En los ya cada vez más lejanos años noventa los supermercados vendían discos y casetes además de libros que no sólo eran de autoayuda o del famoso de turno. Entre esta venta de libros destacaba el género de fantasía, que en nuestro país estaba copado por la editorial Timun Mas y sus libros de la Dragonlance. Aunque no todo el monte era Dragonlance, como prueba este El Ciclo de la Puerta de la Muerte. Una heptalogía escrita a dos manos por los creadores de Dragonlance, Magaret Weis y Tracy Hickman. ¿Pero no habíamos quedado que no todo era Dragonlance?


Ala de Dragón (1990) es el primer libro de la heptalogía con la que Weis y Hickman querían salirse del corsé de la Dragonlance; y en cierta medida lo consiguen. La fantasía de los ochenta y estos primeros noventa no deja de ser un refrito de Tolkien, de eso no se salvan los autores, pero consiguen diferenciarse en un par de cosas. La más importantes son un sentido del humor bastante autoparódico, con una sátira que no existía en Tolkien. También esa autonsciencia que los lleva a burlarse del género de fantasía épica también lleva a Weis y Hickman, según avanza la saga, a introducir elementos de la cultura pop como James Bond y Marilyn Monroe.  


Como primer libro de la saga también es el menos interesante ya que no existe un equilibrio entre la presentación del mundo y los personajes y la trama. La trama, en ese sentido, se ve perjudicada por la necesidad de presentar un universo amplio y con intención de ser complejo. En este universo existen diversas razas, las más poderosas son los sartán y los patryn. Los primeros, temerosos de los segundos, destruyen el universo creando cuatro nuevos mundos basados en los cuatro elementos —aire, fuego, tierra, agua—, encerrando a los patryn en un laberinto mágico, un sitio llamado Nexo a la salida de este, y comunicados los mundos y el Nexo por un portal llamado Puerta de la Muerte. Por alguna razón desconocida, los sartán desaparecen de los nuevos mundos creados tras la Separación —como se la llama en los libros—, los cuales tenían que tutelar y poner en funcionamiento. El Laberinto que debía encerrar a los patryn por un corto periodo de tiempo, se convierte en una cárcel mortal durante generaciones. Pero por fin algunos de ellos consiguen llegar a la última puerta y abandonar el Laberinto, accediendo a un mundo nuevo, el Nexo. Allí el líder de los patryn, el primero en escapar del Laberinto, envía a Haplo al mundo del aire, Ariano, para que investigue e inicie la rebelión contra los sartán. Allí Haplo se encuentra con un mundo complejo donde enanos, humanos y elfos, viven en reinos aislados y peleando por un recurso: el agua. El mundo de Ariano se compone de una serie de continentes-isla flotantes a distintas alturas: en la parte de abajo habitan los enanos, en la del medio los humanos y en la de arriba los elfos y unos misteriosos hechiceros humanos que huyeron del reino medio. Aunque para misterio la máquina tumpa-chumpa, capaz de reproducirse y autorrepararse, operada por los enanos, que desconocen para qué sirve pero aún así se ocupan de ella. 


En Ala de Dragón suceden cosas porque sí: es decir, un cliché del género es el de dos personajes o dos grupos de personajes, de los que se va saltando de uno a otro en cada capítulo, a los que se hace coincidir en el tercio final de la historia. Quizás se pasan de ambiciosos los autores, queriendo meter demasiadas tramas, que tienen que cerrar con algún que otro deus ex machina. A mí no es algo que me moleste demasiado, más teniendo en cuenta que ya he leído la saga con anterioridad —por aquí una breve reseña de hace una década— y sé que la cosa mejora bastante. El protagonista de la saga es el patryn Haplo, pero en los primeros libros tarda en aparecer y los personajes principales son algunos habitantes de esos mundos que investiga. En el caso de Ala de dragón Limbeck el enano, Hugh la Mano, el heredero Bane y el sartán Alfred comparten protagonismo y trama con Haplo.


La estrella de los elfos fue el primer libro de la saga que leí. Cosas que pasaban en aquella época. Por 905 pesetas era único de la saga que tenían en el Eroski, además el título prometía elfos, y por aquella época eso era bien.

