La corta noche de las muñecas de cristal (1971) es un giallo atípico dirigido por Aldo Lado y protagonizado por los guapérrimos Jean Sorel e Ingrid Thulin. Se trata de la primera película dirigida por Lado, que como buen director italiano de la época, se curtió en la industria como guionista y director de segunda unidad hasta que consiguió sacar este proyecto adelante. La producción bien merecería un documental. Está rodada en la Praga checoslovaca de después de la invasión soviética, que acabó con el pequeño periodo de apertura. Algo que contribuye más a la atmósfera de paranoia del film.

La corta noche de las muñecas de cristal bebe del cine de Polanski. No es el típico giallo con asesino de guantes negros y asesinatos barrocos. Es un thriller psicológico y hasta cierto punto político. Jean Sorel interpreta a un periodista occidental, Gregory, que trabaja como corresponsal en Praga y está enamorado de Mira, una mujer misteriosa. La primera escena de la película es el descubrimiento del cadáver de Gregory en una plaza. Es trasladado al hospital donde es declarado muerto. Pero no está muerto, sólo paralizado e incapaz de comunicarse. Su voz en off es la que nos guía por los recuerdos que le han llevado a esa situación, un puzle al que Gregory va sumando piezas y en el que descubrimos lo ocurrido de su mano. La cuenta atrás empieza cuando se programa la autopsia de Gregory y este tiene que descubrir qué ha sucedido y cómo despertar de esa parálisis en la que está sumido.

La narrativa no lineal y ese ambiente onírico recuerda a las fantásticas Huellas de pisada en la luna (1975) de Luigi Bazzoni y Contrato de sangre (1976) de Pupi Avati. Hay sectas, conspiraciones y una atmósfera opresora con las que Gregory, el protagonista, se ve envuelto.  La crítica a las élites también está presente, con esa secta de la que forman parte y que literalmente se dedica a sacrificar jóvenes para mantenerse jóvenes y seguir gobernando. La dirección de Lado tiene toques de expresionismo, con esa representación distorsionada de la realidad, contribuyendo al surrealismo y paranoia de la película.

Violación en el último tren de la noche (1975) es una película muy distinta en tono y en forma de La corta noche de las muñecas de cristal. Dos colegialas viajan solas en tren para pasar las vacaciones de Navidad en casa de los padres de una de ellas. Allí conocerán y serás acosadas por dos delincuentes psicóticos y una ninfómana. 

Violación en el último tren de la noche es una película dura. Como Trampa para un violador (1980) de Deodatto y La chica de al lado (1989) de Jack Ketchum, Violación en el último tren de la noche es explícita en escenas de maltrato y violencia contra las mujeres, que llegan hasta un punto de crudeza tal que se hace difícil el visionado. Si en La corta noche de las muñecas de cristal el estilo de Lado era hasta cierto punto surrealista y onírico, en Violación en el último tren de la noche es realista y sucio, casi documental. Tienen en común esa visión de la juventud (venimos del fracaso del 68 y de las crisis de los setenta) como víctima y también como victimario, aunque en esta última sí hay una catarsis (venganza) final, que aporta algo de alivio al espectador.

Más allá de los grandes nombres de directores y de títulos más conocidos, hay todo un mundo por descubrir en el cine italiano de los sesenta y setenta. Aldo Lado con La corta noche de las muñecas de cristal (1971),  Violación en el último tren de la noche (1975), ¿Quién la ha visto morir? (1972) y La víctima designada (1971) es buen ejemplo de esto. Mientras tengamos cine italiano de los setenta y a Keith Richards todo irá bien.