'My Mad Fat Diary' es una serie británica  que cuenta la historia de Rae Earl, una adolescente con problemas de autoestima debido a su sobrepeso, que sufre acoso escolar e intenta suicidarse. La serie comienza cuando abandona el hospital psiquiátrico en el que estaba ingresada para rehacer su vida. Lejos de la moralina y el maniqueísmo, la serie trata de acercarse a la realidad sin caer en versiones edulcoradas de la misma. Los problemas de Rae, el despertar sexual, el aceptarse a uno mismo y ser aceptado por los demás son algunos de los temas que trata, y lo hace como lo hacía 'Skins': honestidad y naturalidad.

Lo que nos hace conectar con la serie y con su protagonista (inmensa Sharon Rooney) es esta honestidad y naturalidad al tratar temas que siempre suelen ser 'blanqueados' en otras series, pero también la ambientación temporal. El factor nostalgia aquí pesa mucho, y para cualquiera que viviera en los noventa, le gustara o no, sí es capaz de reconocer una serie de símbolos que forman parte del imaginario colectivo de una generación. Que ese imaginario sea una mierda o no, ya es otra discusión, pero ayuda a empatizar  con los personajes. Es evidente la nostalgia que despierta el recordar una época sin teléfonos móviles y con internet en pañales.

Y la música. Asociamos momentos especiales a canciones, y en nuestra banda sonora siempre recordaremos con cariño las canciones de nuestra infancia y adolescencia, aunque ya no nos gusten. A lo largo de dieciséis episodios y tres temporadas desfilan por nuestras pantallas la música de Blur, Oasis, The Verve, Pulp, Ash, The Stone Roses, Manic Street Preachers, The Cure... La serie utiliza la música como hilo conductor, como sublimación de momentos emotivos, que los hace todavía más especiales acompañados con una canción de fondo.

La gang. La cuadrilla. El grupo de amigos. No sólo vemos crecer a Rae, sino que también crece su pandilla. Y es inevitable que cada uno, después de esta etapa compartida, vuele libre y haga su vida. Algunos de esos amigos los conservarás y de otros sólo quedará el recuerdo. Es una de las últimas lecciones que aprende Rae. Madurar para Rae es renunciar a la seguridad de un entorno que tiene fecha de caducidad y aprender a valerse por sí misma.

Es la mezcla de comedia y drama, sin caer en panfletos de autoayuda, y el retrato de los problemas y conflictos adolescentes de una manera realista lo que hace de esta serie una gran serie.