André Maurois (1885-1967), nacido como Émile Salomon Wilhem Herzog, fue un escritor francés de novelas, relatos, ensayos y biografías. También es uno de esos casos en los que el escritor acaba adoptando legalmente el pseudónimo con el que escribe. Por sus apellidos ya podemos deducir dos cosas: provenía de una familia judía y alsaciana. Esta doble condición marcaría su biografía. Participó en la I Guerra Mundial donde sirvió de enlace con los oficiales británicos, y también se enroló como oficial de la Francia Libre durante la II Guerra Mundial, motivo por el cual tuvo que exiliarse en Estados Unidos. Autor en vida muy popular tanto en su país como en Reino Unido y Estados Unidos, tras su muerte esta popularidad fue cada vez a menos. Desde la década de los treinta hasta mediados de los noventa del pasado siglo se han traducido y publicado sus libros en nuestro país, aunque su época de mayor éxito comprende entre los cincuenta y los setenta.


Viaje al país de los artícolas es un relato largo publicado por primera vez en 1928. En él, Maurois se sirve de esta ficción al modo de Los viajes de Gulliver para elaborar una sátira sobre la sociedad de su tiempo. Narra la historia de un joven, que de natural misántropo se embarca en un viaje alrededor del mundo. Para sufragar los viajes de este gasto contacta con un periódico en el que publicar su historia por entregas. Cuando da a conocer su viaje, antes de partir, le llegan un montón de cartas de hombres y mujeres con el mismo deseo que él de alejarse de la civilización. Una de ellas es de Ana de Sauves, una viuda rica y joven. Con ella como compañera inicia la travesía. Una tormenta los dejará a la deriva hasta que lleguen a una misteriosa isla, la isla de Maiana o de los Artícolas. Una sociedad utópica gobierna la isla procurando sustento a una pequeña minoría de la sociedad que se dedica en cuerpo y alma al arte, los artícolas. Esta sociedad se ocupa de proveer a los artícolas de todo lo necesario para que creen obras de arte. Uno de los problemas a los que se enfrentan los artícolas es a la falta de inspiración. Al ser una sociedad aislada, ya que no pueden abandonar la isla, no encuentran fuentes de inspiración, ya que la vida en la isla es siempre la misma. La pareja de náufragos ofrece les ofrece la posibilidad de nuevas fuentes de inspiración. Así serán alojados en la isla con todo lujo a cambio de recibir visitas de estos árticolas. También les servirá de viaje interior para conocerse más a fondo, ya que estas visitas no se cortan en hacerles preguntas, como si fueran personajes de una ficción. Para contestarlas se ven obligados a pensar y a pensarse, lo que los lleva a un conocimiento más profundo de ellos mismo. Además de la sátira sobre una sociedad que vive para el arte, es muy interesante la relación entre los protagonistas. Ana es una compañera que no busca ni ser protegida ni ser cortejada. Se desarrolla en la isla un interés amoroso que nunca termina de explotar, pero es muy interesante como con la excusa del arte se critica la moral de la época. Para los artícolas es indiferente si son amantes o no. De hecho se sorprenden profundamente cuando descubren que no lo son. 


La máquina de leer los pensamientos es una novela corta de ciencia ficción publicada en 1937. La acción se sitúa a mediados de los años veinte. Denis, un profesor de francés de la universidad de Ruan es invitado a dar un curso en la universidad estadounidense de Westmouth. Ve en esta invitación una oportunidad para alejarse de su familia política, gente muy conservadora con la que acaba chocando en su visión del mundo. Junto a Susana, su mujer, se instalan en una pequeña casita al lado de la universidad. Allí Denis entabla amistad con un inglés, Hickey, físico y profesor de Westmouth. Este le muestra una pequeña máquina de su invención capaz de leer los pensamientos. Al estilo de Karel Capek en La guerra de las salamandras, Maurois aprovecha su ficción para dar un repaso a la sociedad de sus época: la burguesía, los industriales franceses, los intelectuales, la educación superior, el matrimonio... La dichosa máquina inventada por Hickey le ofrece a Maurois la posibilidad de crear esta sátira mezclada con ciencia ficción. Maurois, a través de su personaje Denis, se mostrará como un agudo observador. Cuando la máquina es dada a conocer al gran público, enseguida se propone su comercialización. Uno de los personajes es un experto en publicidad y marketing, que realiza unas observaciones que a pesar de los casi cien años que han pasado de la publicación de la novela siguen estando muy de actualidad. La publicidad en la cultura de masas no ha cambiado tanto, al igial que el papel de los publicistas, que lo mismo te venden una máquina para leer pensamientos que un candidato a la alcaldía de la capital.

A André Maurois lo descubrí gracias a este programa que le dedican a dos de sus obras en Todo tranquilo en Dunwich. Maurois pertenece a esa escuela del fantástico europeo de entreguerras, casi fuente inagotable de escritores y de historias. Y otro motivo más para mejorar mi francés y así poder acceder a ese filón, que las señoras victorianas están muy bien, pero con los señoros de entreguerras también me divierto mucho. De momento tengo cuatro novelas de Lernet-Holenia en la pila de lecturas esperando pacientemente su turno.

Maurois, A. (1963). Viaje al país de los artícolas. Ediciones G. P.
Maurois, A. (1985). La máquina de leer los pensamientos. Plaza & Janés.