovido.

  • Menciones especiales: Este año ha habido buena mandanga. Fulgor (2022) de Alma Mancilla, Cometierra (2019) y Miseria (2023) de la recién cancelada por el gobierno de Milei Dolores Reyes, Sangre en el ojo (2012) de Lina Meruane, La dimensión desconocida (2016) de Nona Fernández, Mugre rosa (2020) de Fernanda Trías y El doctor Hoffman y las infernales máquinas del deseo (1972) de Angela Carter también las he disfrutado muchísimo. Las señoras latinoamericanas nunca decepcionan.

  • Relectura: Nada de Carmen Laforet. Desde que leí la reseña de Barrilete Cósmico la incluí en la pila de libros. Cómo cambia nuestra percepción de una obra con los años y las lecturas acumuladas.

  • Libro de relatos que más me ha gustado: La cosa ha estado reñida, pero mi favorito de este año es Ansibles, perfiladores y otras máquinas de ingenio (2020) de Andrea Chapiella. ¡Qué gozada de libro! 

  • Premio mejor libro de relatos casi ex aequo pero no: Monstruos bajo la lluvia (2022) de la costarricense Larissa Rú. Que en Latinoamérica se escribe la mejor literatura del momento no hay dios que lo rebata. 

  • Menciones especiales: Un lugar soleado para gente sombría (2024) de Mariana Enriquez, Tres truenos (2021) de Marina Closs y A Spaceship Built of Stone and Other Stories (1987) de la que nunca puede faltar, Lisa Tuttle.

  • Mejores antologías de relatos: Los tres números de Rocambolesca, la nueva revista de ciencia ficción mexicana editada y coordinada por Ari Pérez. Un buen nivel y un montón de autores y autoras que descubrir. 

  • Libro de no ficción: Nada destacable este año.


PELÍCULAS


  • J-horror: 2023 fue mi año italiano de los gialli y este 2024 ha sido el de ver pelis de terror japonesas por encima de mis posibilidades. Más en concreto películas de eso que se llamó j-horror en occidente y que no deja de ser una renovación del cine de terror japonés. Fue todo un fenómeno fuera de sus fronteras y una influencia para el terror occidental que todavía se mantiene. Como dice la chavalada, PEC. Me he visto la saga entera de Senritsu Kaiki File del puto loco de Shiraishi y he revisitado la saga Ju-On, además de empezar a apreciar los directos a vídeo de escasa calidad. ¿Será esto síndrome de Estocolmo?

  • Fulci y franceses: No he visto tantas pelis italianas como me gustaría, pero he tenido mi buena ración de Fulci al revisitar o ver por primera vez algunas de sus pelis de los ochenta y algún western de los sesenta. Para 2025 dejo el visionado de sus últimas pelis. También he tenido buena ración de pelis franchutes, casi todas actuales. Gueules Noires (2023), Le Mangeur d'âmes (2023), La Tour (2022), Falcon Lake (2022), Vermines (2023), Le Règne animal (2023), Acide (2023), Les chambres rouges (2023) y Mars Express (2023) han sido algunas de mis favoritas este año. Hay terror, thriller noire, ciencia ficción, fantasía y un mucho de no haber superado el trauma de los últimos años pospandemia.

  • Películas del culto: Siguiendo con los franceses, Mais ne nous delivrez pas du mal (1971) de Jöel Séria me ha flipado. El Jesús Franco bien. Otra francesa más es La traque (1975) una especie de cruce entre DeliveranceLos santos inocentes versión Francia setentera. La australiana Thirst (1979) vuelve a demostrar que por esas tierras no andan bien de la cabeza y que los vampiros son más que seres de luz como en Crepúsculo. The Killer (1989) es un thriller de acción de John Woo con el que abro la puerta al cine hongkonés. Memorias del ángel caído (1997) es una de esas escasas pelis de terror españolas ahora difícil de conseguir y convertida en culto.

  • Pelis de 2024: No soy de ver mucho cine actual más allá de cine de terror. Dune: Part Two (2024), Furiosa. A Mad Max Saga (2024), Trap (2024), I Saw The TV Glow (2024), The First Omen (2024) y Nosferatu (2024) son pelis de este año que más me han gustado. The First Omen es la responsable de que me haya visto toda la saga.


SERIES


Se vuelve a repetir la historia: apenas veo series de televisión. Casi siempre, de ver algo, es en un vuelo.

  • Mi favorita del año: Para no variar, no es ninguna novedad. Mi favorita ha sido la cuarta y última temporada de Evil. La serie se despide con una temporada un poco flojilla y con un cierre para los personajes, que si bien no deja nada abierto, sí que da mucha pena. Evil es la heredera de Expediente X, con más fallos que aciertos pero con muchos momentos que son de no creértelos.

  • Otras: Black Summer, una de zombis con grandes espacios vacios y una narrativa fraccionada que al principio mola y luego cansa. La cuarta de From, que adolece de todos los males de Perdidos pero que también engancha lo suyo. La segunda temporada de El silo (2023), que comenzó este mes y de la que sólo he visto los primeros dos capítulos. La primera temporada de Tales from the Crypt.