Pryan es el mundo de fuego, pero no porque esté hecho de este elemento, sino porque los cuatro soles que le proporcionan luz y energía hacen que siempre sea de día. Allí viven los elfos, los humanos y los enanos, en ese gigantesco mundo ocupado por selvas y vegetación gigante en el que siempre es de día. Los protagonistas son la familia elfa de los Quindiniar, fabricantes de armas. La componen Lenthan, enloquecido tras la muerte de su esposa y obsesionado con construir cohetes que lleguen a las estrellas, y sus hijos Calandra, Aletha y Paithan. La primera es la hija mayor y la que se ocupa del negocio familiar, la segunda es una mujer frívola que va a la caza de un noble, y el segundo es el encargado de viajar y cerrar los tratos del negocio. También son protagonistas los hermanos humanos Roland y Rega, con los que Paithan cierra un trato para vender armas a los enanos con ellos como intermediarios. También es la primera vez que aparece el mago Zifnab y su dragón. Zifnab es el personaje que sitúa a esta saga en otras coordenadas. Es un mago enloquecido al que le cuesta mantener el hilo de lo que dice, lo que lo hace divagar sobre Gandalf, Clark Gable, la energía nuclear, la nave Apollo y otras referencias que, en el mundo de fantasía épica en el que nos encontramos, nos hace levantar la ceja. ¿De qué va todo esto? ¿El universo actual es el nuestro en el futuro? ¿O acaso es nuestro pasado y Zifnab puede ver el futuro? Además está el dragón que acompaña a Zifnab, conformando una pareja más quijotesca que de fantasía épica. También se hace mención a un poder oculto que destruyó a los sartán. La estrella de los elfos planta las semillas de los temas que luego desarrollará la saga.

Por menos de mil pesetas matabas unas cuantas tardes bochornosas de verano

Los hechos se precipitan en Pryan cuando unos titanes sin ojos y dueños de una magia elemental pero con tremenda fuerza comienzan a destruir los reinos de las tres razas. Hasta el momento, convivían separadas y odiándose entre sí. En ese momento de destrucción llegará Haplo, que es el encargado de investigar y sembrar el descontento en el mundo de Pryan. Pero lo que encuentra es el caos. ¿Qué ha pasado con los sartán, también desaparecidos de este mundo? ¿Cuál es el propósito del mismo? ¿Está interconectado con los otros tres mundos? Si Ariano, el mundo del aire, era sencillo de representar, Pryan, el mundo de fuego, es bastante más confuso.

La estrella de los elfos sigue pecando de momentos en los que las cosas pasan un poco porque sí. Hay mucha trama y un número de palabras determinado con el que no da para desarrollar todo lo que se propone sin caer en el porque sí, del que se abusa en exceso. Pero al contrario de lo que sucedía en Ala de dragón, la trama fluye de una manera más orgánica, los personajes tienen más desarrollo y son más interesantes. También es un libro que se puede leer de manera de manera independiente. Existen alusiones a lo pasado en el libro anterior, pero más como recordatorio que otra cosa, así que si te has saltado el primer libro, tampoco pasa nada grave. Lo expuesto y descrito en La estrella de los elfos es lo suficientemente interesante por sí mismo como para leerlo de manera aislada.

El Ciclo de la Puerta de la Muerte (1990-94) se tradujo en castellano y se publicó casi al instante en nuestro país, conociendo los libros varias ediciones —algunas de coleccionable de quiosco—, pero estando descatalogadas desde hace casi veinte años. Ha sido en 2024 cuando Minotauro ha decidido recuperar El Ciclo de la Puerta de la Muerte y publicar una nueva edición de los libros. Nada barata, por cierto. No sé si las nuevas portadas, misma traducción y tapa blanda con solapas, justifican los veinte euros que cuestan cada uno. Más si tenemos en cuenta que estos libros en su origen eran para consumo popular y a precios populares. Será como decía aquel de Es el mercado, amigo; o será la nostalgia por los productos que consumíamos cuando éramos más jóvenes. En cualquier caso,  El Ciclo de la Puerta de la Muerte es una saga que merece la pena y de la que no sería raro que acabaran haciendo una serie o una película. Vuelven los noventa.

Weis & Hickman (1991). Ala de Dragón (1990). Timun Mas.
Weis & Hickman (1991). La estrella de los elfos. Timun Mas.