TEBEOS

Tampoco 2024 ha sido el año de los tebeos. Y tampoco cambio de autor favorito. He tirado de números únicos, no de grandes series, y he picoteado un poco de aquí y de allá.

  • Mi tebeo favorito del año: Otro año más James Tynion IV vuelve a aparecer como autor de mi tebeo favorito. Este año le toca a Worldtr33, otra de sus nuevas series. Tynion tiene un buen olfato y sabe sintonizar muy bien con los terrores modernos. Worldtr33 es una revisitación actualizada de la Kairo (2001) del Kurosawa bueno pasada por el tamiz de Tynion. Esperando con ganas al tercer tomo recopilatorio.

  • Menciones especiales: The Deviant, una de asesinos en serie de Tynion que sirve para abrir boca ante la esperada Spectregraph que se publica en 2025. Al ritmo que leo tebeos, podría vivir únicamente con la mandanga que escribe Tynion. The Season Have Teeth (2023) de Dan Watters. Un viaje muy guapo donde el prota, fotógrafo, y la fotografía, tienen un papel importante en la narración. Double Walker (2021) de Michael W. Conrad. Folk Horror en las Tierras Altas escocesas. 


VIDEOJUEGOS

                                                                                                                                                                      

Terminé 2023 con el propósito de no volver a comprar un ordenador portátil, sobre todo después de hacerme con la SteamDeck para jugar. ¿Qué he hecho en 2024? Comprarme un nuevo ordenador portátil. Quién quiere coherencia cuando puedes tener un dinosaurio. Aunque lo he usado más para editar foto que para jugar, con la llegada del otoño le he metido caña con unos cuantos videojuegos.

  • Mi favorito del año: Igual la palabra favorito le viene grande, porque no ha habido ningún videojuego que haya jugado en este 2024 que me haya volado la cabeza. Pero The Quarry está curioso. Los de Supermassive Games entregan una aventura interactiva bastante disfrutable. Quieren ser un slasher de los ochenta aunque son más noventeros que otra cosa. Cuenta con un reparto de actores y actrices que además de poner voz también ponen las caras, lo que eleva al juego por encima de otras producciones de la compañía. Aunque les sigue pasando como en los de Dark Pictures, que en lugar de pulir cada entrega, daban algunos pasos atrás: el The Devil in Me fue un juego que me cabreó hasta el punto de desinstalarlo. 

  • Menciones especiales: Los Batman de Telltale, especialmente el primero. Como los de Suppermassive Games, los juegos de Telltale son sota, caballo y rey, pero aquí sí que los tienen bien puliditos. Tampoco hay mucha diferencia de uno a otro, lo cual también los hace más aburridos. Tengo The Expanse pendiente de jugar. Con el Hogwarts Legacy todavía estoy metido y auguro un par de meses hasta pasármelo, pero me está gustando mucho. Y el Citadelum, rollo Caesar III, Zeus y Pharaoh, también me ha enganchado lo suyo este 2024.


MÚSICA


  • Mi disco favorito del año: Hasiera Bat (2024) de Gorka Urbizu. Sin avisar y casi de la nada, Gorka publicó su primer disco en solitario después de la disolución de los Berri. Un álbum que invita a la reflexión y a una vuelta a la lentitud fuera de los ritmos acelerados de vida actuales. Cortito, de una media hora de duración, cuenta con una producción orgánica casi rozando el minimalismo. Ni falta ni sobra nada.

  • Mis otros favoritos de este año: Orube (2024) de Izaki Gardenak, Entre todas lo arreglamos (2024) nuevo EP de Repion, Giza zarata (2024) de Anari y el Caldo espírito (2023) de Xoel López.

  • Menciones especiales: Atera (2019) de Zea Mays, Pasadena (2021) de Pasadena, Europa (2023) de Ultraligera, Lautada (2022) de M I C E, Infrasoinuak (2017) de Berri Txarrat, Punisher (2020) de Phoebe Bridgers, Wild God (2024) Nick Cave & The Bad Seeds y el puto Luis Brea.



2024 tampoco ha sido el año del apocalipsis zombi. Uno de mis compañeros polacos de trabajo, muy amigo del misterio como Íker, pronostica una invasión extraterrestre para 2025. Sí, está un poco cucú. Yo sólo digo que ojalá, para que trabaje otro. En 2024 le he pillado el gusto a eso de la fotografía. También ha sido el año en el que las entradas en el blog se han reducido aún más. Otro año más siendo gentrificado y teniendo que mudarme. También ha sido el año de varios viajes y reencuentros. 2025 también pinta ajetreado. Ojalá sea el de mi vuelta a España. En cualquier caso, que sigamos emocionándonos con las cosas que nos gustan y con la compañía de los que queremos y nos quieren. Que las tiradas de dados nos sean propicias en este año 2025.